Enical
Desperté con el sonido de algo friéndose, el dulce olor a desayuno recién hecho me hipnotizó hasta encontrarme a Morelia.
-Morelia, Buenos días- saludé emocionada, no la vi desde que me mudé, la estreché entre mis brazos como una muñeca.
-Señorita Enical, buenos días- contestó con sus ojitos brillando.
-¿Qué es eso de señorita? ¿Cómo has estado?- pregunté extrañada mientras la ayudaba sacando tazas de la alacena.
-Buenos días- nos interrumpió un Antonio sonriente despues de un rato.
-Buenos días, señor Antonio- saludó Morelia con las mejillas teñidas de rosa cuando él le dejo un beso.
Uy, es cierto, a ella le gusta…no me causa celos, pero de cierta forma somos amigas. ¿Cómo de supone que se lo diga?
Enical Carolina estaba frente a mí acomodando libros en el estante de la pequeña oficina que compartíamos, yo me mordía la uña pensando en cómo empezar para explicarle que salgo con el jefe de nuestra jefa. Hasta el viernes mi cita era Bart, pero Antonio fue bastante obvio al tomarme de la mano y ella nos vio, aunque tampoco me conto lo de Theodor. -Así que...tú y Theodor- inicié cobardemente a ver qué tal. -No es algo de lo que me sienta orgullosa- confesó acomodando una carpeta, suspiró cansada -Es un idiota, no puedo negar que aún me gusta, pero es un idiota- agregó presionando los dientes -Cambiando de tema, no soy la única con novedades. ¿Cierto?- indagó alzando una ceja, le sonreí como niña en problemas y me regaló una sonrisa de alivio. -Yo…Lo siento, salir con el jefe de tu jefe no es algo que quieras hacer público y en mi defensa fue hace unos días, ni yo me lo esperaba- relaté con las mejillas encendidas. -De eso qui
Enical Su silueta en la oscuridad siendo apenas perceptible, el cansancio de mi cuerpo, las mejillas quemando mi rostro y la fina sábana sobre mi piel eran sensaciones simples, pero juntas eran catastróficas. -Volveré antes de que lo notes- prometió acomodándose el abrigo antes de acercarse a mí. -Son dos meses, no soy tan despistada- aseguré negando con una sonrisa, cubrí mi desnudez con la sábana, era absurdo hacerlo ahora, pero me justificaré en el frío, no es vergüenza, obvio. -Demoraste dos meses en notar qué botón era para cerrar y abrir en tu ascensor, yo creo que sí- afirmó antes de reírnos. -Están mal puestos- me defendí. -Lo que digas- finalizó dejándome un último beso antes de despedirse. Dormí rápido gr
Antonio Nunca me gustaron los centros de atención, lugares con muchas personas, soy un cantante y lo tolero en el escenario, al famoso le encantan las miradas y la fama, pero yo… Enical es todo lo contrario, parada sobre una silla llamando la atención de todos sobre una apuesta y los encanta tan rápido volviéndose fácil que caiga bien, yo no podría, ni sé como llegué tan lejos, supongo que se lo debo a mi padre. Miradas fugaces de los demás en ella me provocaron un impulso de fastidio extraño. ¿Qué me pasa? No importa, la noche pasa más rápido y sin darme cuenta estamos en la azotea, se veía tan asustada y expectante sobre la universidad que se me hizo natural alentarla. ¿Yo podía hacer esas cosas? Un par de horas después ya estaba dormida envuelta entre las sábanas blancas, su cabello caía en ligeras ondas libres
AVISO: Este capítulo contiene episodios de violencia no explicitas. Enical Mantuve mi bocota y curiosidad a raya hasta llegar a Madrid, tampoco es que él tuviese cara de “pregúntame lo que quieras”, a la mínima pregunta sutil cambiaba el tema, más evidente que un elefante queriendo esconderse en un poste o simplemente abandonaba la habitación con alguna excusa. Se presentó la etapa más tediosa y oscura en la vida de los universitarios, sí, exámenes, sueño ligero, exceso de energizantes y duchas relámpago solo para no apestar a caballo. Sin contar mi plus de “adelantar cursos” por mentirosa. Monté el campamento estudiantil de apuntes y libros en mi habitación, mi cama pasó a ser un adorno de mucho espacio, usado 15 minutos entre espacios o algo que miserablemente llegaba a un par de horas sin ser un descanso decente
Theodor El karma nunca ha sigo de mis mayores devociones, pero con el historial que me he cargado estoy seguro que mis deudas con las fuerzas del universo deben ser cósmicas. Tal vez ese fue el miedo a intentarlo en serio, pero vale, con alguien como Carolina, tampoco es que haya mucho de donde escoger… -Creí que nos veríamos en el restaurante- se extrañó por encontrarme en la entrada de su nuevo trabajo. -Tenía algo de tiempo- simplifiqué encogiéndome de hombros antes de dejarle un beso en la mejilla como saludo -Y quería ver a la competencia- indagué, en verdad ocultando mi hiriente curiosidad, con un semblante divertido. Rio dejándome un rápido beso en los labios -Tú no tienes competencia- declaró divertida. ¿Se entiende de lo que hablo? De segu
Enical Las noches de octubre me encantan y no es porque se acerque mi cumpleaños…obvio no. El sol ya se había puesto cuando llegué al departamento de Antonio para una maratón con palomitas y helados. Desde que visitamos a su mamá no quiso volver a tocar el tema y los ataques pararon. Quiero creer que fue el final, pero mi temor aún es latente, las pesadillas de él jalando del gatillo no ayudan mucho. La idea es ayudarle a descubrir la vida, irónico de una persona que ha crecido huyendo de lo mismo para no salir lastimada, gracias universo por hacerme tragar mis palabras… -¿Por qué tiemblas con las películas de acción?- preguntó Antonio mirando mis rodillas vibrando como celular en modo silencio. -Estaba emocionante- me defendí encogiendo los hombros -No le tomes importancia, dejé d
Enical -¡Mirame Enical!-me gritó sacudiéndome por los hombros, sus ojos exigían toda mi atención -¿Qué vas a hacer cuando no puedas controlarlo todo? ¿Frustrarte y renunciar?- exigió y desvié la mirada a sus rulos chocolate, se agitaban con ella como si fueran fuego consumiéndose. Bufé deshaciéndome de su agarre, no quería darle la razón a Sabrina, no era una maldita manipuladora, solo quería protegerme, sin sorpresas o cosas al azar no hay peligro, tan fácil como eso. Ahora…todo salió de mi control desde que me empujaron a la carretera, no podía decidir ni donde dormía, en un premio de consuelo lo único que decidía al inicio era qué comer porque Antonio me lo preguntaba. El toque fuerte en mi puerta me asustó, recordé a Alex, el tipo que Antonio me dejó como seguridad, el hombre no se despegaba de mi puerta mientr
Enical Me acomodé el vestido con cuidado de no mover mucho mi cabello recién laceado, según yo estoy irreconocible, también quería plancharle el cabello a Carolina, pero hasta acabar llegábamos al bar mañana. El alivio recorrió mi circulación cuando vi el lugar, no había luces psicodélicas o algún rincón oscuro de besuqueos, luces doradas y blancas iluminaban todo, el local era amplio, música que rozaba delicadamente el ambiente, con muebles de madera oscura muy bien cuidados que le daban el aspecto de ser un lugar para beber y charlar tranquilamente, muy Antonio. El gigantesco muro de madera que llegaba hasta el techo, detrás de la barra, exhibiendo botellas y copas peculiares me impresionó, reconocí a Antonio casi de inmediato, estaba sentado en la barra con su cabello en una coleta baja, pantalón marrón y una camisa azulina que contrastaba con s