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Cuando Valentina y Scott llegaron a la mansión Brighton todos estaban cenando, Scott estaba tan feliz, que contener su dicha fue inútil —Familia, debemos decirles algo —dijo sosteniendo la mano de Valentina entre la suya, provocando la duda de todos—. Valentina y yo hemos decidido volver a estar juntos, hemos decidido casarnos, otra vez. La mirada de Diana, Melissa y Meredith fue de un poema de incredulidad, ninguna podía creerlo, pero pasada la conmoción, parecían emocionadas y felices. Melissa corrió a abrazarlos y felicitarlos —¡Eso es una buena noticia! Me encanta —aseveró Melissa —¿Cuándo se casarán? Me gusta saberlo —dijo Meredith con algo de ilusión y melancolía porque ella creía que nunca más podrá sentirse así de feliz como ellos —Bueno. aún no lo decidimos —dijo Scott —En dos semanas, después de todo ya hemos estado casados, no será difícil volver a hacerlo —dijo Valentina, sorprendiéndolos, Scott tomó su mano y la besó, sonrió feliz, estaba tan emocionado que sus ojos
Pasó una larga semana, Valentina caminaba por el centro de Redville, estaban en una tienda de novias, cuando salió para ir a otra tienda encontró a Esteban, se quedó paralizado, se miraron fijamente —Hola —dijo él con la voz apagada —¿Qué haces aquí? Pensé que te había ido de vuelta a tu país —dijo ella —Necesitaba hablar contigo. Ella miró su semblante, era de verdad desolador, mordió su labio inferior, no sabía si debía hacerlo —¿De qué podemos hablar, Esteban? No tiene caso —dijo Valentina convencida —Por favor. Ella notó la suplica en su voz, y se sentó a su lado para poder escucharlo, tomaron asiento en una banca frente a la tienda de novias —Yo, sé que te fallé, te mentí, traicioné tu confianza, lamento que lo haya hecho —dijo Esteban con la mirada triste y parecía arrepentido, pero Valentina no sentía que nada de eso le importaba ahora, solo podía pensar en Scott y en su hijo —Esteban, la realidad es que tú y yo no nos amamos, solo nos obligamos a hacerlo, pero la verda
Cuando Valentina entró, la doctora le dijo que el desmayó era por falta de vitaminas, y que seguramente, tomando las vitaminas adecuadas ella iba a mejorar, sin embargo, Valentina se mostró escéptica, algo presentía que no estaba bien, y de todas formas lo aceptó, pronto salieron de ahí y caminaron al auto —¿Estás lista para la boda? —preguntó Meredith Valentina asintió y sonrió —Bueno, no será la boda de antes, nada de grandeza, estoy segura de que será mucho mejor. Meredith la miró atónita y feliz de ver que pro fin admitía sentimientos que quiso negar —Sigues amando a Scott, más de lo que presentí, ¿Por qué tardaste tanto en aceptarlo? Ni siquiera cediste por Henry. Valentina bajó la mirada y la observó —Me sentía muy herida, demasiado despechada y rencorosa, creo que me convertí en alguien que, hasta hoy no logro reconocer, necesitarías estar en mi lugar para poder entenderme, pero, nunca quise lastimar a Scott, no realmente —dijo Valentina Meredith asintió —Bien, creo que
Scott manejó hasta el bar, pero apenas cuando bajó del auto, sintió un mareo, era como si se sintiera extraño, adormecido, algo no estaba bien en él, y caminó zigzagueando, se detuvo sosteniéndose de una pared, quizá todo el mundo pensaba que solo estaba ebrio, pero no era así, tomó su móvil y decidió llamar a Frank para informarle que estaba afuera, pero que no se sentía mal, Scott se preocupó, pensó si de verdad estaba enfermo, su mente no pensaba con raciocinio, y eso lo atormentó, cuando Frank no respondió, estaba por llamar a Valentina —Señor, ¿Se encuentra bien? —Bueno… no, a decir verdad, me siento un poco mareado, ¿Cree poder llevarme a mi auto? —dijo y el hombre le tomó del brazo, llevándolo al auto que le indicó —¿Es este su auto? —Sí. —Déjeme llevarlo a su casa. —Bien —dijo Scott porque en verdad ya no se sentía nada bien, estaba tan mareado que le dio las llaves al hombre y subió al auto, junto con él, sin siquiera pensar si era alguien de confianza—. ¿Conoce la mansi
Cuando Scott y Valentina llegaron a casa, sus rostros estaban tan serios, entraron tomados de la mano, como si nada, ni nadie pudiera separarlos.—¿Dónde está mi madre? —preguntó Scott con firmeza, y la empleada le confirmó que ella estaba en su biblioteca, ambos caminaron hasta ahí, Valentina fue la última en entrar, algo vio en la mirada de Scott, algo furioso que de pronto la hizo temer de que Diana pasaría el peor de los momentosDiana levantó la mirada, abandonado su clásica lectura, y miró a su hijo con gran sorpresa, dejando el libro a un lado y levantándose—¡Hijo! ¿Cómo te sientes? —dijo con voz tan dulce, pero Scott detestó escucharla, ya no podía creer en ella —¡Lo sé todo! —exclamó mordiendo con furia cada palabraDiana sintió que su corazón latía demasiado rápido, que no podía pensar con claridad, ¿Qué sabía él? Y tuvo un presentimiento de lo peor, temblaba de temor—Hijo, ¿De qué hablas? No puedo comprenderlo —exclamó fingiendo, aturdida y asustada—¿No puedes comprend
—Bien, debo ir a recoger mi traje, que mande a comprar para mi boda —dijo Scott con una gran sonrisa, mientras aún sostenía a Valentina entre sus brazos —Más te vale llegar a tiempo a la boda, Scott. Él rio y asintió —Estaré antes de que llegue nadie, lo que más anhelo ahora es ser tu esposo, y después te llevaré de luna de miel. —No me has dicho a donde iremos. —Ah, es que es una gran sorpresa, ya lo verás, es un hermoso lugar. Ella asintió curiosa, él besó sus labios, y luego se fue, debía ir por su traje a una tienda del centro del pueblo. Valentía entró en la mansión, miró la hora, era mediodía, la boda sería a las seis de la tarde, aún faltaba tiempo, pronto sería la esposa de Scott, otra vez y eso la llenaba de ilusión, supo entonces que nunca dejó de amarlo, pero su orgullo necio no la dejaba darse cuenta. Cuando Scott llegó a aquella tienda, recogió pronto el traje que mandó a traer, estaba subiéndolo a su auto, listo para volver a casa, se sentía emocionado, como nunca
Scott sentía lo frío de la pistola sobre su cabeza, tragaba saliva, podía sentir el retumbar de su corazón, sus ojos dilatados, y esa sonrisa siniestra que enmarcaba el cruel gesto de Lucius —¡Por favor! Si somos hermanos, ¡No puedes matarme a mí! —exclamó —¿Y por qué no? —exclamó Lucius—. Tú nunca has sido mi hermano, realmente, yo no he tenido nada en la vida, y nadie se preocupó por mí, jamás. —¡Lucius! —escucharon claramente ese grito, ambos se miraron con estupor, Scott no entendía nada, podía escuchar esa voz y sabía que la reconocería en cualquier parte, pero, ¿Por qué Valentina estaba ahí? No entendía nada, ¿Acaso ella conocía a ese hombre? Valentina miró por todos lados y no encontró a nadie —¡Valentina! ¡Valentina! Ella escuchó su voz, era Scott, y ella siguió el sonido, corrió hasta el sótano y abrió la puerta, la imagen que vio la aterrorizó era Lucius apuntando a Scott —¡¿Qué haces?! Lucius, ¡No lo hagas! —¡Valentina, lárgate de aquí! —gritó con furia —Lucius, no
—¡Hijo! —exclamó Diana, pero él no obedeció, siguió caminando y ella fue tras él —Dime, ¿Quién es el padre de Lucius? —exclamó Scott deteniéndose y mirándola con firmeza, su madre se tensó al instante bajando la vista temerosa —¡No, por favor...! —¿Por favor? Mañana Lucius lo dirá, intento darte una oportunidad para que tú misma lo digas. Diana sintió que su corazón se destruía, miró alrededor para encontrar las caras largas del resto de su familia —El padre de Lucius fue... Oliver Dion. Todos se sorprendieron, pero nadie más que Valentina quien abrió ojos enormes —¿Qué dices? —Es la verdad, Oliver no era un buen hombre, él me juró amor para después echarme de su lado, esperando un hijo —dijo Diana con evidente rencor Todos le miraron impactados —Sí, pero por la edad de Lucius, puedo ver que fuiste la amante de Oliver Dion, ¿Verdad? —dijo Scott con severidad Diana le miró con estupor, incrédula de las duras palabras de Scott, bajó la mirada, pero negarlo sería imposible —¿Y