Narra AinoaEl rostro que veía solo en mis pesadillas aparece en el momento más feliz de mi vida, creí que estaba viviendo el arcoíris que tanto esperaba ver después de la tormenta, pero parece que aún no termina.—¿Qué haces aquí?—Hola, mi amor.Miro con miedo a Romeo quien se ve tan terrible e irreconocible, respiraba con el pecho agitado y cuando estuve a punto de gritar, él se lanza sobre mí, tapa mi boca y pega su cuerpo al mío. Las rosas que encontré en el cuarto las dejo caer al suelo.—Sé que estás muy feliz de verme, pero nadie puede saber que estoy aquí. Afuera está ese maldito y si sabe que estoy aquí, querrá llevarte con él.Con mis manos intento quitarle su mano de mi boca, pero creo que tiene algo en ella porque mi cuerpo se hace más débil. Romero quita su mano y por más que quise gritar, no pude, mi cuerpo no reaccionaba a lo que yo le pedía.—Calma, ya estás segura.El hombre acerca su boca a la mía y deja un beso, hasta ese momento empezaba a perder el control de mí
Narra RobertSeguí a Romeo por toda la tienda, actuaba normal, aunque intentaba tapar su rostro. Compró medicinas y las pagó con muchas monedas.Romeo sale de la tienda y el chico que atiende parece nervioso, el jovencito estaba blanco como una hoja de papel. Me doy la vuelta y sigo a Romeo, quien camina con paso ligero al notar que a la salida hay una patrulla; camino por la parte más oscura para que no pueda verme, agilizo mis pasos para no perderlo de vita. Llegamos a un punto en que ya no se veía la farmacia, ni la estación de gasolina, era solo la calle, la oscuridad y los grandes arbustos. Por fin el hombre se detiene y baja por un sendero, corro entre la maleza para no perderlo de vista. Romeo entra a una casa abandonada y cierra la puerta.—Te tengo.Me acerco con cuidado de no hacer ruido, soy cauteloso hasta que unos gritos me alertan.—¡No, déjame!—¡Toma la medicina!Se escucha un ruido como si algo se callera al piso y luego un grito más fuerte.—¡ves! Tu haces que haga e
Narra Ainoa Al despertar recordé lo que había pasado, miro a todos lados y temo de ver la misma habitación donde estaba.—Calma, espera, aquí estoy.Robert corre hasta mí y me rodea con sus brazos, me desoriento un poco y él hace que lo mire a sus ojos.—Ya pasó mi amor, ya no debes tener miedo. Todo acabó.—¿Dónde está?—Ya acabó, él no vendrá más. Estás a salvo.—Quieres decir que él está… está muerto.Robert asiente con su cabeza.Lo abrazo y me pego a su cuerpo, no sé que hubiese pasado si él no llega a tiempo.—Vamos a estar bien.Robert me puso la mano en mi vientre y luego me da un beso.—¿Vamos?—El médico nos dijo que esperamos un bebé, ¿lo puedes creer?—¿Un bebé?Miro mi barriga y me cuesta creer que tengo un bebé dentro.—No sé cuidar un bebé —digo aun sorprendida.—Pero nosotras sí, así que no tienes de que preocuparte —menciona mi madre entrando con la madre de Robert.Mis ojos se nublan porque estoy feliz, no creí que pudiera salir de toda esta pesadilla y ahora estar
—Deje la tonteria y acerquese, no se comporte como una niña timida de catorce años —me dice en un susurro el hombre que ahora debo llamar esposo.Robert me sostiene de la cintura porque su madre ha llegado repentinamente a la casa.—No me siento comoda —respondo en voz baja soltando su agarre.De pensar que finge ser un lindo y adorable sujeto cuando siempre me trata como una basura, me molesta. Aunque pensando bien, me sigue tratando como lo que realmente soy, su sirvienta.Camino hasta la cocina y disimulo un poco, vine por un vaso de agua el cual tomo por pequeños sorbos. No saldré hasta que la mujer se marche.—Tenemos que ir juntos a un evento esta noche. Quedaría muy mal si voy por mi cuenta, no es un buen momento si llego a recibir críticas porque “oculto” a mi esposa.No me anima en absoluto que las personas sepan que soy la esposa del hombre más cotizado del pais, todo lo contrario, me siento bien aquí encerrada, no tengo que andar fingiendo nada.—Está bien señor.—Este eve
Narra Ainoa.Siete años atrás.Acabo de terminar la lectura más hermosa, es una historia de amor que describe al hombre perfecto, siempre he soñado con el príncipe azul, todas en algún momento deseamos encontrar un sapo y besarlo con la esperanza de que pueda convertirse en el hombre de nuestros sueños, ¡ay! Creo que estoy llenando mi cabeza de muchas fantasías, quizás deba suspender esas historias románticas por un tiempo.—Ainoa ¿Qué hace allí? Pareces tonta mirando hacia la nada —menciona Alison, una compañera de colegio.—Oh, estaba algo distraída ¿Qué decías?Cierro mi libro y de inmediato vuelvo a poner los pies en la tierra.—El profesor de arte te anda buscando, quiere saber si tus padres firmaron el permiso para la salida de hoy.—Sí, ya se lo voy a llevar.Guardo mi libro en la mochila y me dirijo hasta el lugar donde hemos quedado para reunirnos, la entrada del colegio.El día de hoy el profesor de arte nos llevará a un museo, estos días en clase nos hablaba acerca de la h
Narra RomeoSer un hombre libre no es fácil, eso parece ante los ojos de los demás, pero día a día vives con los murmullos de todos en tu espalda. Soy de los que dice, no me importa lo que piensen otros, pues nadie me da para comer; pero muy en el fondo se siembra en mi mente la preocupación de cómo me miran los demás.Desde que tenía catorce años sabía lo que quería para mi vida, quería vivir del arte, quería vivir en todos lados, quería conocer, viajar, disfrutar. Lo único que necesitaba era un lápiz, una hoja y colores para iniciar mi recorrido. Mis padres no me ataron, sabían desde hace mucho el tipo de persona que habían formado, así que desde que quise salir de mi casa perdí contacto con ellos; conocí personas que influyeron de manera positiva en mi vida y también negativa. En la calle aprendí más de lo que pude aprender en una escuela, pues me junté con todo tipo de gente, vi muchas cosas y también escuché más de lo que debía.En la actualidad tengo veinticinco años, sigo vivie
Narra Ainoa. Cada vez más me sumerjo en una fantasía, que hombre tan dulce, nunca antes había sentido tanta atracción por un chico. La última vez que me gustó alguien aun me comía los mocos. Sé que soy algo joven pero mis expectativas con el paso del tiempo han aumentado, anhelo tanto a un hombre de esos que tanto mencionan en mis historias favoritas ¡ay! No dejo de pensar en Romeo.Mis padres al igual que las personas cercanas a mi saben cómo es mi forma de ser, no trato de imitar a nadie, solo soy yo, fluyo ante las cosas. Para el estudio no soy la mejor y quizás nunca lo sea, vengo todos los días a la escuela porque de no hacerlo me matan en casa. He ganado cada uno de mis años por obra y gracias de Dios; hasta ahora no hay una asignatura que sea de mi agrado, tolero unas más que otras. Lo único que puedo decir que ha sido lo mejor del año escolar, es venir a este museo y poder conocer a Romeo.—Espero que puedas conservar este dibujo, no dormí para que tú lo tuvieras hoy.—Claro
Narra Ainoa.Mis momentos de felicidad se acabaron al volver a casa, me sentía viviendo en una fantasía que en mi mente era casi imposible que a mí me pudiera suceder. Mirar hacia mi mesa de noche y ver ese dibujo allí, en un portarretrato que le robé a mi madre era lo mejor, suspiraba por saber la forma en que he conocido al hombre más perfecto, es lo único bueno que he conocido a parte del poco de cucarachos que me rodean en la escuela; ahora, poder chatear con él o intercambiar llamadas, es una forma de saber que todo lo que me ha pasado con Romeo es real y que existe la posibilidad de seguir en contacto por mucho más tiempo.—Ainoa ¿no piensas salir de tu habitación? —menciona mi madre desde el comedor.—Sí, ya voy.Llevo encerrada en mi cuarto desde esta mañana, me ha pasado que mis padres fueron por mis calificaciones y como esperaba, me ha ido súper mal. La verdad si tenía un poquito de fe, me refiero que otras veces paso con baja nota pero paso. Ahorita estoy con el corazón en