—Bien, debo ir a recoger mi traje, que mande a comprar para mi boda —dijo Scott con una gran sonrisa, mientras aún sostenía a Valentina entre sus brazos —Más te vale llegar a tiempo a la boda, Scott. Él rio y asintió —Estaré antes de que llegue nadie, lo que más anhelo ahora es ser tu esposo, y después te llevaré de luna de miel. —No me has dicho a donde iremos. —Ah, es que es una gran sorpresa, ya lo verás, es un hermoso lugar. Ella asintió curiosa, él besó sus labios, y luego se fue, debía ir por su traje a una tienda del centro del pueblo. Valentía entró en la mansión, miró la hora, era mediodía, la boda sería a las seis de la tarde, aún faltaba tiempo, pronto sería la esposa de Scott, otra vez y eso la llenaba de ilusión, supo entonces que nunca dejó de amarlo, pero su orgullo necio no la dejaba darse cuenta. Cuando Scott llegó a aquella tienda, recogió pronto el traje que mandó a traer, estaba subiéndolo a su auto, listo para volver a casa, se sentía emocionado, como nunca
Scott sentía lo frío de la pistola sobre su cabeza, tragaba saliva, podía sentir el retumbar de su corazón, sus ojos dilatados, y esa sonrisa siniestra que enmarcaba el cruel gesto de Lucius —¡Por favor! Si somos hermanos, ¡No puedes matarme a mí! —exclamó —¿Y por qué no? —exclamó Lucius—. Tú nunca has sido mi hermano, realmente, yo no he tenido nada en la vida, y nadie se preocupó por mí, jamás. —¡Lucius! —escucharon claramente ese grito, ambos se miraron con estupor, Scott no entendía nada, podía escuchar esa voz y sabía que la reconocería en cualquier parte, pero, ¿Por qué Valentina estaba ahí? No entendía nada, ¿Acaso ella conocía a ese hombre? Valentina miró por todos lados y no encontró a nadie —¡Valentina! ¡Valentina! Ella escuchó su voz, era Scott, y ella siguió el sonido, corrió hasta el sótano y abrió la puerta, la imagen que vio la aterrorizó era Lucius apuntando a Scott —¡¿Qué haces?! Lucius, ¡No lo hagas! —¡Valentina, lárgate de aquí! —gritó con furia —Lucius, no
—¡Hijo! —exclamó Diana, pero él no obedeció, siguió caminando y ella fue tras él —Dime, ¿Quién es el padre de Lucius? —exclamó Scott deteniéndose y mirándola con firmeza, su madre se tensó al instante bajando la vista temerosa —¡No, por favor...! —¿Por favor? Mañana Lucius lo dirá, intento darte una oportunidad para que tú misma lo digas. Diana sintió que su corazón se destruía, miró alrededor para encontrar las caras largas del resto de su familia —El padre de Lucius fue... Oliver Dion. Todos se sorprendieron, pero nadie más que Valentina quien abrió ojos enormes —¿Qué dices? —Es la verdad, Oliver no era un buen hombre, él me juró amor para después echarme de su lado, esperando un hijo —dijo Diana con evidente rencor Todos le miraron impactados —Sí, pero por la edad de Lucius, puedo ver que fuiste la amante de Oliver Dion, ¿Verdad? —dijo Scott con severidad Diana le miró con estupor, incrédula de las duras palabras de Scott, bajó la mirada, pero negarlo sería imposible —¿Y
Valentina miró a Scott, hacía mucho tiempo que no lo veía tan afligido como ahora, ella puso su mano sobre su hombro, sacándolo de su trance, y su mirada parecía vulnerable —Crei que la conocía, de todas las personas del mundo, tú incluida, pensé que a ella la conocía para siempre, pero, antes mis ojos se convirtió en uan extraña, una mujer que es una desconocida para mí, podría decir que al menos intentó ser una buena madre conmigo y seguro mentiría, mira donde estamos ahora, si no hubieses llegado, ahora estaría muerto, y todo por ella, duele, de verdad, no quiero que mi hijo jamás sienta esto, que nunca sienta que sus padres son personas que él no reconocería en ningun lugar. Ella asintió despacio y lo abrazó —¡Lo siento tanto, amor! Él la abrazó con más fuerza —Estaremos bien, no pienses que he cancelado la boda, solo la pospuse unos días, pero solo anhelo eso, que seas mi esposa, otra vez. Ella sonrió y él la besó con dulzura —¿Qué harás con Lucius? —Es mi hermano, Valent
Scott bajó la escalera y encontró a Melissa —¿Estás seguro de que es una persona de fiar? Scott la miró con ojos grandes y severos —¿Escuchas lo que dices? ¡Es mi hermano! También debe ser tuyo, si te consideras mi hermana. —¡Claro que sí! Solo que… ¡Te secuestró! —Todo es culpa de nuestra madre, ella hizo germinar el odio en él, pero nosotros debemos darle amor, no podemos dejar que un inocente pague por pecados que no son suyos. Melissa asintió —¿Y la boda? —Sí, es verdad, ¿Podrías ayudarme para tener todo listo mañana? —¡Claro que sí! Pagaré todo lo que tenga que pagarle al juez para que mañana mismo venga, y mira lo que tengo aquí —ella le dio los billetes de avión—. No te preocupes por este fin de semana, disfrútalo, porque yo cuidaré muy bien a Henry, junto con Meredith. Él asintió —Gracias, Melissa. Lucius bajaba la escalera —¿Sucede algo? —Si, hermano, mañana me caso, y nada me hará más feliz que estés en mi boda. Lucius sonrió y asintió, aunque en el fondo sentí
Frank se levantó y llamó la atención de los invitados—Bueno, pongan atención, por favor, como padrino de bodas me toca decir unas palabras para este brindis.Todos sonrieron y lo miraron con gran atención, Scott sostuvo con fuerza la mano de su amada—He visto a este par crecer ante mis ojos, y nunca tuve alguna duda de que están hechos uno para él otro, incluso cuando han sido a veces tan tontos para no darse cuenta —todos rieron ante sus comentarios—. Lo único que puedo decirles es que, la vida es corta, es solo un instante sublime que siempre creemos eterno, pero en realidad, es como un suspiro, no pierdan el tiempo en odios, o en orgullos absurdos, tampoco en lágrimas o desacuerdos, cuando estás al borde del final solo deben quedar los buenos recuerdos, hagan que sean miles, y quien se queda aquí, siempre piensa más en lo que hizo pero no pudo hacer, hagan que los lamentos sean menos, por favor, amense aquí y ahora, les deseo un bonito amor; salud.Todos levantaron sus copas.Val
Cuando Valentina se acercó a ellos les dijo que estaba todo listo para irse, Scott sonrió y se despidió de todos —Bueno, los veré el lunes, Val, cuídate mucho. —Tenemos mucho que conversar aún —dijo Valentina, como si aquello sonara más a una amenaza —Por favor, Val, comencemos de cero, olvidemos el pasado. Ella lo alejó un poco y clavó su mirada en Lucius que la miraba expectante con los ojos verdes bien abiertos —¿Quieres que olvide que dijiste que Diana tuvo que ver en la muerte de mis padres? ÉL bajó la mirada —Por favor, yo estaba tan furioso, lleno de rencor contra ella. —¿Has mentido? —exclamó Valentina —No. ¡Tú misma viste el video! Pero, es mi madre, no creo que… ¡Dios! Es mi madre, Valentina, no podría pensar algo así, incluso aunque ella me abandonó y no le importé para nada, pero ahora, ahora puedo ser feliz, por favor, Val, te pido que lo olvides, al menos por mí, o por Scott. Valentina sintió demasiada confusión, pero terminó asintiendo, luego se despidió de tod
—¡No! No digas eso, ¿Lastima, compasión? Te amo, Scott, lo que hago por ti siempre es por amor. Él la miró con ojos severos —¡Yo no voy a morir, Valentina! Y me duele pensar que solo ante la muerte haya logrado tu perdón, que ante la muerte tu orgullo haya sido vencido, y no por amor, no por que de verdad creyeras en mi arrepentimiento. Valentina se quedó perpleja y solo vio como Scott se alejó de ella volviendo a casa, ella se quedó perpleja, mirando como el amanecer comenzaba a llegar, el cielo se cubría de un color plata, y luego de rosado, para terminar bañado de un hermoso dorado como el oro, Valentina pensó en las palabras de Scott, sus ojos estaban cubiertos de lágrimas y corrió a alcanzarlo, entró en la casa, no lo vio en el salón, debía estar en la habitación y fue hasta ahí. Scott estaba sentado sobre la cama, miraba a la nada, parecía tan consternado, tan decepcionado, en un silencio abismal, aunque todas las luces estaban apagadas, el amanecer y los ligeros rayos de sol