Antonio
-Eso es todo- di por terminada la reunión con el equipo, todos salieron de la sala de música mientras tomaba un poco de agua antes de ordenar que almorzar.
-¿Cómo está el rey?- Theodor en su camisa azul y pantalón oscuro hizo acto de presencia en la sala casi vacía con una brillante sonrisa.
-Explícame como tienes ese humor después de la reunión de tres horas a las 7 a.m.- me quejé apoyando la espalda en el respaldo de la silla y pasándome una mano por el cabello para removerlo un poco, a ver si así desaparece el cansancio.
-Cafeína, la mejor amiga del hombre, los cachorros están sobrevalorados- comentó sentándose despreocupadamente.
-Si claro, la mejor amiga del sistema nervioso y los corazones- acoté con sarcasmo al cerrar el folder que tenía con los apuntes de la reunión
Enical Cada día perdía más su sentido, la luz del día ya no me impedía llorar cuando estaba sola, si a mi cuerpo se le antojaba, cual fuera la hora, yo sólo cumplía hasta quedarme dormida y poder verlos otra vez. En verdad intentaba fingir llevarlo bien para Antonio porque era el único que reflejaba preocupación al verme, la única persona que se preocupaba por mi, ni yo lo hacía. A veces entraba al estudio buscando un libro y distraerme, pero nunca creí que hasta eso perdiera el atractivo para mi, imaginarme las historias, las emociones en mi piel, todo se volvió gris, insípido y aburrido. Soy la princesa inútil encerrada en una torre, aislada, esperando que algo o alguien me rescatara para devolverme a casa, ni siquiera puedo rescatarme, no hay camino, se sentía como bajar en una parada de bus equivocado sin saber
Enical Definitivamente crucé un limite en ese rincón, soy otra persona, no sé si una mejor, pero una más resignada a aceptar lo que veo ahora como una verdad, Antonio Ulfrein existe y es la misma persona que me alojó en su casa. Perdí, me acaba de derrotar algo a lo que ni sabía que me enfrentaba, el sabor de la derrota se me hacia tan horrible como el del fierro en jarabe que me daban de niña. No había perdido contra algo antes, es decir sí como cualquier otro, pero no este tipo de caídas estrepitosas, pelear sola nunca fue lo mío, incluso para entrar a la universidad estudie con Sabrina y Adrián, creo que ya me di cuenta de lo mala que soy defendiéndome sola. ¡¿Quién me mandó a hacerme la heroína en un maldito accidente?! Un propósito…¿Un motivo para que yo esté aquí? ¿Cuál? Tend
Enical Bien, es lindo, es algo normal, digo, creo que también es modelo. ¿Cierto? Entonces es lógico que una parte de mí crea que es lindo, pero nada más Enical. -Buen día- saludó Antonio rompiendo la mirada vacía de la recepcionista y el alboroto en mi cabeza -Una mesa para dos, por favor- solicitó con una sonrisa amable. -Bienvenidos a Chinepolis, claro- contestó la joven de cabello rojo pintado y ojos verdes, era más alta que yo y su blusa blanca abierta en los primeros botones me hizo ver que claramente ahí también me llevaba centímetros de ventaja, con su falda tubo negra y tacones que le quedaban muy bien definiendo su figura -Su nombre por favor y número de teléfono- dijo fingiendo que era lo más normal pedir esos datos, Antonio no se lo tragó y alzó una ceja -Es para mantenerlo al tanto de nuestras ofertas- sugirió con inocencia.
Enical "Tienes cara de Gabriel, como el ángel" ¿Cómo le pude decir una bobería así? Bueno, es que en ese momento no es que pudiera razonar muy bien... -¿Se te viene algún nombre a la mente?- preguntó distraído. -Se me viene otra cosa- intervino la Pinky con una sonrisa sugerente. -Ya contrólate, me das asco- bramó la Dark indignada, quería patearla, pero sólo la empujó mientras la Pinky se reía. No podía pensar con esa pelea y solté lo primero que se me ocurrió antes de decir algo peor. Según Antonio soy una extranjera que radica en España desde hace 3 años, justo a
Enical Subir al auto de Antonio sin ser vista y casi huyendo se sentía como ser famosa o la querida de alguien, puaj, eso apesta. Lo que no apestó fue mi primer día, Carolina era agradable al igual que todos en la oficina. Llegué sola al departamento, Antonio dijo que salía más tarde así que me ofrecí hacer la cena, ya no había caso en que Morelia cocine si ambos comíamos fuera. Me propuse hacer la comida favorita del rizado, pero caí en la cuenta que no tengo la mínima idea de qué sea, así que se me ocurrió hacer chaufa, busqué en internet y después de pedirle a Augusto comprar algunas cosas, tuve la comida lista. Cuando llegó Antonio me había puesto ropa más cómoda, ya no hacía tanto frío así que usé mi vestido con el suéter rojo encima, tenía los ojos asustados y puestos en el arroz que estaba cocinando, seguro piensa que está quemado.
Theodor -Hey. ¿Yo he llegado muy temprano o ustedes muy tarde?- saludé viendo a Enical bajar del auto de Antonio. ¡Madre mía! ¡Y con una mochila! ¿Cuántos días se queda en su casa? Mejor que ya vivan juntos… -Me adelantaré, no quiero molestar a Carolina- se excusó Enical. ¿Huyendo? ¿Se pelearon? -Al menos déjame saludarte- bloqueé su salida dejándole un sonoro beso en la mejilla -Ahora sí corre- autoricé dándole una sonrisa y el camino libre. Se sonrojó y miró a Antonio nerviosa. ¡Se pelearon y siente culpa! Él no le quita los ojos de encima, pero no parece molesto. M****a. ¿Qué me perdí? No soy ningún tonto, estos se traen algo grueso, Antonio tiene un brillo de interés único en su clase cuando Enical aparece. ¿Cómo lo sé? Para mi desgracia lo he vivido, pero en él creí que nunca
Antonio Quería hablar con Enical del beso, disculparme para ser más exactos, por suerte el ambiente se hizo el de antes por si sólo, me pareció estúpido volver a tensarlo. Lo normal sería alejarme silenciosamente y en verdad quiero hacerlo, no tolero algo que no pueda controlar, mi problema con la pasión, no es que no la conozca, es que la evito, para no encariñarme con la vida, con las personas, un problema que no necesito. Enical es alguien que definitivamente no puedo controlar, aunque lo intente, pero verla sabiendo que esta aquí por mi culpa…no me deja muchas opciones a no cerciorarme de que está segura, nada más, besarla fue un error. Es una amiga, como Angélica, una excepción a la regla, pero no pasara nada. Estoy aburrido, por eso estoy pensando pendejadas…si un músico no habría cancelado estaría ensayando
Enical -¿Qué fue eso con Bart?- preguntó Carolina con curiosidad en cuanto la alcancé en la cafetería. -No lo sé- respondí aún sin entender lo que acababa de pasar -Me invitó a almorzar el fin de semana- solté sin notar que la morocha veía algo detrás de mí, seguí sus ojos y me encontré una bandeja de comida a mis narices, el rizado dueño del almuerzo y de todo el edificio tenía sus oscuros ojos en esta humilde chica de tamaño compacto, me sentí en problemas. ¿Escuchó lo que acabo de decir? -Pausa, no hemos hecho nada malo. ¿Verdad?- preguntó la Pinky alarmada. -A mi no me veas, el tal Bart no me simpatiza y Antonio me da igual- respondió la Dark con cara de fastidio. -Esperen. ¿Se lo queríamos ocultar a Antonio?- preguntó la Nerd y se hizo el silencio.
Último capítulo