Joseph le pidió que adoptara una nueva posición. Lexy no tuvo más remedio que moverse al ritmo que sus varoniles manos le pedían y encontró la posición perfecta para sus caderas.
Joseph abandonó su húmedo interior para besarle el filo de la cadera y delinear con su lengua la curva de su cintura, esa que se dibujaba perfecta por la posición que la había obligado a adoptar.
Lexy se levantó con sutileza para mirar y, aunque le gustó el modo en que Joseph le besaba las caras traseras de sus muslos, tuvo que lanzarse al colchón con fuerza cuando la lengua de este llegó hasta su ano y se coló por esa zona sensible a la que nunca nadie había llegado.
Bueno, Joseph había llegado un sinfín de veces, pero nunca con un fin com
Los jóvenes amantes enfrentaron un fin de semana en pareja y se olvidaron de sus responsabilidades y empleos por los siguientes días. Desayunaron en la cama, pidieron comida a domicilio y vieron películas hasta el amanecer, abrazados frente a la televisión y disfrutando de uno que otro bocadillo que los acompañó en sus tardes de felicidad y amor.La vida estaba resultando perfecta, más para Lexy, quien muchas veces llegaba a pensar que se hallaba sumergida en un sueño del que pronto iba a despertar, pero cada vez que amanecía se encontraba con la misma maravilla: con Joseph a su lado, cuidándola como siempre se lo había merecido.Para el domingo en la tarde, la juvenil pareja organizó una última noche de películas antes de que las siguientes semanas los consumieran por ente
La semana inició tan agitada como la pareja se lo esperaba.Estaban llenos de energía tras un romántico y privado fin de semana y si bien el domingo habían recibido las noticias de la muerte de Esteban, aquello había fortalecido todavía más su relación de pareja. También la relación de Lexy con sus padres, quienes entendieron que su hija ya tenía poder de decisión propio y que había hecho su vida a su estilo, volando alto y creciendo junto a un nuevo compañero que la impulsaba con fuerza en cada una de sus nuevas disposiciones.Lexy y su novio se distanciaron para asistir a sus trabajos como cada día y Lexy se sumió entre sus responsabilidades durante toda la mañana de ese lunes. Recibió en su oficina privada algunas visitas del departamento de Contabilidad
La muchacha se quedó en completo silencio, sorprendida por las palabras que Joseph acababa de dedicarle. Le dolía ver al hombre esconder la mirada, pero más le dolía la cobardía que el mismo mostraba respecto al inestable futuro de su relación. No necesitaba formular más preguntas ni ser más astuta para entender que Joseph empezaba a rendirse poco a poco y que prefería sus proyectos personales por encima de su relación.—¿Y si hablamos personalmente con Bustamante? —preguntó Lexy con inocencia, buscando sacar la verdad a la luz de la manera más transparente y salvar la relación—. Yo creo que podría entenderlo, amor, es un hombre justo.Joseph levantó la mirada para reírse en su cara. Él sabía bien quien era Bustamante. Había ocultado sus secretos fraudulentos por mucho tiempo y, no obstante, la muchacha estaba ilusionada con ello, la risita cruel de su futuro esposo aplastó cada sueño en un abrir y cerrar de ojos.Rezongó entre dientes cuando entendió que el hombre había cerrado toda
Las empleadas del hotel llegaron para organizar el salón en que Lexy aún continuaba escondida, avergonzada y acobardada y solo ellas, con sus risitas despreocupadas y su maravillosa naturalidad, pudieron despertarla de ese desmayo en el que se había absorbido como una esponja.Las mujeres, no mayores a los cuarenta años, vestían delantales azules y blancos bien estirados, tenían una delicada gorra en sus cabellos, los cuales recogían con un ordenado peinado que les permitía una buena plana de sus amplias frentes y disimiles orejas. Llevaban también guantes blancos en las manos y traperos en sus carros. Y aunque estaban destinadas a limpiar los desastres ajenos, grandes sonrisas relucían en sus rostros y miradas.—¿Señorita, está bien? —preguntó una de ellas cuando se acercó al fondo del salón para organizar las sillas y Lexy no pudo responder con coherencia.El amargo llanto que llevaba aguantando largos minutos le subió por el pecho y la evidenció endeble.Las mujeres de limpieza se
La jovencita se detuvo jadeante frente al elevador y sin importarle nada, se quitó los tacones con prisa y los sostuvo entre sus manos mientras escarbó en sus bolsillos, buscando su teléfono móvil.Con un significativo temblor en todo el cuerpo marcó el número privado de ese hombre al que pretendía recuperar y esperó impaciente a que la línea conectara. Rabió entre dientes al ver que nada resultaba y chilló frenética al entender que la cobertura telefónica dentro del hotel no era la mejor de todas.Se subió al elevador en cuanto las puertas se abrieron frente a ella y se movilizó hasta el piso final, donde ella y Joseph compartían un cuarto, con la esperanza de que el hombre estuviera allí, esperándola para conversar, esperándola para arreglar su relación, olvidar los errores y continuar como si nada hubiera ocurrido.Pero por más que deseó y soñó, ello nunca ocurrió.Ingresó a la habitación con una amplia sonrisa entre sus labios, gritando su nombre con ansiedad, pero todos sus grito
“Yo nunca había conocido a una mujer más tonta que tú y eso que conozco a varias”. —Burló su conciencia—. “Es como dijo Anne: se sacrificó por ti y tú le pagaste con desconfianza y traición al elegir tu puesto de trabajo, el dinero, la posición social”. —Explicó su conciencia y Lexy se echó a llorar con discreción, aguantando el desgarrador llanto que le nacía desde el fondo del pecho y es que su poco cuerda conciencia tenía razón.—Estudios DGSound, señorita —interrumpió el conductor y Lexy miró la hora en su teléfono móvil.Tras pagar por el largo viaje, corrió a tropezones hasta el interior del elegante estudio de grabación y se vio obligada a calmarse cuando se encontró con una refinada recepcionista, esa que la miró con curiosidad desde su puesto.—Hola, hola —habló nerviosa y es que no podía dejar de sudar—. Busco a Emma Storni.—¿Emma Storni? —curioseó la joven recepcionista y miró a Lexy con el ceño arrugado—. ¿Emma King?—¡Sí, sí a ella misma! —exclamó y se alegró cuando ent
Lexy buscó con la mirada un taxi, corriendo a toda marcha por un desolado y oscurecido campo. Corrió cuesta abajo, tomando velocidad en cada pisada y desde la altura visualizó las luces de la ciudad, la música de la plaza central y el rico sonido del viento, ese que la llenó de energía a pesar del frio que sentía.—¡Señor! —gritó cuando se encontró con un taxi y se colgó desde su ventana, asustando al conductor—. Por favor… —jadeó cansada y el hombre la miró con horror. Odiaba los locos turistas que su ciudad recibía—. Por favor, necesito que me lleve a la estación de radio “Luz de lagos” —suplicó aún con la respiración entrecortada.El hombre levantó una ceja para mirarla con curio
A pesar de que la joven llevaba casi dos días sin dormir, solo le bastaron tres horas de sueño para despertar como nueva y llena de vida y es que tener a Joseph de regreso a su lado la revitalizaba como nunca se lo había imaginado.Abrió los ojos un tanto aturdida y se encontró con un hermoso techado de madera que le entregaba profundidad y altura al lugar en el que se hallaba. Estiró los brazos por el largo del colchón y se encontró sola en el centro de la cama y con algunas mullidas almohadas que ablandaron su descanso.Se removió nerviosa, preguntándose en dónde podría estar Joseph, pero encontró la respuesta a sus interrogantes cuando su masculino aroma dominó todo su cuerpo y la dejó con una enamorada sonrisa en todo el rostro.Hundi&oac