Cuando Sonia se percató de que habían guardaespaldas de Macarena acechándola, tomó una pistola y la apuntó directo a la bebé, diciéndoles:- ¡Si se acercan la mato!Al final, los hombres no tuvieron otra opción más que mantenerse al margen y dejar que Sonia se escapara.La mujer, ya con el camino despejado, fue corriendo hasta la avenida principal y llamó a un taxi. Logró detener a uno y cuando el conductor le preguntó:- ¿Adónde la llevo, señora?Sonia lo apuntó con su pistola y le ordenó:- ¡SOLO CONDUCE Y NO TE DETENGAS!El taxista palideció, pero como quería vivir no tuvo otra opción más que obedecerla.De inmediato, un coche de policía comenzó a seguirlos. El taxista miró por el retrovisor y Sonia, quien tenía la pistola en una mano y a la bebé con otra, le dijo:- Salgamos a las afueras de la ciudad. Conduce y no mires atrás.El taxista hizo una maniobra y consiguió perder a la policía. Pero, de inmediato, aparecieron otros dos coches más y comenzaron a conducir hacia los lados,
Sonia volteó la cabeza para ver a Richard, quien estaba delante de los policías y a bastante distancia, por lo que tuvo que usar el megáfono para que lo escuchara. La joven, con pistola en mano, lo apuntó y le dijo: -Si te acercas, te disparo en las piernas. -Sonia, ya basta – continuó Richard, sin moverse – esto es inútil, sabes que estás cometiendo un crimen y que un millón de policías te están rodeado. Mejor entrégate y deja de robar bebés ajenos. Sonia tembló ante las advertencias de Richard. Si bien lo había amado con locura, ahora solo le guardaba rencor por haber escogido a Macarena y tener una hija con ella. No quería verlo feliz con otra mujer y, por eso, se le ocurrió una táctica muy sucia para salir de ésta. -Está bien, entregaré a la bebé si te vienes conmigo.-Temo que eso no será posible, Sonia. Yo amo y amaré siempre a Macarena.La joven CEO, quien estaba dentro de su coche, abrió los ojos de la sorpresa. Era la primera vez que Richard le decía que la amab
Richard consiguió esquivarse a tiempo. Pero, aun así, la bala nunca le habría atravesado debido a que Danilo se interpuso entre los dos y recibió el impacto en el pecho. Por suerte, llevaba su chaleco antibalas que logró protegerlo. Sonia se distrajo por unos segundos porque no previó que alguien se acercaría mientras hablaba con Richard. Y fue en esa milésima de segundos que el guardaespaldas de Macarena se acercó y, ágilmente, le sacó la criatura y le hizo zancadillas para que tropezara por el suelo. Apenas la bebé se encontraba fuera de peligro, tres policías se acercaron a la intrépida mujer, la inmovilizaron y le colocaron las esposas por detrás de su espalda, mientras decían: -Estás arrestada por secuestro de una menor e intento de asesinato. Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga será usada en su contra. Macarena, al ver que al fin capturaron a Sonia, salió del auto y se acercó rápidamente a su hija, a quien la alzó y la llenó de besos mientras derra
Lucía y Zaida acababan de cumplir los tres años y, para celebrarlo, toda la familia fue a Rio de Janeiro para disfrutar de la playa. Las niñas decidieron armar un castillo de arena, mientras que Macarena se untaba bloqueador solar en su piel. Su esposo dijo que iría a buscar alguna sombrilla con el cual relajarse, por lo que decidió esperarlo. En un momento, se le acercó un hombre corpulento, de un metro ochenta cinco, muy musculoso y con un silbato colgado en el cuello. Macarena notó que llevaba las mejillas sonrosadas, por lo que se supuso que era uno más que se sintió atraído por sus feromonas de CEO endiosada. Aún no podía creer que, siendo madre, todavía producía esos efectos en los demás. -Soy un salvavidas – se presentó el sujeto – y estoy aquí para servirla. Así es que, si necesita algo o el agua es su enemiga, no dude en acudir a mi que la protegeré. -Oh, me halaga su ofrecimiento, pero estoy esperando a mi marido – le dijo Macarena. -¿Qué? ¿Estás casada? -Si,
Como cada mes, los integrantes que se asociaron en la “Asociación Cultural de CEOs encuerados”, se reunieron en su base central de Las Vegas para hablar de los últimos avances hechos por cada uno. El edificio lucía como cualquier otro de estilo corporativo: lleno de paneles de vidrio, de superficie lisa y con un eslogan cuya tipografía remitía al minimalismo.Todos estaban sentados alrededor de una larga mesa, vestidos con sus mejores trajes y luciendo espectaculares cortes de pelo masculinos. Y, al lado de ellos, se encontraban sus novias. La mayoría eran mujeres sumisas y recatadas que, por uno y otro motivo, se enamoraron perdidamente del CEO de la empresa en la cual trabajaban y accedieron a ser sus parejas. Era una de las reglas esenciales de la asociación para subir de nivel y ganarse la admiración tanto de sus colegas como de sus múltiples admiradoras que envidian a las chicas que consiguieron conquistar.Solo uno estaba completamente solo: Richard.Richard era un hombre de 35
Mientras, en algún lugar de Sao Paulo, una joven llamada Macarena estaba trabajando en un restaurante como mesera.Como cada turno, iba a atender a los clientes, servirles la comida, hacer movimientos de karatekas a los que querían tocarle el trasero y cobrar propinas. Y mientras hacía todo eso, soñaba con conocer a un millonario, que se enamorara perdidamente de ella y la sacara de la pobreza.- ¡No veo la hora de tener mi boda de ensueños! – dijo Macarena, en su hora de descanso – Mi futuro esposo será alto, guapo, millonario, dueño de una empresa exitosa y tendrá una mansión en algún país europeo.- ¡Sigue soñando! – le dijo una compañera de trabajo – Entiende que los millonarios solo se mueven dentro de su círculo. ¡Nosotras estamos fuera de la ecuación!Aún así, a Macarena le gustaba pensar en esas cosas. Y es que, desde pequeña, veía muchas telenovelas de ese estilo, donde la desdichada heroína conocía a un príncipe que la sacaba de su situación y la trataba como una reina. Con
Primero fueron a una tienda de zapatos muy chic que, en circunstancias normales, Macarena nunca iría porque cada par costaba lo mismo que el alquiler de su piso. La joven señaló un bonito par de tacones rojos, pero Richard se burló diciendo:- ¡Esos solo los usaría María la del Barrio! ¡Te compraré un par de tacones dignos de una Kardashian!Y la chica de la tienda le mostró un par de tacones aguja fina, de un tono rojo pero con diamantes incrustados en las orillas. Y unos hermosos rubíes cosidos al centro era lo que le otorgaban un brillo especial.De inmediato, Macarena sintió que se le caía baba en la boca. No podía creer que aquel desconocido le compraría unos tacones que ni en sueños pensó usarlas. Desde el fondo de su mente, se propuso conquistarlo a como dé lugar.- ¡Son hermosos! ¡Gracias, señor!Richard, de inmediato, se sonrojó. Era la primera vez que se sentía cómodo con una mujer ya que, por lo general, siempre se comportaba tímido con ellas. Y es que siempre se sentía int
- ¡No puedo creer la suerte mía! ¡La sangre de Cristo tiene poder!Richard estaba saltando sobre una pata y sentía que su cuerpo se aligeraba de alegría. Y tras recordar aquella escena en que encontró a Macarena en el suelo, con las piernas abiertas y mostrando su bombacha, sintió que se le paraba el corazón (y algo más).En la empresa todos lo miraban extrañados, ya que era bastante inusual que su CEO estuviese de buen humor. Pero decidieron seguir con sus trabajos porque ya estaban a fin de mes y esas deudas no se saldarían solas.Cuando Richard llegó a su oficina, se encontró con Sonia quien estaba llevando unos papeles y le dijo:- Sonia, ve a mi oficina. Sabes que eres la persona en quien más confío, necesito decirte algo.- Por supuesto, señor Richard.Sonia se sonrojó, ya que ella estaba enamorada del CEO en secreto. Pero como el hombre era bien despistado, nunca se percató de las sutiles señales que le envió su asistente administrativa.Como la vez en que ella se apoyó sobre s