—No, no... —dijo Harper sacudiendo la cabeza y mordiéndose el labio—. Ojalá no la haya arruinado. Tal vez si la dejo en remojo un rato, aún... —Se separó un poco de él y empezó a desabotonarle la camisa, frunciendo el ceño cada vez que veía la mancha de sangre—. ¿Es de seda natural o tiene algo de sintético? Lo pregunto porque entonces quizá no deba mojarla.—Olvida la camisa y déjame ver la mano.—¿Es de las que se llevan a la tintorería? ¿Qué dice la etiqueta?—Ni idea. Nunca me fijé en ella.—Típico de hombre —murmuró Harper mientras seguía desabotonando la camisa. Uno tras otro, sin parar. Sus dedos se movían con más lentitud, pero parecían tener voluntad propia. Lo estaba desnudando.Brake se quedó inmóvil y la observó, sintiendo cómo su diversión inicial se desvanecía con cada botón que ella soltaba. El pecho del CEO se tensó bajo la camiseta negra que llevaba debajo y su respiración se hizo más agitada, como si quisiera sincronizarse con los torpes movimientos de Harper.Ella l
La cena iba de maravillas, los niños se comportaban excelente y la conversación fluía de manera espléndida. ¿Qué más podría pedir, Harper? Sin embargo, desde que salieron del departamento de Black, lo que esos hombres del gobierno de Paraguay habían dicho, le estaba carcomiendo el cerebro.¿Seguridad nacional? ¿Prohibido salir del país? ¿Era de verdad? —¿Harper?¿Ella se había metido en algo mucho más importante de lo que creía?—¿Harper? ¿Me escuchas?¿Y si lo perdía todo? ¿Y si…?—¡Harper!Ella dio un brinco y volvió a estar en el restaurante.—¿Estás bien, cariño?Harper movió la cabeza.—Disculpa, ¿Qué me estabas diciendo?Brake suspiró a la par que Hannah acariciaba la mano de su mamá.—Mami, tienes el rostro blanco.—¿Lo tengo?Edu asintió, para darle más crédito a lo que dijo su amiga.—Sí, el ángel brillante no tiene tanto brillo ahora.—Cariño, si no te sientes bien podemos irnos a casa y…Harper suspiró. Era una noche fabulosa y ella lo estaba arruinando teniendo su mente e
—¿Dónde lo dejamos hace rato?Black después de volverla loca a besos, puso las manos de Harper sobre su camisa, intentando recrear lo que empezaron horas atrás y no pudieron terminar.Definitivamente ella no le iba a poner pegas a eso.Mientras iba desabotonando la camisa, no pudo evitar admirar la belleza de su esposo mientras él estaba dejando que ella hiciese lo que quisiera.Qué atractivo era aquel hombre. Irradiaba una masculinidad innegable, pero al mismo tiempo se esforzaba por no intimidarla. Era una combinación irresistible. Sintió un escalofrío en las manos cuando las acercó a los botones de su camisa.Brake se quedó inmóvil como una escultura mientras Harper le desabrochaba la camisa, dejándola caer por sus hombros. Cuando las mangas le rozaron las muñecas, se movió —con una lentitud de ensueño— y se liberó de ellas.Dejó caer la prenda al suelo y extendió las manos hacia ella, con una mirada de deseo que le hizo temblar el corazón.Harper se sintió desfallecer cuando el ho
Harper sentía un nudo en la garganta. No quería enfrentarse a la verdad que se cernía sobre ella y su matrimonio. Lo único que deseaba era que Brake se marchara y la dejara sola con su dolor. Necesitaba llorar sin contenerse y luego sumirse en un sueño profundo, del que ojalá nunca despertara. Pero sabía que su esposo no se iría sin escuchar una explicación de sus labios. Y ella se la debía, por mucho que le costara.Así que le indicó con un gesto una silla al otro lado de la mesita, a cierta distancia de ella. Así estaría mejor.—Por favor... me resultará más fácil hablar si te sientas ahí.Brake negó con la cabeza, apretando los párpados. La única muestra de emoción en su semblante era una leve arruga en el entrecejo.—No puedo —murmuró con voz ronca—. Creo que ya sé lo que vas a decirme. Y quiero estar cerca de ti cuando lo hagas.La castaña podía mirarlo a los ojos. Se abrazó a sí misma, sintiendo el frío de la camisa sobre su piel. Las palabras se le atropellaban en la boca, como
Era humillante, confesar su lamentable vida sexual. Pero ya no le quedaba nada que perder. Así que ¿Qué más daba?—Cuando todo comenzó era color de rosa y más tonos pasteles. Pero cuanto más tiempo pasábamos los tres juntos, peor se ponían las cosas entre nosotros, hasta que... Bueno, llegó un punto en que cuando lo hacíamos yo sólo miraba el reloj para que se acabara. Porque sabía que a Mark le importaba un bledo si yo lo pasaba bien o no. Y a veces me hacía daño cuando yo estaba... Bueno, ya sabes, con problemas de lubricación natural—Si hubiera una forma de morir de vergüenza, en ese momento tendría que estar en el tanatorio, esperando a que le abrieran con un bisturí en la maldita autopsia.Brake se deslizó junto a ella y rodeó su cintura con un brazo. Harper sintió un escalofrío al notar el calor y la fuerza de ese cuerpo que podía dominarla con facilidad, pero a la vez le transmitía una sensación de protección y confianza. No podía apartar los ojos de él, de su camiseta negra qu
Su cama del departamento era amplia y cómoda, con un colchón de espuma viscoelástica que se adaptaba a su cuerpo. Se cubrió con sábanas de algodón egipcio, rojas como la sangre sin oxigenar, y se hundió en almohadas mullidas, suaves como plumas. En su dormitorio, de estilo minimalista y moderno, Brake resaltaba por su presencia y su masculinidad.Era algo tan simple, dos personas que se iban a dormir juntas. Pero para ella era algo lleno de sentido, de emoción, de todo.El aire acondicionado soplaba una corriente fría, haciendo que los encajes de las almohadas se agitaran como pétalos de flores bajo el ventilador de techo. Una lámpara de los años noventa proyectaba su luz suave y sutil sobre la cama.Harper se sentó en la cama y se descalzó las sandalias de tacón alto, mostrando sus pies delicados. Se arrepintió de no haber tomado algo antes. Un poco de vino le habría soltado la tensión. Quizás aún podía hacerlo. Quizás podría sugerirle…Brake se unió a ella, cogió su pie con delicade
—Lo lamento, amor, pero eso es imposible —Brake respiró con voz entrecortada—. Este modelo solo viene en tamaño grande—Con un giro suave, Harper sintió cómo su boca recorría toda su espalda, besándola y dejando suaves mordisqueos a lo largo de la columna vertebral. Sin embargo, su cuerpo se tensó repentinamente al recordar que Mark solía tomarla por atrás. A cuatro patas o de atrás, esa siempre fue su posición predilecta.Sentía que el corazón se le paraba al ver su mirada penetrante. Él la atrajo hacia sí con suavidad y la hizo girar para quedar frente a frente.—¿Tienes miedo? —susurró, acariciando su brazo con ternura.Ella asintió, incapaz de ocultar su desazón y su derrota.—Esa posición, con tu cuerpo pegado al mío, me trae malos recuerdos de… —Harper se interrumpió, deseando borrar de su mente la imagen de Mark, el hombre que le había hecho tanto daño. Parecía que sus heridas no habían cicatrizado, que seguían sangrando en cada fibra de su ser. Mark la había marcado para siempr
Con una destreza maestra, sus dedos se deslizaron adentrándose en lo más profundo, mientras su lengua tejía un torbellino de movimientos para capturar los últimos estremecimientos del éxtasis. Cuando retiró aquel contacto delicioso, Harper dejó escapar un gemido lastimero y con manos ansiosas lo atrajo hacia ella, instándolo a colocarse encima.Con delicadeza, él la acurrucó de lado y la rodeó con sus brazos, besando las marcas de las lágrimas que humedecían sus mejillas. Harper se dejó envolver por el abrazo, sintiendo el calor de su esposo y el latido de su corazón. No tenía ganas de moverse, y él tampoco, pues permaneció quieto unos instantes, entrelazando sus pies descalzos con los de ella y acariciando suavemente su trasero. Harper percibió el deseo latente en la quietud de Brake, como esa tensión que precede al estallido de furia de un toro en el rodeo. Entonces, ella deslizó la mano hacia la cintura de sus pantalones, que aún estaban desabrochados.—No te detengas ahora—Harper