Enical
Subir al auto de Antonio sin ser vista y casi huyendo se sentía como ser famosa o la querida de alguien, puaj, eso apesta. Lo que no apestó fue mi primer día, Carolina era agradable al igual que todos en la oficina.
Llegué sola al departamento, Antonio dijo que salía más tarde así que me ofrecí hacer la cena, ya no había caso en que Morelia cocine si ambos comíamos fuera. Me propuse hacer la comida favorita del rizado, pero caí en la cuenta que no tengo la mínima idea de qué sea, así que se me ocurrió hacer chaufa, busqué en internet y después de pedirle a Augusto comprar algunas cosas, tuve la comida lista.
Cuando llegó Antonio me había puesto ropa más cómoda, ya no hacía tanto frío así que usé mi vestido con el suéter rojo encima, tenía los ojos asustados y puestos en el arroz que estaba cocinando, seguro piensa que está quemado.
Theodor -Hey. ¿Yo he llegado muy temprano o ustedes muy tarde?- saludé viendo a Enical bajar del auto de Antonio. ¡Madre mía! ¡Y con una mochila! ¿Cuántos días se queda en su casa? Mejor que ya vivan juntos… -Me adelantaré, no quiero molestar a Carolina- se excusó Enical. ¿Huyendo? ¿Se pelearon? -Al menos déjame saludarte- bloqueé su salida dejándole un sonoro beso en la mejilla -Ahora sí corre- autoricé dándole una sonrisa y el camino libre. Se sonrojó y miró a Antonio nerviosa. ¡Se pelearon y siente culpa! Él no le quita los ojos de encima, pero no parece molesto. M****a. ¿Qué me perdí? No soy ningún tonto, estos se traen algo grueso, Antonio tiene un brillo de interés único en su clase cuando Enical aparece. ¿Cómo lo sé? Para mi desgracia lo he vivido, pero en él creí que nunca
Antonio Quería hablar con Enical del beso, disculparme para ser más exactos, por suerte el ambiente se hizo el de antes por si sólo, me pareció estúpido volver a tensarlo. Lo normal sería alejarme silenciosamente y en verdad quiero hacerlo, no tolero algo que no pueda controlar, mi problema con la pasión, no es que no la conozca, es que la evito, para no encariñarme con la vida, con las personas, un problema que no necesito. Enical es alguien que definitivamente no puedo controlar, aunque lo intente, pero verla sabiendo que esta aquí por mi culpa…no me deja muchas opciones a no cerciorarme de que está segura, nada más, besarla fue un error. Es una amiga, como Angélica, una excepción a la regla, pero no pasara nada. Estoy aburrido, por eso estoy pensando pendejadas…si un músico no habría cancelado estaría ensayando
Enical -¿Qué fue eso con Bart?- preguntó Carolina con curiosidad en cuanto la alcancé en la cafetería. -No lo sé- respondí aún sin entender lo que acababa de pasar -Me invitó a almorzar el fin de semana- solté sin notar que la morocha veía algo detrás de mí, seguí sus ojos y me encontré una bandeja de comida a mis narices, el rizado dueño del almuerzo y de todo el edificio tenía sus oscuros ojos en esta humilde chica de tamaño compacto, me sentí en problemas. ¿Escuchó lo que acabo de decir? -Pausa, no hemos hecho nada malo. ¿Verdad?- preguntó la Pinky alarmada. -A mi no me veas, el tal Bart no me simpatiza y Antonio me da igual- respondió la Dark con cara de fastidio. -Esperen. ¿Se lo queríamos ocultar a Antonio?- preguntó la Nerd y se hizo el silencio.
Enical Desperté con el sonido de algo friéndose, el dulce olor a desayuno recién hecho me hipnotizó hasta encontrarme a Morelia. -Morelia, Buenos días- saludé emocionada, no la vi desde que me mudé, la estreché entre mis brazos como una muñeca. -Señorita Enical, buenos días- contestó con sus ojitos brillando. -¿Qué es eso de señorita? ¿Cómo has estado?- pregunté extrañada mientras la ayudaba sacando tazas de la alacena. -Buenos días- nos interrumpió un Antonio sonriente despues de un rato. -Buenos días, señor Antonio- saludó Morelia con las mejillas teñidas de rosa cuando él le dejo un beso. Uy, es cierto, a ella le gusta…no me causa celos, pero de cierta forma somos amigas. ¿Cómo de supone que se lo diga?
Enical Carolina estaba frente a mí acomodando libros en el estante de la pequeña oficina que compartíamos, yo me mordía la uña pensando en cómo empezar para explicarle que salgo con el jefe de nuestra jefa. Hasta el viernes mi cita era Bart, pero Antonio fue bastante obvio al tomarme de la mano y ella nos vio, aunque tampoco me conto lo de Theodor. -Así que...tú y Theodor- inicié cobardemente a ver qué tal. -No es algo de lo que me sienta orgullosa- confesó acomodando una carpeta, suspiró cansada -Es un idiota, no puedo negar que aún me gusta, pero es un idiota- agregó presionando los dientes -Cambiando de tema, no soy la única con novedades. ¿Cierto?- indagó alzando una ceja, le sonreí como niña en problemas y me regaló una sonrisa de alivio. -Yo…Lo siento, salir con el jefe de tu jefe no es algo que quieras hacer público y en mi defensa fue hace unos días, ni yo me lo esperaba- relaté con las mejillas encendidas. -De eso qui
Enical Su silueta en la oscuridad siendo apenas perceptible, el cansancio de mi cuerpo, las mejillas quemando mi rostro y la fina sábana sobre mi piel eran sensaciones simples, pero juntas eran catastróficas. -Volveré antes de que lo notes- prometió acomodándose el abrigo antes de acercarse a mí. -Son dos meses, no soy tan despistada- aseguré negando con una sonrisa, cubrí mi desnudez con la sábana, era absurdo hacerlo ahora, pero me justificaré en el frío, no es vergüenza, obvio. -Demoraste dos meses en notar qué botón era para cerrar y abrir en tu ascensor, yo creo que sí- afirmó antes de reírnos. -Están mal puestos- me defendí. -Lo que digas- finalizó dejándome un último beso antes de despedirse. Dormí rápido gr
Antonio Nunca me gustaron los centros de atención, lugares con muchas personas, soy un cantante y lo tolero en el escenario, al famoso le encantan las miradas y la fama, pero yo… Enical es todo lo contrario, parada sobre una silla llamando la atención de todos sobre una apuesta y los encanta tan rápido volviéndose fácil que caiga bien, yo no podría, ni sé como llegué tan lejos, supongo que se lo debo a mi padre. Miradas fugaces de los demás en ella me provocaron un impulso de fastidio extraño. ¿Qué me pasa? No importa, la noche pasa más rápido y sin darme cuenta estamos en la azotea, se veía tan asustada y expectante sobre la universidad que se me hizo natural alentarla. ¿Yo podía hacer esas cosas? Un par de horas después ya estaba dormida envuelta entre las sábanas blancas, su cabello caía en ligeras ondas libres
AVISO: Este capítulo contiene episodios de violencia no explicitas. Enical Mantuve mi bocota y curiosidad a raya hasta llegar a Madrid, tampoco es que él tuviese cara de “pregúntame lo que quieras”, a la mínima pregunta sutil cambiaba el tema, más evidente que un elefante queriendo esconderse en un poste o simplemente abandonaba la habitación con alguna excusa. Se presentó la etapa más tediosa y oscura en la vida de los universitarios, sí, exámenes, sueño ligero, exceso de energizantes y duchas relámpago solo para no apestar a caballo. Sin contar mi plus de “adelantar cursos” por mentirosa. Monté el campamento estudiantil de apuntes y libros en mi habitación, mi cama pasó a ser un adorno de mucho espacio, usado 15 minutos entre espacios o algo que miserablemente llegaba a un par de horas sin ser un descanso decente