La mujer le había declarado la guerra y Lexy ni siquiera sabía cómo responder al atropello, seguía impactada y atemoriza por sus advertencias y no sabía qué hacer, por lo que —cobardemente—, había elegido el camino más fácil: dejarlo ir.
Dejar ir a Joseph a pesar del amor que sentía, de la fuerza de sus sentimientos y el dolor que aquello encendía en ella.
—Me equivoqué —siseó timorata y lo miró a la cara. El mentón le tembló cuando sus ojos oscuros, pero realmente bonitos, la observaron desde la distancia—. Me equivoqué cuando dejé a Esteban y cometí un error acostándome contigo durante todo este tiempo —repitió aquella mentira que había practicado por largas horas y aunque quiso sonar y verse
La joven no alcanzó a reaccionar ante sus ejercitados movimientos del hombre y solo pudo dejar que sus manos tocaran su trasero, intentando mantener una cómoda posición mientras el hombre caminó con ella de regreso a la habitación, donde la cama esperaba a por ellos.La recostó con cuidado encima del colchón y la muchacha estiró los brazos por encima de su cabeza y encogió las piernas, adoptando una sensual pose ante los ojos de Joseph; antes de alejarse para desnudarse, le chupó el abdomen y deslizó la punta de su lengua por la línea media de su cuerpo, llegando hasta su monte de venus, donde depositó un lento beso sin dejar de mirarla a la cara.La joven no pudo respirar en ese entonces y apreció como su rostro se ruborizaba en cuestión de segundos.Lexy sintió que Joseph era increíble, no existía otra definición para él, era todo lo que podía haber deseado y mucho más. Y menos mal que lo había encontrado, y justo a tiempo.Se quitó el saco negro entallado con lentitud, se jaló la c
Pasó la lengua cargada de saliva dejando que la misma escurriera por su piel. Se calentó más cuando la escuchó gemir y no pudo detenerse cuando la joven suplicó porque lo hiciera.Usó sus dedos para separar los labios del sexo, para pasar su lengua de arriba abajo, recogiendo con la misma la humedad de Lexy, esa que demostraba lo mucho que le excitaba aquella ineludible posición. La encontró deliciosa, una mezcla dulce de la que ya era adicto.Sus manos recorrieron su empinado trasero y se deslizaron por sus torneadas piernas. La joven no escapó ni se movió y se rindió por completo cuando uno de sus gruesos dedos llegó hasta su trasero, incendiando otros puntos a los que Lexy jamás había buceado.Fue entonces cuando quiso tocarlo también, quiso retribuirle todo ese placer que encendía en su cuerpo y se engulló su miembro con la misma hambre que había sentido antes.Todo estuvo bien en ese momento y Joseph entendió que Lexy era su chica.Le mordisqueó el monte de venus, para después a
Unas cuantas horas bastaron para que el cuerpo cansado de Joseph se recuperara. Abrió los ojos lentamente y se movió junto a Lexy, cuidando de no despertarla en tan placentero descansar en que la muchacha se hallaba sumergida.Tenía las mejillas sonrosadas por el calor que juntos habían ocasionado y el cabello castaño le caía revuelto por las mejillas, concediéndole ese femíneo aspecto y de niña buena que tanto lo enloquecía.Se acomodó a su lado con cuidado y estiró su cuerpo por todo el espacio libre que el colchón le brindaba. Le dolía la espalda, de seguro por pasar tantas horas en una silla y las piernas las tenía temblorosas. Necesitaba salir a correr y a estirar su cuerpo al aire libre, respirar aire fresco y disfrutar de las maravillas de la ciudad que una vez lo hab&iac
Era verdad, les había mentido a todos como una mitómana profesional, pero lo peor de todo, lo que más le punzaba y le rompía el alma, era que se había mentido a ella misma y todo para complacer a alguien más, alguien quién ni siquiera valía la pena.—Me quedé con los ojos cerrados, ciega, sorda, estúpida —rabió y se golpeó las piernas con rabia.—¿Y por qué volviste a la universidad un año después? —insistió Joseph, anhelando conocer toda la verdad detrás de sus cambios de carrera y fallas académicas.—Me sentía destruida, Joseph, estaba frustrada, incompleta. No era lo que yo quería. Yo quería estudiar, triunfar, quería tener… —sollozó a
Se perdió en su boca diestramente y laminó sus labios con desvergüenza, empeorando la situación, haciéndola más viva. Lexy aprovechó de la cercanía para abrazar su cuerpo y enredar sus piernas por su espalda, pero el hombre se deshizo rápidamente de ella y la dejó tumbada en la cama, caliente y alborotada.—Vístete, vamos a viajar —musitó, quitándose la bata blanca que cubría su cuerpo.Lexy se quedó sorprendida cuando lo encontró desnudo ante ella, erecto y sinuosamente placentero. Quiso lanzársele encima como una loba hambrienta, pero Storni caminó a su lado sin dedicarle mirada y buscó su ropa con prisa.Se vistió en cuestión de segundos y le dedicó una fría mirada a la much
Se repitió, un tanto obsesiva con la cariñosa situación a la que Joseph la guiaba.—¿Cómo que Emma tiene un estudio de grabación? —preguntó cuando se recuperó, cuando entendió que parecía maniática pensando en lo mismo—. ¿Acaso es músico?—Emma es cantante —reconoció Joseph, orgulloso—. Se graduó el año pasado y está intentando encontrar su camino en la música.—¡No puedo creerlo! —chilló Lexy y se movió inquieta de la emoción.—Emma compone, toca la guitarra, el piano y canta; tiene una voz delicada y sus letras son pegajosas —reconoció Joseph, cogiendo un carrito de compras para ingresar a l
Storni tomó a la joven de la cintura y la acomodó en el centro de la amplia cama con mucho cuidado, siendo delicado, pues no quería maltratarla o hacerla sentir de algún modo que la lastimara.Lexy se tocó las rodillas con nervios y miró al hombre con grandes ojos. No entendía muy bien sus ideas y referencias, pero esperó paciente hasta al menos recibir una explicación que pudiera justificar sus arranques de locura.Irguió su espalda cuando Joseph se arrodilló frente a ella y le acarició con las manos bien abiertas los muslos por encima de la ropa, descendió por sus rodillas y tomo sus piernas entre sus manos, concentrando las intensas caricias en sus pantorrillas.La joven movió las piernas conforme los movimientos del hombre y aunque se sent&iacut
Cuando creyó que Lexy estaba más tranquila cogió una de sus piernas e hizo lo que deseaba desde el viaje, cuando Lexy se había negado a que probara sus pies.Lexy estalló en risas, pero también pánico y unas cosquillas que desaparecieron cuando el hombre dibujó círculos con su lengua alrededor del dedo, metiéndole la lengua entre cada espacio. Persiguió entonces por degustar cada dedo y se rio satisfecho cuando la joven se dejó llevar por sus lamidas.—Sabes que te gusta —susurró Joseph.—¡Oh, por…! —gimió ella y se quedó sin aire cuando el hombre le mordisqueó el talón, clavándole los dientes sin nada de compasión.No hubo dolor sino un plac