—El personal de seguridad del edificio dio aviso a las autoridades al reparar en la cámara de vigilancia —empezó Oliver con el resumen de lo que habían sido esos dos meses—. Te encontraron en medio de un charco de sangre, tenías múltiples fracturas y te llevaste un golpe en la cabeza, que, aparentemente, te ocasionaría una muerte cerebral. Tus expectativas de vida eran demasiado bajas, Adhara.Adhara sintió cómo sus ojos se humedecían ante la realidad de haber estado tan cerca de la muerte.—El hecho de que despertaras es un milagro —siguió diciendo, mientras la miraba fijamente, como si tampoco pudiera procesar que estaba ahí, sana y salva.—Y… ¿Qué pasó con él? ¿Dónde está Esteban? —Pronunciar su nombre le causó un poco de incomodidad, porque le hizo revivir todo el infierno que pasó en aquellas horas en las que estuvo privada de su libertad.Los ojos grises de Oliver adquirieron un matiz sombrío, mientras decía aquellas palabras:—Escapó como el cobarde que es —se notaba el odio en
Anastasia era llevada por la fuerza a la casa de su padre. Al estar frente a aquel imponente lugar, se sintió momentáneamente turbada ante la idea de ver a su familia nuevamente, a esa misma familia que meses atrás le había dado la espalda tachándola de inútil.Al parecer la vida no tenía suficiente con romperle el corazón, ahora la preparaba para una nueva estocada.—Entre —la empujaron al interior, sin el más mínimo tacto. Al parecer su padre había dado la orden de traerla, no importaba el cómo.Cuando cruzó la puerta de entrada, se quedó congelada al ver la sala siendo ocupada. Irina Volkov estaba sentada en uno de los sillones en compañía de su madre, mientras ambas compartían una taza de té como si fueran las mejores amigas del planeta. Ciertamente, su progenitora e Irina se conocían y, aunque simulaban una amistad cercana, sabía que esto era simple hipocresía de ambas partes.—Anastasia —la saludó Irina con dulzura—. Llegas justo a tiempo, querida. Estábamos hablando precisamente
Irina llegó al lugar de siempre, cautelosa y temerosa de ser descubierta. Se había vuelto un poco paranoica luego de aquellos meses en la cárcel, afortunadamente la habían sabido cuidar muy bien.—Cariño —se acercó melosamente al hombre que ya se encontraba en la habitación, el cual no tenía buena expresión, se veía molesto e irritado.—Ahora no —hizo un gesto con la mano para que se detuviera cuando vio que intentaba besarlo.—Sé que lo que ocurrió con Anastasia te tiene en pésimo estado, pero, por favor, Giovanni. No me rechaces —pidió suplicante.—No me la recuerdas, mujer —se quejó al ver que nombraba a la malagradecida de su hija—. Es una estúpida. No sé ni para qué fue que la engendre.—Debes estar tranquilo —trató de consolarlo—. A pesar de que se niegue, siempre ha seguido tus órdenes y estoy segura de que esta no será la excepción. Anastasia se casará con Oliver —aseguró.El hombre bufó.—No es eso en realidad lo que me preocupa —reveló, observándola con renovada rabia—. Me m
Llegaron al lugar designado por Oliver. Se trataba de un apartamento pequeño, perfectamente amueblado y que rápidamente le trajo malos recuerdos. No pudo evitar pensar en Esteban y en el intento fallido de relación que habían tenido juntos. Es decir, realmente intento crear algo hermoso a su lado, pero todo se esfumó velozmente.Eso hizo que sus pasos al entrar fueran lentos, titubeantes. Y no únicamente por su muleta y el dolor en su pierna izquierda, sino también por su inseguridad, porque no confiaba en Oliver y porque su corazón seguía lastimado por la traición más reciente.—Ella es Olga —le presentó a una mujer mayor, que apareció en su campo de visión con un gesto amable en el rostro.—Un gusto, señorita —se inclinó esta ante la presentación de su jefe.—Un placer —contestó sin saber muy bien de quién se trataba. Simplemente, no tenía sentido una presencia adicional en la casa.—Olga se encargará de las tareas del hogar —le explicó Oliver al notar su incomprensión.—¿Qué?—lo mi
Los días siguieron transcurriendo en la misma sintonía. La presencia de Oliver se había vuelto una constante en su vida. Se había sorprendido a sí misma, esperándolo en más de una ocasión. Pero cuando finalmente aparecía, lo repudiaba; sin embargo, él era paciente ante su rechazo.—Mañana podremos ir al médico, a ver cómo va la pierna. Quizás terminen quitándote este yeso mucho antes de lo planeado —le dio la buena nueva con una pequeña sonrisa en sus labios.—¿Tú crees? —preguntó como una niña esperanzada.—Existe la posibilidad. Has guardado el reposo necesario.Adhara no pudo evitar contagiarse con su buen humor. Aquella era la mejor noticia que había escuchado en mucho tiempo.—Ya quiero que sea mañana —suspiró con añoranza.—No comas ansias —le acarició el cabello. El gesto fue completamente inesperado y, por la expresión de Oliver, él mismo pareció sorprenderse de que su mano tuviera vida propia y se moviera en esas direcciones—. Lo siento —se disculpó entonces.—Está bien —resp
Cuando Oliver regresó a su casa esa noche, lo último que esperaba era encontrarse a Anastasia en su habitación.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó sorprendido y disgustado de que se hubiera tomado el atrevimiento de invadir su espacio sin su autorización.—Aún conservo la llave —alzó el objeto en su mano derecha como única explicación.—Eso no responde a mi pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí? —repitió con irritación en su voz.—He venido para solucionar lo nuestro —contexto en un tono bajo, desprovisto de toda emoción. Algo en la expresión de Anastasia, le hizo recordar a un robot, a una marioneta, a un ser sin vida ni decisiones propias. Era como si existiera únicamente para representar un papel.«¿Qué ocurría con ella?», se preguntó entonces genuinamente preocupado. —Sabes perfectamente que estamos destinados a casarnos —prosiguió la mujer con aquellas palabras ensayadas—. Esto es inevitable. Lo nuestro lo es —dicho esto, bajó el cierre de su vestido y dejó al descubierto su cue
—Señorita, no sé si haya sido buena idea venir. La colina es muy empinada y usted no puede forzar demasiado la pierna —se preocupó Emily, al ver el trayecto que faltaba para llegar hasta la tumba de su hermana.Adhara había insistido mucho en hacer esta visita, para ella era importante tener un momento a solas con Adriana, hablarle, contarle lo que le aquejaba y lo que le hacía doler el corazón últimamente.Nada le había salido como lo había planeado. Los culpables resultaron no serlo, y la justicia parecía no existir en este lugar. Pero como si fuera poco, se había enamorado de un hombre al que no debía ni siquiera mirar.Necesitaba que su hermana la escuchara y le diera alguna señal sobre esto, la ayudara a encontrar el rumbo nuevamente. Le hacían tanta falta sus consejos.—Por favor, continuemos —pidió a pesar del dolor que comenzaba a embargarla.Había comenzado la rehabilitación hacía una semana, pero justo como lo predijo el médico, era un proceso lento. Demasiado lento para su g
Esa misma tarde, un par de hombres aparecieron en compañía de una mujer de expresión severa.—Levántese —le ordenaron.Anastasia no entendía lo que estaba sucediendo. ¿A dónde la llevarían estas personas?—¿Qué pasa? ¿A dónde me llevan? —pidió explicaciones cuando la alzaron sin mucha delicadeza.—Primero debe darse un baño. Apesta —señaló la mujer con molestia.—¡¿Un baño para qué?! ¡¿Qué me piensan hacer?!El miedo se apoderó de ella; no se suponía que esto estuviera sucediendo. Es decir, sabía que su padre quería darle una lección por su desobediencia, pero de ahí a entregarla a un grupo de desconocidos, le parecía algo extremo. Todo parecía indicar que Giovanni Sidorov sí la había vendido a ese sujeto.La realidad de su situación la hizo sentir devastada. Ya no sabía si realmente Oliver se daría cuenta de lo que estaba sucediendo a tiempo.Estaba perdiendo las esperanzas a medida que más la arrastraban a una habitación desconocida, la cual era más amplia y tenía un baño incluido.