Pude ver que Lucio haría cualquier cosa, porque su mirada ya no tenía culpa ni pena. Ahora tenía el deseo de obedecer las órdenes de Carla. Yo me quedé helada, paralizada sin poder hacer nada para reaccionar ante esas palabras tajantes.Ella, de pie frente a mí, le decía a Lucio las órdenes precisas. Iba a hacerme su sumisa, era su venganza. Su mente planeaba miles de maneras en las cuales humillarme por segundo. Al provocarla, había hecho que pensara todavía más en esas formas.—No lo hagas Lucio, tu dijiste que me amaste. —dije con los ojos enrojecidos. El miedo estaba subiendo por mi estómago, no quería vivir una situación así de terrible.No era justo, yo no sería la sumisa de nadie.—Quítale la ropa y comienza. —ordenó Carla, con la voz de mando firme.Lucio estaba pensando en si lo haría o no, pero el deseo en sus ojos me marcaba que se decidiría por hacerlo.—No creíste que eras demasiado buena para mí. —dijo él, enfocándome. —No eres tan buena como piensas.—¿De que hablas…? —
Los medicamentos comenzaron a hacer efectos días después de comenzar el tratamiento. Aún así, el dolor era intenso, aunque los calmantes fueran fuertes. Koddel dormía a mi lado intentando no aplastar las partes de mi cuerpo que me dolían. Estaba callado, porque yo tampoco lograba hablarle mucho para contestarle. Pero no necesitábamos hablar, él estaba presente a cada minuto, dándome amor y protegiéndome. Tenía una mirada severa, el haber sido atacado lo había hecho más sombrío y taciturno. Pero no por eso era menos amable conmigo. Yo era su reina.Cuando me dormía, solía tener horribles pesadillas en las cuales Lucio y Carla ingresaban a este cuarto para seguir con lo que comenzaron y me despertaba al borde del llanto. Koddel me acunaba entre sus brazos y me refugiaba en su comprensión. Era tan dulce, a pesar de su imagen en extremo ruda.Después de que pasaran unos días, mi garganta se desinflamó y logré comenzar a hablar con más normalidad.—Kodd, ¿Qué ha sucedido? —fue lo primero q
(Koddel)Ella lo dijo sin pensarlo, sin detenerse, como una verdadera fiera que había estado enjaulada por mucho tiempo. No podía mirarla sin entristecerme, soportar tanto, no lo merecía y jamás podría recompensarla. Tenía un corazón de hierro, nada la doblegaba ni aun con todos los pronósticos en su contra. La amaba, podría hacer cualquier cosa por ella, incluso marcharme sin pertenencia alguna, olvidando las herencias que mis padres me dieron en legado.La sostuve entre mis brazos disfrutando el calor que me brindaba, era una sensación que jamás se apagaba, el deseo que tenía dentro por hacer que fuera mía para siempre. Una inmensidad dentro de sus ojos, los más hermosos del mundo para mí. Clara sonrió al terminar de decirme que no se retiraría, sino que, al contrario, pelearía con más fuerza.Me pidió que la dejara a solas por unos momentos para dormir, necesitaba con urgencia seguir descansando después de todo lo que había vivido. Tomé aire antes de cerrar la puerta, este lugar er
(Thomas)Por medio de mi ordenador, mantuve comunicación con el exterior y con Carla, para ver exactamente lo que estaba sucediendo por las cámaras de seguridad. No quedó mucho tiempo para ver el desenlace. Es más, en ese momento, yo me hallaba bebiendo un vaso de zumo de naranja helado, con hielo y disfrutando de la vista de mi computadora.Luna me miraba con incredulidad. Estábamos solo los dos en la habitación, con la puerta cerrada para que nadie nos escuchara ni pudiera entrar de improvisto. Mi cuarto era a prueba de sonido, yo me encargué hacía ya mucho tiempo de que tuviera un buen revestimiento que aislara el ruido de adentro.—No comprendo, Tom. —dijo ella, con el rostro pálido. Me pareció que se veía todavía más bella, acrecentaba sus delicados rasgos el estar así de nerviosa. Me pareció encantadora, irresistible. Besé sus labios y ella sonrió.—En este momento, no hace falta que lo hagas. Carla está huyendo en su automóvil deportivo, mira. —señalé en la pantalla, era una cá
(Carla)Con las manos en el volante, busqué llegar lo más rápido que pudiera, mi alma suplicaba no ser encontrada. Porque sabía que sucedería, la muy desgraciada se desquitaría conmigo a la primera oportunidad que tuviera de derrotarme. Yo no perdería esta pelea. Solté una maldición al doblar en una esquina, estaba casi perdiendo el control del auto a causa de la desesperación. Lucio estaba inmóvil aferrado a su asiento, me pareció de lo más patético que ni siquiera se ofreciera a ayudarme. Pero así era él, no tenía nada más para darme más que lo que en su momento supo ofrecerme.Al llegar a la mansión de mi hermano casi arrolló todos los adornos de su bella entrada. Llevaba absolutamente todo mi maquillaje corrido, me aturdía y me sentía como una completa tonta. El me miró con su desprecio disfrazado de preocupación. En el espejo de la entrada observé mi propia imagen deplorable. Era tan horrible verme con mi ropa sucia y rota, la cual era de un diseñador distinguido. Los hombres de
(Clara)Me encontraba en la cama, mirando un programa de televisión sumamente entretenido. Estaba relajada, el médico me había suministrado los calmantes correspondientes para mis dolencias. Mis fracturas estaban sanando.Cerraba los ojos de a ratos, para descansar la vista. No pensaba en mi venganza, pero el deseo allí estaba. Inconsciente, pesado. Porque si volvía memoria hacia atrás, no paraba de ver ese arrogante rostro de Carla. Ella me hizo pasar un infierno y me lo pagaría sin lugar a dudas. En mis planes, estaba el hacer que sufriera lo mismo, al igual que Lucio.Una vocecita en mi cabeza comenzó a decirme otras cuestiones. Como, por ejemplo. ¿Por qué había regresado a confiar en Lucio cuando él me traicionó en el pasado?Simplemente no podía comprender el porqué de mi ingenuidad.El médico, cuando entró al cuarto, se dio cuenta de los pensamientos que habían comenzado a atormentarme.—¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó él, con seriedad. Koddel le habría encomendado que m
(Jimmy)Ese momento era pura vida para mí, después de haber atravesado los confines de la muerte frente a mis ojos. Dos personas que se reencuentran después de haberse extrañado mucho, a pesar de que fuera un tiempo casi de una hora o menos, pueden sentir una conexión profunda y una alegría indescriptible. Es como si el tiempo se hubiera detenido y el mundo entero desapareciera mientras estábamos juntos en ese abrazo.Me aferré a Kimmu para no dejarla ir nunca más de mi lado. La cesta de flores cayó al suelo, bañando toda la frialdad de las baldosas con esos intensos colores. Es como si un rayo de sol hubiera iluminado nuestros corazones de penumbras y sombras erráticas, aportando esa calidez a nuestras almas con un amor cálido y radiante. Sus ojos brillaban con lágrimas de alegría mientras la abrazaba con fuerza, sintiendo cómo el amor fluía entre los dos.O los tres, porque mi hijo también la había extrañado mucho.—Mami, no vuelvas a irte… —dijo él, aferrándose a ella.Kimmu lo mir
(Koddel)Allí estaba ella, tenía los ojos antipáticos, porque sabía que yo había actuado demasiado mal. Escuchó toda la conversación, su mirada juzgante lo decía todo.—Creí que no era cierto. —sus lágrimas se mezclaban con la rabia. Tenía el sentimiento de la furia atravesado con la tristeza y el miedo a ser asesinada en este preciso momento. —¿Qué tienen en su contra…?No podía siquiera responderle, pero no soportaba que estuviera juzgándome de esa manera. Yo no toleraba tales críticas hacia mi persona, siempre hacía que todos hicieran lo que yo quería. Este era mi imperio y quien quisiera estar en el debía obedecerme. Ella estaba mirándome como si yo fuera un monstruo. Eso no lo podía tolerar, sentí la necesidad de jalar el gatillo en ese preciso instante.Era un ligero movimiento de mi dedo, lo único que necesitaba para que se callara para siempre y se llevara ese secreto a la tumba. Estaba a punto de hacerlo, de decidirme. Era vital que fuera ahora y no más tarde, cuando las sosp