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Cuando Valentina entró, la doctora le dijo que el desmayó era por falta de vitaminas, y que seguramente, tomando las vitaminas adecuadas ella iba a mejorar, sin embargo, Valentina se mostró escéptica, algo presentía que no estaba bien, y de todas formas lo aceptó, pronto salieron de ahí y caminaron al auto —¿Estás lista para la boda? —preguntó Meredith Valentina asintió y sonrió —Bueno, no será la boda de antes, nada de grandeza, estoy segura de que será mucho mejor. Meredith la miró atónita y feliz de ver que pro fin admitía sentimientos que quiso negar —Sigues amando a Scott, más de lo que presentí, ¿Por qué tardaste tanto en aceptarlo? Ni siquiera cediste por Henry. Valentina bajó la mirada y la observó —Me sentía muy herida, demasiado despechada y rencorosa, creo que me convertí en alguien que, hasta hoy no logro reconocer, necesitarías estar en mi lugar para poder entenderme, pero, nunca quise lastimar a Scott, no realmente —dijo Valentina Meredith asintió —Bien, creo que
Scott manejó hasta el bar, pero apenas cuando bajó del auto, sintió un mareo, era como si se sintiera extraño, adormecido, algo no estaba bien en él, y caminó zigzagueando, se detuvo sosteniéndose de una pared, quizá todo el mundo pensaba que solo estaba ebrio, pero no era así, tomó su móvil y decidió llamar a Frank para informarle que estaba afuera, pero que no se sentía mal, Scott se preocupó, pensó si de verdad estaba enfermo, su mente no pensaba con raciocinio, y eso lo atormentó, cuando Frank no respondió, estaba por llamar a Valentina —Señor, ¿Se encuentra bien? —Bueno… no, a decir verdad, me siento un poco mareado, ¿Cree poder llevarme a mi auto? —dijo y el hombre le tomó del brazo, llevándolo al auto que le indicó —¿Es este su auto? —Sí. —Déjeme llevarlo a su casa. —Bien —dijo Scott porque en verdad ya no se sentía nada bien, estaba tan mareado que le dio las llaves al hombre y subió al auto, junto con él, sin siquiera pensar si era alguien de confianza—. ¿Conoce la mansi
Cuando Scott y Valentina llegaron a casa, sus rostros estaban tan serios, entraron tomados de la mano, como si nada, ni nadie pudiera separarlos.—¿Dónde está mi madre? —preguntó Scott con firmeza, y la empleada le confirmó que ella estaba en su biblioteca, ambos caminaron hasta ahí, Valentina fue la última en entrar, algo vio en la mirada de Scott, algo furioso que de pronto la hizo temer de que Diana pasaría el peor de los momentosDiana levantó la mirada, abandonado su clásica lectura, y miró a su hijo con gran sorpresa, dejando el libro a un lado y levantándose—¡Hijo! ¿Cómo te sientes? —dijo con voz tan dulce, pero Scott detestó escucharla, ya no podía creer en ella —¡Lo sé todo! —exclamó mordiendo con furia cada palabraDiana sintió que su corazón latía demasiado rápido, que no podía pensar con claridad, ¿Qué sabía él? Y tuvo un presentimiento de lo peor, temblaba de temor—Hijo, ¿De qué hablas? No puedo comprenderlo —exclamó fingiendo, aturdida y asustada—¿No puedes comprend
—Bien, debo ir a recoger mi traje, que mande a comprar para mi boda —dijo Scott con una gran sonrisa, mientras aún sostenía a Valentina entre sus brazos —Más te vale llegar a tiempo a la boda, Scott. Él rio y asintió —Estaré antes de que llegue nadie, lo que más anhelo ahora es ser tu esposo, y después te llevaré de luna de miel. —No me has dicho a donde iremos. —Ah, es que es una gran sorpresa, ya lo verás, es un hermoso lugar. Ella asintió curiosa, él besó sus labios, y luego se fue, debía ir por su traje a una tienda del centro del pueblo. Valentía entró en la mansión, miró la hora, era mediodía, la boda sería a las seis de la tarde, aún faltaba tiempo, pronto sería la esposa de Scott, otra vez y eso la llenaba de ilusión, supo entonces que nunca dejó de amarlo, pero su orgullo necio no la dejaba darse cuenta. Cuando Scott llegó a aquella tienda, recogió pronto el traje que mandó a traer, estaba subiéndolo a su auto, listo para volver a casa, se sentía emocionado, como nunca
Scott sentía lo frío de la pistola sobre su cabeza, tragaba saliva, podía sentir el retumbar de su corazón, sus ojos dilatados, y esa sonrisa siniestra que enmarcaba el cruel gesto de Lucius —¡Por favor! Si somos hermanos, ¡No puedes matarme a mí! —exclamó —¿Y por qué no? —exclamó Lucius—. Tú nunca has sido mi hermano, realmente, yo no he tenido nada en la vida, y nadie se preocupó por mí, jamás. —¡Lucius! —escucharon claramente ese grito, ambos se miraron con estupor, Scott no entendía nada, podía escuchar esa voz y sabía que la reconocería en cualquier parte, pero, ¿Por qué Valentina estaba ahí? No entendía nada, ¿Acaso ella conocía a ese hombre? Valentina miró por todos lados y no encontró a nadie —¡Valentina! ¡Valentina! Ella escuchó su voz, era Scott, y ella siguió el sonido, corrió hasta el sótano y abrió la puerta, la imagen que vio la aterrorizó era Lucius apuntando a Scott —¡¿Qué haces?! Lucius, ¡No lo hagas! —¡Valentina, lárgate de aquí! —gritó con furia —Lucius, no
—¡Hijo! —exclamó Diana, pero él no obedeció, siguió caminando y ella fue tras él —Dime, ¿Quién es el padre de Lucius? —exclamó Scott deteniéndose y mirándola con firmeza, su madre se tensó al instante bajando la vista temerosa —¡No, por favor...! —¿Por favor? Mañana Lucius lo dirá, intento darte una oportunidad para que tú misma lo digas. Diana sintió que su corazón se destruía, miró alrededor para encontrar las caras largas del resto de su familia —El padre de Lucius fue... Oliver Dion. Todos se sorprendieron, pero nadie más que Valentina quien abrió ojos enormes —¿Qué dices? —Es la verdad, Oliver no era un buen hombre, él me juró amor para después echarme de su lado, esperando un hijo —dijo Diana con evidente rencor Todos le miraron impactados —Sí, pero por la edad de Lucius, puedo ver que fuiste la amante de Oliver Dion, ¿Verdad? —dijo Scott con severidad Diana le miró con estupor, incrédula de las duras palabras de Scott, bajó la mirada, pero negarlo sería imposible —¿Y
Valentina miró a Scott, hacía mucho tiempo que no lo veía tan afligido como ahora, ella puso su mano sobre su hombro, sacándolo de su trance, y su mirada parecía vulnerable —Crei que la conocía, de todas las personas del mundo, tú incluida, pensé que a ella la conocía para siempre, pero, antes mis ojos se convirtió en uan extraña, una mujer que es una desconocida para mí, podría decir que al menos intentó ser una buena madre conmigo y seguro mentiría, mira donde estamos ahora, si no hubieses llegado, ahora estaría muerto, y todo por ella, duele, de verdad, no quiero que mi hijo jamás sienta esto, que nunca sienta que sus padres son personas que él no reconocería en ningun lugar. Ella asintió despacio y lo abrazó —¡Lo siento tanto, amor! Él la abrazó con más fuerza —Estaremos bien, no pienses que he cancelado la boda, solo la pospuse unos días, pero solo anhelo eso, que seas mi esposa, otra vez. Ella sonrió y él la besó con dulzura —¿Qué harás con Lucius? —Es mi hermano, Valent
Scott bajó la escalera y encontró a Melissa —¿Estás seguro de que es una persona de fiar? Scott la miró con ojos grandes y severos —¿Escuchas lo que dices? ¡Es mi hermano! También debe ser tuyo, si te consideras mi hermana. —¡Claro que sí! Solo que… ¡Te secuestró! —Todo es culpa de nuestra madre, ella hizo germinar el odio en él, pero nosotros debemos darle amor, no podemos dejar que un inocente pague por pecados que no son suyos. Melissa asintió —¿Y la boda? —Sí, es verdad, ¿Podrías ayudarme para tener todo listo mañana? —¡Claro que sí! Pagaré todo lo que tenga que pagarle al juez para que mañana mismo venga, y mira lo que tengo aquí —ella le dio los billetes de avión—. No te preocupes por este fin de semana, disfrútalo, porque yo cuidaré muy bien a Henry, junto con Meredith. Él asintió —Gracias, Melissa. Lucius bajaba la escalera —¿Sucede algo? —Si, hermano, mañana me caso, y nada me hará más feliz que estés en mi boda. Lucius sonrió y asintió, aunque en el fondo sentí