__ ¡Eres un maldito! - dijo Gerard apenas con el dolor en cada articulación mientras Rafael se limpió las manos con la sangre que bañaron sus dedos. - Le diré todo esto a la policía.__ Me gusta el optimismo, pero el tuyo por creer que saldrás con vida de aquí me asombra. - exclamó con frialdad. - No sueñes, gusano. Para mí vales menos que las ratas de aquí. Gerard trató de levantarse, pero los golpes habían sido demasiados. Lo atacó con puños contundentes directo a su cabeza, destruyó prácticamente la habitación entera con él al lanzarlo sobre cualquier mueble que hubiera cerca. De seguro tendría fracturas graves, pero a Rafael menos no pudo interesarle. Le dijo a Zoé que lo intentaría, no que lograría quitarse la determinación de asesinar a su cuñado.__ Alejando te va a matar. - escupió sangre. - Al igual que todo lo que tú quieres.__ Eres un imbécil, Gerard. - se acercó con la cuchilla que incrustó en su muñeca liberando los gritos de terror y dolor en el tipo a quien le metió
Zoé no pudo hablar, tenía la lengua adormecida y los latidos de su corazón fueron muchos para evitar no verse demasiado nerviosa.Escuchó un click de la puerta al ser cerrada con seguro y cuando se volteó, Rafael pasó a su lado para revisar lo que había en la esquina de su oficina. Al ver que de seguro su muerte fue instantea, se alejó del cuerpo para ver Zoé.__ Yo no quería... Rafael, yo solo quise que no me...__ Tranquila, nena. No pasa nada. - la llevó a su pecho sin importar el desastre. - ¿Estas bien?__ Rafael, yo la maté. Si todos se enteran...__ Nadie se va a enterar. - aseguró. - No me cuesta nada desaparecerla. No pasa nada, solo mírame. - la hizo elevar el rostro. - Lo hiciste por defenderte. Que tú cabeza no juegue contigo, si tú no te defendías, te iba a dañar a tí. __ Pero yo...__ Limpiaré todo, cariño. - la besó sutilmente. - Me encargaré de todo ¿está bien? __ No me dirás qué fui muy...__ Hey, hey. Nena, no escuches tus pensamientos ahora. Escúchame a mí. - la n
Cuando Zoé despertó en la mañana no encontró a Rafael, puesto que le había dicho que estaría ahí.Salió de la cama y se adentró a la ducha. Era una lucha muy grande para ella el no ver lo que su mente, ya de por sí, tenía grabada. Con ropa limpia bajó hacia el primer nivel y en este no encontró más que silencio. Pareció una casa desierta, como si en ella nadie haya habitado. Pero cuando escuchó un ruido en la cocina avanzó a ese lugar, hallando a un Rafael ocupado con lo que tenía en un sartén. Arrugó el ceño y sonrió.__ Creí que te habías ido. - mencionó logrando de Rafael se diera la vuelta. Con la camisa arremangada hasta los antebrazos, sirvió el desayuno con suma calma. - ¿Cocinas?__ No hay cosa que no pueda hacer, Nena. - se jactó sin dar más explicaciones. - Siéntate y disfruta de tener un esposo con habilidades únicas.__ Solo es comida. - tomó el plato. __ Una comida preparada por Rafael Santamarina. Debería ser posteado por todos lados. - llevó ambos platos al comedor, d
Rafael despertó y aún la noticia del bebé era algo sumamente increíble. Tantos diagnósticos en donde se le dijo que intentar tener un hijo era algo inútil, pues no podría hacerlo debido a todo lo que tuvo que pasar, sin embargo ahí estaba ese bebé imponiéndose como solo alguien con los genes de su esposa podría hacerlo. Ella llegó como un huracán a su vida y no se le vio intención de alejarse, algo que de nuevo agradeció porque al parecer era el objetivo de ellos dos. Poner a prueba esos "jamás" que le dijeron y él repitió hasta que ellos llegaron.Sonrió al ver a Zoé totalmente dormida. Ahora podía entender porqué las náuseas matinales eran lo único que podía ver al despertar, por ello se aseguró de pedir algo que al menos las aminorara. En el desayuno la vio aún más hermosa de lo que antes se fijó. Como si sus rasgos se hubieran potencializado a su máximo esplendor. Bella de cada parte de su cuerpo. Zoé sonrió cuando lo descubrió observándola. Pero su felicidad también consistió
Rafael llegó esa tarde, pero se encontró con que Zoé no se encontraba en la casa, ella le avisó que estaría con sus padres, a quienes les daría la noticia.Por lo cual su esposo acordó que podría llevarlos a un restaurante para estar con ella. __ No creo que se pueda. Mi papá tiene molestias y ya sabes lo que eso significa. - le dijo Zoé mirando a su padre estar muy cansado, le dolía verlo así, pero sabía que lo único que podía hacer era acompañarlo. __ Está bien. Tengo una reunión, me avisas si ocurre algo contigo y el bebé o con Santiago. - le dijo mirando su reloj. __ No creí escuchar un "el bebé" - sonrió ella con la sensación tan emotiva de oírlo. - Me gusta. Me gusta esto, Rafael.__ Nuestro hijo, Zoé. Grábalo bien en tu cabeza porque si antes no te dejaría ir, hoy menos. - suspiró frente al auto. __ Eso sonó a amenaza. - jugó ella.__ Eres mi mujer ¿no? - Zoé asintió. - ¿Te gusta serlo? __ Me gusta. - exclamó.__ ¿Te asusta? - consultó.__ Ahora no. __ ¿Seguirás queriendo
Los recuerdos de como una persecución en auto se dió años atrás regreso a la mente de Alejandro, mientras escuchaba los alegatos de una Amanda totalmente decidida a quitarle "estorbos" que Rafael no necesitaba en su vida. Justo lo mismo estaba sucediendo en ese momento donde los autos pasaban a su lado a una rapidez que no era más que a causa de la velocidad que ellos llevaban. __ ¡No la dejes escapar! - determinó su tía en el vehículo, mientras este amarró su cinturón unos centímetros antes de la herida para evitar desagrarse como se notaba lo haría si no se detenía a revisarse al menos. El dolor era atroz, no podía ni siquiera pensar en como sacaría la bala, porque no había salido y Amanda en lugar de preocuparse por lo que pasaba con él, pareció demasiado enfocada en que Zoé se les escapara.Por su lado Zoé solo sostuvo el cinturón que la rodeó en todo el viaje, en tanto Héctor pisó el acelerador hasta el fondo tratando de quitárselos de encima en la autopista a la que entraron.
El auto se detuvo frente al lugar citado, los hombres que se encargaban de la seguridad de su jefe bajaron primero, antes que la figura del hombre que con una llamada de su esposa en el teléfono pusiera los pies en el suelo. Colgó la llamada y miró al sitio, un casino donde esté mantenía asegurado que sus pertenencias estaban resguardadas. Más que todo porque confió en el hombre que tenía a cargo de estas. __ Me sorprendió que necesites algo de mí, Rafael. - exclamó. - Si mal no recuerdo dijiste que no volverías a este... negocio. __ Porque no lo iba a hacer. - planteó su socio de negocios. - Al menos era lo planeado antes que alguien que no lo comprendió llegara. El rencor fue algo imposible de disimular, tampoco era que Rafael tuviera esmero en ocultarlo. Lo único que deseó fue quitar contrincantes de su vista, antes que lograran hacer mucho más daño. __ Tecnología para rastrear por medio de dispositivos móviles y cámaras públicas. - mostró el mafioso, algo que también había co
Alejandro vió a través de la ventana, manteniendo la cortina en su mano. Asomar la cara afuera del edificio fue algo que no se atrevió a hacer, todo le pareció lleno de peligro, el único lugar seguro fue ese apartamento, uno en donde no podían deducir que él se encontraba. Por lo cual la oscuridad y la soledad que el lugar le brindó era suficiente para sentarse a comer sin pensar en que en cualquier momento llegarían por él. Cada ruido que el ambiente creó, a él lo tensó, porque en definitiva estaba huyendo y seguir como si no existiera un peligro era muy iluso de su parte. Ignorante se vería si no tuviera en su mente las palabras de su primo cuando entrenaron juntos, un idiota no era para no darse cuenta que esas palabras de que una vendetta terminaría cuando la presa cayera, eran reales y no solo un juego para quien las dijo.Se justificó con que nadie podía quitarle lo que era suyo y a Samantha la veía como tal, hasta que Rafael se presentó ante ella y todo el enfoque cambió a é