Fue hace muchos años, aún lo recuerdo, era solo una niña. Pero ese día jamás será borrado de mi memoria.
El día, en el que la familia Elrod una de las familias más prestigiosas y poderosas de toda Grecia, hizo una gran fiesta, una en la que elegiría a una prometida.
Y a pesar de la renuencia de mis padres, nosotros habíamos sido invitados todo con el afán de mostrar la belleza de su hija.
Ese día, solo él tuvo que señalar con su dedo, lo hizo hacia mí, mientras que mis padres mostraron un gesto lleno de terror.
Yo solo pude observar cómo sin más él decía las palabras más irreales que podía imaginar.
―Me casaré con la niña más hermosa de este lugar, me casaré con la que estoy seguro de que será la mujer más atractiva de todos…
Yo lo observaba con sorpresa, mientras que mi madre temblando coloco su mano en mi hombro y en medio de un susurro hablo llena de temor.
―No llores Calíope, no lo hagas…
Y entonces comprendí, yo, con apenas ocho años, había sido elegida por la familia Elrod para ser la nueva dama de la familia.
Pero eso, en vez de causarme felicidad, me había causado tanto terror, sobre todo al ver aquellos ojos tan distintos suyos, al ver como aquel parecía elegir un nuevo juguete.
Y, sobre todo, al notar que yo no tenía voz de voto en esto, al igual que lo hacían mis padres.
―Lo único que destaca en ella es su belleza, me gusta… No lo olvides Calíope Dagón serás mi prometida porque me gustas, así que… Ya me perteneces…
Solo éramos niños, ¿cómo es que sabía que era pertenecer? Nunca lo supe, solo sabía que ahí estaba yo, temiendo mientras era señalada por aquel.
Así que luego de ello, fui llevada hacia la mansión cada verano, fui mostrada como la futura esposa, y fui mostrada como si una nueva adquisición se tratara.
Lo hicieron por lo menos hasta mis quince años, aquellos en los que firmamos nuestro compromiso como algo legal, como la sentencia a una vida terrible.
Y cuando cumplí veinte, solo fui entregada en matrimonio, lo hicieron en una boda en donde mi esposo no llego ni siquiera a la noche de bodas.
Donde paso la noche con una de sus amantes y fui dejada en el olvido, y llamada como la burla de todos, mientras que pare mí no fue más que una dicha.
Pues me había librado de aquel hombre, lo hice día con día bajo nuestro matrimonio, al no ser interesante para Calix Elrod.
Al no ser más que la esposa fea, de este.
Todo mientras que yo sentía qué me ahogaba en aquella vida de a poco, que odiaba más y más a mi esposo, que me odiaba a mí misma como a nada en el mundo.
―Señora hemos llegado…
Observe hacia la derecha, la mansión Elrod estaba frente a mí, mientras un trago amargo se cruzó en mi interior.
Fue entonces cuando, justamente, al bajar, observe al hombre frente a mí, aquel que ya no tenía su pomposo traje militar.
Pero este totalmente negro le quedaba como un guante, no es mucha sorpresa el saber que tenía totalmente locas a todas las mujeres.
―Hola esposa…
― ¿Qué haces aquí? Creía que no te gustaban las cenas con tu propia familia…
Él forzó una sonrisa, sabía que le había disgustado mis palabras, pero como el hombre astuto que era, no se quedaría en completo silencio.
―He venido aquí, por qué llevas dos semanas evitándome, luego de lo que ocurrió y considere que sería bueno que habláramos, que pudiésemos…
Pero antes de qué terminará, le entregue un pequeño sobre de papel, algo que logro sorprenderlo, sabía que él vendría.
Sobre todo, porque incluso para ir a nuestro hogar, aquel que fue dado por nuestros padres, él tenía determinantemente prohibido el ingreso.
Y como era de esperar, ni siquiera sabía que estaba en la empresa Dagón, todo este tiempo, no podía esperar mucho de un hombre que si siquiera sabía.
Que mis padres habían muerto hacía dos meses, pues él estaba de fiesta en aquel entonces y yo me había quedado completamente sola en aquella situación.
―Esto es…
―Fírmalos por favor, si puedes hacerlo ahora mismo, estaría agradecida, podría decirles a tus padres de inmediato que el matrimonio se ha acabado y con ello, tu madre podrá casarte con una que no tengas que engañar con toda mujer qué pueda abrirte las piernas…
Él mostró un gesto bastante amargo, apretó el papel en sus manos, logrando que mostrara un gesto lleno de molestia y luego me ofreció su brazo.
Todo indicándome en silencio que luego hablaríamos, algo que no le perdonaría, pues conseguiría ese maldito divorcio a como diera lugar.
Por lo que entrelace mi brazo con el suyo y camine con tranquilidad, mientras que él parecía tenso por laguna razón, si lo estaba bien esta era la mayor proximidad que habíamos tenido en todos estos años que habíamos tenido de casados.
― ¿Sabes que puedo pedir el divorcio con solo alegar que no hemos consumado nuestra noche de bodas?
― ¿Entonces quieres que la consumamos ahora mismo?
Sonreí con ironía, lo observé como la basura que era y este solo pareció no sentirse intimidado por mi peculiar mirada.
―No quiero que me pegues una enfermedad, sería lo último que desearía, tengo suficiente con ser tu esposa.
Él parecía estar a punto de alegar hacia mis palabras, pero entonces de la nada, una voz externa se escuchó.
―Cali… Oh… Has llegado mi pequeña, estaba ansiosa por verte…
La abuela de Elrod había llegado a salvar la situación, por lo que me libere del brazo de este y camine con una pequeña sonrisa hacia ella.
Aquella me abrazo con fuerza, me dio un beso en la mejilla y me observo con aquella mirada tan suya, aquella tan llena de preocupación y lástima.
Pues desde que mis padres habían muerto, ella solía obligarme a venir una vez por semana, todo con el afán de verificar que no estuviese tan mal al sentirme tan sola.
―Estoy bien abuela.
―Estás segura… Me preocupa qué puedas estar mal, que tal vez.
―Estoy bien…
― ¿Por qué estaría mal mi esposa abuela?
Entonces Elrod, hablo, la abuela se tensó, lo observo con una mirada de tanta furia, y antes de que ella pudiese siquiera decir una sola palabra.
Una voz masculina se escuchó, logrando que todos nos quedáramos en un silencio sepulcral.
― ¿Cómo haces esa pregunta tan desvergonzada? No hay duda de que los dioses me han castigado con un hijo tan poco hombre como tú, una basura sin un ápice de vergüenza…
―Padre…
La expresión llena de superioridad y burla de parte de Elrod cambio por completo, observo a su padre como si fuese un pequeño niño.
Mientras que la abuela se aferró a mí y lo observo con una expresión furiosa, justamente como todos en su familia lo estaban, luego de un año sin ir a su hogar.
Luego de un año en el que solo escuchamos de sus hazañas, tanto en la cama de otras mujeres como en la marina.
Por lo que su familia no lo miraba tan amablemente, por lo menos la mayoría de su familia, pues sin más se escuchó el pequeño gemido de sorpresa de su madre.
Observamos como ella corría a los brazos de su hijo y como en medio de llanto lo abrazaba fuertemente y parecía agradecida con la vida de verlo en su hogar.
Demasiado drama he de decir, ese hombre lo había visto más de lo necesario en fiestas, y reuniones empresariales.
Solo había venido a su hogar por Dios santo, qué mujer más fatídica.
―Mi querido hijo, qué dicha es que hayas regresado a tu hogar, qué dicha es que estés aquí…
―Debería darte vergüenza, el hecho de este aquí, del brazo de Calíope, qué vergüenza de hijos es este, Cali… ¿Cómo has estado cariño? ¿La empresa va bien? ¿Todo va bien?
El hombre tan parecido a su hijo, con sus ojos tan cambiados, uno verde y azul, justamente como los tenía su hijo, camino hacia mí.
Tomo mi mano y hablo con dulzura, mientras que yo le mostré una pequeña sonrisa y asentí.
Ellos habían sido un gran poyo para mí y estaba tan agradecida con la vida de tenerlos, de saber que al menos algo bueno venía de ese matrimonio de m****a con Calix Elrod.
―Tu hijo está aquí, ¿qué acaso estás ciego? No deberías concéntrate en tu nuera, deberías.
―No inicies porque no estoy dispuesto a escucharte, tu hijo es una desgracia, una verdadera vergüenza, ¿crees que no se lo has hecho todos estos años? Hay que ser muy estúpido, y sordo para no enterarse como te has acostado con la mitad de las mujeres de esta isla…
―Tal vez si Calix ha hecho algo como lo que ha hecho, es por qué su esposa no le ofrece lo que debería ofrecerle, cuando Calix la tomo era porque era una niña hermosa y encantadora, pero mírala ahora, parece una anciana, fea y de mala apariencia, nada que ver con la belleza de mi hijo.
―Ten más respeto, una esposa sea como sea, merece respeto, solo espero que cuando él se canse de dar vueltas de un lado a otro, Calíope quiera recibiendo.
No, no lo haré, de hecho, estaba esperando con ansias el divorcio, y esperaba poder decirlo, por lo que observe a Elrod, aquel que estaba con la cabeza gacha y parecía avergonzado de la situación.
Mientras que yo solo estaba en silencio, las palabras de aquella mujer no me molestaban, estaba más que acostumbrada por sus palabras.
Por el hecho de recriminarme, por el abandono de mi esposo, por no ser de su agrado, mientras que ella no tenía idea, que lo que menos me interesaba era ser de intereses de esa basura.
―Ya basta de peleas, son una molestia, vamos a comer algo, Calíope debe estar hambrienta, por lo que lo mejor qué podremos hacer ahora.
La anciana me tomo de la mano y me guio hacia el comedor, en lo que yo, un poco tensa, tome asiento al lado de Elrod.
Aquel que parecía igual de tenso, incluso podría decir qué parecía un pequeño cachorro regañado, no negaré que me divertía demasiado con ello.
Sobre todo, cuando aquel me observaba de reojo y parecía estar pidiendo ayuda en medio del silencio.
― ¿Y cómo va los negocios de la empresa Dagón Cali? Me enteré de que desde hace un mes los ingresos han sido maravillosos.
Sonreí llena de orgullo, sonreí y asentí, había las palabras del padre de Calix, quien perecía a la expectativa.
―Va más que genial, jamás imagine que podría hacer algo como aquello.
― ¿De verdad? Sabía que era la decisión indicada cuando decidiste hacerte caso de la empresa y de no venderla.
― ¿Por qué venderían la empresa Dagón? ¿Jerónimo, no sería quien seguiría al control?
El silencio llegó a invadir la mesa, todos lo observamos, yo apreté la falda de mi vestido y me tragué las inmensas ganas de llorar que me poseían.
En lo que Gaia, la abuela de Elrod fue quien hablo, al notar que las palabras no salían simplemente de mi boca.
―La pareja Dagón, murió hace dos meses, un accidente automovilístico para ser exacta… Calíope se quedó sola hace dos meses…
La mirada cargada de tanto impacto de Elrod fue sin duda lo que logro hacer mi noche, sobre todo cuando abrió su boca y parecía no saber qué decir.
―Hijo, no tienes qué disculparte por no saberlo, después de todo seguramente estabas trabajando y por esa razón no debes sentirte culpable, por ello.
― ¿Qué tontería dices? Él estaba en tierra, solo estaba de fiesta, No es más que un sínico, un maldito descarado…
Entonces Elrod, dejo de observarme, pareció estar cargado de vergüenza, mientras que yo solo me quedé en silencio y seguí comiendo con tranquilidad.
Por lo menos lo hice hasta el momento en el que la discusión entre los padres de Elrod, llegó a un punto que no espere jamás.
―Todo es culpa de ella, esa mujer horrible ha atado a mi hijo a una vida tan miserable que mi hijo hasta el final no hace más que intentar escapar de sus manos.
―Como te atreves…
―Basta… Madre, te pido por favor que no trates a mi esposa de esta manera, creo que te has pasado un poco yo…
―Yo esto de acuerdo por extraño que suena con Calix, pero ahora que están los dos, la verdad es que he estado hablando esto con Alejandro y hemos tomado una decisión.
Escuche la voz de parte de Gaia, aquella que observo a su hijo y este pareció un poco incómodo, pero, aun así, hablo con un tono tranquilo y conciliador.
―Calix, tienes un año para concebir un hijo con su esposa, de no ser así, nosotros mismo exigiremos el divorcio, y de paso, te sacaremos de nuestra herencia…
― ¿Qué?
Los tres habíamos hablado al mismo tiempo, mientras que Alejandro y Gaia se observaron el uno al otro, como si se dieran fuerzas el uno al otro.
―También quería comentarte Gaia que, si decides el divorcio antes del año, nosotros nos encargaremos de retirar todos los fondos en la empresa Dagón, estarás a la deriva, debido a los años de inversión, por lo que…
― ¿Por qué me hacen esto? Estaba apelando un divorcio, no quiero seguir atada a tu hijo…
―Lo sé… Y te pido disculpa, pero de verdad el día en que Calix te nombro su prometida, yo estaba convencido de que ustedes eran una excelente pareja, pero solo falta un poco más fuerza, un pequeño empujón y este será…
―Padre…
―No habrá más negaciones, ustedes deben actuar como una verdadera pareja durante este año, vivirán junto, tiene un hogar magnífico donde vivir, denme un nieto, hagan lo posible, por sacar adelante esta relación y si lo hacen, no solo los apoyemos más financieramente, también, conseguirán tener un matrimonio real…
Apreté mis manos en puño, esto era una m****a, ¿ahora qué debo hacer? Quiero el divorcio, lo quiero como nada más en el mundo.
―Calíope… Calíope…Caminaba con rapidez, lo hacía con tanta furia que no preste atención a los llamados de Elrod, solo caminaba con prisa, estaba tan furiosa.Necesitaba pensar, necesitaba hacer las cosas con tranquilidad, no dejarme llevar por mis sentimientos, porque de hacerlo, todo el legado de mis padres.Todo aquello que me habían enseñado, incluso estar serena y tranquila ante las malas situaciones, se irían a la basura sin más.―Calíope… Calíope…―Ahora no Elrod, no tengo tiempo para ti…Pero entonces este había tomado mi muñeca, me había hecho detener y me había observado fijamente a los ojos.Mientras que yo solo quería golpearlo, porque todo esto que me estaba pasando era solo por su culpa y aquello solo lograba que lo odiara un poco más.―Si no es ahora, ¿cuándo? Tengo prohibido las vistas sin dar aviso en mi propio hogar y cuando no puedo entrar sin una cita previa.―Eso ocurre cuando vas al hogar de otras personas.―Es mi propio hogar…―No hasta donde yo tengo entendido,
CalixCaminaba por los pasillos de la mansión Elrod, el lugar estaba lleno de lujos y podía decirse que ánimos de fiesta.Justamente como muchos años atrás, justamente como era antes de la muerte del abuelo, aquel que me animo a escoger una prometida.Aquel que sonrió lleno de satisfacción al igual que mi padre, justamente cuando escogí a la hija de la familia Dagón, pues al parecer ellos no estaban tan encantados con lo que he hecho.De casarme con la hija de los Finch, justamente como mi madre y mi familia materna deseaba, caminaba con calma, justamente hasta llegar donde ella.Aquella que observaba la ventana justamente como siempre solía hacerlo, su vestido negro parecía de la época antigua.Su cabello negro completamente recogido y podía jurar que sus ojos verdes con aquellas largas pestañas observaban hacia la nada.Justamente como siempre solía encontrarla, perdida en sus pensamientos, mientras que yo parecía arruinar todo aquello que ella llamaba paz.Entonces sin más, sin pod
…― ¿Cómo es que el capitán Elrod, puede tener una esposa como esa?―No lo sé, pero la verdad es que me causa un poco de lástima.Las dos mujeres siguieron sus pasos, mientras que yo caminaba de manera tranquila por el centro comercial, detuve mis pasos y di un largo suspiro mientras que miles de maldiciones vieron a mi cabeza.―Mi señora… ¿Se encuentra bien?Entonces mis ojos fueron directamente a mi secretaria, aquella que parecía preocupada, pero sabía que de demostrar algún tipo de fragilidad.Solo sería tomada como alguien débil, como alguien que no es más que una tota que se deja manipular por comentarios y miradas de terceros.Por lo menos eso decía mi madre, lo hizo toda su vida, mientras que me obligaba a vestir de esta manera, mientras me esmeraba a ser quien era.No podía demostrar debilidad, debía buscar la manera de que Elrod, solo me dejará, que solo buscará otro camino y me dejará de lado.Pues mi belleza, justamente esa, me había metido en esta vida, me observe por el v
Emiliano, Emiliano, era Emiliano, no podía siquiera creerlo, no podía, lo observaba de manera fija y me pregunta si aquel hombre hermoso era Emiliano.Lo había visto en algunas fotos, aquellas en las que este se veía de aquella manera tan sexual y masculina con su traje formal.Sus llamadas, sus palabras de aliento, todo vino a mí como si fuese un tornado difícil de evadir, mientras que él seguía allí justamente frente a mí.Habían pasado tantos años desde nuestra separación, desde que aquel tuvo que marcharse junto a su familia debido a sus negocios, que incluso al verlo justamente ahora.Ahí frente a mí, podría jurar que solo era una ilusión, su cabello castaño, sus ojos avellana y su cuerpo tan masculino, mientras hacia aquel rostro lleno de diversión.¿Era mi Emiliano? ¿Era aquel chico, ahora hombre del que había estado enamorada desde que tengo uso de razón?― ¿No me saludarás? Ya me duelen los brazos.No pude evitar reír, no pude evitar incluso las lágrimas que escaparon de mis
Gire sobre mis talones y observe al hombre frente a mí, aquel que tenía una expresión cargada de furia, mientras me preguntaba que era aquello que lo tenía tan furioso.Por lo menos eso pensé, hasta el momento en que vi a la mujer tras él, aquella que lo sostenía de su brazo, mientras me observaba con lo que parecía ser una pequeña sonrisa de satisfacción.Eso debía ser no más que una de esas burlas que de verdad la detestaba con todo mi corazón, pues Helena guindada de su brazo, solo hacía que mi sangre hirviera.Ese maldito bastardo, ¿Venía acaso a hacerme reclamos por qué había golpeado a Helena Finch? De verdad podía hacer eso, juro por todos los dioses, que este trato se acaba de inmediato.―El capitán Elrod, es un gusto verte, años sin ver esa expresión tuya tan inigualable…―Jódete, ¿Qué haces aquí Emiliano? ¿Qué no te da vergüenza que te vean con una mujer casada? Debería sentir un poco de vergüenza, más por el hecho de que no faltarán los comentarios maliciosos, sobe el hecho
Calix El auto se detuvo y yo di un largo gemido, noté como el hombre quería hacer preguntas, pero yo solo le di una mirada cargada de advertencia.La misma que ella había dado hacía unos minutos, cuando me vio caminar doblado hacia el auto y parecía querer preguntar si tenía alguna herida.Pero mi ego había sido tan lastimado que no podía siquiera mencionar el hecho de que mi esposa me había propinado un rodillazo en la entrepierna.Solo porque la había arrinconado contra una pared, aunque si lo pensaba bien, hacía unas semanas, ella me había encontrado de aquella manera con otra mujer.Di un resoplido y me maldije por ello, eso de ser expuesto parecía estar cobrándome una terrible factura.―Capitán… Capitán que bueno que lo encuentro yo… ¿Qué le paso?El teniente observó a mi chofer, aquel que negó con la cabeza, mientras que yo por un instante trate de verme lo más normal del mundo, camine hacia la entrada del lugar y la única palabra que podía pasar por mi cabeza.Solo surgió de m
Ruidosos, todos eran muy ruidosos, era curioso, ni siquiera había salido del auto, y el ruido era tan ensordecedor, que incluso me molestaba de sobre manera, por esa razón.Solo di un largo suspiro y me regocijé en mi propia mente, tal vez esto era una señal, una manera del mundo para decirme que solo me marchara sin más.Sobre todo, cuando llevaba casi quince minutos en el maldito auto, y el inútil de mi esposo no se había dignado a venir, todavía estaría adolorido por el golpe que le proporcione.Di una pequeña risita ante aquel pensamiento, sobre todo porque era ridículo, ya había pasado una semana de ello, era imposible que ese bastardo sufriera aún por ello.Solo era una mujer de compleción media era más que imposible que sufriera tanto por un golpe como ellos, estaba segura de que le habían causado muchos peores.― ¿Señora? ¿Desea acaso que nos marchemos?Observe a mi chofer, él me conocía muy bien, la verdad era que había venido a muchas de estas fiestas, pero la verdad era que
La mujer lo observo llena de sorpresa, justamente como yo lo hacía, algo que no pude evitar imitar, pues lo observaba llena de preguntas.Una pregunta que no tuvo respuesta, pues la mujer sin más solo dio media vuelta y camino hacia la multitud llena de furia.Note algunos rostros sobre nosotros, mientras que yo quería saber ¿Qué había pasado justamente ahora? ¿Elrod me había defendido?¿Había puesto a una de sus amantes frente a mí? Esto era nuevo, no solo porque lo hiciera Elrod, también era por el hecho de que yo jamás había sido defendida.Mi madre solía decir que ella nunca lo haría, al igual que lo hacía mi padre, mientras que yo había crecido con la fiel convicción de que era una niña fuerte.Y que debía o ignorarlo o simplemente al dar una respuesta, saber hacerlo con clase y sin deshonrar a mi familia, debía pelear mis propias peleas, debía hacerlo todo sola.Esto era tan nuevo en mí, que había causado una pequeña sensación en mi interior un poco nublosa, la verdad era que no