Enical
Todo termino al verme, mis pensamientos pararon, mis preguntas ya ni se intentaban formular, mi existencia no tiene sentido, no aquí, aquí ya existo, una sobra y soy yo. Ni siquiera pensé en qué haría después de verme, creí que todo se pondría negro y terminaría la pesadilla de una u otra forma, pero seguía respirando, sentada en este coche viendo las calles que alguna vez me vieron crecer.
Cuando Antonio me propuso ir a España con él, en verdad creí que me dejaría aquí, no tiene ninguna obligación, no me debe nada, yo lo haría. ¿Hacerme responsable de una loca? No gracias, estoy para que me cuiden aún, no para cuidar.
Su mirada me decía que iba en serio, era digna de temer para cualquiera, cualquiera menos yo, que ya no tenía nada que perder…encontré en ellos la seguridad justa que necesitaba para no derrumbarme más de lo que ya estaba, par
Enical Soñé contodos, al inició Adrián cargándome hasta mi habitación como lo hacía siempre que me quedaba dormida en la sala para no resfriarme, se sintió muy real, luego los recuerdos de navidades con mis padres y Aferi abriendo sus regalos, se sentía nostálgico y doloroso, espinas nadando en mi pecho desde adentro, arañando todo hasta mi garganta, esa sensación lenta me despertó con un ligero dolor de cabeza y las mejillas mojadas, me asusté al no reconocer el techo, segundos después volví a la “realidad”, una donde estoy en otro continente, en nada mas y nada menos que la casa de Antonio Ulfrein, no recuerdo como llegué a la habitación, debí caminar como sonámbula. ¿O Antonio me trajo? No, imposible. Algo parecido a un globo a punto de reventar en mi abdomen me avisaba que debía ir al baño si no quería morir, la idea de me hizo tentadora unos segundos, pero pensar en que me encuentren apestando a basurero de callejón no me gustó, salí disp
Antonio -Eso es todo- di por terminada la reunión con el equipo, todos salieron de la sala de música mientras tomaba un poco de agua antes de ordenar que almorzar. -¿Cómo está el rey?- Theodor en su camisa azul y pantalón oscuro hizo acto de presencia en la sala casi vacía con una brillante sonrisa. -Explícame como tienes ese humor después de la reunión de tres horas a las 7 a.m.- me quejé apoyando la espalda en el respaldo de la silla y pasándome una mano por el cabello para removerlo un poco, a ver si así desaparece el cansancio. -Cafeína, la mejor amiga del hombre, los cachorros están sobrevalorados- comentó sentándose despreocupadamente. -Si claro, la mejor amiga del sistema nervioso y los corazones- acoté con sarcasmo al cerrar el folder que tenía con los apuntes de la reunión
Enical Cada día perdía más su sentido, la luz del día ya no me impedía llorar cuando estaba sola, si a mi cuerpo se le antojaba, cual fuera la hora, yo sólo cumplía hasta quedarme dormida y poder verlos otra vez. En verdad intentaba fingir llevarlo bien para Antonio porque era el único que reflejaba preocupación al verme, la única persona que se preocupaba por mi, ni yo lo hacía. A veces entraba al estudio buscando un libro y distraerme, pero nunca creí que hasta eso perdiera el atractivo para mi, imaginarme las historias, las emociones en mi piel, todo se volvió gris, insípido y aburrido. Soy la princesa inútil encerrada en una torre, aislada, esperando que algo o alguien me rescatara para devolverme a casa, ni siquiera puedo rescatarme, no hay camino, se sentía como bajar en una parada de bus equivocado sin saber
Enical Definitivamente crucé un limite en ese rincón, soy otra persona, no sé si una mejor, pero una más resignada a aceptar lo que veo ahora como una verdad, Antonio Ulfrein existe y es la misma persona que me alojó en su casa. Perdí, me acaba de derrotar algo a lo que ni sabía que me enfrentaba, el sabor de la derrota se me hacia tan horrible como el del fierro en jarabe que me daban de niña. No había perdido contra algo antes, es decir sí como cualquier otro, pero no este tipo de caídas estrepitosas, pelear sola nunca fue lo mío, incluso para entrar a la universidad estudie con Sabrina y Adrián, creo que ya me di cuenta de lo mala que soy defendiéndome sola. ¡¿Quién me mandó a hacerme la heroína en un maldito accidente?! Un propósito…¿Un motivo para que yo esté aquí? ¿Cuál? Tend
Enical Bien, es lindo, es algo normal, digo, creo que también es modelo. ¿Cierto? Entonces es lógico que una parte de mí crea que es lindo, pero nada más Enical. -Buen día- saludó Antonio rompiendo la mirada vacía de la recepcionista y el alboroto en mi cabeza -Una mesa para dos, por favor- solicitó con una sonrisa amable. -Bienvenidos a Chinepolis, claro- contestó la joven de cabello rojo pintado y ojos verdes, era más alta que yo y su blusa blanca abierta en los primeros botones me hizo ver que claramente ahí también me llevaba centímetros de ventaja, con su falda tubo negra y tacones que le quedaban muy bien definiendo su figura -Su nombre por favor y número de teléfono- dijo fingiendo que era lo más normal pedir esos datos, Antonio no se lo tragó y alzó una ceja -Es para mantenerlo al tanto de nuestras ofertas- sugirió con inocencia.
Enical "Tienes cara de Gabriel, como el ángel" ¿Cómo le pude decir una bobería así? Bueno, es que en ese momento no es que pudiera razonar muy bien... -¿Se te viene algún nombre a la mente?- preguntó distraído. -Se me viene otra cosa- intervino la Pinky con una sonrisa sugerente. -Ya contrólate, me das asco- bramó la Dark indignada, quería patearla, pero sólo la empujó mientras la Pinky se reía. No podía pensar con esa pelea y solté lo primero que se me ocurrió antes de decir algo peor. Según Antonio soy una extranjera que radica en España desde hace 3 años, justo a
Enical Subir al auto de Antonio sin ser vista y casi huyendo se sentía como ser famosa o la querida de alguien, puaj, eso apesta. Lo que no apestó fue mi primer día, Carolina era agradable al igual que todos en la oficina. Llegué sola al departamento, Antonio dijo que salía más tarde así que me ofrecí hacer la cena, ya no había caso en que Morelia cocine si ambos comíamos fuera. Me propuse hacer la comida favorita del rizado, pero caí en la cuenta que no tengo la mínima idea de qué sea, así que se me ocurrió hacer chaufa, busqué en internet y después de pedirle a Augusto comprar algunas cosas, tuve la comida lista. Cuando llegó Antonio me había puesto ropa más cómoda, ya no hacía tanto frío así que usé mi vestido con el suéter rojo encima, tenía los ojos asustados y puestos en el arroz que estaba cocinando, seguro piensa que está quemado.
Theodor -Hey. ¿Yo he llegado muy temprano o ustedes muy tarde?- saludé viendo a Enical bajar del auto de Antonio. ¡Madre mía! ¡Y con una mochila! ¿Cuántos días se queda en su casa? Mejor que ya vivan juntos… -Me adelantaré, no quiero molestar a Carolina- se excusó Enical. ¿Huyendo? ¿Se pelearon? -Al menos déjame saludarte- bloqueé su salida dejándole un sonoro beso en la mejilla -Ahora sí corre- autoricé dándole una sonrisa y el camino libre. Se sonrojó y miró a Antonio nerviosa. ¡Se pelearon y siente culpa! Él no le quita los ojos de encima, pero no parece molesto. M****a. ¿Qué me perdí? No soy ningún tonto, estos se traen algo grueso, Antonio tiene un brillo de interés único en su clase cuando Enical aparece. ¿Cómo lo sé? Para mi desgracia lo he vivido, pero en él creí que nunca