Primero fueron a una tienda de zapatos muy chic que, en circunstancias normales, Macarena nunca iría porque cada par costaba lo mismo que el alquiler de su piso. La joven señaló un bonito par de tacones rojos, pero Richard se burló diciendo:
- ¡Esos solo los usaría María la del Barrio! ¡Te compraré un par de tacones dignos de una Kardashian!
Y la chica de la tienda le mostró un par de tacones aguja fina, de un tono rojo pero con diamantes incrustados en las orillas. Y unos hermosos rubíes cosidos al centro era lo que le otorgaban un brillo especial.
De inmediato, Macarena sintió que se le caía baba en la boca. No podía creer que aquel desconocido le compraría unos tacones que ni en sueños pensó usarlas. Desde el fondo de su mente, se propuso conquistarlo a como dé lugar.
- ¡Son hermosos! ¡Gracias, señor!
Richard, de inmediato, se sonrojó. Era la primera vez que se sentía cómodo con una mujer ya que, por lo general, siempre se comportaba tímido con ellas. Y es que siempre se sentía intimidado por ellas ya que, apenas lo veían, sentía que éstas lo juzgaban duramente con tan solo una mirada. Pero Macarena era diferente: espontánea, sincera y directa. Todo eso lo adquirió gracias a su falta de educación y necesidad de sobrevivir en un mundo donde el dinero era lo que mandaba.
- Llámame Richard. ¿Y tu nombre es..?
- Macarena.
- Bien, Macarena. Ahora vamos a cenar. Tengo una oferta que puede interesarle.
- ¡Por supuesto, señor Richard!
Salieron de la tienda y se dirigieron a un restaurante de lujo, cuyo nombre es tan extravagante que no lo voy a escribir aquí. Solo decir que era muy chuchi, donde sirven caviar y platillos hechos con carne de unicornio o algún ser mitológico ya que los precios eran tan exorbitantes que se necesitaría donar un riñón para degustarlos sin culpa.
Cuando el mesero vio a Macarena, alzó una ceja y la miró de arriba y abajo, como si fuese un esperpento. Pero luego se fijó en Richard, quien estaba prolijamente vestido como todo CEO de empresa prestigiosa y, al instante, aligeró su expresión diciendo:
- Bienvenido señor, ¿ha hecho una reserva! Permíteme mostrarle el mejor asiento para usted y su… ¿esposa?
- Gracias, buen hombre. Nos gustaría iniciar con las bebidas, así es que tráigame el mejor vino de la casa
- Enseguida, señor.
Fueron guiados a una mesa, mientras que Macarena no paraba de mirar a los alrededores. Al ser un restaurante de lujo, habían muy pocas personas, pero todas ellas estaban bien vestidas y elegantes. Cerca de su mesa, vio a una dama con un vestido negro al cuerpo, un collar de perlas que rodeaban su cuello y un hermoso anillo de diamantes, cuyo brillo le hacía recordar a una estrella.
El mesero se acercó con el vino y sirvió primero a Richard para que lo degustara. El CEO lo probó y murmuró:
- Perfecto. Dime, Macarena, ¿bebes?
- ¡Si, claro! – respondió Macarena, saliendo de su ensimismamiento.
- Sírvele un poco de vino a la dama, por favor.
- Enseguida, señor.
Una vez que Macarena también tuvo su vino, ambos brindaron y bebieron a gusto.
- Esto es más de lo que había soñado – dijo Macarena - ¿No será algún traficante de personas?
- ¡No! ¡Claro que no! – dijo Richard, entrando en pánico – en realidad, estoy compensándola por casi haberla atropellado y… además…
Richard enmudeció de pronto, ya que no estaba segura de si decirle la verdad de su extraña afición siendo una desconocida. Macarena, por su parte, lo miró expectante para saber qué más quería decirle, dispuesta a aceptar cualquier oferta que la llevaría a mejorar su calidad de vida.
Tras un breve silencio, Richard dio un suspiro y decidió sincerarse con ella, explicándole:
- Estoy en un serio aprieto. Verás, soy un CEO y pertenezco a la Asociación Cultural de CEOs Encuerados. No sé si escuchó sobre eso.
- Sí, escuché rumores. Pero no los tomé en serio.
- Pues los rumores son ciertos: ahí, los CEOs nos reunimos para dar informes de avances en nuestras empresas... y relaciones amorosas. Y estoy en mala racha porque ya llevo tiempo a la asociación y no tuve suerte en el amor.
- ¡Oh, qué lástima!
- Y entonces decidí abrir una vacante de secretaria para, luego, que podamos tener una “relación prohibida” y consumar nuestro amor. Ese tipo de romances es lo que más atrae a la asociación no sé por qué. Quizás por el tema de que lo prohibido siempre atrae, ja ja ja.
Richard, repentinamente, se puso nervioso. No sabía por qué le estaba contando todo cuando ni siquiera sabía quién era. Así es que esperaba que ella lo viera como bicho raro, se levantara y lo dejara plantado ahí con la cuenta en mano.
Pero, repentinamente, vio que Macarena cruzó las piernas, las frotó y, con ojos vidriosos, le dijo:
- ¡Ay, que casualidad! ¡Justo estaba buscando un puesto de secretaria porque me despidieron en mi trabajo de mesera!
Eso último era mentira, pero pensaba que si quería causar un mayor impacto, debía dar una imagen de lástima a su futuro novio millonario. Y, de paso, largarse de ese lugar tóxico, lleno de clientes pervertidos y compañeras de trabajo fastidiosas que eran más falsas que DVD vendido en la calle.
- ¡No te imaginas lo que me pasó! – continuó Macarena, tomando una servilleta que estaba sobre la mesa para enjugarse sus ojos con ella – Yo estaba trabajando tranquilamente en mi trabajo hasta que un niño se cruzó por mi camino, tropecé y derramé la comida a un cliente. El jefe me despidió y ahora vivo en una pieza de una residencia de mala muerte. Pero si sigo así, terminaré viviendo en las calles. ¡Ay, con lo difícil que es conseguir trabajo! ¿Qué será de mí, si solo soy una pobre huérfana solitaria que no tiene dónde caerse muerta? ¿Acaso mi destino es ser mendiga… o prostituta? ¡No! ¡No quiero prostituirme! ¡Quiero entregar mi virginidad solo al hombre de mi vida!
“Pobre, huérfana… ¡y virgen! ¡Es la sumisa perfecta!” pensó Richard, con optimismo.
- Oh, no llores. Si quieres, puedo recomendarle a mi empresa que te den el puesto de secretaria. Les hablaré muy bien de ti. Hasta falsificaré tu CV para que te acepten más rápido.
- ¿De verdad harías eso por mí?
- ¡Claro! Dije que te recompensaría por casi haberte chocado. Y a la vez, me ayudarás a ser el ídolo de la asociación. ¿Trato hecho?
- ¡Trato hecho!
Se estrecharon las manos en señal de cerrar el acuerdo y, mientras cenaban caviar venido de las místicas tierras de la India, cada uno en sus mentes pensaban que habían ganado esta partida:
“Por fin tengo a mi sumisa. ¡Dejaré de ser la burla de la asociación! Aunque es muy alta para mi gusto, pero no importa. A estas alturas, no me conviene ser tan exigente. Por lo menos está guapa, quizás pueda contratar a un asesor de imagen para que la oriente en su vestimenta y quedará perfecta”
“Al fin saldré de la pobreza. No será apuesto y es más bajo que yo pero… ¡a quien le importa! Lo que importa es lo que lleva entre sus piernas… y sus bolsillos. Se ve algo ingenuo, así es que podré manipularlo para que se enamore de mí y quedarme con su fortuna”
Salieron del restaurante, tomados de las manos. Richard la acompañó hasta su casa y Macarena le dijo:
- Muchísimas gracias por su generosidad, señor Richard. Mañana me presentaré en la oficina.
- La estaré esperando, señorita Macarena. Hablaré con los de Recursos Humanos para que te acepten de inmediato.
Macarena entró a su cuarto rentado, se sacó sus tacones recién comprados y comenzó a saltar de la alegría. Todavía no podía creer lo que le acababa de suceder, pero sucedió. Y estaba dispuesta a todo para no perder esa oportunidad de al fin poder salir de la pobreza.
- ¡No puedo creer la suerte mía! ¡La sangre de Cristo tiene poder!Richard estaba saltando sobre una pata y sentía que su cuerpo se aligeraba de alegría. Y tras recordar aquella escena en que encontró a Macarena en el suelo, con las piernas abiertas y mostrando su bombacha, sintió que se le paraba el corazón (y algo más).En la empresa todos lo miraban extrañados, ya que era bastante inusual que su CEO estuviese de buen humor. Pero decidieron seguir con sus trabajos porque ya estaban a fin de mes y esas deudas no se saldarían solas.Cuando Richard llegó a su oficina, se encontró con Sonia quien estaba llevando unos papeles y le dijo:- Sonia, ve a mi oficina. Sabes que eres la persona en quien más confío, necesito decirte algo.- Por supuesto, señor Richard.Sonia se sonrojó, ya que ella estaba enamorada del CEO en secreto. Pero como el hombre era bien despistado, nunca se percató de las sutiles señales que le envió su asistente administrativa.Como la vez en que ella se apoyó sobre s
El trabajo de secretaria de Macarena era bastante relajado, en comparación a su anterior trabajo de mesera. Al menos, no tenía que aplicar sus técnicas de karateka para defenderse de los acosadores ni escupir en los cafés de clientes que le caían mal. Aún así, se sentía preocupada: Richard la invitó a su mansión situada en la Triple Frontera y le dijo que vistiera con la ropa más provocativa que tuviera en su armario.“Lo único provocativo que tengo es ese vestido negro” pensó Macarena. “Pero si descubre que uso sostenes con relleno y ve que en realidad soy más plana que una tabla de planchar… ¡Que horror! Bueno, al menos puedo usar su dinerito para operarme las tetas y así enamorarlo con mi sensual carisma y encanto”.Cuando llegó el día, Macarena se equipó con su vestidito y dos conjuntos de ropas para cambiarse luego tras su noche de pasión. Richard la hizo subir a su helicóptero personal porque como era mega archi millonario, tenía hasta su propio helipuerto en la mansión de la Tr
- ¿Adivinen qué, muchachos? ¡Ya tengo a mi sumisa y lo hicimos en mi mansión!- Ooooh, que impresionante (es sarcasmo, por si no lo notaste). Avísanos cuando lo hagas en la terraza, al aire libre y en la mira de todos los vecinos.Richard enfureció ante el comentario de Roberto, de quien ahora sospechaba que se apropiaba de todas sus secretarias para que nunca tuviese chances de conseguir una sumisa. Por suerte, logró encontrar a Macarena primero. Y como ella no estaba dentro de ese nefasto círculo, además de que era lo suficientemente alta y fuerte como para siquiera estar en la mira de un CEO, pues ya la tenía asegurada.Sin embargo, estaba preocupado. Su primera vez fue un chasco: Macarena no paraba de quejarse de que le dolía la cavidad vaginal y, en un momento dado, le propinó un fuerte golpe a Richard, de puño cerrado, dejándole la mejilla hinchada.El pobre hombre tuvo que ir al hospital.Por su parte, Macarena estaba arrepentida de lo que hizo. Su natural mecanismo de autodefe
Un mes después de haber consumado su relación, Richard llevó a Macarena a la sede de la asociación situada en Las Vegas. Macarena lució, esta vez, una camisa blanca de mangas cortas y unos pantalones negros que estilizaban su silueta. Todos los integrantes quedaron asombrados al ver que el CEO fracasado al fin consiguió a su sumisa.Uno de ellos fue Roberto, quien estaba sentado en una sofisticada silla ejecutiva acolchada y con rueditas. En su regazo se encontraba una de sus sumisas que accedió a acompañarlo. Adelaida no pudo ir porque se sentía indispuesta.Sin embargo, todavía debían corroborar algunas cosas.Roberto, ensanchando una sonrisa, se acercó a Richard y le dijo:- ¿Cuánto le has pagado para que te abriera las piernas?Macarena hizo una mueca de desagrado. En verdad Roberto le caía mal y, para colmo, la estaba tratando como una cualquiera.- Eso no te incumbe – le respondió Richard, señalándolo con el dedo – ella está conmigo por voluntad propia… ¡y porque activé los dote
Tras lo surgido en la reunión de la asociación, los miembros se volvieron a reunir al siguiente día sin la presencia de sus novias. Todos le atiborraron de preguntas a Richard sobre su sumisa, dónde la encontró y el porqué justo eligió a una mujer tan fuerte y agresiva que parecía más bien una titán.- La encontré en la calle – les explicó Richard – Casi la arrollé con mi auto y le miré su ropa interior. Así es que la invité a salir y… ya saben.- Creo que lo mejor sería que busques a otra – dijo un colega suyo cuyo nombre a nadie le importa – Roberto en verdad recibió un fuerte golpe que lo llevó a terapia intensiva. ¿Qué tal si, en un día de estos, te rompe el…?- ¡No me va a romper nada! – le interrumpió Richard que, inconscientemente, se cubrió la entrepierna con sus manos – Macarena es una sumisa auténtica, se los puedo garantizar. Reacciona a mis efectos naturales de CEO encuerado que aprendí a activar hace poco.Todos murmuraron entre sí, ya que creían que Macarena, a la larga,
- ¿Por qué vivimos en un mundo tan superficial, donde los hombres solo se fijan en el físico y no en los sentimientos?Sonia estaba hablando con una amiga por teléfono sobre su desafortunado destino. No paraba de llorar y, en esos momentos, tenía en sus manos un tupper donde guardaba su almuerzo y con el cual jugueteaba. Por su parte, la amiga del otro lado de la línea trataba de consolarle diciendo cosas como:- Olvídalo, ese chico no vale la pena. Hay muchos peces en el mar. Búscalos, usa un vestido sensual, maquíllate y actúa como una mujer empoderada. ¡El mundo es tuyo, querida!Cuando terminaron de conversar, Sonia abrió su tupper, revelando así una ensalada de lechuga, tomate y zanahoria que se preparó para empezar su dieta. Había subido diez kilos desde el último mes y eso ya le preocupaba, porque los botones de sus camisas gritaban socorro cada vez que se vestía con ellas.Y mientras almorzaba, escuchó a un par de colegas del trabajo chismoseando en un rincón, sobre la nueva s
Macarena y Sonia salieron en el horario acordado. Cerca de la empresa había un bar, donde los trabajadores solían desestresarse de la intensa jornada laboral durante el After Office.Ambas mujeres se sentaron en una mesa y comenzaron con las picadas. Macarena se sorprendió de lo mucho que comía Sonia, tanto que tuvo que pedir otras dos bandejas más para saciar su estómago.- Intenté iniciar con una dieta y, en todo el día, solo me comí una ensaladita – le explicó Sonia a Macarena – Y como me atiborré de helado, necesito probar algo salado.- ¡Nadie puede sobrevivir con una ensaladita! – dijo Macarena, llevándose ambas manos por la cabeza – Hay que tener una dieta equilibrada.- ¿Y cómo haces para mantener la silueta?- Solo como las comidas principales y practico artes marciales. Así es que, si alguien nos asaltan, yo te protegeré.Sonia sonrió. Supuso que Macarena en verdad estaba necesitada de amigas con la cual charlar que estaba dispuesta a arriesgar su cuello por ella.Cuando les
Por obra y gracia de la atención médica del primer mundo, Roberto salió del hospital con el rostro más divino que nunca. Pero su mente quedó perturbada por la tremenda paliza que le dio Macarena en la asociación ya que, desde su percepción de macho alfa con pectorales perfectos, era imposible que una sumisa tuviese tanta fuerza como para reventarlo de un solo golpe.Cuando regresó a su mansión, fue recibido por Adelaida, quien de inmediato le ofreció una cena romántica de velas encendidas y pétalos de rosas rojas para disfrutar de un momento a solas.- Oh, Roberto, te he extrañado tanto – le dijo Adelaida, llenándole la cara de besos – te he preparado pavo al horno bañado en condimento proveniente de las tierras lejanas de la Atlántida debido a su exorbitante precio.- OH, querida, eres tan dulce y cálida – le dijo Roberto, abrazándola y llevando sus manos directo hacia su trasero – me conmueve que me hayas dado esta bienvenida usando mis propios fondos anexados a la tarjeta de crédit