Mientras, en algún lugar de Sao Paulo, una joven llamada Macarena estaba trabajando en un restaurante como mesera.
Como cada turno, iba a atender a los clientes, servirles la comida, hacer movimientos de karatekas a los que querían tocarle el trasero y cobrar propinas. Y mientras hacía todo eso, soñaba con conocer a un millonario, que se enamorara perdidamente de ella y la sacara de la pobreza.
- ¡No veo la hora de tener mi boda de ensueños! – dijo Macarena, en su hora de descanso – Mi futuro esposo será alto, guapo, millonario, dueño de una empresa exitosa y tendrá una mansión en algún país europeo.
- ¡Sigue soñando! – le dijo una compañera de trabajo – Entiende que los millonarios solo se mueven dentro de su círculo. ¡Nosotras estamos fuera de la ecuación!
Aún así, a Macarena le gustaba pensar en esas cosas. Y es que, desde pequeña, veía muchas telenovelas de ese estilo, donde la desdichada heroína conocía a un príncipe que la sacaba de su situación y la trataba como una reina. Con el tiempo, comenzó a leer novelas eróticas y su sueño se intensificó, hasta el punto de que no pensaba en nada más que eso.
Cuando terminó el horario laboral, la joven se cambió su uniforme y salió a las cálidas calles de la ciudad.
El tránsito era un caos. Y hacía un calor de los mil demonios, o eso era lo que pensaba. La gente atropellaba al caminar y casi por poco perdió su ómnibus por no llegar a tiempo en la parada.
Por suerte, consiguió entrar como ninja en un escondrijo secreto al ver que la puerta del bus se cerraba.
Una vez que hubo abonado el monto del pasaje, consiguió un asiento vacío y decidió mirar sus redes sociales.
“¡Guau! ¡Tengo como 329 solicitudes de amistad! ¿Habrá entre ellas algún millonario guapo?” pensó Macarena, con entusiasmo.
Pero la mayoría, o eran puros viejos verdes, o amigos de sus amigos, o adolescentes fetichistas que sueñan con tirársele a una mujer mayor. Y como ninguno era guapo o, al menos, millonario, rechazó sus solicitudes.
“¡Es un crimen ser tan guapa y cotizada!” pensó Macarena. “Pero mi cuerpo solo acepta hombre con plata”
Cuando bajó del bus, caminó un par de cuadras más y llegó a su casa: una pieza rentada de una residencia, donde vivían muchas otras personas (en su mayoría, estudiantes universitarios) que no tenían el dinero suficiente para rentar su propio departamento.
Llegó, se encerró en su pieza y siguió viendo sus redes sociales.
- No hay nada interesante hoy – se dijo la mujer – el otro día recibí muchos mensajes por mi cumpleaños número 28, pero ahora nadie me escribe… ¡Ya sé! ¡Me haré una selfie!
Se sentó en su cama, probó varias poses divertidas (según ella) y comenzó a sacarse varias fotos. Luego seleccionó la que le salió mejor y la publicó como su foto de perfil. De inmediato, recibió varias reacciones y comentarios, alimentando así su ego.
- Bien. Ya me aburrí de esto. Ahora iré a lo interesante.
Salió de sus redes y comenzó a ver un video porno. Ahí, se puso sus auriculares para no alertar a los que vivían en la residencia. Si bien algunos compartían sus cuartos, ella consiguió una habitación para vivir solita, así tendría más privacidad y podría hacer, entre otras cosas, masturbarse sin culpa.
El video que encontró era bastante candente. Se trataba de una secretaria que se le insinuaba a su jefe y, luego, éste procedió a desabrocharle la camisa y penetrarla encima del escritorio.
- ¡Oh, si! ¡Oh, si! – gimió Macarena, cruzando las piernas al ver en primerísima plana el miembro erecto del protagonista.
Cuando terminó, sintió que estaba húmeda y dio un suspiro. A pesar de tener veintiocho años, todavía era virgen debido a que se la pasó gran parte de su vida trabajando y estudiando. Como era huérfana, nunca supo lo que era el amor de un padre y siempre debía trabajar para su subsistencia. Al menos consiguió un trabajo como mesera, pero ella aspiraba algo más grande como casarse con un sultán de riquezas infinitas.
Pero su problema era su altura: Medía como 1,80, por lo que se le dificultaba tener novio ya que los chicos tenían un extraño prejuicio contra las mujeres altas, como si eso les hiriera sus orgullos. También, era muy fuerte y sabía técnicas de karate. Eso era porque la ciudad era muy peligrosa de noche y, a veces, hacía turnos nocturnos. Entonces aprendió defensa personal para evitar ser presa fácil de asaltantes y violadores.
- Cuando conozca a un millonario, todo eso se terminará – se dijo Macarena, dándose un abrazo mientras volvió a frotar sus piernas - ¡Oh, si! ¡Quiero ser penetrada por un millonario! ¡Perder mi virginidad en una cama cubierta por miles de millones de dólares! ¡Es mi sueño dorado!
Escuchó que su celular emitía un sonido. Era una notificación. Así es que lo revisó y vio que una amiga le etiquetó en una publicación.
- ¿De qué tratará?
Cuando lo abrió, descubrió que era una vacante de secretaria en una empresa bastante prestigiosa, situada en Sao Paulo. Su corazón comenzó a latir, ya que ella había estudiado Excel y cuentas, por lo que ese tipo de puestos iban más acorde a ella que el de una mesera.
- ¡Ya sé! ¡Me presentaré a esa empresa con la ropa de oficina más sexy que tenga! – se dijo.
Así es que buscó entre sus cosas y se vistió una minifalda que apenas le cubría el trasero, una camisa blanca de mangas largas al cuerpo y unos sostenes con relleno, para dar la sensación de que sus pechos eran bien grandes.
Se miró al espejo, pero sintió que algo le faltaba.
- ¿Qué tal un par de tacones altos color rojo?
No tenía uno, pero si unos blancos de aguja alta que decidió pintarlas con un esmalte. Por suerte era de usar mucho rojo, así es que de inmediato lo cubrió y quedaron excelentes.
Después, se pintó las uñas, se maquilló siguiendo un tutorial de maquillaje para conseguir trabajo, se alzó sus cabellos y los recogió en una coleta para mostrar su rostro y se puso un par de lentes sin aumento para dar ese aire de intelectual.
- ¡Bien! ¡Con esto soy como Betty la fea, pero en versión bella! – se dijo, con mucho optimismo.
Sintiéndose toda una empoderada, salió de su cuarto para ir en búsqueda de esa empresa donde necesitaban una secretaria.
- Con esto impactaré al jefe. Y, quién sabe, quizás lo enamore con mi carisma y sensualidad y logre salir de la pobreza.
Pero apenas puso un pie fuera de la residencia, un intrépido automovilista pasó delante de ella y casi pasa a mejor vida.
Por suerte, el conductor logró detenerse a tiempo.
Y quien conducía era Richard.
Mientras Macarena se masturbaba, Richard había estado recorriendo la ciudad en busca de una secretaria ideal. Pero mirara donde mirara, no encontraba a la chica perfecta a quien le daría el puesto y la convertiría en su sumisa.
- ¡Todas son especialmente horribles! – pensó el hombre, desanimado – Bueno, supongo que si alguien lee esto me tildará de superficial, pero no me importa lo que la gente común piense de mí. Solo las opiniones de los CEOs de la Asociación son importantes. A todo esto, ¿será conveniente que amplíe la búsqueda? Quizás más allá de la ciudad si consiga encontrar lo que por tanto tiempo ando buscando.
Y fue así que, entre manejando y manejando, vio que un niño imprudente cruzó la calle sin mirar. Así es que lo esquivó y, por poco, no le chocó a una pobre mujer que estaba saliendo de su casa.
- ¡Justo lo que me faltaba! – se dijo el hombre, entrando en pánico - ¡Debo cerciorarme de que no esté herida!
Pero cuando bajó del vehículo, se sorprendió por lo que estaba viendo.
Era una mujer alta, más alta que él. Y estaba vestida de forma muy provocativa, pero, ahora que estaba en el suelo, podía verle su bombacha rosada asomándose debajo de su minifalda. Su corazón comenzó a acelerarse rápidamente, al punto que se llevó una mano en la entrepierna temiendo que su pene lo traicionara en esos precisos momentos.
“¡Tranquilízate, amiguito!”
De inmediato, se acercó a ella, extendió su mano y le dijo:
- Discúlpame, señorita. Deja que la ayude.
Macarena también se sorprendió. Delante de ella había un hombre con un lindo traje, bastante delgado para su gusto pero que tenía un lindo rostro. Su mentón ovalado, con unos pómulos marcados y unas cejas bien perfiladas que lucía encima de sus ojos solo le indicaban una cosa:
“¡Es un millonario!”
Aparte de es, se fijó en su auto cero kilómetros de una marca rarísima que parecía ser sacada de las mismísimas fábricas de Elon Musk. Por un instante, pensó que de verdad murió y ahora se encontraba en el paraíso, pero el hombre la hizo regresar a tierra cuando le preguntó:
- ¡Oye! ¿Estás bien? ¿No te lastimaste? ¿Verdad?
La mujer reaccionó rápidamente tomándole de la mano y le respondió:
- Muchas gracias, caballero. Pero… ¡Ay! ¡Me torcí el tobillo!
Richard entró en pánico
- ¡La llevaré de inmediato al hospital!
- ¡No hace falta! – dijo Macarena, entrando en pánico – lo siento, pensé que se me dobló el tobillo. Pero son mis tacones los que se rompieron.
Richard miró sus zapatos. Notó de inmediato que estaban mal pintados, así es que se le ocurrió una idea.
- ¿Qué le parece si le compro un nuevo par y la invito a cenar? Es para compensarle el daño que le causé en este instante
Macarena sonrió. Ya había conseguido atrapar a ese hombre. Así es que respondió:
- Sí, con mucho gusto, señor. Muchas gracias.
Y, juntos, subieron al auto.
Primero fueron a una tienda de zapatos muy chic que, en circunstancias normales, Macarena nunca iría porque cada par costaba lo mismo que el alquiler de su piso. La joven señaló un bonito par de tacones rojos, pero Richard se burló diciendo:- ¡Esos solo los usaría María la del Barrio! ¡Te compraré un par de tacones dignos de una Kardashian!Y la chica de la tienda le mostró un par de tacones aguja fina, de un tono rojo pero con diamantes incrustados en las orillas. Y unos hermosos rubíes cosidos al centro era lo que le otorgaban un brillo especial.De inmediato, Macarena sintió que se le caía baba en la boca. No podía creer que aquel desconocido le compraría unos tacones que ni en sueños pensó usarlas. Desde el fondo de su mente, se propuso conquistarlo a como dé lugar.- ¡Son hermosos! ¡Gracias, señor!Richard, de inmediato, se sonrojó. Era la primera vez que se sentía cómodo con una mujer ya que, por lo general, siempre se comportaba tímido con ellas. Y es que siempre se sentía int
- ¡No puedo creer la suerte mía! ¡La sangre de Cristo tiene poder!Richard estaba saltando sobre una pata y sentía que su cuerpo se aligeraba de alegría. Y tras recordar aquella escena en que encontró a Macarena en el suelo, con las piernas abiertas y mostrando su bombacha, sintió que se le paraba el corazón (y algo más).En la empresa todos lo miraban extrañados, ya que era bastante inusual que su CEO estuviese de buen humor. Pero decidieron seguir con sus trabajos porque ya estaban a fin de mes y esas deudas no se saldarían solas.Cuando Richard llegó a su oficina, se encontró con Sonia quien estaba llevando unos papeles y le dijo:- Sonia, ve a mi oficina. Sabes que eres la persona en quien más confío, necesito decirte algo.- Por supuesto, señor Richard.Sonia se sonrojó, ya que ella estaba enamorada del CEO en secreto. Pero como el hombre era bien despistado, nunca se percató de las sutiles señales que le envió su asistente administrativa.Como la vez en que ella se apoyó sobre s
El trabajo de secretaria de Macarena era bastante relajado, en comparación a su anterior trabajo de mesera. Al menos, no tenía que aplicar sus técnicas de karateka para defenderse de los acosadores ni escupir en los cafés de clientes que le caían mal. Aún así, se sentía preocupada: Richard la invitó a su mansión situada en la Triple Frontera y le dijo que vistiera con la ropa más provocativa que tuviera en su armario.“Lo único provocativo que tengo es ese vestido negro” pensó Macarena. “Pero si descubre que uso sostenes con relleno y ve que en realidad soy más plana que una tabla de planchar… ¡Que horror! Bueno, al menos puedo usar su dinerito para operarme las tetas y así enamorarlo con mi sensual carisma y encanto”.Cuando llegó el día, Macarena se equipó con su vestidito y dos conjuntos de ropas para cambiarse luego tras su noche de pasión. Richard la hizo subir a su helicóptero personal porque como era mega archi millonario, tenía hasta su propio helipuerto en la mansión de la Tr
- ¿Adivinen qué, muchachos? ¡Ya tengo a mi sumisa y lo hicimos en mi mansión!- Ooooh, que impresionante (es sarcasmo, por si no lo notaste). Avísanos cuando lo hagas en la terraza, al aire libre y en la mira de todos los vecinos.Richard enfureció ante el comentario de Roberto, de quien ahora sospechaba que se apropiaba de todas sus secretarias para que nunca tuviese chances de conseguir una sumisa. Por suerte, logró encontrar a Macarena primero. Y como ella no estaba dentro de ese nefasto círculo, además de que era lo suficientemente alta y fuerte como para siquiera estar en la mira de un CEO, pues ya la tenía asegurada.Sin embargo, estaba preocupado. Su primera vez fue un chasco: Macarena no paraba de quejarse de que le dolía la cavidad vaginal y, en un momento dado, le propinó un fuerte golpe a Richard, de puño cerrado, dejándole la mejilla hinchada.El pobre hombre tuvo que ir al hospital.Por su parte, Macarena estaba arrepentida de lo que hizo. Su natural mecanismo de autodefe
Un mes después de haber consumado su relación, Richard llevó a Macarena a la sede de la asociación situada en Las Vegas. Macarena lució, esta vez, una camisa blanca de mangas cortas y unos pantalones negros que estilizaban su silueta. Todos los integrantes quedaron asombrados al ver que el CEO fracasado al fin consiguió a su sumisa.Uno de ellos fue Roberto, quien estaba sentado en una sofisticada silla ejecutiva acolchada y con rueditas. En su regazo se encontraba una de sus sumisas que accedió a acompañarlo. Adelaida no pudo ir porque se sentía indispuesta.Sin embargo, todavía debían corroborar algunas cosas.Roberto, ensanchando una sonrisa, se acercó a Richard y le dijo:- ¿Cuánto le has pagado para que te abriera las piernas?Macarena hizo una mueca de desagrado. En verdad Roberto le caía mal y, para colmo, la estaba tratando como una cualquiera.- Eso no te incumbe – le respondió Richard, señalándolo con el dedo – ella está conmigo por voluntad propia… ¡y porque activé los dote
Tras lo surgido en la reunión de la asociación, los miembros se volvieron a reunir al siguiente día sin la presencia de sus novias. Todos le atiborraron de preguntas a Richard sobre su sumisa, dónde la encontró y el porqué justo eligió a una mujer tan fuerte y agresiva que parecía más bien una titán.- La encontré en la calle – les explicó Richard – Casi la arrollé con mi auto y le miré su ropa interior. Así es que la invité a salir y… ya saben.- Creo que lo mejor sería que busques a otra – dijo un colega suyo cuyo nombre a nadie le importa – Roberto en verdad recibió un fuerte golpe que lo llevó a terapia intensiva. ¿Qué tal si, en un día de estos, te rompe el…?- ¡No me va a romper nada! – le interrumpió Richard que, inconscientemente, se cubrió la entrepierna con sus manos – Macarena es una sumisa auténtica, se los puedo garantizar. Reacciona a mis efectos naturales de CEO encuerado que aprendí a activar hace poco.Todos murmuraron entre sí, ya que creían que Macarena, a la larga,
- ¿Por qué vivimos en un mundo tan superficial, donde los hombres solo se fijan en el físico y no en los sentimientos?Sonia estaba hablando con una amiga por teléfono sobre su desafortunado destino. No paraba de llorar y, en esos momentos, tenía en sus manos un tupper donde guardaba su almuerzo y con el cual jugueteaba. Por su parte, la amiga del otro lado de la línea trataba de consolarle diciendo cosas como:- Olvídalo, ese chico no vale la pena. Hay muchos peces en el mar. Búscalos, usa un vestido sensual, maquíllate y actúa como una mujer empoderada. ¡El mundo es tuyo, querida!Cuando terminaron de conversar, Sonia abrió su tupper, revelando así una ensalada de lechuga, tomate y zanahoria que se preparó para empezar su dieta. Había subido diez kilos desde el último mes y eso ya le preocupaba, porque los botones de sus camisas gritaban socorro cada vez que se vestía con ellas.Y mientras almorzaba, escuchó a un par de colegas del trabajo chismoseando en un rincón, sobre la nueva s
Macarena y Sonia salieron en el horario acordado. Cerca de la empresa había un bar, donde los trabajadores solían desestresarse de la intensa jornada laboral durante el After Office.Ambas mujeres se sentaron en una mesa y comenzaron con las picadas. Macarena se sorprendió de lo mucho que comía Sonia, tanto que tuvo que pedir otras dos bandejas más para saciar su estómago.- Intenté iniciar con una dieta y, en todo el día, solo me comí una ensaladita – le explicó Sonia a Macarena – Y como me atiborré de helado, necesito probar algo salado.- ¡Nadie puede sobrevivir con una ensaladita! – dijo Macarena, llevándose ambas manos por la cabeza – Hay que tener una dieta equilibrada.- ¿Y cómo haces para mantener la silueta?- Solo como las comidas principales y practico artes marciales. Así es que, si alguien nos asaltan, yo te protegeré.Sonia sonrió. Supuso que Macarena en verdad estaba necesitada de amigas con la cual charlar que estaba dispuesta a arriesgar su cuello por ella.Cuando les