—No me vengas con tus planes de futuro, Mark. Ya no me interesan. Ni tú tampoco. —Harper sintió un nudo en la garganta y se alejó de él, buscando el teléfono con la mirada—. Te lo advierto, si no te vas ahora mismo, llamaré a seguridad y te echarán a patadas.—Vaya, qué escena más teatral. ¿No te cansas de hacer el papel de víctima? —Mark se burló, rodando los ojos—. Solo he venido a hacerte un favor, Harper. Podrías ser un poco más agradecida. Si me dejaras explicarte el motivo de mi visita...—No quiero oír nada de lo que tengas que decirme. —Le interrumpió ella, con voz firme.Él suspiró, como si estuviera harto de sus caprichos y sus reproches.—Mira, tengo algunas cosas tuyas que quiero devolverte. No quiero tener nada que me recuerde a ti.—¿Qué cosas? —preguntó ella, con curiosidad.—Un abrigo que te dejaste en mi coche, un bolso que olvidaste en mi apartamento... y esos pendientes tan feos que te regaló Wendy. ¡Así que él tenía sus pendientes! Los había buscado por todas part
Brake surgió detrás de ella de repente soltando un gruñido cuando vio la herida sangrante en su mano.—No es para tanto—Harper trató de restarle importancia, pero él le agarró la mano y la sostuvo bajo el agua.Cuando el pequeño corte quedó bien limpio, el CEO tomó un pedazo de papel de cocina y envolvió su dedo con él.—Hay que presionarla un poco—dijo, quieto frente a ella con el pedazo de papel de cocina apretado contra su palma.La inesperada aparición de Mark la había dejado tan nerviosa que no sabía qué decir o hacer para romper ese silencio incómodo.Harper se reconoció a sí misma, de mala gana, que no podía deshacerse de su pasado como si fuera un vestido viejo. Nunca lograría liberarse de él. Podía cambiar de casa, pero Mark siempre sabría cómo encontrarla y entonces volvería a irrumpir en su vida como una maldita plaga resistente a un apocalipsis nuclear, para recordarle una serie de cosas que ella quería borrar.—Mírame—exigió Brake.La castaña no tenía ganas de hacerlo. Sa
—No, no... —dijo Harper sacudiendo la cabeza y mordiéndose el labio—. Ojalá no la haya arruinado. Tal vez si la dejo en remojo un rato, aún... —Se separó un poco de él y empezó a desabotonarle la camisa, frunciendo el ceño cada vez que veía la mancha de sangre—. ¿Es de seda natural o tiene algo de sintético? Lo pregunto porque entonces quizá no deba mojarla.—Olvida la camisa y déjame ver la mano.—¿Es de las que se llevan a la tintorería? ¿Qué dice la etiqueta?—Ni idea. Nunca me fijé en ella.—Típico de hombre —murmuró Harper mientras seguía desabotonando la camisa. Uno tras otro, sin parar. Sus dedos se movían con más lentitud, pero parecían tener voluntad propia. Lo estaba desnudando.Brake se quedó inmóvil y la observó, sintiendo cómo su diversión inicial se desvanecía con cada botón que ella soltaba. El pecho del CEO se tensó bajo la camiseta negra que llevaba debajo y su respiración se hizo más agitada, como si quisiera sincronizarse con los torpes movimientos de Harper.Ella l
La cena iba de maravillas, los niños se comportaban excelente y la conversación fluía de manera espléndida. ¿Qué más podría pedir, Harper? Sin embargo, desde que salieron del departamento de Black, lo que esos hombres del gobierno de Paraguay habían dicho, le estaba carcomiendo el cerebro.¿Seguridad nacional? ¿Prohibido salir del país? ¿Era de verdad? —¿Harper?¿Ella se había metido en algo mucho más importante de lo que creía?—¿Harper? ¿Me escuchas?¿Y si lo perdía todo? ¿Y si…?—¡Harper!Ella dio un brinco y volvió a estar en el restaurante.—¿Estás bien, cariño?Harper movió la cabeza.—Disculpa, ¿Qué me estabas diciendo?Brake suspiró a la par que Hannah acariciaba la mano de su mamá.—Mami, tienes el rostro blanco.—¿Lo tengo?Edu asintió, para darle más crédito a lo que dijo su amiga.—Sí, el ángel brillante no tiene tanto brillo ahora.—Cariño, si no te sientes bien podemos irnos a casa y…Harper suspiró. Era una noche fabulosa y ella lo estaba arruinando teniendo su mente e
—¿Dónde lo dejamos hace rato?Black después de volverla loca a besos, puso las manos de Harper sobre su camisa, intentando recrear lo que empezaron horas atrás y no pudieron terminar.Definitivamente ella no le iba a poner pegas a eso.Mientras iba desabotonando la camisa, no pudo evitar admirar la belleza de su esposo mientras él estaba dejando que ella hiciese lo que quisiera.Qué atractivo era aquel hombre. Irradiaba una masculinidad innegable, pero al mismo tiempo se esforzaba por no intimidarla. Era una combinación irresistible. Sintió un escalofrío en las manos cuando las acercó a los botones de su camisa.Brake se quedó inmóvil como una escultura mientras Harper le desabrochaba la camisa, dejándola caer por sus hombros. Cuando las mangas le rozaron las muñecas, se movió —con una lentitud de ensueño— y se liberó de ellas.Dejó caer la prenda al suelo y extendió las manos hacia ella, con una mirada de deseo que le hizo temblar el corazón.Harper se sintió desfallecer cuando el ho
Harper sentía un nudo en la garganta. No quería enfrentarse a la verdad que se cernía sobre ella y su matrimonio. Lo único que deseaba era que Brake se marchara y la dejara sola con su dolor. Necesitaba llorar sin contenerse y luego sumirse en un sueño profundo, del que ojalá nunca despertara. Pero sabía que su esposo no se iría sin escuchar una explicación de sus labios. Y ella se la debía, por mucho que le costara.Así que le indicó con un gesto una silla al otro lado de la mesita, a cierta distancia de ella. Así estaría mejor.—Por favor... me resultará más fácil hablar si te sientas ahí.Brake negó con la cabeza, apretando los párpados. La única muestra de emoción en su semblante era una leve arruga en el entrecejo.—No puedo —murmuró con voz ronca—. Creo que ya sé lo que vas a decirme. Y quiero estar cerca de ti cuando lo hagas.La castaña podía mirarlo a los ojos. Se abrazó a sí misma, sintiendo el frío de la camisa sobre su piel. Las palabras se le atropellaban en la boca, como
Era humillante, confesar su lamentable vida sexual. Pero ya no le quedaba nada que perder. Así que ¿Qué más daba?—Cuando todo comenzó era color de rosa y más tonos pasteles. Pero cuanto más tiempo pasábamos los tres juntos, peor se ponían las cosas entre nosotros, hasta que... Bueno, llegó un punto en que cuando lo hacíamos yo sólo miraba el reloj para que se acabara. Porque sabía que a Mark le importaba un bledo si yo lo pasaba bien o no. Y a veces me hacía daño cuando yo estaba... Bueno, ya sabes, con problemas de lubricación natural—Si hubiera una forma de morir de vergüenza, en ese momento tendría que estar en el tanatorio, esperando a que le abrieran con un bisturí en la maldita autopsia.Brake se deslizó junto a ella y rodeó su cintura con un brazo. Harper sintió un escalofrío al notar el calor y la fuerza de ese cuerpo que podía dominarla con facilidad, pero a la vez le transmitía una sensación de protección y confianza. No podía apartar los ojos de él, de su camiseta negra qu
Su cama del departamento era amplia y cómoda, con un colchón de espuma viscoelástica que se adaptaba a su cuerpo. Se cubrió con sábanas de algodón egipcio, rojas como la sangre sin oxigenar, y se hundió en almohadas mullidas, suaves como plumas. En su dormitorio, de estilo minimalista y moderno, Brake resaltaba por su presencia y su masculinidad.Era algo tan simple, dos personas que se iban a dormir juntas. Pero para ella era algo lleno de sentido, de emoción, de todo.El aire acondicionado soplaba una corriente fría, haciendo que los encajes de las almohadas se agitaran como pétalos de flores bajo el ventilador de techo. Una lámpara de los años noventa proyectaba su luz suave y sutil sobre la cama.Harper se sentó en la cama y se descalzó las sandalias de tacón alto, mostrando sus pies delicados. Se arrepintió de no haber tomado algo antes. Un poco de vino le habría soltado la tensión. Quizás aún podía hacerlo. Quizás podría sugerirle…Brake se unió a ella, cogió su pie con delicade