Capítulo 3

Narra Ainoa.

 Cada vez más me sumerjo en una fantasía, que hombre tan dulce, nunca antes había sentido tanta atracción por un chico. La última vez que me gustó alguien aun me comía los mocos. Sé que soy algo joven pero mis expectativas con el paso del tiempo han aumentado, anhelo tanto a un hombre de esos que tanto mencionan en mis historias favoritas ¡ay! No dejo de pensar en Romeo.

Mis padres al igual que las personas cercanas a mi saben cómo es mi forma de ser, no trato de imitar a nadie, solo soy yo, fluyo ante las cosas. Para el estudio no soy la mejor y quizás nunca lo sea, vengo todos los días a la escuela porque de no hacerlo me matan en casa. He ganado cada uno de mis años por obra y gracias de Dios; hasta ahora no hay una asignatura que sea de mi agrado, tolero unas más que otras. Lo único que puedo decir que ha sido lo mejor del año escolar, es venir a este museo y poder conocer a Romeo.

—Espero que puedas conservar este dibujo, no dormí para que tú lo tuvieras hoy.

—Claro que lo voy a conservar, nunca antes un chico me había obsequiado algo así, creo que será mi gran tesoro —respondo agarrando el pedazo de papel delicadeza.

—Se me hizo muy fácil recordar tu bonita sonrisa, tenía la imagen de tus ojos brillantes en mi memoria desde que te vi por lo que tuve que correr a casa para dibujarlo. Hasta un sujeto quiso comprarlo esta mañana, me había ofreciendo una suma considerable de dinero por el pero me negué, muy en el fondo sabía que tu reacción sería más valiosa que los dólares que me darían por él.

—¡Oh! Qué bueno que vine entonces, hubiera sido fatal que el dibujo no se me fuera entregado y tampoco vendido a otra persona —menciono con algo de pena.

Ha valido la pena faltar a mi última clase para poder estar aquí a tiempo.

—Sí, es una fortuna que estés aquí.

¿Fortuna? Fortuna fue la que perdió por querer sorprenderme, es lindo que haya hecho algo así, ha preferido ver mi sonrisa que recibir dinero que quizás hubiera necesitado.

—Oye, ya que estás aquí, estaba pensando que quizás… bueno, podamos ir por un helado al final de mi turno.

—Claro, amo comer helado, amo hacerlo —digo emocionada, tanto que me autocontrolo y me quedo paralizada ¡basta! Estás quedando como una tonta.

—Bien, me parece excelente, entonces si quieres puedes dar una vuelta en el museo a lo que termina mi hora y podamos salir.

—Puedo quedarme aquí sin ningún problema, de verdad, puedo esperar al lado tuyo si no te molesta; si quieres puedo quedarme con la boca cerrada, también puedo ser una tumba cuando me lo propongo.

—Está bien.

Un par de horas más tarde, observo cómo Romeo recoge sus cosas, organiza su mochila, se pone su chaqueta y me hace un gesto con su cara para que lo siga. El hombre camina delante de mí, por lo que aprovecho para mirarlo con más detención; su estatura es agradable, su tono de piel y su cabello sujetado en una coleta le da un estilo único, todo él es tan original. Podría pasar por cualquier sitio y no pasar desapercibido, hasta su manera de habla, de ver la vida, su forma de pensar  son únicas, y qué decir de las percepciones que hace de las cosas que pueden ser simples a nuestros ojos, tiene el don de transformarlas en ideas increíbles.

El tiempo que llevo siguiéndole sus pasos he aprendido más que en la escuela, sabe tantas cosas que le dan ese toque de chico inteligente e interesante que me gustan.

Durante la tarde, he conocido mucho acerca del joven artista, era tan único a la hora de hablarme, de explicarme su forma de vivir, que cada vez que abría la boca me resultaba más y más interesante. Me decía su historia llena de tantas aventuras y cosas que le habían pasado estando solo en ese mundo cruel, de cómo aprendió a vivir solo y de sus anécdotas que son chistosas, tristes y a la vez emocionantes; que hasta ahora lo que he vivido es nada en comparación a él, hasta este momento me doy cuenta que tengo una vida aburrida, triste y monótona. Por un segundo me imaginé haciendo todas las cosas que él hizo al viajar y estar de un lado al otro.

—Espero algún día encontrar a una persona con quien vivir todas esas aventuras, creo que así nunca se me iría la inspiración, tendría cosas nuevas que hacer por el resto de mi vida —Dice Romeo lamiendo su helado de cono.

—¿Qué tipo de persona creerías que puede acompañarte en tus aventuras? —cuestiono esperando escuchar alguna cualidad mía.

—Debe tener ojos brillantes y expresivos, solo eso. Tendría más que suficiente.

—¿Solo eso?

—No, también debe tener una sonrisa preciosa, que sea tan hermosa que se grabe en mi memoria, así podré dibujarla cada día —continua el hombre describiendo a su tipo de mujer o compañía de aventuras.

Creo que habla de mí ¿quizás también ha dibujado la sonrisa y rostro de otras chicas? Sí, creo que habla de mi ¿o no?

—Vaya, pero debe ser difícil encontrar a una chica así, parece inexistente por la forma en la que la describes.

—Eso pensaba también, pero no, por fin te encontré.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo