Aturdida.
Esa era la palabra perfecta que destacaba la confusión y el estado de Abby, desde que ese hombre había dejado esa oficina.
Esos ojos, ojos intensos y profundos, su rostro, un rostro tallado, firme, expresando que podía soportar toda la presión del mundo en un instante y ni siquiera se inmutaría, esos eran sus pensamientos incesantes que no dejaban que ella pudiese acompasar en nivel de su respiración.
¿Cómo lo hacía? Como tenía esa cosa invisible que lo hacía ver inconmovible, firme y tan fuerte.
La preocupación la arropó totalmente cuando entendió que ya había pasado algún tiempo y ella no volvía a la normalidad. Su comida estaba intacta, a la vez que su padre movía los cubiertos en silencio mientras también tenía la mente perdida en otros pensamientos.
Un suspiro salió nuevamente de su boca oprimiendo su pecho, sintiendo una punzada algo ruda en su corazón. Debía apartar cualquier pensamiento, debía desaparecer cada imagen que pasaba por su cabeza de ese hombre que estaba prohibido para ella.
¡Soy una mujer casada, por el amor de Dios!, se gritó de forma tosca en su mente para ver si de esa manera, su misma moral sepultaba todo aquello que no estaba permitido. Se castigó cruelmente haciéndose ver como una loca por solo pensarlo.
—Lo dejaré aquí —dijo Ezra interrumpiendo su guerra mental—. Haré una llamada a casa… por favor encárgate de que todos estén en la reunión —su padre se levantó de la mesa, y limpió su boca con una servilleta mientras Abby asintió en silencio.
Ezra vio el plato de su hija antes de salir, pero evadió la situación y caminó apresurado.
Abigail quedó sola en el espacio que se instaló en una sala privada para que cualquier empleado viniera a tomar un descanso y comer; arrimó el plato hacia un lado sin apetito alguno. Negó varias veces y luego miró el reloj.
A la final, tomó el teléfono celular y marcó a su esposo.
—Estoy yendo… —respondió Marshal agitado—. Tengo un plan que alegrará a todos, en unos minutos estaré pisando la empresa.
Ella supo que su esposo iba a colgar, pero se apresuró a intervenir
—A las 3 de la tarde hay una reunión urgente —Informó notando que él se quedó en silencio—. Papá dará una información importante, y todos los miembros de la empresa deben estar presentes…
—¿De qué se trata? —preguntó Marshal, mientras se quitaba a la mujer que tenía encima de sus piernas.
—Cuando llegues a la empresa, hablaremos —y con esto, Abby finalizó la llamada.
***
—Entonces ¿es una mujer?
Dominic escuchó la pregunta y levantó la mirada hacia su mejor amigo, Jacob Baker, que estaba sonriéndole con la pierna cruzada, y llevando un trago a sus labios.
—¿Qué quiere decir esa sonrisa pendeja? —refutó Hunt con el ceño fruncido.
—Pues, a la manera en que vienes aquí, me cuentas el supuesto negocio y con una admiración de mierda, me dices que estás impresionado de ella…
—Es… porque es así.
—O… porque quieres acostarte con ella…
Hunt dejó de teclear y bajó la tapa de la laptop en donde estaba trabajando, para cruzarse de brazos y mirar firme a Jacob.
—Esto es trabajo, no puedo negar que, sí, estoy maravillado con ella, pero es más bien por su inteligencia, es un genio, alguien que está vendiendo una idea que nunca se le ocurrió a ninguno de mis empleados… incluyéndote.
Su amigo volvió a reír.
—Ok…
—¿Ok?
Jacob alzó sus hombros y luego puso el vaso vacío en la mesa.
—Esto va a sonar muy afeminado, pero conozco esa mirada, quieres joderte en esa mujer.
—¡Basta!, no sigas con esa mierda, es solo trabajo. Y ahora que estás desocupado, mejor acompáñame a esa reunión.
—¿Tendrás que ir a una reunión para que aprueben un contrato de 100% de inversión?
Dominic rodó los ojos.
—Así es….
—¿Te has vuelto loco? No creo que me hicieras venir solo para acompañarte…
—No, esto es dinero, Jacob, sé cuándo algo me generará grandes ganancias. Hay un problema con Hudson, investigué lo que está ocurriendo antes de responder su correo.
Su amigo frunció el ceño y luego se acercó más a la mesa.
—¿De qué se trata? Llegué hace unas horas y no he leído el informe que me dejaste.
—Tienen cifras rojas exorbitantes, un desfalco que los está dejando en la ruina. Por tal motivo están enviando dicha propuesta. Luego te comentaré los detalles, de hecho, yo mismo no leí punto por punto lo que enviaron de la investigación que pedí, pero cuando vi la propuesta, tomé un avión y vine a Minneapolis porque es un proyecto perfecto.
Jacob tomó su mandíbula y luego asintió.
—¿Cuánto tiempo estaremos aquí? Sabes que también debo volver a otros asuntos de la empresa en Washington… —indagó su amigo mientras Dominic estaba intentando procesar la información para sí mismo.
Hunt no sabía precisamente cuando tiempo podría estar en esta ciudad. No sabía en qué estaba pensado ahora, pero lo único que estaba generando su mente es que debía quedarse un tiempo adecuado para que las cosas no se salieron de control con esta inversión, a la que estaba arriesgando mucho.
Por supuesto, Jacob estaba aquí con él, no podía pedirle a alguien más que viniera, aun cuando su amigo se encontraba resolviendo un proyecto en Washington, necesitaba tenerlo aquí en Minneapolis. En sí, Baker era su empleado, gerente principal y el que en muchos momentos ponía la cara por su empresa, cuando a él le surgía algo de último momento.
Estaban acostumbrados a viajar de forma imprevista, a salir de una ciudad a otra, a transitar y vivir de temporadas, y luego despedirse sacudiendo sus manos como si nada hubiese sucedido en el pasado.
Ambos estudiaron juntos y compartieron una niñez prolongada, sus familias eran muy unidas, aunado a que ellos fueron a las mismas instancias educativas a lo largo de toda su vida desde que eran unos niños.
Jacob tenía una hermana, pero Dominic era hijo único y eso hizo que literalmente lo adecuara como su hermano.
Hunt confiaba ciegamente en él, y Jacob era su mano derecha en todos sus asuntos, y por eso en unos meses atrás, Hunt lo había convertido en su socio mayoritario. Entonces, por supuesto él estaba aquí, junto con algún equipo de trabajo que llegaría en unos días y se instalaría en el edificio que ellos habían alquilado, solo para ellos.
No había un rubro específico en donde Dominic se desenvolviera, él invertía en todo lo que se viera provechoso; hoteles, restaurantes, la bolsa y por supuesto su ambición mayor, la producción alimentaria.
A sus 32 años, era un hombre exitoso, muchos decían que su fortuna se debía a la forma inagotable y ardua de trabajar, y otros, que tenía a los mejores inversionistas a su cargo, pero todos tenían características en común cuando se hablaba de Dominic Hunt; No al matrimonio, no a las relaciones largas, y nunca confiar en una mujer.
Y esto, era una incógnita que picaba hasta a su propia familia, pero su explicación y la verdad del meollo solo se encontraban en los recuerdos y en la mente de Dominic y de su mejor amigo, Jacob.
Después de largos segundos, Hunt alzó la mirada y puso las manos cerca de sus labios haciendo una pirámide con sus codos en la mesa.
—No lo sé aún, todo depende de cómo vayan las cosas, Jacob. Pero te necesito aquí, no conozco mucho esta ciudad, ni a la gente, debo tener personas de confianza cerca mientras se concreta y se da avance al proyecto. Haremos lo de siempre, cuando haya que salir a otras ciudades, iremos, hasta que vea que la situación se maneja sola, entonces enviaré a alguien para que se quede a cargo aquí.
Su amigo dio una sonrisa larga y luego asintió.
—Ya me estaba preocupando… hay una rubia importante en Washington…
Dominic negó.
—Hay cientos de rubias aquí. Conoce a alguna.
—Creo que esta es importante… —Jacob obtuvo una mirada asesina de Hunt—. Bueno… un poco, no es muy importante.
—Ninguna es importante, así que no pierdas el tiempo —lo cortó Dominic mientras le arrojó una carpeta que Jacob abrió rápidamente—. Estos son los puntos que dejaremos claros en esa reunión. Solo habla si lo crees importante, de resto déjamelo a mí.
—Ok —Jacob Alzó su mano y luego miró las líneas rápidamente—. ¿Dónde está el nombre del genio?
—No hay nada de ella en ese informe, el nombre de Ezra Hudson es el que refleja en todos los documentos. Luego sabré sobre su hija, parece que tiene un puesto importante en la empresa y es fundamental que sepamos cuál es…
—¡Esto es magnífico! —volvió a decir Jacob—. Línea de lujo… tengo muchos compradores para esto.
—Lo sé, la cabeza me vuela en solo imaginar hasta dónde puede llegar esto. Pero no es solo esta línea —Inquirió Dominic excitado pasando la hoja—. Ve a la sesión número 10. Aquí se habla de subproductos, extractos, esencias, entre muchos que se venderían congelados de calidad tipo A… podemos hacer cientos y cientos de subproductos… no sé si tienes…
—Sí, puedo imaginarlo —interrumpió su amigo con el mismo ímpetu—. Esto es grande. Si realmente ella es la de la idea, debo felicitarla personalmente.
En ese instante Dominic alzó los ojos y frunció el ceño.
—No sé si escuchaste que es para felicitarla —Explicó Jacob tratando de contener la risa.
—Espero….
—Además —Agregó de nuevo su amigo—. La marcaste…
Dominic suspiró profundo y luego vio su reloj.
—No creo que sigas con las mismas pendejadas, ¿O sí?
—Te dejo tranquilo, pero dime, ¿Es rubia?
Hunt negó mientras su sonrisa se ensanchó por primera vez.
—Por supuesto que no… es… muy hermosa. Aunque a simple vista se ve que respira inseguridad, ella ni siquiera se ha dado cuenta del potencial que tiene.
—¿Cómo cuantos años tiene? ¿Tiene novio?, ¿Comprometida…?
—No tengo idea, Jacob, no fui a una cita —esta vez una molestia se denotaba en la voz de Dominic—. Te repito que lo único que leí del informe, era sobre la empresa de Ezra, no de su vida personal… ni siquiera sabía que tenía una hija… así.
Su amigo sonrió nuevamente tratando de esconder su gesto con la mano hacia la roca humana que tenía adelante.
Jacob amaba a Dominic como si fuera su propia sangre, le debía gran parte de su triunfo y de su riqueza, pero eso no era nada en comparación con el tipo de amistad que se había desarrollado en toda su vida, así que lo único que lamentaba es que ellos tuvieron un punto de quiebre en el pasado que siempre sería una espina en el talón en ambos, para todos sus pasos en el futuro…
Aunque Jacob y Dominic tenían suficiente dinero como para tener un chofer, ahora mismo, Hunt conducía el auto mientras su amigo hacía de copiloto. Todos los protocolos que la gente se metía en la mente sobre la riqueza eran cuerda floja para ambos, ellos nunca pretendían ser mejor que nadie, ni tampoco se aprovechaban de su fortuna para aparentar que el dinero caminaba para ellos.
Hunt estacionó frente al edificio en una zona común de empleados y después que su amigo cerró la puerta, activó el seguro automático y luego le señaló a Jacob que entraran por la entrada principal, aunque ya le habían dicho que él tenía exclusividad.
Saludó a todos los que pudo, aun sin conocerlos, y fue al ascensor que hace unas horas le habían mostrado para subir al piso número 5.
Una vibración algo extraña se expandió desde sus dedos hasta su espalda. Una sensación comenzó a gestarse en su pecho mientras tocaba todos sus dedos con el pulgar para amortiguar lo que por alguna razón lo estaba colocando nervioso.
Apretó la mandíbula cuando el ascensor se abrió y vio a la misma mujer que lo recibió horas atrás.
—Señor, Hunt —dijo la chica rubia de falda apretada, caminando hacia él. La podía reconocer perfectamente, porque Abigail la había llamado Lina, así que concluyó que era su asistente.
Jacob cambió repentinamente y se quitó las gafas de sol, cuando la mujer se acercó hacia ellos, y como de costumbre formó una sonrisa para la mujer. Los ojos de Dominic rodaron, pero no pudo sino carraspear para que su amigo entendiera la indirecta.
—Hola, tenemos una reunión… —comentó Hunt serio hacia la mujer y ella asintió sonriente.
—Si señor, por favor pase conmigo, todos están esperándolo.
Que puntualidad, dijo Dominic en su mente mientras miraba su reloj y comenzaba a dar pasos detrás de aquella mujer. De reojo pudo ver como Jacob se comía su trasero de forma descarada y solo rezó porque terminara esa jodida reunión cuantos antes.
La mujer rubia abrió unas puertas corredizas, y les dio la bienvenida en voz alta.
Hunt pudo ver que todos en la mesa se levantaron, y a la rapidez vio como Ezra lideraba el extremo y lo observaba con satisfacción. Sin embargo, una estúpida voz, una dirección o una jodida señal, hicieron que su mirada de manera calculada girara. Era un error, un gran y maldito error posicionar sus ojos cargados de ansiedad en esa mujer que ahora mismo tenía esos ojos color miel, justo encima de él.
Tensión en el aire.Abigail quería quitar su mirada del hombre que hace solo unos segundos había ingresado al salón de reuniones. Pero era imposible.Ella solo estaba allí de pie, congelada sin poder quitar todo de ella de él.Por supuesto el aroma del hombre se había instalado en cada centímetro del salón y sobre todo en cada poro de su cuerpo. Abby pasó un trago duró cuando él posicionó esos ojos negros profundos en ella, y vio como su garganta pasaba un trago forzado. Ella tensó su cuerpo y luego apretó los puños tratando de acoplarse a esta prontitud.Como pudo apretó su mandíbula, mientras que todos fruncían el ceño al verlo llegar con alguien más.Dio gracias en silencio cuando Hunt retiró su mirada penetrante de su lugar, en ese momento pudo parpadear y con m
La mirada perpleja de Abigail se alzó hacia Dominic, su forma de hablar parecía como si pudiese mandar en ella. El ceño de Marshal se intensificó y Jacob no tuvo otra opción que pisar de forma ruda a Dominic por debajo de la mesa.—Yo… ustedes… —¡¿Qué mierdas le estaba pasando?!, Abby se dio varias cachetadas mentales, todo se estaba yendo al traste, y estaba segura de que tendría un problema mayor después de que saliera de esta oficina.¿Cómo iba a explicarle a su esposo su nerviosismo? ¿Cómo defendería la reacción de su cuerpo y la forma de actuar como una adolescente?, ella estaba totalmente perdida, si no era que ese hombre que la taladraba ahora con rabia en su mirada, no la volvía loca antes.—Es imposible que se vaya, usted es el centro de este proyecto, nada se puede hacer si
Los dedos de Abby crujían de forma constante mientras su chofer manejaba y el silencio era una tortura.Se dirigían a casa, y a pesar de que quería tomar una ducha caliente y comer algo decente, ella no quería poner un pie en lo que ni siquiera podía llamar un hogar. El silencio de Marshal era abrumador, y a la vez la ponía más inquieta.Quería decir cualquier cosa, su silencio solo la hacía parecer asustada, como si debiera algo, como si hubiese hecho algo mal. Y estaba tan cansada de eso. Miró por la ventana y sintió que el aire estaba demasiado frío.—¿Tom, podrías apagar el aire acondicionado? —pidió de forma amable y en respuesta el hombre asintió con una sonrisa.Pero ni siquiera se pudo ejecutar el acto cuando la voz de su marido resonó en todo el interior.—Déjalo como está&hell
Ivy estaba cambiando sin lugar a dudas, no supo cuándo fue la última vez que su hermana de 11 años había dejado de hablar de muñecas y ahora solo le contaba con irritación el comportamiento de algunos de sus compañeros de la escuela. En vez de juguetes había mostrado algunas revistas para su vestido de 15 años que, desde ya, estaba preparando. En alguno que otro comentario habló insistentemente de un chico que supuso le caía mal, y entendió que los tiempos avanzaban a la velocidad de la luz, porque ella a su edad solo pensaba en las Barbies que estaban por salir, pero por supuesto su hermana no se parecía ni un ápice a ella.Una película de High School Musicalestaba terminando, y Abby agradeció que esto estuviera sucediendo. Definitivamente su hermana pre adolescente ya no era su niñita consentida, y en definitiva debía don
Abby tomó una respiración profunda antes de responder:—Quizás… quiera respirar aire fresco en el jardín… —la voz de ese hombre se esparció por todo su cuerpo. Allí estaba de nuevo, tratando de buscar una salida para ella y a la vez metiéndola en un agujero.—Gracias… —respondió Abigail mientras Hunt asintió con la cabeza y le dio una sonrisa para que ella continuara su trayecto.En segundos ella escapó del comedor, mientras en pasos apresurados llegó hasta el jardín donde nadie pudo verla. Sacudió sus manos y las pasó por su vestido para secar el sudor. Soltó el aire varias veces y luego llegó donde estaba un árbol que literalmente arropaba la casa y recostó su espalda allí.Sus ojos se cerraron.¿Qué me está pasando?, ¿Qu&eacu
Abby giró a todas partes sin saber a dónde dirigirse, pero en el momento en que ya comenzó a sentirse desesperada, encontró a un hombre que salía de un ascensor ubicado al final del pasillo.Gracias al cielo, pensó dentro de sí.—Buen día. Disculpe… he llegado un poco antes —anunció Abby mientras caminó hacia el hombre y él hacía lo mismo hacia ella. De forma rápida abrió su bolso y buscó el papel para recordar en qué piso le informó Dominic, y entre tanto lo buscó, terminó por decir—: Debo ir al piso del señor, Hunt… sí aquí esta, es, es…—El piso número 35 —completó el hombre de seguridad que ya se había detenido frente a ella.—Sí… —¿Por qué tenía tantos pis
Abby estaba sentada en su bañera con la mejilla puesta en su rodilla mientras recordaba su asombroso día.¿Cuánto tenía de no sentirse tan… emocionada?No solo adjudicaba eso a que ahora tenía a un hombre avasallador todo el tiempo a dos metros de distancia, que por alguna razón no podía entender, no se separaba de ella en ningún instante. También podía sumar a que todos en esa empresa la trataban con respeto, con admiración y como si ella realmente fuese una persona importante.Las lágrimas comenzaron a caer, y no supo por qué estaba llorando ahora, tenía una conglomeración de sentimientos en el pecho que hicieron una unión para hacerse grandes y explotar por toda ella.Estaba nerviosa, eufórica, pero sobre todo tenía mucho miedo.No sabía que pensar, no sabía a donde camin
El aire salió enseguida de su boca, y aunque quiso responder a su saludo y a su oración, no consiguió hacerlo enseguida. —Aunque puedo venir en otro momento… ¿Dónde puedo encontrar una computadora? —volvió a decir Abby terminando con una pregunta. —No, pasa, Jacob ya estaba terminando aquí, él debe ir a buscar unos documentos… —¿Documentos? ¿Cuáles documentos? —preguntó Jacob mientras Hunt lo aniquilaba con la mirada—. Ok si, esos documentos… —Hola, señor Jacob —saludó Abigail acercándose con una sonrisa. —No, no, no… solo Jacob, nada de señor, ¿De acuerdo? —la corrigió y ella asintió un poco roja. —De acuerdo… —Bien, ahora me voy por dichos documentos que son tan importantes para Dom… —dijo mirando a Hunt con una sonrisa en su boca—. Y también llamaré a Stephanie para que venga en cuanto antes, y los ayude en todo esto… no me tardaré, vendré en un momento. ¿Bien? Abby arrugó el ceño confun