Feliz año nuevo para mis queridos lectores!! Espero este año entrante sea de muchas bendiciones para todos ustedes. Les envío un fuerte abrazo y mis mejores deseos :)
—Tenemos a tu mujer —dijo una voz distorsionada a través del teléfono. El cuerpo de Oliver se puso rígido ante esto, sabía que la policía estaba buscando a Esteban luego de haberse llevado a Adhara, pero no se imaginó que las cosas iban a tomar este rumbo inesperado. —Si quieres volver a verla con vida, entonces deberás pagar el rescate —soltó la persona sus verdaderas intenciones. «Se suponía que era Esteban, ¿no?», pensó Oliver. —¡No te atreves a hacerle nada! —rugió él con miedo de perderla. Esas horas desde su secuestro habían sido las más angustiantes de toda su vida. Amaba a Adhara y la idea de perderla era simplemente insoportable. No lo podía permitir así tuviera que entregar todo lo que poseía. No le importaba con tal de traerla sana y salva a su lado. —Eso dependerá de ti. —Muéstramela. Dame una evidencia de que es verdad —exigió rotundo. —No estás en condiciones de negociar —y con esto se cortó la comunicación. Oliver lanzó el teléfono al sofá y contuvo un grito
Cuando el teléfono de Oliver volvió a sonar, la respuesta del hombre ya estaba perfectamente planificada en su mente. —¡Tengo el dinero! —fue lo que contestó a sus extorsionadores.Rápidamente, acordaron una dirección para la entrega y entonces la advertencia no tardó en llegar a sus oídos.—Nada de policías ni de querer hacerte el listo —ordenó con firmeza aquella voz distorsionada.—De acuerdo. Oliver colgó la llamada y miró a su madre. Ambos compartieron una mirada de complicidad, la cual tenía mucho tiempo sin ser intercambiada entre ambos. Le resultó inevitable no recordar su niñez cuando Irina parecía ser una persona normal y buena madre. Ahora, en cambio, sentía que no la conocía y que era una completa desconocida de la cual quería mantenerse lo más lejos posible. Pero por el momento no le quedaba más opción que cooperar juntos. Así que, con un asentimiento, le indicó que estaba listo y era hora de darle inicio al plan. Madre e hijo tomaron caminos diferentes, la idea era
La ira de sentirse burlado hizo que Giovanni se girara bruscamente en la dirección de Oliver, quien se encontraba a unos pocos metros de distancia. No lo pensó en el momento en que su mano se alzó apuntándolo con el arma de fuego. Su corazón palpitaba fuertemente en su pecho con un deseo ardiente de venganza.Debía matarlo.Debía…Un disparo se escuchó, pero no fue el de su propia arma. Un dolor agudo lo atravesó al instante y supo entonces que lo habían herido en el brazo.Oliver, con los ojos abiertos como plato, dio un paso atrás y miró a su madre, quien sostenía en su poder una pistola.—¡No te atrevas a meterte con mi hijo! —bramó la mujer al hombre que ahora se encontraba herido.Giovanni no podía procesar lo que estaba ocurriendo. Todo había sido demasiado rápido. Su arma se disparó, pero no dio a ningún objetivo. Y ahora era él quien se encontraba herido y todo por culpa de Irina Volkov.—¡¿Cómo te atreves?!—Mi hijo está fuera de los límites —le recordó ella, desafiante.—Pue
Al llegar al hospital, las puertas de la ambulancia se abrieron de golpe. Los paramédicos rápidamente hicieron rodar la camilla y llevaron a Oliver hacia la sala de emergencias.—¡Urgente! —gritó uno de ellos al equipo médico que esperaba—. Hombre de 30 años, herida de bala en el costado izquierdo, signos de shock hipovolémico. Presión arterial baja y pulso acelerado.El médico a cargo rápidamente recibió la información y se acercó a atenderlo.—¿Cuál es su nombre? —preguntó mientras revisaba las notas sobre su historial.—Oliver —respondió Adhara, quien se encontraba cerca. Conteniendo a penas las ganas de llorar. —Bien, Oliver. Vamos a hacer todo lo posible por ti. Necesitamos estabilizarte y llevarte al quirófano de inmediato.Las palabras quedaron suspendidas en el aire, porque el hombre al que le estaban hablando no pudo contestar. Sus ojos estaban entreabiertos, pero no parecía enfocar absolutamente nada.Se lo llevaron entonces y Adhara se quedó en la sala de espera, con las m
Cuando Adhara llegó a la habitación en la que Oliver se encontraba, no pudo hacer otra cosa que correr a su lado. —¡Oliver! —una sonrisa gigantesca se mostraba en su rostro, mientras lo abrazaba. Al hombre pareció tomarlo por sorpresa un gesto tan efusivo de su parte. Estaba tan acostumbrado al rechazo, que le resulta irreal la idea de que ahora lo estrechara con tanta fuerza. —No me gustó la idea de perderte —sollozo Adhara en su pecho, soltando todos sus temores. Quería que Oliver supiera que, contra todo pronóstico, se había vuelto importante en su vida y no estaba dispuesta a perderlo. Ya no.—Shhh, tranquila —la consoló él, mientras le acariciaba el cabello—. Ya estoy aquí. No pienso irme a ningún lado. —¡No quiero que te vayas! ¡No quiero! —continuó gimiendo, todas sus emociones finalmente brotando de su interior. Había guardado tantas cosas durante tanto tiempo, que no podía contenerlas un segundo más. Necesitaba decirle a Oliver que se había enamorado de él y que no sabía
Adhara contuvo la respiración por décima vez. Se encontraba en la cocina junto a Oliver, el lugar era pequeño y la luz del sol se filtraba a través de las cortinas. Decir que se había acostumbrado a esta nueva dinámica era mentirse a sí misma. Realmente no se acostumbraba a la presencia de Oliver en su vida, pero no le desagradaba. Era acogedor tener a alguien a su lado para hacer cosas tan mundanas como cocinar. A los pocos minutos preparó la mesa con tostadas doradas, mermelada de fresa, y un par de huevos revueltos, todo acompañado de un humeante café recién hecho. Ocupó su lugar en la mesa y miró al hombre a su lado, quien tampoco parecía quitarle la mirada de encima. Sus ojos eran abrasadores e intensos. —Esto se ve increíble —se mostró complacido ante lo que le ofrecía. Adhara le sonrió. —Espero que te guste. Y así comieron en silencio con aquella agradable tensión invadiéndolos. —¿Cómo estuvo tu día ayer? —trató Oliver de romper el silencio. —Fue un día largo, pero pr
Cuando Oliver abrió los ojos a eso de las ocho de la mañana del día siguiente, se encontró con una habitación vacía y una cama desolada.Miró hacia todos lados tratando de hallar a la hermosa y pequeña figura de Adhara. Sin embargo, no parecía haber rastro de la mujer por ninguna parte.«Raro», pensó.Se suponía que era sábado, así que no tenía sentido el hecho de que se hubiera despertado tan temprano, mucho menos después de tanta actividad de la noche anterior. Había sido su primera vez, por ende era normal que no quisiera levantarse de la cama, no que ocurriera todo lo contrario…«Quizás quiso darse un baño», concluyó con más calma.Se puso de pie, entonces, y se acercó al cubículo, pero ningún sonido emanó del interior. Tocó la puerta un par de veces y al no recibir respuesta, abrió.Pero nada. No había rastro de Adhara.—Adhara —la llamó mientras salía de la habitación con rumbo a la cocina.Una intensa sensación de preocupación invadió su pecho al descubrir que no estaba en nin
Llevaba poco más de tres meses en ese lugar y realmente no entendía su labor en dicho sitio.«¿Qué se suponía que debía hacer?», se preguntó por enésima vez.Lo único que sabía era que no tenía permitido salir ni hacer preguntas.Tenía una habitación personal con una cama grande y acolchada y todos sus caprichos a la palma de la mano si así lo quería.Pero seguía rondando en su mente la misma pregunta…¿Por qué?Anastasia no lo entendía.Ese hombre era un completo misterio que se moría de ganas por resolver.Al menos le aliviaba la idea de saber que no le había tocado prostituirse ni mucho menos.Pero tampoco le otorgaba su libertad y eso era un enorme problema.No tenía ni idea de cómo estaban las cosas en Rusia. Le resultaba inevitable no pensar en todo lo que dejó atrás: su madre, su hermano, e incluso, el insensible de su padre.Aunque su familia la aborrecía, ella no compartía el mismo sentimiento. Su corazón no era tan cruel.Los amaba muy a su pesar…Los ojos de Anastasia se hu