Para su buena fortuna aquel incidente nunca llegó a los oídos de Erick.Los días pasaron tranquilos, ocupados y tan inflexibles hasta el punto en que regresaban a casa a altas horas de la noche, el día anterior no había sido una excepción a la regla.— ¿Entonces me quieres explicar por qué me despiertas tan temprano? — Anastasia fue completamente arrastrada fuera de su habitación por Erick, quien la despertó y obligó a arreglar. — Ayer estuvimos haciendo papeleo hasta la medianoche, quiero regresar a la cama.— No puedes, tú tienes que venir conmigo. — Contestó Erick, quien se veía mucho más fresco y descansado que ella.— ¿Por qué ahora debo acompañarte a todas partes? Me gustaba más cuando salías y me dejabas encerrada en mi habitación. — Contestó, desganada.— ¿Vas a subirte al auto o planeas seguir quejándote? — Caminó hacia su vehículo lujoso, demasiado brillante para los adormilados ojos de Anastasia.De mala gana le siguió al paso, Erick solo había interrumpido su sueño para de
No importa qué tanto forcejeó para salir corriendo, su fuerza no podía ser comparada con la de tres hombres encapuchados.— ¡Suéltenme! — Gritó, tenía los ojos vendados y las manos atadas tras la espalda. — Por favor, no ganarán nada bueno secuestrándome... Por favor.Estaba asustada, no le gustaba la manera en la que jugaban con su cabello y apretaban su muslo. Las lágrimas ya habían decorado todo su rostro y el calor dentro del auto hacía que su cabello se le adhiriera a la piel gracias a una capa de sudor.— No te lo tomes personal, solo estamos siguiendo órdenes. — Escuchó decir a uno, claramente Anastasia pudo oír el sonido del arma siendo cargada. — Ahora no te pongas chulita si no quieres salir del auto con una bala incrustada.— Nos pidieron que no te matáramos, pero no dijeron nada de no herirte. — Comentó otro, precisamente el que estaba tratando de colar su mano por debajo de la ropa.— ¿Q-quién los envió a mí? — Preguntó luego de haber reunido el poco coraje que le quedaba
Una agradable mañana veraniega, poco antes de dar inicio a las temperaturas frías otoñales y a los pocos meses de que cumplieran su primer año de casados le correspondió a Anastasia cumplir con su primera misión de suma importancia como esposa, teniendo que dejar de lado la amenaza de Anthony Russo para concentrarse en uno de los mayores eventos para recaudación de fondos organizados por la familia de su esposo: La OBRCOrganización benéfica de Russo Company.Una gran exposición para crear consciencia al aire libre que finalizaba en una subasta cuyos fondos eran usados en beneficio de niños discapacitados, enfermos y/o en orfanatos.Era un evento de gran magnitud, los reporteros llevaban preparándose para él desde principios de año, pero no solamente ellos, la familia Russo también había hecho sus preparativos incluso mucho antes de que Anastasia y Erick se conocieran y decidieran casarse.Pero la noticia cobró fuerza y relevancia luego de caer en rumores de que la OBRC había sido can
— Traer niños desde el orfanato ¿En qué cabeza cabe? — Sentado justo al fondo, apartado de los demás estaba Anthony Russo, riéndose de las ocurrencias de su hijo con un tabaco en la mano. — Solo lo está haciendo para impresionar a esa secretaria.— Me jugaría mi sueldo entero a que cuando ella lo deje se arrepentirá de la humillación que se está haciendo a sí mismo en este momento. — Añadió otro hombre de edad avanzada. — Esperemos que entre en razón antes de que haga algo alocado durante el aniversario fúnebre de Máximo.— No se preocupen, mi hijo no sería tan estúpido como para arruinarlo. — Comentó con seriedad Anthony, mirando a los demás llevando y rayendo cajas misteriosas. — Que de eso me encargo yo. Esa chiquilla ya se ha entrometido bastante en los asuntos de esta familia.Ante sus ojos Anastasia era un obstáculo complicado, pero no imposible de quitar de en medio. Anthony Russo no se daría por vencido y usaría todas sus fuerzas para recuperar la normalidad de su familia y su
— Un objeto ha sido escondido en alguna parte del lugar. — Comenzó a explicar Erick sobre el escenario — Las Reglas son sencillas, en la mesa de cada equipo se ha escondido la primera pista con la que podrán empezar la búsqueda, todas son diferentes así que ni siquiera piensen en copiar a su contrario, cada pista les llevará a un lugar en específico y al final los guiará al tesoro. Por supuesto, el primer equipo en llegar será el ganador de la ronda, la cual equivale al doble de puntaje que las anteriores, así que si necesitan puntos para ascender al primer lugar esta es su última oportunidad de ganar.Se empezaron a escuchar murmullos de fondo, Erick sonrió luego.— Entonces ¡A empezar!Anastasia miró hacia todos lados, indecisa. No había pistas pegadas bajo la mesa, tampoco estaban debajo del servilletero o de los platos donde les sirvieron algo de comer antes de empezar con la última ronda de la noche.— ¿Ya revisaste bajo el florero? — Propuso Andrés tras señalarlo.— Aún no... —
Erick estaba pasmado, Anastasia no se quedó para esperar su respuesta cuando una nueva pregunta surgió tras observar lo que tenía en las manos.— ¿Qué estás haciendo? — Cuestionó, pero Erick no contestó. — ¡¿Qué crees que estás haciendo?! — Anastasia de inmediato forcejeó contra él, alcanzando a quitarle las píldoras de las manos. — ¡Esta no es la maldita solución a tus problemas, Erick!— Todo está saliendo mal, los niños se fueron, robaron algo de la subasta, permití que hicieran trampa... ¡Las necesito!— No, no es así. — Anastasia no se las regresó, al contrario echó las píldoras por el drenaje del lavamanos. — No puedes consumir medicinas no recetadas cada vez que tengas un problema agobiante. — Arrojó los frascos vacíos a la basura. — Aún estamos a tiempo, necesito que me digas qué pasó con Edith y tu padre y quiero la verdad.Erick la miró con cierto temor, sujetándose la cabeza. — Edith está embarazada... Y es probable que el niño sea mi hijo. Las fotografías son de nosotros e
— ¿Se puede saber por qué llevas esa cara? — Apollo se giró hacia Edith en el asiento del copiloto de su convertible, ella se cruzó de brazos, negándose a responder. — Te he comprado todo lo que has pedido sin chistar ¿Entonces por qué estás tan disgustada?Los montones de bolsas de compras estaban ocupando su propio lugar en la parte trasera del vehículo, pero aun así Edith tenía la sensación inminente de que algo más le faltaba.Algo más que ropa y cosas bonitas.Algo más que Apollo complaciendo todos y cada uno de sus caprichos.Algo más que la envidia de las personas cuando la veían pasar.— Esto no es lo que quiero, ¿Por qué no puedo tener lo que quiero? — Se hundió de mala gana en el asiento del copiloto con frustración. — No es suficiente ¡No quiero nada de esto!Apollo miró a Edith quitándose el sombrero y apretándolo con ira entre sus manos, lanzándolo al suelo del vehículo. — Edith, cariño... Tú puedes decirme qué es lo que quieres, sabes que yo haría lo que fuera por ti ¿Ha
— ¿Sabrás llegar hasta el lugar? — Anastasia asintió, pensando detenidamente en la dirección. — Te recogeré justo allí, así que no llegues tarde... Y una última cosa, no puedes decirle a nadie sobre nuestro pequeño encuentro.La mirada de Lucien se tornó completamente seria, haciendo que Anastasia pusiera una mueca en el rostro. — ¿Y qué pasaría si decido no mantenerlo en secreto?— La respuesta a eso es muy fácil... — Contestó, señalando hacia el interior de su boca. — Me aseguraré de que no seas capaz de volver a contarlo.Anastasia sintió escalofríos cuando vio que apuntaba a su lengua.— Está bien, mantendré mi boca cerrada al respecto.— No lo veas como una amenaza, querida. Es solo que las personas que saben demasiado sobre ciertas cosas y deciden asumir el riesgo de soltar la lengua ni siquiera merecen tener una dentro de la boca ¿No te parece? E incluso estaría siendo bastante indulgente.Él sonrió con la misma simpatía que había estado mostrando desde el momento en que se con