SOPHIE
El vestido es perfecto. En tonos rosados como yo quería, con volados románticos y con tacones que hacen juego que terminan por poner todo en perspectiva combinando a la perfección con la decoración de mi hogar, donde al fin puedo soltar un suspiro después de estar planeando esta cena por más de un mes entero. Mi visión está completa.
Veo a los camareros comenzar a preparar la gran mesa para nuestros invitados, lo que me pone la piel erizada de solo pensar que será la primera vez en que damos una celebración de esta magnitud en nuestro hogar.
Siempre quise ser la clase de mujer que solo se preocupa por tener la casa arreglada y mantenerse pulcra, y al fin estoy logrando eso con Chris. Gracias a él en realidad, lo que se siente genial.
Intentando no emocionarme demasiado doy una caminata por la sala de mi casa buscando hasta el mínimo detalle que rompa mi visión estética. Alguna que otra cosa mínima, pequeña, pero que influye demasiado en cómo quiero que esté todo porque no pienso ver las fotografías y renegar porque algo estaba fuera de lugar y no lo vi, pues esta es una fiesta que planeo recordar por la eternidad.
No solo festejamos los cinco años de casados, sino también el nacimiento de nuestra pequeña familia porque hace solo dos días recibí la noticia de que vamos a tener un hijo y sé que a mi esposo la noticia le vendrá de maravilla.
Noches enteras hablamos de agrandarnos, de finalmente convertirnos en una familia de tres, de tener un bebé. Incluso soñamos despiertos con el momento en que comience a moverse en el vientre y con quién se parecerá más.
Puedo decir abierta y confiada, que tengo la familia ideal. Estoy viviendo el sueño de cualquier mujer, tener un hombre que provee, que me ama y sobre todo, con valores familiares tan fuertes que la única persona en su vida, soy yo.
Estoy tan nerviosa que cuando el móvil suena al mismo tiempo que el timbre, me apresuro a abrir la puerta rogando porque la llamada no se corte.
—Mamá, bienvenida—digo sonriendo—. Por favor, adelante. Recibo la llamada y luego estoy contigo, ¿de acuerdo?
—Claro que sí, amor.
Sonriendo me alejo para responder la llamada proveniente de mi esposo. Mi corazón se acelera como mi pulso porque no puedo esperar para darle la noticia que sé que lo alegrará.
—Chris, amor, estoy esperando—digo al responder, observando por la ventana cómo llegan los coches, estacionando en la entrada de casa—. ¿Tardarás mucho?
—¿Ya están los invitados?
Escucho el tono de su voz y me quedo pensando en la seriedad con la que me habla. Sé que su trabajo es cambiante así que no pregunto demasiado para no alterar aún más su humor, solo me enfoco en lo importante.
—Sí, están llegando. ¿Ya vienes?
—Estoy en la entrada.
Chris me cuelga la llamada de tal manera que me deja con las palabras en la boca, siendo un gesto grosero como sorprendente porque jamás había hecho algo como eso, mucho menos a mí.
Confundida salgo a la entrada de casa. Está cerca y mientras espero saludo a los invitados, entre ellos mis suegros y mi cuñado, así como su mejor amigo quienes no se toman mucho tiempo para conversar, solo entran para ponerse cómodos debido al frío abrumador que hace aquí. Sin embargo yo me quedo, al menos hasta que veo el coche de mi esposo entrar a toda velocidad.
Me emociona verlo. Siempre es así.
Tenemos una vida tan linda que su llegada a casa siempre es motivo para celebrar en estos tiempos, sin embargo la sonrisa se borra de mi rostro cuando noto a la mujer que viene junto a él. Carrie. Su compañera de trabajo.
Mantengo la sonrisa en mi rostro al verlo bajar y acercarse hacia mí.
—Bienvenido a casa, amor—saludo, esperando recibir mi beso rutinario, pero eso no pasa—. ¿Estás bien?
Por la forma en que me mira, sé que no lo está. Creí, cuando hablamos por teléfono, que su estado emocional se debía al trabajo, pero ahora veo que no es así. Es a mí a quien mira con rencor, incluso con ira podría decir.
—¿Christopher?
—¿Están todos ya?—pregunta tajante, pasando a mi lado.
—Sí.
—Genial.
Solo miro a Carrie quien lo acompaña en completo silencio y la verdad es que hasta llega a alterarme su presencia aquí. No tengo idea qué hace, no estaba invitada, ni siquiera la tenía en cuenta como alguien cercana a mi esposo, pero al parecer lo son. Y mucho, pues pasa a mi lado ignorándome como si no fuera nada. Como si no fuera la dueña de casa.
Tengo una leve sensación de que todo está a punto de irse al carajo, pero intento mantenerme positiva en lo que entramos a casa.
Nuestra familia se voltea a vernos entrar, sonrientes por celebrar, cuando notan a Chris y su humor. La primera en notarlo es su madre, quien frunce el ceño al verme, quizás preguntándose lo mismo que yo, ¿qué m****a le pasa?
—Necesito que todos se vayan de mi casa.
Me acerco a él.
—Chris, ¿qué tienes?
Intento tomarlo por el hombro, pero se aleja de mi toque bruscamente.
—Quiero que todos se larguen de mi casa. ¡Ya! —grita alterado, siendo esta la última advertencia.
Nuestras familias nos conocen. Sé que saben que si Chris los echa es porque algo pasó. Mi madre intenta conversar conmigo a la salida, pero le aseguro que todo está bien antes de despedirla, notando que Chris hace quedar a Julian, su amigo, pero despide a su madre, lo que es extraño.
Ese hombre solo ha pisado nuestro hogar tres veces en los cinco años que llevamos casados. No es que seamos cercanos, o al menos no yo, por eso me sorprende verlo aquí.
También a Carrie. Ella no se esfuma, ni siquiera cuando quedamos solo nosotros cuatro.
—Chris, ¿qué significa eso?
Entonces voltea a verme, con los ojos enrojecidos, como si acabara de ver al mismo infierno. Es un hombre grande, que se impone ante los demás hasta el punto en que da miedo y eso jamás causó en mí, hasta ahora que me mira como si fuera su peor enemiga y no mi esposo.
—Vas a explicarme ahora mismo porqué fuiste tan perra como para engañarme con mi mejor amigo—sentencia con odio, dejándome en verdad en shock.
SOPHIE.No deja de mirarme como si fuera su peor enemiga y eso me duele, aunque también estoy bastante desconcertada poe todo lo que está pasando al ver a estas tres personas frente a mí esperando a que yo hable cuando en realidad no tengo ni idea de lo que pasa.Chris voltea a ver a su amigo, Julian.—¿Tú no vas a decir nada? ¿Te vas a quedar ahí con cara de idiota o qué carajos?Este hombre, desconocido a nivel personal, solo se encoge de hombros dejándome peor todavía.—Siempre te dije que Sophie se me hacía atractiva. No pude rechazar la oportunidad cuando se me dio, lo lamento.—¿Lo lamentas? Arruinas mi matrimonio, nuestra amistad, mi puta vida y solo puedes decir que lo lamentas.—¿De qué estás hablando?—increpo al amigo de mi esposo porque a decir verdad, puedo al menos darle el beneficio de la duda al hombre con el que compartí mi vida durante años, pero no a este imbécil que no significa nada para mí—. ¿Por qué estás mintiendo de esa manera?—Sophie... por favor, deja de fin
SOPHIEChristopher me echó. Eso no puedo dejar de pensar.El anillo en mi dedo reluce mientras estoy sentada en la parada del autobús esperando algo, no sé qué realmente porque no tengo dónde ir.Mi madre no tiene idea de lo que pasó. Creo que nadie de la familia está informado de que fui echada de mi propia casa bajo la tonta suposición de que engañé a mi esposo, cuando la verdad es que nada de eso pasó.Miro mi vientre y contengo las lágrimas que amenazan con salir. No puedo ponerme a llorar ahora porque sé que en cuanto lo haga, no me detendré, y no es momento de quedarme echa un ovillo en la cama.Tengo que solucionar mi vida. Es claro que mi esposo, quien se supone que es el hombre que me ama, no va a darme la oportunidad de explicarme, ni siquiera me va a dirigir la palabra, así que no tengo otra alternativa más que buscar dónde demonios ir para pasar la noche e incluso la semana.No quiero regresar con mi madre como si fuera una fracasada, pero no tengo opción. Cuando me encuen
SOPHIE.No recuerdo bien cuánto tiempo es que dormí, solo recuerdo despertar con un dolor físico demasiado agotador, sin embargo me levanté igual esta mañana.Mi madre se esfumó, en casa no está y por consiguiente tuve que tomar un autobús para llegar al centro de la ciudad. Bueno, no tan al centro porque no quiero ver a Chris por error en una esquina ni mucho menos, y tampoco pretendo frecuentar los lugares a los que solíamos ir juntos. No soy una maniática ni acosadora. De ser por mí ni siquiera habría salido de casa, pero el futuro me está golpeando la puerta con ganas recordándome que en poco tiempo tendré un bebé en mis brazos y debo conseguir un empleo para los meses finales donde ya no pueda trabajar.Sé que mi madre se negará a que trabaje, pero no pretendo ni voy a dejar que ella nos mantenga. Me fui de casa a los dieciocho años, no pretendo regresar siendo una carga para ella cuando sé que ya ha hecho planes para irse de vacaciones en solo un mes más.Tengo que tener mi prop
Sophie.—Les pedí que no te llamaran, pero eres mi contacto de emergencias—digo, bajando la mirada porque no soporto verlo a los ojos después de todas las cosas que salieron de su boca—. Puedes irte, mi madre vendrá a recogerme.Espero ansiosa porque se cierre la puerta, porque se vaya a vivir su vida lejos de esta supuesta mentirosa, pero no lo hace. Eso me confunde.—¿Cómo estás?Da dos pasos en mi dirección, helando mi sangre. Sé que no va a golpearme jamás, no le tengo miedo, solo que mi cuerpo reacciona diferente al tenerlo cerca. Me vuelvo una idiota que es capaz de rogarle por su perdón incluso por algo que no hice en absoluto, por eso me mantengo firme en mi posición.—Estoy bien, no tienes que quedarte.—Hablé con tu doctor—me enseña las recetas en sus manos—. Me lo dijo todo, Sophie.Lo miro confundida, sacudiendo la cabeza.—¿De qué estás hablando?—Me dijo sobre el bebé—me quedo helada, fría, sintiendo que tengo agua helada corriendo por venas en lugar de sangre caliente—.
SOHPIENo puedo hacer absolutamente nada. Según las ordenes del doctor no tengo permitido más que ir de la cama al baño y viceversa, lo que ha sido demasiado agotador mentalmente.En situaciones como estas, lo mejor es tener contacto con los demás, salir, intentar tener nuevos amigos y quizás una nueva rutina. Es lo que intenté cuando salí a buscar un empleo, además de que lo necesito, sin embargo eso ya quedó descartado. Estoy confinada a mi cuarto, donde seguramente voy a morir de depresión.Me siento fatal. A medida en que pasan los días, voy sumando chequeos médicos, medicinas y mucho pesar en mi corazón porque no es la forma en que hubiera deseado jamás pasar un embarazo.Es de alto riesgo, podría perderlo en cualquier momento y seguramente es lo que la mayoría quiere que suceda, y eso me pone todavía peor.Se suponía que embarazada todos estarían pendientes de mí. Que mi esposo sería amable, dulce y demasiado cuidadoso conmigo, pero nada está más alejado de la verdad. Mi propio
CHRISTOPHERCarrie me insiste en salir a cenar hoy, pero acabo por apagar el móvil y dejarlo a un lado del sofá. Soltando un suspiro miro hacia arriba, luego hacia las escaleras, clavando la mirada en mi esposa tirada en el suelo por mi culpa, sintiendo un peso enorme en el centro de mi pecho.A medida en que pasan los días me siento como un completo idiota al no haber sido capaz de mantener la compostura con ella. Pude haber hecho todo de forma diferente, pero ya no hay marcha atrás.Sophie se llevó la peor parte porque fue la única culpable de mi desaire. Ni siquiera me importó con quién fue. Me tiene sin cuidado que haya sido Julian porque supe desde el momento en que se conocieron por primera vez que se enamoró de mi mujer y no me molestó porque quien tenía lo que quería, era yo. Jamás pensé que Sophie caería tan bajo como para entregarse a ese patético imbécil.Me siento terrible de solo pensar que mi propia esposa, la única que me debía fidelidad, fue capaz de tirar todo por la