El me ofreció un camisón casi transparente para dormir.—Deberás usarlo. —dijo él, con su voz imponente de jefe. —Quiero que duermas con eso cada noche.Eso me molestó.—¿Y si no quiero? —pregunté, rebelde.El me lanzó una sonrisa de lo más seductora.—Querrás, te lo aseguro.Así era nuestra rutina de conversación. Joder, esto era tan nuevo para mí. A veces, caía en la cuenta de que estaba al otro lado del mundo con un millonario cuya naturaleza no conocía muy bien, con particulares costumbres y una familia terrible. Eso me daba un poco de miedo.Clara, estás cansada de tener miedo, esta vida es una locura y es justo lo que tu andabas necesitando. ¿No lo crees? Me pregunté a mí misma. Si tanto quería cambiar, dejar atrás a mi relación con Lucio, a la psicópata de cielo.En la primera noche juntos, pude darme cuenta de que, no podía negarme bajo ningún concepto a querer desobedecerlo. No porque el me obligara, claro que no lo hacía, pero tenía una habilidad para seducirme que me desarm
(Thomas)Me apresuré en caminar por mi estudio para lavar un poco mis pensamientos. La sangre que manchaba los suelos era retirada por una de mis empleadas.Ya habían retirado el cadáver de la mujer que presumía tener a Koddel agarrado del cuello. Suponía que era el riesgo de haber jugado con fuego. Rassen se había marchado para seguir con sus asuntos, que obviamente me involucraban.Sellamos el pacto con la sangre derramada de la sumisa de Koddel. Las otras dos hermanas tendrían las pruebas.El nombre de Carla era el más importante. Si ese hombre le declaraba la guerra a mi hermano, tendría su apoyo y eso me haría escalar más en mi jugada.Me retiré de mi estudio para no seguir contemplando esa limpieza. Caminé hacia mi automóvil y comencé a conducir hacia el punto acordado con Rassen. Tenía que ver a otra persona muy importante.Llegué hacia los suburbios más deteriorados de la ciudad, donde había un viejo conocido que me esperaba.—Carl, es un gusto verte. —saludé, al entrar a esa
Koddel llegó a mí, encontrándome en su cuarto, buscando alguna cosa que pudiera usar para salir a la calle que estuviera limpia. Necesitaba usar un teléfono, tenía que avisarle a mi hermana para que me recibiera nuevamente en su casa. Quería largarme de allí antes de que fuera tarde.Sonreí, besándolo en los labios, quería disimular si me iba a escapar así. De lo contrario, podía querer retenerme con algún engaño.El me besó en el cuello, estrechándome entre sus brazos. Su calor se me hizo adictivo, el roce de nuestras pieles me recordó todo lo vivido.—Hoy saldré de compras. —declaré, con los ojos brillantes, estaba fingiendo un estado de relajación. —Quiero ropa nueva y también otras cosas.No pareció sospechar nada, por el contrario, me tomó de las caderas y me acarició de arriba abajo, con sus dedos hábiles y fuertes. Se veía tan atractivo en estos momentos, aunque su mirada develara tantos secretos.Luego de mi plática con Luna las cosas habían cambiado. Ella me dijo la verdad so
(Koddel)Dejé a mi futura esposa para que pudiera salir a hacer sus compras. Entendía que quizás necesitara espacio. Cuando conocí a Clara, ella era una mujer muy determinada y ahora tener que estar aquí debía ser muy complicado para ella.Cerré los ojos antes de partir hacia mi recorrido planeado. Necesitaba tomar un poco de aire fresco para aclarar mis ideas. Tenía tanto en que pensar, mi posición estaba en una cuerda floja y no podía seguir ignorándolo.Ashley me habló al ver que Clara y Luna se marchaban en uno de nuestros autos preparados.—Se ha ido, ¿Acaso volverá? —preguntó ella, con un sarcasmo propio de su personalidad.Mi tía no era la persona más agradable del mundo bajo ningún concepto. Tenía una personalidad fuerte y a veces se tornaba bastante agresiva. Pero nosotros le guardábamos paciencia.—Claro que, si lo hará, estamos comprometidos. —dije, con una convicción de hierro.—Pareces ingenuo para ser un hombre con tanto poder. —Ashley puso los ojos en blanco y arrugó la
Sentada sobre ese perfecto y cómodo tapizado, me sentía como una reina. El tener chofer era algo sofisticado, aunque a mi me gustaba más conducir.Luna sonrió cuando se lo dije.—Te encantará el centro, te mostraré todos los lugares que a mi me gustan. —dijo, con entusiasmo.Parecía una muñeca, cuyos sentimientos eran moldeados por su dueño. Porque Tom era su dueño, podía verlo en su mirada, ella no tenía la libertad que cualquier persona poseía.—Gracias, necesito con urgencia una muda de ropa limpia. —solté, eso en parte era cierto, no me había cambiado desde que llegué.—Koddel estará feliz de verte más hermosa. —empezó a decir. —Es nuestro deber mostrarnos siempre impecables, espero logres encontrar un estilo que combine la elegancia y la seducción. Pero descuida, yo te ayudaré.Ella hablaba como si fuera una sumisa, una esclava prácticamente, en una casa grande y de apariencia tétrica. Yo no quería convertirme en alguien así. Me dije a mi misma que Koddel no era así… ¿Y si en rea
Despertar con ese dolor de cabeza era un mal que no le deseaba a nadie. Tenía moretones por todo el cuerpo, sentía como mis huesos estaban más frágiles. Intenté abrir los ojos inútilmente, aún los tenía vendados. La oscuridad me daba un miedo terrible en esos momentos, aunque yo no fuera de las personas que le temían demasiado a la noche. Tampoco pude hablar, mi boca estaba cubierta con otra venda y el sabor era repugnante. Quería gritar auxilio lo antes posible, algo ingenuo, porque ya nos habían transportado hacia vaya a saber dónde. Me pregunté cuál sería el objetivo de la persona que nos había secuestrado, si en pocos segundos moriríamos o si nos torturarían.De un manotazo, alguien me quitó la venda de los ojos con fuerza. Pude contemplar el rostro de un hombre de unos cuarenta y cinco aproximadamente, con un color de cabello canoso mezclado con rubio. —Estoy contento de que sean mis invitadas. —dijo al tiempo en que también le quitaba la venda de los ojos a Luna, que estaba m
(Koddel)Al terminar de hablar con Zim decidí que era tiempo de librarme de un mal que había acumulado por estos años. Este sujeto tenía que morir antes de que generara más problemas en mí vida.Mi móvil comenzó a sonar y lo atendí de inmediato, debía mantenerme al tanto de lo que estaba haciendo Clara, los guardias me enviarían un reporte cada hora.—Diga. —contesté, apresurado.Si iba a matar a alguien hoy, lo haría antes de volver a mi casa con mi futura esposa. Ella no debía saberlo, tendría que ocultar muy bien mi propia evidencia para que no se espantara.—Hola cariño. —dijo una voz endulzada y susurrando.No me costó ni dos segundos reconocerla.—Te estoy esperando en nuestro lugar. Como quedamos. ¿No te acuerdas? —La voz de Carla se hacía más sonora.Lo había olvidado por completo, con todo este tema de mis reuniones y el haber conocido a Clara, todo lo demás se me borró de la cabeza.—No, no iré contigo. —dije a secas, sin importarme las consecuencias del rechazo.El silencio
Cuando sentí el agua fría en mi rostro y en mi cuerpo, pude ver que no había sentido el verdadero frío hasta ahora. Me estaba congelando y eso hacía, que los huesos me dolieran todavía más. Estaba descalza y por mis pies el frio se duplicaba.Ni siquiera podía suplicar, porque el tiritar tanto me provocaba una intensa jaqueca. Mis brazos parecían a punto de desprenderse del resto de mi cuerpo.Los guardias no nos miraban siquiera, al aplicarnos el agua helada mediante una manguera ancha que parecía no tener fin. Miré hacia donde estaba Luna, que se había desmayado ya hacía unos minutos por el shock.—No tienes cara de prostituta. —escuché a una voz decir, sosteniendo mi rostro con dedos ásperos.Abrí lentamente los ojos y contemplé la cara de un hombre sumamente atractivo. Su cabello estaba decolorado en la parte de arriba, en distintas capas de rubio. Los ojos los tenía oscuros, casi negros. Pero su expresión burlona era escalofriante. No lo había visto antes en esta prisión, juraba