Capítulo 39

Zoé suspiró al ver a su padre con los ojos abiertos. Habló poco, se movió lo menos posible debido al dolor en sus articulaciones, pero le dió una mirada llena del amor que tenía por su hija.

Qué ciego había sido al creer que su hijo lo ayudaría, que tonto se vió pensando que Gerard defendería a su hija cuando él no estuviera. Siempre lo creyó de esa forma, pero su venda se cayó cuando lo vio incluso con una sonrisa de regocijo en su rostro, cuando Zoé estaba siendo atacada.

Ella lo defendió incluso más que él mismo. Más fortaleza que esa no había ni siquiera en Santiago y no disimuló su satisfacción de que su hija sabía defenderse.

Pero no era intocable como desearía y eso hizo que se fijara en el hombre que la acompañó hasta la puerta, sin verse con intenciones de irrumpir en ese espacio.

Vio a su esposa, Silvana le dio miradas a Rafael que su esposo conocía a la perfección. No estaba de acuerdo con la relación que su hija tenía con él y la comprendió. No era para nada fácil pensar
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