Convivencias fatales

El estar al lado de Koddel era para mi una aventura y un sueño hecho realidad. Pero claro que las cosas no eran color de rosa. Regresar a esa gran casa me provocaba ciertos mareos y nervios que no dominaba a la perfección. Puesto que debía ver a los ojos a un montón de enemigos y convivir con ellos no me hacía la menor de las gracias.

Al llegar, antes que nada, Koddel me llevó hacia la bañera y frotó mis heridas para lavarlas y sanarlas. Acariciando cada parte de mi cuerpo con suma delicadeza, ayudándome a quitar el dolor por haber estado colgada de esas horribles cadenas.

Su suavidad me hechizaba, borraba las marcas de la tortura, hacía que todo se viera pequeño.

—Nos vengaremos de lo que te han hecho. —dijo él, haciéndome un masaje intenso en la espalda. Era muy bueno y hábil con las manos también, su fuerza me daba una gran satisfacción.

—Él ya está muerto. —dije, bajando la cabeza para lavar mi cabello y desenredarlo con los productos.

Recordé a Rodrick muriendo en el suelo. Santo
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