La voz del contestador

Al tener que marcar un número, mi mente se quedó en blanco. Las puntadas en la cabeza a causa del dolor de los golpes se multiplicaron. Comencé a pensar que estaba perdida. Al intentar navegar por internet me topé con que el internet no era el suficiente para lograr entrar a un sitio con mi cuenta.

Solo podía llamar y no recordaba el número de Koddel, ni de Zim, ni de nadie que hubiera conocido hacia poco. La debilidad me estaba haciendo cerrar los ojos y me creí próxima a desmayarme en cualquier segundo. Si perdía la oportunidad ahora, no volvería a tener la chance de pedir ayuda.

Me habían mandado a ese ángel del cielo y tenía que pensar en algo. Busqué en mis recuerdos, hallando solo un único número que jamás olvidé con el pasar de los años.

Este era el número de Lucio. Al haber estado casados por tanto tiempo, era el número de móvil que siempre sabía de memoria por si surgía una emergencia. Marqué sin temor los dígitos y esperé a que se conectara.

Fue un tiempo de minutos larguísi
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