Koddel llegó a mí, encontrándome en su cuarto, buscando alguna cosa que pudiera usar para salir a la calle que estuviera limpia. Necesitaba usar un teléfono, tenía que avisarle a mi hermana para que me recibiera nuevamente en su casa. Quería largarme de allí antes de que fuera tarde.Sonreí, besándolo en los labios, quería disimular si me iba a escapar así. De lo contrario, podía querer retenerme con algún engaño.El me besó en el cuello, estrechándome entre sus brazos. Su calor se me hizo adictivo, el roce de nuestras pieles me recordó todo lo vivido.—Hoy saldré de compras. —declaré, con los ojos brillantes, estaba fingiendo un estado de relajación. —Quiero ropa nueva y también otras cosas.No pareció sospechar nada, por el contrario, me tomó de las caderas y me acarició de arriba abajo, con sus dedos hábiles y fuertes. Se veía tan atractivo en estos momentos, aunque su mirada develara tantos secretos.Luego de mi plática con Luna las cosas habían cambiado. Ella me dijo la verdad so
(Koddel)Dejé a mi futura esposa para que pudiera salir a hacer sus compras. Entendía que quizás necesitara espacio. Cuando conocí a Clara, ella era una mujer muy determinada y ahora tener que estar aquí debía ser muy complicado para ella.Cerré los ojos antes de partir hacia mi recorrido planeado. Necesitaba tomar un poco de aire fresco para aclarar mis ideas. Tenía tanto en que pensar, mi posición estaba en una cuerda floja y no podía seguir ignorándolo.Ashley me habló al ver que Clara y Luna se marchaban en uno de nuestros autos preparados.—Se ha ido, ¿Acaso volverá? —preguntó ella, con un sarcasmo propio de su personalidad.Mi tía no era la persona más agradable del mundo bajo ningún concepto. Tenía una personalidad fuerte y a veces se tornaba bastante agresiva. Pero nosotros le guardábamos paciencia.—Claro que, si lo hará, estamos comprometidos. —dije, con una convicción de hierro.—Pareces ingenuo para ser un hombre con tanto poder. —Ashley puso los ojos en blanco y arrugó la
Sentada sobre ese perfecto y cómodo tapizado, me sentía como una reina. El tener chofer era algo sofisticado, aunque a mi me gustaba más conducir.Luna sonrió cuando se lo dije.—Te encantará el centro, te mostraré todos los lugares que a mi me gustan. —dijo, con entusiasmo.Parecía una muñeca, cuyos sentimientos eran moldeados por su dueño. Porque Tom era su dueño, podía verlo en su mirada, ella no tenía la libertad que cualquier persona poseía.—Gracias, necesito con urgencia una muda de ropa limpia. —solté, eso en parte era cierto, no me había cambiado desde que llegué.—Koddel estará feliz de verte más hermosa. —empezó a decir. —Es nuestro deber mostrarnos siempre impecables, espero logres encontrar un estilo que combine la elegancia y la seducción. Pero descuida, yo te ayudaré.Ella hablaba como si fuera una sumisa, una esclava prácticamente, en una casa grande y de apariencia tétrica. Yo no quería convertirme en alguien así. Me dije a mi misma que Koddel no era así… ¿Y si en rea
Despertar con ese dolor de cabeza era un mal que no le deseaba a nadie. Tenía moretones por todo el cuerpo, sentía como mis huesos estaban más frágiles. Intenté abrir los ojos inútilmente, aún los tenía vendados. La oscuridad me daba un miedo terrible en esos momentos, aunque yo no fuera de las personas que le temían demasiado a la noche. Tampoco pude hablar, mi boca estaba cubierta con otra venda y el sabor era repugnante. Quería gritar auxilio lo antes posible, algo ingenuo, porque ya nos habían transportado hacia vaya a saber dónde. Me pregunté cuál sería el objetivo de la persona que nos había secuestrado, si en pocos segundos moriríamos o si nos torturarían.De un manotazo, alguien me quitó la venda de los ojos con fuerza. Pude contemplar el rostro de un hombre de unos cuarenta y cinco aproximadamente, con un color de cabello canoso mezclado con rubio. —Estoy contento de que sean mis invitadas. —dijo al tiempo en que también le quitaba la venda de los ojos a Luna, que estaba m
(Koddel)Al terminar de hablar con Zim decidí que era tiempo de librarme de un mal que había acumulado por estos años. Este sujeto tenía que morir antes de que generara más problemas en mí vida.Mi móvil comenzó a sonar y lo atendí de inmediato, debía mantenerme al tanto de lo que estaba haciendo Clara, los guardias me enviarían un reporte cada hora.—Diga. —contesté, apresurado.Si iba a matar a alguien hoy, lo haría antes de volver a mi casa con mi futura esposa. Ella no debía saberlo, tendría que ocultar muy bien mi propia evidencia para que no se espantara.—Hola cariño. —dijo una voz endulzada y susurrando.No me costó ni dos segundos reconocerla.—Te estoy esperando en nuestro lugar. Como quedamos. ¿No te acuerdas? —La voz de Carla se hacía más sonora.Lo había olvidado por completo, con todo este tema de mis reuniones y el haber conocido a Clara, todo lo demás se me borró de la cabeza.—No, no iré contigo. —dije a secas, sin importarme las consecuencias del rechazo.El silencio
Cuando sentí el agua fría en mi rostro y en mi cuerpo, pude ver que no había sentido el verdadero frío hasta ahora. Me estaba congelando y eso hacía, que los huesos me dolieran todavía más. Estaba descalza y por mis pies el frio se duplicaba.Ni siquiera podía suplicar, porque el tiritar tanto me provocaba una intensa jaqueca. Mis brazos parecían a punto de desprenderse del resto de mi cuerpo.Los guardias no nos miraban siquiera, al aplicarnos el agua helada mediante una manguera ancha que parecía no tener fin. Miré hacia donde estaba Luna, que se había desmayado ya hacía unos minutos por el shock.—No tienes cara de prostituta. —escuché a una voz decir, sosteniendo mi rostro con dedos ásperos.Abrí lentamente los ojos y contemplé la cara de un hombre sumamente atractivo. Su cabello estaba decolorado en la parte de arriba, en distintas capas de rubio. Los ojos los tenía oscuros, casi negros. Pero su expresión burlona era escalofriante. No lo había visto antes en esta prisión, juraba
(Koddel)Desperté minutos después de ser noqueado, tirado en el suelo, con una jaqueca terrible y sin mi billetera y mi móvil. No sabía precisamente quien me había robado, si Fred y su grupo insulso o algún maleante que pasaba ocasionalmente por aquí. No tenía la certeza, pero la sangre me hervía de la furia.Toda la vida hice lo que quise y ahora, estos tipos creían que podían burlarse de mi solo porque mi madre había muerto. Debía buscar a Clara, eso era lo primordial ahora, tenía que ir hacia la casa de Zim nuevamente.Caminé hacia donde estaba mi auto, pero obviamente, este también había sido robado. Solté un millar de maldiciones. Ya no tenía ninguna pertenencia de valor o mi arma siquiera, como para amenazar a alguien para que me llevara.El sonido del automóvil acercándose, con los vidrios enteramente polarizados, me hizo sentir que cuando bajaran la ventanilla, me acribillarían a balazos en tan solo unos segundos. El que abrió la puerta, no obstante, era mi hermano.—Sube ahor
Contemplé a Luna, que seguía colgada y luchando por el dolor de las cadenas. Yo me hallaba en el suelo, aunque no con más dignidad. Pero mis suplicas por que la bajaran no sirvieron de nada en lo absoluto.Antes de retirarse, el le quitó de los pies el calzado a Luna y se los llevó, saliendo del establecimiento con un buen humor notable.—Veo que le gustaste, se ve que tienes algo que enloquece a los hombres. —dijo ella, con un hilo de voz a causa del sufrimiento de estar encadenada. —Te felicito por ello.Intenté inútilmente acercarme a ella, para ver si lograba jalar las cadenas para minimizar su dolor.—Lo siento, si hubiera podido… —empecé a decir.—¿Qué? No iba a bajarme como a ti, no le gusté. A si es él, lo conozco bien.—¿En serio? —pregunté desconcertada, no sabía que lo conociera de antes.—Sí, es un jefe menor, son tres primos los que dirigen su negocio. Nunca tuvieron demasiado dinero. —explicó Luna, tenía el rostro hinchado por tanto llorar. —Pero te escogió a ti.—¿Para