SOPHIE.
No deja de mirarme como si fuera su peor enemiga y eso me duele, aunque también estoy bastante desconcertada poe todo lo que está pasando al ver a estas tres personas frente a mí esperando a que yo hable cuando en realidad no tengo ni idea de lo que pasa.
Chris voltea a ver a su amigo, Julian.
—¿Tú no vas a decir nada? ¿Te vas a quedar ahí con cara de idiota o qué carajos?
Este hombre, desconocido a nivel personal, solo se encoge de hombros dejándome peor todavía.
—Siempre te dije que Sophie se me hacía atractiva. No pude rechazar la oportunidad cuando se me dio, lo lamento.
—¿Lo lamentas? Arruinas mi matrimonio, nuestra amistad, mi puta vida y solo puedes decir que lo lamentas.
—¿De qué estás hablando?—increpo al amigo de mi esposo porque a decir verdad, puedo al menos darle el beneficio de la duda al hombre con el que compartí mi vida durante años, pero no a este imbécil que no significa nada para mí—. ¿Por qué estás mintiendo de esa manera?
—Sophie... por favor, deja de fingir. Chris lo sabe todo y...
Doy dos pasos hacia adelante, furiosa, necesitando que me diga las cosas de frente porque me es imposible creer que sea capaz de mentir de esta forma tan abierta.
—¡Yo jamás me metí contigo, Julian!—grito alterada—. Nunca me agradaste, ni siquiera te conozco del todo y por encima de eso, jamás engañaría a mi esposo.
Es él quien se ríe ahora. Con los ojos enrojecidos y su mirada desenfocada, luce como un animal. Uno que quiere arrancarme la yugular, pero él jamás fue violento conmigo. Nunca me gritó, jamás me tocó con fuerzas, nada. Ni siquiera una mirada de estas que llegan a helar mi sangre porque siento que no lo conozco en absoluto.
—Eres una cínica. Descarada. Desvergonzada. ¡Negar en mi propia cara cuando yo sé lo que vi!
—Dime qué viste entonces porque puedo jurar sobre una m*****a Biblia que ese hombre jamás me tocó—digo con la frente en alto—. Años siendo pareja como para que desconfíes de mí de esta forma y me humilles a tal manera de tener que dar explicaciones frente a estos imbéciles.
La tal Carrie da un paso al frente, intentando ser protagonista, obviamente.
—Chris, cariño, creo que será mejor que yo me vaya para...
—Sí, sería mucho mejor—le corto, pero me sorprende ver a mi esposo sacudir la cabeza—. ¿Chris?
—Te quedas, porque aquí me vas a dar explicaciones de por qué hay un video de este hijo de puta entrando en nuestra casa mientras yo trabajaba como el imbécil que soy para darte la vida que tienes.
El tono de su voz es tan profunda y con tanto dolor encima, que soy incapaz de discutir sobre si esta mujer se queda o no, solo puedo verlo a él, sufriendo por alguna m****a que estas personas pusieron en su cabeza para enloquecernos y distanciarnos.
—Chris, por favor... sé coherente, escúchame. Dame un tiempo a solas, conversemos bien y...
—Habla aquí porque a solas eres capaz de confundirme—aclara, alejándose de mi toque como si lo quemara—. No vas a volver a engañarme.
Sacudo la cabeza.
—Jamás lo hice, amor. Nunca, ni una sola vez, falté a lo que juré frente al juez y Dios, te juro que...
—No me jures nada—dice, con el alma y el corazón hechos pedazos—, solo explica esto.
Saca su móvil, busca alguna cosa y de repente, mi voz inunda toda la habitación dejándome helada.
“Julián, cariño, no puedo esperar a que el imbécil se vaya a trabajar para tenerte entre mis piernas”.
Abro la boca sorprendida. Esa es mi voz, lo sé, pero esas palabras jamás salieron de mi boca y lo sé con certeza, pero Chris no y por eso duda. Se oye real y juro que no sé cómo convencerlo de lo contrario.
“Quiero que me cojas sobre su almohada. Que duerma encima de donde me corrí para que huela al menos, como se siente un orgasmo porque con él jamás los tuve.”
La forma tan curel y despectiva con la que se habla de mi esposo hiere su orgullo y su hombría. Cree tanto que soy yo que incluso puedo ver una lágrimas rodar por su mejilla la cual limpia con rapidez.
“Sophie, amor. Me siento mal de hacerle esto a mi amigo. ¿Por qué no te separas ya? Pídele el divorcio y comencemos una vida juntos.”
Levanto la mirada para ver a Julian quien solo se queda ahí, suspirando, mientras que Carrie también mantiene la cabeza baja. Pero el hijo de puta está ahí, viendo todo lo que supuestamente pasa entre nosotros y no es capaz de desmentirlo.
—Dí algo—le suplico—. Estás arruinando mi matrimonio, hieres a tu mejor amigo. Por favor, dí la verdad porque vas a joder muchas vidas con esta porquería que están haciendo.
Carrie de inmediato sacude la cabeza.
—Yo no hice más que enseñarle las pruebas. Aquí la infiel es otra, cariño.
La aniquilo con la mirada y estoy a punto de destrozarla, cuando Chris me toma del brazo tan bruscamente que me deja en silencio. Se planta frente a mí, con el móvil en mano, mirándome con un odio con el que solo miras a quien quieres que desaparezca de tu vida para siempre.
—Espera, que todavía no llegamos a la mejor parte, escucha: “No puedo dejarlo porque me mantiene. Tú no vas a darme ni la mitad de lo que tengo con esta porquería, así que solo quiero que me des la única cosa que mi esposo no puede comprar, orgasmos, porque aunque Chris lo intente miles de veces, no tiene idea de cómo satisfacer a una mujer en la cama.”
Como dije, es su hombría la que está más herida y la razón por la que me odia tanto. Cree que lo humillé, que hablé de él de esa forma tan asquerosa cuando jamás me he quejado de mi vida sexual. Nunca me he sentido insatisfecha porque Chris sabe cómo hacerlo y más que nada, sabe cómo hacérmelo.
Pero está cegado. Avergonzado. Herido. Y no va a creerme.
—Chris, amigo, te juro que no fue nunca nuestra intención herirte—comenta Julian, haciéndome rabiar—. Siempre me gustó tu esposa, solo vi la oportunidad y...
—¡Deja de mentir que en tu puta vida me pusiste un dedo encima, imbécil!—grito alterada.
—Sophie, vimos la grabación de él entrando aquí y esas grabaciones de voz... eres tú. ¿Cómo pudiste engañar a Christopher de esa forma? Tuve que acompañarlo para evitar que cometiera una locura.
Aniquilo con la mirada a la perra que lo acompañó porque su juego de inocente jamás pudo conmigo. Siempre supe que se traía algo entre manos, y ahora puedo verlo.
Jamás me agradó porque siempre supe que a la primera oportunidad, intentaría meterse en la cama de mi esposo. Nunca pensé que llegaría a tanto para conseguirlo.
—Amigo...
—Cierra la boca que yo no soy tu amigo y lárgate, porque te juro que voy a deshollarte vivo con un cuchillo de la cocina si no te largas en los próximos tres minutos—amenaza, logrando que su dizque amigo se esfume en segundos—. Y Carrie, tú también... gracias por acompañarme, pero esto tengo que solucionarlo solo.
Con un suspiro ella se acerca, plantando un beso sobre su mejilla sin importarle que yo esté a solo centímetros de ellos, viendo todo.
—Llámame cuando te sientas bien, ¿de acuerdo? Adiós.
Espero a que la puerta de entrada se cierre porque ya fue suficiente humillación. Pienso que ahora que estamos solos él va a escucharme, sin embargo se aleja, respirando profundo.
—Conspiran contra nosotros, Chris—susurro, intentando que me escuche—. ¡Quieren separarnos!
Mis palabras lo hacen reír a tal punto que me está enloqueciendo.
—Llevamos cinco años de matrimonio, Chris—digo, sosteniendo su rostro entre mis manos—. Mírame, escúchame a mí, amor. Jamás te engañé, nunca miré a otro hombre que no seas tú. He dejado de lado todo lo que conozco desde el momento en que me ofreciste una vida juntos. Me he dedicado cien por ciento a nuestro hogar, a que todo sea perfecto. Por favor, te lo suplico, no dejes que termine por esto porque te puedo jurar que no soy yo.
Sus ojos están sobre mí y puedo ver que por dos segundos vuelve a ser el mismo, hasta que ya no lo es. Su mirada se endurece, sus ojos se oscurecen y él... me detesta.
—Así que solo te quedaste conmigo por lo que te proveo, ¿cierto?—menciona con amargura—. Todo por el maldito dinero que te doy para joyas, ropa, para que ayudes a tu mamá incluso.
Sacudo la cabeza.
—Sabes que nada de eso es cierto, amor.
—Por el coche último modelo—señala—, por el maldito móvil que tanto querías y con el que te atreviste a joderme.
—Chris...
Avanza sobre mí, haciendo que me sienta pequeña al tener su gran cuerpo sobre el mío, logrando que sienta miedo por primera vez en mi vida del hombre con el que duermo cada noche.
—¿Piensas que soy tan cobarde que te golpearía?—se burla—. Te encoges como si fuera un vil abusador y quizás tuve que serlo.
Trago grueso, recordando a mi padre y a todas las veces en que agradecí que Chris no tuviera ni siquiera una actitud igual a la suya.
—¡Quizás golpeándote como una perra nunca habrías sido capaz de joderme la vida como lo estás haciendo ahora!—me grita, empujándome al mismo tiempo de una forma tan vil que me envía al suelo, despertando las ganas de llorar a mares al sentirme tan humillada.
Y él se arrepiente al momento, aunque se mantiene firme.
—Quiero que te largues.
—Chris... ¿cómo puedes hacerme esto? ¡Soy tu esposa!
—¡Eres una m*****a infiel!—grita alterado—. ¡Y te largarás de esta casa sin nada que me haya costado a mí!
Me pone de pie como a una muñeca de trapo y comienza a arrancarme las joyas una a una, maltratando mi piel en el proceso mientras me grita que debió de ser más duro conmigo porque así no le habría fallado.
Me arrebata incluso la pulsera de oro que me obsequió para mi cumpleaños, así como el móvil y las llaves del coche, empujándome hacia la puerta.
—¡Vete con tu amante a ver si ese pendejo te da al menos la cuarta parte de lo que te he dado todos estos años!—me grita, sacándome de mi casa con lágrimas en sus mejillas mientras estoy en shock—. Y si no te quedó claro antes, quiero el divorcio, Sophie.
SOPHIEChristopher me echó. Eso no puedo dejar de pensar.El anillo en mi dedo reluce mientras estoy sentada en la parada del autobús esperando algo, no sé qué realmente porque no tengo dónde ir.Mi madre no tiene idea de lo que pasó. Creo que nadie de la familia está informado de que fui echada de mi propia casa bajo la tonta suposición de que engañé a mi esposo, cuando la verdad es que nada de eso pasó.Miro mi vientre y contengo las lágrimas que amenazan con salir. No puedo ponerme a llorar ahora porque sé que en cuanto lo haga, no me detendré, y no es momento de quedarme echa un ovillo en la cama.Tengo que solucionar mi vida. Es claro que mi esposo, quien se supone que es el hombre que me ama, no va a darme la oportunidad de explicarme, ni siquiera me va a dirigir la palabra, así que no tengo otra alternativa más que buscar dónde demonios ir para pasar la noche e incluso la semana.No quiero regresar con mi madre como si fuera una fracasada, pero no tengo opción. Cuando me encuen
SOPHIE.No recuerdo bien cuánto tiempo es que dormí, solo recuerdo despertar con un dolor físico demasiado agotador, sin embargo me levanté igual esta mañana.Mi madre se esfumó, en casa no está y por consiguiente tuve que tomar un autobús para llegar al centro de la ciudad. Bueno, no tan al centro porque no quiero ver a Chris por error en una esquina ni mucho menos, y tampoco pretendo frecuentar los lugares a los que solíamos ir juntos. No soy una maniática ni acosadora. De ser por mí ni siquiera habría salido de casa, pero el futuro me está golpeando la puerta con ganas recordándome que en poco tiempo tendré un bebé en mis brazos y debo conseguir un empleo para los meses finales donde ya no pueda trabajar.Sé que mi madre se negará a que trabaje, pero no pretendo ni voy a dejar que ella nos mantenga. Me fui de casa a los dieciocho años, no pretendo regresar siendo una carga para ella cuando sé que ya ha hecho planes para irse de vacaciones en solo un mes más.Tengo que tener mi prop
Sophie.—Les pedí que no te llamaran, pero eres mi contacto de emergencias—digo, bajando la mirada porque no soporto verlo a los ojos después de todas las cosas que salieron de su boca—. Puedes irte, mi madre vendrá a recogerme.Espero ansiosa porque se cierre la puerta, porque se vaya a vivir su vida lejos de esta supuesta mentirosa, pero no lo hace. Eso me confunde.—¿Cómo estás?Da dos pasos en mi dirección, helando mi sangre. Sé que no va a golpearme jamás, no le tengo miedo, solo que mi cuerpo reacciona diferente al tenerlo cerca. Me vuelvo una idiota que es capaz de rogarle por su perdón incluso por algo que no hice en absoluto, por eso me mantengo firme en mi posición.—Estoy bien, no tienes que quedarte.—Hablé con tu doctor—me enseña las recetas en sus manos—. Me lo dijo todo, Sophie.Lo miro confundida, sacudiendo la cabeza.—¿De qué estás hablando?—Me dijo sobre el bebé—me quedo helada, fría, sintiendo que tengo agua helada corriendo por venas en lugar de sangre caliente—.
SOHPIENo puedo hacer absolutamente nada. Según las ordenes del doctor no tengo permitido más que ir de la cama al baño y viceversa, lo que ha sido demasiado agotador mentalmente.En situaciones como estas, lo mejor es tener contacto con los demás, salir, intentar tener nuevos amigos y quizás una nueva rutina. Es lo que intenté cuando salí a buscar un empleo, además de que lo necesito, sin embargo eso ya quedó descartado. Estoy confinada a mi cuarto, donde seguramente voy a morir de depresión.Me siento fatal. A medida en que pasan los días, voy sumando chequeos médicos, medicinas y mucho pesar en mi corazón porque no es la forma en que hubiera deseado jamás pasar un embarazo.Es de alto riesgo, podría perderlo en cualquier momento y seguramente es lo que la mayoría quiere que suceda, y eso me pone todavía peor.Se suponía que embarazada todos estarían pendientes de mí. Que mi esposo sería amable, dulce y demasiado cuidadoso conmigo, pero nada está más alejado de la verdad. Mi propio
CHRISTOPHERCarrie me insiste en salir a cenar hoy, pero acabo por apagar el móvil y dejarlo a un lado del sofá. Soltando un suspiro miro hacia arriba, luego hacia las escaleras, clavando la mirada en mi esposa tirada en el suelo por mi culpa, sintiendo un peso enorme en el centro de mi pecho.A medida en que pasan los días me siento como un completo idiota al no haber sido capaz de mantener la compostura con ella. Pude haber hecho todo de forma diferente, pero ya no hay marcha atrás.Sophie se llevó la peor parte porque fue la única culpable de mi desaire. Ni siquiera me importó con quién fue. Me tiene sin cuidado que haya sido Julian porque supe desde el momento en que se conocieron por primera vez que se enamoró de mi mujer y no me molestó porque quien tenía lo que quería, era yo. Jamás pensé que Sophie caería tan bajo como para entregarse a ese patético imbécil.Me siento terrible de solo pensar que mi propia esposa, la única que me debía fidelidad, fue capaz de tirar todo por la
SOPHIEEl vestido es perfecto. En tonos rosados como yo quería, con volados románticos y con tacones que hacen juego que terminan por poner todo en perspectiva combinando a la perfección con la decoración de mi hogar, donde al fin puedo soltar un suspiro después de estar planeando esta cena por más de un mes entero. Mi visión está completa.Veo a los camareros comenzar a preparar la gran mesa para nuestros invitados, lo que me pone la piel erizada de solo pensar que será la primera vez en que damos una celebración de esta magnitud en nuestro hogar.Siempre quise ser la clase de mujer que solo se preocupa por tener la casa arreglada y mantenerse pulcra, y al fin estoy logrando eso con Chris. Gracias a él en realidad, lo que se siente genial.Intentando no emocionarme demasiado doy una caminata por la sala de mi casa buscando hasta el mínimo detalle que rompa mi visión estética. Alguna que otra cosa mínima, pequeña, pero que influye demasiado en cómo quiero que esté todo porque no piens