#50:

Sander caminó hasta la escalera y se fijó en el anciano sabueso acurrucado en el rincón.

Era muy alargado, tenía el pelaje amarillento y una cara feísima. En sus ojos descubrió el reflejo de su propio pasado: era evidente que él pobre animalejo había pasado por mucho dolor y soledad.Tenía el pelo enredado en una maraña deforme y ni siquiera meneaba la cola, la cual descansaba en el suelo.

Definitivamente, era un solitario, pensó, como un niño ya grande en un orfanato, rodeado de bebés preciosos.

Seguramente lo habían atrapado intentando robar comida. Seguramente no tenía familia, ni nadie que le diera algo de cariño.

El perro se mantuvo inmóvil al pie de la escalera y lo siguió con la mirada mientras él subía.

— A Sandro no le va a gustar.— protestó. Subiendo hasta encontrarse con Catalina justo arriba.

Ella se encogió de hombros.

— Eso mismo dijo Ivanna, pero es mi cumpleaños y este pobre animalito necesita un hogar. Además, no se quedará aquí en la casa. Planeo ponerlo en el est
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