Cuando sentí el agua fría en mi rostro y en mi cuerpo, pude ver que no había sentido el verdadero frío hasta ahora. Me estaba congelando y eso hacía, que los huesos me dolieran todavía más. Estaba descalza y por mis pies el frio se duplicaba.Ni siquiera podía suplicar, porque el tiritar tanto me provocaba una intensa jaqueca. Mis brazos parecían a punto de desprenderse del resto de mi cuerpo.Los guardias no nos miraban siquiera, al aplicarnos el agua helada mediante una manguera ancha que parecía no tener fin. Miré hacia donde estaba Luna, que se había desmayado ya hacía unos minutos por el shock.—No tienes cara de prostituta. —escuché a una voz decir, sosteniendo mi rostro con dedos ásperos.Abrí lentamente los ojos y contemplé la cara de un hombre sumamente atractivo. Su cabello estaba decolorado en la parte de arriba, en distintas capas de rubio. Los ojos los tenía oscuros, casi negros. Pero su expresión burlona era escalofriante. No lo había visto antes en esta prisión, juraba
(Koddel)Desperté minutos después de ser noqueado, tirado en el suelo, con una jaqueca terrible y sin mi billetera y mi móvil. No sabía precisamente quien me había robado, si Fred y su grupo insulso o algún maleante que pasaba ocasionalmente por aquí. No tenía la certeza, pero la sangre me hervía de la furia.Toda la vida hice lo que quise y ahora, estos tipos creían que podían burlarse de mi solo porque mi madre había muerto. Debía buscar a Clara, eso era lo primordial ahora, tenía que ir hacia la casa de Zim nuevamente.Caminé hacia donde estaba mi auto, pero obviamente, este también había sido robado. Solté un millar de maldiciones. Ya no tenía ninguna pertenencia de valor o mi arma siquiera, como para amenazar a alguien para que me llevara.El sonido del automóvil acercándose, con los vidrios enteramente polarizados, me hizo sentir que cuando bajaran la ventanilla, me acribillarían a balazos en tan solo unos segundos. El que abrió la puerta, no obstante, era mi hermano.—Sube ahor
Contemplé a Luna, que seguía colgada y luchando por el dolor de las cadenas. Yo me hallaba en el suelo, aunque no con más dignidad. Pero mis suplicas por que la bajaran no sirvieron de nada en lo absoluto.Antes de retirarse, el le quitó de los pies el calzado a Luna y se los llevó, saliendo del establecimiento con un buen humor notable.—Veo que le gustaste, se ve que tienes algo que enloquece a los hombres. —dijo ella, con un hilo de voz a causa del sufrimiento de estar encadenada. —Te felicito por ello.Intenté inútilmente acercarme a ella, para ver si lograba jalar las cadenas para minimizar su dolor.—Lo siento, si hubiera podido… —empecé a decir.—¿Qué? No iba a bajarme como a ti, no le gusté. A si es él, lo conozco bien.—¿En serio? —pregunté desconcertada, no sabía que lo conociera de antes.—Sí, es un jefe menor, son tres primos los que dirigen su negocio. Nunca tuvieron demasiado dinero. —explicó Luna, tenía el rostro hinchado por tanto llorar. —Pero te escogió a ti.—¿Para
Rodrick regresó luego de dos horas, en las cuales, intenté no cundir el pánico por el bien de las dos. Imaginé que Koddel lo descubriría tarde o temprano, porque era muy listo y si me amaba, me buscaría por cielo y tierra.El sonido de sus pasos acercándose me estremeció la piel, no sabía hasta donde podía llegar con sus instintos. No quería tener un contacto físico estrecho con él, aunque fuera muy guapo. A pesar de que lo conocía a hacía tan poco tiempo, quería serle fiel a mi prometido. Santo cielo, era tan anticuada, mi hermana seguramente me regañaría sin pensarlo. Rodrick parecía sacado de una revista y su carácter misterioso le ayudaba a ser más intrigante y pasional.Buscaría ganar el mayor tiempo posible, sin importar que quizás estuviera equivocada. ¿Y si no llegaba nadie por mí? Era la duda que carcomía mi valentía, era triste pensar que moriría allí o me convertiría en una esclava.—Buenas tardes. —dijo Rodrick, sus ojos estaban rojos, parecían llenos de sangre. Algo le ha
Zim trajo una docena de sándwiches de queso y una botella de zumo de naranja. Los depositó en la mesa ratonera del living donde nos hallábamos. Luego de una larga charla, el me comentó que esta era una de sus casas favoritas, porque salía a pasear por el vecindario por su tranquilidad. De todas las personas que había conocido, el parecía ser el más sincero.—Tienes mucha hambre. —dijo sonriendo, al ver como los sándwiches desaparecían rápidamente y la botella se vaciaba.En realidad, mi estomago pareció achicarse, porque a medida que comía sentía un nudo, fruto de haber aguantado el hambre por tanto tiempo.—Gracias por esto, es muy importante para mí. —dije, con los ojos cansados. —Después de tanta hostilidad, creo que tu y Luna hicieron mi vida un poco más amable.—Eso crees ahora. Clara, confías ciegamente en las personas. —Zim apretó los labios, sus rasgos femeninos delicados lo hacían parecer tan amable, que cuando estaba severo cambiaba mucho su expresión. —Luna, en específico.
El estar al lado de Koddel era para mi una aventura y un sueño hecho realidad. Pero claro que las cosas no eran color de rosa. Regresar a esa gran casa me provocaba ciertos mareos y nervios que no dominaba a la perfección. Puesto que debía ver a los ojos a un montón de enemigos y convivir con ellos no me hacía la menor de las gracias.Al llegar, antes que nada, Koddel me llevó hacia la bañera y frotó mis heridas para lavarlas y sanarlas. Acariciando cada parte de mi cuerpo con suma delicadeza, ayudándome a quitar el dolor por haber estado colgada de esas horribles cadenas.Su suavidad me hechizaba, borraba las marcas de la tortura, hacía que todo se viera pequeño.—Nos vengaremos de lo que te han hecho. —dijo él, haciéndome un masaje intenso en la espalda. Era muy bueno y hábil con las manos también, su fuerza me daba una gran satisfacción.—Él ya está muerto. —dije, bajando la cabeza para lavar mi cabello y desenredarlo con los productos.Recordé a Rodrick muriendo en el suelo. Santo
La mañana hizo que la luz se filtrara por la hermosa ventana de nuestra habitación. Intenté frotar mis ojos para despabilarme y me di cuenta, que Koddel había entrado a bañarse. Miré hacia el techo buscando relajar mi cuerpo, estirar cada parte.La cama era tan cómoda, el estar con su compañía, dormir a su lado, era más reparador que cualquier otra cosa en el mundo. Tenía un calor único, solo él sabía que hacer para que estuviera plena y me sintiera a gusto. El deseo crecía cada noche, cuando bajo las sábanas me demostraba que era el mejor de todos, un hombre que rompía con cualquier esquema.Cerré los ojos unos minutos más antes de que pudiera escuchar el sonido de su móvil sonando. Entonces me levanté de la cama y extendí mi mano para alcanzarlo. Era un número desconocido, sin agendar. Me tomé el atrevimiento de contestar. Es que en mi cabeza resonaban las advertencias de Luna y quería demostrarle que mi Koddel no era como ella decía.—¿Hola? —atendí la llamada luego de pensarlo por
—Él te dará libertad, porque te ama, estoy seguro de ello. —dijo Jimmy, al tiempo en que seguíamos caminando juntos, con su pequeño hijo corriendo delante.Los títeres comenzaban a aparecer con nuevas pistas. El laberinto era frondoso, la vegetación daba un aire más fresco en el ambiente y por primera vez desde que llegué aquí, me sentí normal, como cuando estaba en casa.—No lo sé. —contesté, volviendo a traer a mi mente a esa mujer de la llamada telefónica. No podía quitarme las imágenes y ese mal sabor. Infidelidad, claro que eso era lo que marcó mi vida con Lucio y temía, que la historia volviera a repetirse.Mi más grande miedo yacía en que, todos supieran que me estaba engañando y se burlaran de mi a mis espaldas. Oía las risas inclusive, cuando mi corazón se partiera en mil pedazos. Jimmy me observó confundido.—¿No crees en mis palabras? —preguntó él, en un tono casi burlón.—No confío fácilmente en las personas. Koddel tiene una reputación… —intenté explicar sin mostrarme ofe