Sander caminó hasta la escalera y se fijó en el anciano sabueso acurrucado en el rincón.Era muy alargado, tenía el pelaje amarillento y una cara feísima. En sus ojos descubrió el reflejo de su propio pasado: era evidente que él pobre animalejo había pasado por mucho dolor y soledad.Tenía el pelo enredado en una maraña deforme y ni siquiera meneaba la cola, la cual descansaba en el suelo.Definitivamente, era un solitario, pensó, como un niño ya grande en un orfanato, rodeado de bebés preciosos.Seguramente lo habían atrapado intentando robar comida. Seguramente no tenía familia, ni nadie que le diera algo de cariño.El perro se mantuvo inmóvil al pie de la escalera y lo siguió con la mirada mientras él subía.— A Sandro no le va a gustar.— protestó. Subiendo hasta encontrarse con Catalina justo arriba. Ella se encogió de hombros.— Eso mismo dijo Ivanna, pero es mi cumpleaños y este pobre animalito necesita un hogar. Además, no se quedará aquí en la casa. Planeo ponerlo en el est
Sandro se acercó a su hermano con rapidez, evitando un desastre y alejándolo del bar.Sander protestaba y se retorcía en su agarre, lanzando contra él toda clase de acusaciones,mientras Sandro lo arrastraba fuera del salón, hasta que dió en el clavo con algo de lo que decía.¡Joder, otra vez había metido la pata!No había tenido ni la menor idea de que era el cumpleaños de Catalina ese mismo día.— ¡Eres un cabrón! ¿Qué clase de hombre eres? No recuerdas el cumpleaños de tu propia esposa y para colmo no le permites a tu hermano ser feliz?— Te callas. ¿Estás drogado?— Masculló. — todo lo que hago es velar por los intereses de esta familia.—Debería haberla halagado por lo hermosa que está. Sin embargo, cuando llegamos solo te contestaste en quitármela del brazo, ¿por qué?— Pues porque es mía, ¡maldición!— explotó Sandro.Sander rió a carcajadas.—Creí que habíamos acordado que era " nuestra". Si continúas con tus tintos celos, esto no va a resultar.— Solo, mantente alejado del jo
Catalina estaba harta del pelotero insesante de las mujeres que la rodeaban, se despidió del grupo lo más cordialmente posible e intentó acercarse a la mesa donde Sander bebía solo, con expresión miserable en su rostro. Sin embargo, una alto y robusto hombre se atravesó en su camino.— La he estado observando toda la noche, signorina. No creo que nos hayan presentado y creo que usted no se ha fijado en mí. –Sí que me he fijado en usted –replicó al tiempo que se volvía de nuevo y fingía una sonrisa.— como mismo me he fijado que no le pierde pie ni pisada a los movimientos de mi esposo. ¿Es usted su socio de negro, o un rival?– Vaya...— Susurró él, sorprendido. — Y yo que creí haber obtenido a la mejor de las hermanas D'mario. Veo que me equivoqué.Catalina dió un paso atrás, tratando en seco.— Entonces, ¿es usted Paolo Valisari? ¿Es usted el esposo de mi hermana Cecilia?Él sonrió fríamente, y Catalina sintió miedo.— Por lo visto no es necesario que me presente. Al parecer tu mari
— Él pudo haberte hecho daño, mi amor.— sollozó Sandro contra su cuello. Sus palabras la dejaron paralizada. Con movimientos delicados y con ternura, él procedió a tomarla en sus brazos y llevarla al sofá, dónde se acurrucó unos minutos con ella, acariciándola y llenando su rostro de besos. — Perdona, fui demasiado brusco. Estaba celoso. Estaba asustado...yo... Ella tomó su rostro entre sus manos y lo besó, despacio. — No logras comprender lo terrible que es todo esto. Ese cabrón te amenazó en público, nena. — Sandro gruñó— ese hijo de puta se cree con el derecho de burlarse de mí de esa manera. — Shhh, shhh. Ya pasó. — No. A partir de ahora comienza lo peor. Nadie de las familias criminales se atreve a amenazar a un Visconti si no planea cumplir sus amenazas. Esto es serio, Catalina. Estás en peligro. Ella tragó en seco. — Demonios...es tu cumpleaños y acabo de destrozar tu vestido.— protestó él, notando que ella parecía como la hubiera asaltado un desquiciado. — No pasa n
Sandro comprimió sus labios, en un par de pasos llegó hasta ella y la abrazó con fuerza.— Sospeché que algo así podría llegar a suceder. Primero llenas mi casa de reptiles, luego instalas un acuario en mi despacho y ahora te traes un chucho a mi hacienda...— le dió un pequeño pico y luego farfulló— te estás apoderando rápidamente de todo lo que es mío, esposita, y en especial de mi casa. ¿Acaso planeas quedarte, hmm?— ¿De qué demonios hablas?— protestó ella, irritada.— Hablo de prolongar nuestro matrimonio.Catalina lo miró directamente a los ojos, y temió delatar su felicidad con el más mínimo gesto.¡ Sí! ¿Él quería continuar casado con ella?Y la había llamado " mi amor " no hacía mucho. ¿Realmente la amaba?De Sander ella no tenía dudas, pero con Sandro...no estaba tan segura.Él malinterpretó su expresión vacía con desinterés y se puso furioso.— De acuerdo— Susurró liberandola— lo volveré a preguntar más adelante. Dentro de unos meses tal vez. ¿Has preparado ya la cena?–Ya c
Sander comenzó a lamerle los pechos, a succionarle los pezones y a mordisqueárselos. Le acarició el abdomen y las caderas con los dedos antes de introducir dos dedos entre sus muslos y comprobar que ella estaba caliente y resbalosa allí.Estaba mojadísima y sollozó, pidiéndole más, siempre más.Últimamente, Catalina estaba mucho más atraviesa y fogosa que de costumbre. Sander la penetró con dos dedos, tras lo cual comenzó a frotar con delicadeza ese lugar escondido entre sus rizos para darle una probada de lo que vendría de hasta que…Caty gimió, y convulsionó entre sus brazos, moviendo las caderas al llegar al clímax.El placer hizo que se estremeciera por entero mientras él se apresuraba a tomaba en sus brazos y a llevarla a la cama.— Creo que el récord sigue siendo mío, hermano— se burló Sander— la he hecho venirse en meros minutos.—Solo porque yo ya te la había dejado sensible— protestó Sandro, uniéndose a ellos.Caty parpadeó, aturdida por lo que acababa de suceder y se ten
— No me dices nada que no sepa ya, Cecilia. Por supuesto que sé que el cabrón de tu marido fue quien saboteó mi cosecha. — Si, ¿pero tienes evidencias de ello, Sandro?— insistió ella — según sé, no cuentas con esa información. Además, hace unos días escuché a Paolo jactarse de que no podías hacer nada en su contra. — ¿Qué es lo que quieres? — Reunámonos. Elige la hora y el lugar, yo iré a verte. — ¿Qué ganas tú con todo esto? Ella volvió a suspirar. — Mi venganza. Paolo me engañó. Me hizo creer que estaba enamorado de mí cuando en realidad es contigo con quien está obsesionado. — ¿Conmigo?— interrogó Alessandro. — No me malinterpretes, no es que él sienta una especie de pasión amorosa por ti, creo que más bien le obsesiona vencerte en todo lo que pueda. En su finca tiene un viñedo del mismo tipo del que te arruinó, se ha hecho socio de todos tus enemigos, me engañó para que huyera con él en vez de casarme contigo, creo que derrotarte se ha convertido en la misión de su vida ¿co
Días después, Sandro estaba sentado en el porche de su casona, ponderando la tranquilidad que se respiraba allí, había viajado muchísimo por el mundo, siendo más joven. Había contemplado las cúpulas doradas de Florencia y las elegantes torres de París. Había visitado islas exóticas impolutas, la majestuosidad de los Alpes suizos y las áridas rocas talladas del Gran Cañón.Sin embargo, nada se equiparaba a la felicidad que había encontrado justo allí, en el lugar que había comprado para pasar momentos a solas.«Mi escondite ha terminado convirtiéndose en mi hogar» Esbozó una sonrisa desdeñosa al reconocer la emotividad de semejante pensamiento. La sonrisa no desapareció de sus labios.Observó las vistas un buen rato, mientras repasaba mentalmente los problemas que le aciseabsn. Catalina estaba mejor, pero no estaba completamente repuesta aún, Paolo guardaba silencio luego de su último encuentro y Cecilia...Su móvil sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Aceptó la llamada sin mirar qui