Harper volvió a su apartamento después de un almuerzo tenso con su madre y se dejó caer en la cama, agotada. Las palabras que habían intercambiado seguían resonando en su mente, recordándole lo poco que su madre se preocupaba por entenderla o apoyarla. Harper sabía que nunca recibiría de ella el amor incondicional que anhelaba, y eso le dolía. Necesitaba desahogarse con alguien, así que marcó el número de Padme y le contó lo ocurrido.—Sabes una cosa, tienes razón en algo —admitió Harper mientras mordía una zanahoria en la cocina. La siesta le había abierto el apetito—. Estoy obsesionada con mi padre.—No eres la única, querida. Es un problema muy común.Harper soltó una carcajada.La castaña le propuso a Padme ir a tomar algo al bar, pero ella se negó.—Tengo una cita esta noche.—¿Con quién?—Con un tipo increíble —contestó Padme—. Hemos colaborado en algunos proyectos. Y espero que le guste el sexo anal porque estoy queriendo estrenar arnés nuevo. ¿Sabes que ahora vienen con funció
Brake sintió un alivio al escuchar la voz dulce de su esposa perdonándolo por teléfono. Aprovechó la oportunidad para ofrecerse a recoger a Hannah del colegio y así reconquistar su confianza. Colgó rápido y salió disparado de su departamento hacia el ascensor, tratando de recordar la dirección que le había dado ella. ¿Calle 12 ibrahimovic con Elizabeth Mallorca, en la sexta avenida? Ojalá fuera esa, porque no estaba seguro.El ascensor le trajo a la mente imágenes de los momentos pasionales que habían vivido ahí. Tuvo que hacer un esfuerzo para no empalmarse y justo cuando se estaba distrayendo con el himno nacional, su celular volvió a sonar.Sin mirar quién era, lo cogió mientras se montaba en su camioneta Hilux.—Brake Black.—Hermanito…—¡Mariposa!—Black se alegró de oír a su hermana—. ¿A qué debo el honor de tu llamada?—A ti mismo, bobo.—¿Cómo?—Brake tomó la carretera principal—. ¿De qué hablas?—La última vez que hablaste con Edu le dijiste que habías ido a Dinamarca, ¿Te acue
Black entró en el departamento con los niños y frunció el ceño al ver que no había nadie. ¿Dónde se habría metido Harper?—Bien, chicos, acomódense en el sofá—les dijo—. Voy a traerles unos trocitos de sandía que les van a encantar. No se muevan de aquí.Mientras cortaba la sandía en la cocina, Black oía a los niños murmurar entre ellos sin cesar. Una sonrisa se dibujó en su cara.¿Qué secretos se estarán contando?—Aquí tienen—puso el plato sobre la mesa y se acercó a Hannah—. Voy a buscar a tu mamá, ¿vale? Seguro que solo fue a buscar algo a su apartamento. La voy a traer para que nos arreglemos y salgamos a cenar.—¿Vamos a cenar fuera?—la niña lo miró con sorpresa, y Brake se extrañó. ¿Qué le causaba esa reacción?—Sí, ¿qué pasa? ¿No te gusta la idea?La niña negó con la cabeza.—Yo… yo nunca he ido a cenar a un restaurante.—Ah, ¿y solo vas a comer a restaurantes? ¿No cenas en restaurantes?La niña volvió a negar.—Nunca he ido a ningún restaurante.Brake se quedó atónito. ¿Cómo e
—No me vengas con tus planes de futuro, Mark. Ya no me interesan. Ni tú tampoco. —Harper sintió un nudo en la garganta y se alejó de él, buscando el teléfono con la mirada—. Te lo advierto, si no te vas ahora mismo, llamaré a seguridad y te echarán a patadas.—Vaya, qué escena más teatral. ¿No te cansas de hacer el papel de víctima? —Mark se burló, rodando los ojos—. Solo he venido a hacerte un favor, Harper. Podrías ser un poco más agradecida. Si me dejaras explicarte el motivo de mi visita...—No quiero oír nada de lo que tengas que decirme. —Le interrumpió ella, con voz firme.Él suspiró, como si estuviera harto de sus caprichos y sus reproches.—Mira, tengo algunas cosas tuyas que quiero devolverte. No quiero tener nada que me recuerde a ti.—¿Qué cosas? —preguntó ella, con curiosidad.—Un abrigo que te dejaste en mi coche, un bolso que olvidaste en mi apartamento... y esos pendientes tan feos que te regaló Wendy. ¡Así que él tenía sus pendientes! Los había buscado por todas part
Brake surgió detrás de ella de repente soltando un gruñido cuando vio la herida sangrante en su mano.—No es para tanto—Harper trató de restarle importancia, pero él le agarró la mano y la sostuvo bajo el agua.Cuando el pequeño corte quedó bien limpio, el CEO tomó un pedazo de papel de cocina y envolvió su dedo con él.—Hay que presionarla un poco—dijo, quieto frente a ella con el pedazo de papel de cocina apretado contra su palma.La inesperada aparición de Mark la había dejado tan nerviosa que no sabía qué decir o hacer para romper ese silencio incómodo.Harper se reconoció a sí misma, de mala gana, que no podía deshacerse de su pasado como si fuera un vestido viejo. Nunca lograría liberarse de él. Podía cambiar de casa, pero Mark siempre sabría cómo encontrarla y entonces volvería a irrumpir en su vida como una maldita plaga resistente a un apocalipsis nuclear, para recordarle una serie de cosas que ella quería borrar.—Mírame—exigió Brake.La castaña no tenía ganas de hacerlo. Sa
—No, no... —dijo Harper sacudiendo la cabeza y mordiéndose el labio—. Ojalá no la haya arruinado. Tal vez si la dejo en remojo un rato, aún... —Se separó un poco de él y empezó a desabotonarle la camisa, frunciendo el ceño cada vez que veía la mancha de sangre—. ¿Es de seda natural o tiene algo de sintético? Lo pregunto porque entonces quizá no deba mojarla.—Olvida la camisa y déjame ver la mano.—¿Es de las que se llevan a la tintorería? ¿Qué dice la etiqueta?—Ni idea. Nunca me fijé en ella.—Típico de hombre —murmuró Harper mientras seguía desabotonando la camisa. Uno tras otro, sin parar. Sus dedos se movían con más lentitud, pero parecían tener voluntad propia. Lo estaba desnudando.Brake se quedó inmóvil y la observó, sintiendo cómo su diversión inicial se desvanecía con cada botón que ella soltaba. El pecho del CEO se tensó bajo la camiseta negra que llevaba debajo y su respiración se hizo más agitada, como si quisiera sincronizarse con los torpes movimientos de Harper.Ella l
La cena iba de maravillas, los niños se comportaban excelente y la conversación fluía de manera espléndida. ¿Qué más podría pedir, Harper? Sin embargo, desde que salieron del departamento de Black, lo que esos hombres del gobierno de Paraguay habían dicho, le estaba carcomiendo el cerebro.¿Seguridad nacional? ¿Prohibido salir del país? ¿Era de verdad? —¿Harper?¿Ella se había metido en algo mucho más importante de lo que creía?—¿Harper? ¿Me escuchas?¿Y si lo perdía todo? ¿Y si…?—¡Harper!Ella dio un brinco y volvió a estar en el restaurante.—¿Estás bien, cariño?Harper movió la cabeza.—Disculpa, ¿Qué me estabas diciendo?Brake suspiró a la par que Hannah acariciaba la mano de su mamá.—Mami, tienes el rostro blanco.—¿Lo tengo?Edu asintió, para darle más crédito a lo que dijo su amiga.—Sí, el ángel brillante no tiene tanto brillo ahora.—Cariño, si no te sientes bien podemos irnos a casa y…Harper suspiró. Era una noche fabulosa y ella lo estaba arruinando teniendo su mente e
—¿Dónde lo dejamos hace rato?Black después de volverla loca a besos, puso las manos de Harper sobre su camisa, intentando recrear lo que empezaron horas atrás y no pudieron terminar.Definitivamente ella no le iba a poner pegas a eso.Mientras iba desabotonando la camisa, no pudo evitar admirar la belleza de su esposo mientras él estaba dejando que ella hiciese lo que quisiera.Qué atractivo era aquel hombre. Irradiaba una masculinidad innegable, pero al mismo tiempo se esforzaba por no intimidarla. Era una combinación irresistible. Sintió un escalofrío en las manos cuando las acercó a los botones de su camisa.Brake se quedó inmóvil como una escultura mientras Harper le desabrochaba la camisa, dejándola caer por sus hombros. Cuando las mangas le rozaron las muñecas, se movió —con una lentitud de ensueño— y se liberó de ellas.Dejó caer la prenda al suelo y extendió las manos hacia ella, con una mirada de deseo que le hizo temblar el corazón.Harper se sintió desfallecer cuando el ho