Adhara lo apartó de un empujón y salió corriendo, esta vez Oliver no pudo darle alcance. Llegó hasta su auto completamente agitada, sintiendo que acababa de correr una maratón, aunque únicamente había corrido unos pocos metros. Encendió su auto con manos temblorosas sin dejar de mirar por su espejo retrovisor, temiendo que Oliver apareciera de la nada y la obligara a escuchar nuevamente su confesión. No era así como se había imaginado esta visita al cementerio. Realmente esto no debió de haber pasado y odio su mala suerte. ¿Cómo era posible que el destino se confabulara para hacer que se encontrara con Oliver en el lugar menos oportuno de todos? Justo frente a la tumba de su hermana, por el amor de Dios. Sin duda tenía la peor de las suertes. «Oliver está demente», pensó mientras terminaba de arrancar el auto y apretaba al fondo el acelerador. No estaba en el estado mental correcto para manejar, pero no podía concentrarse en otra cosa que no fuera alejarse de la órbita de s
Adhara se quedó completamente congelada luego de escuchar aquellas palabras que, metafóricamente, se sintieron como una bofetada. Esteban acababa de pronunciar el nombre de su hermana. Esteban estaba pensando en Adriana en medio de un momento de intimidad.Y esto solamente podía significar una cosa…Las lágrimas cubrieron los ojos de Adhara al darse cuenta de la realidad. Esteban nunca la había visto a ella realmente, Esteban siempre había visto a Adriana en ella y por esa razón se había querido acercar.—¡Aléjate! —lo empujó, mientras se apresuraba a tomar la sábana para cubrirse.No podía permitir que este hombre viera su desnudez un segundo más, no podía permitir que la viera e imaginará a otra persona.—Adhara, lo siento, yo no quise…—¡¿Desde cuándo?! —increpó con rudeza—. ¡¿Desde cuándo has estado imaginándote que soy Adriana?! Esteban se agachó a recoger su pantalón, mientras negaba. —No lo sé, Adhara. Supongo que desde siempre —admitió. Sus palabras fueron otra bofetada
Esteban cerró la puerta, sumergiéndola en el miedo y el enojo al verse privada de su libertad.«¿Con qué derecho se atrevía a encerrarla?», se preguntó furiosa, dispuesta a tumbar la puerta a punta de patadas. No tenía ningún derecho de hacer esto. No lo tenía.—¡Sácame de aquí! —gritó dando fuertes manotazos contra la madera de la puerta—. ¡Sácame! Al ver que sus llamadas no fluían ningún efecto, se aproximó a la ventana para gritar más fuerte. —¡Auxilio! ¡Sáquenme de aquí! ¡Me tienen encerrada! — Sentía que su garganta estaba a punto de ser desgarrada debido a la fuerza de sus gritos, pero necesitaba que alguien la escuchará, dependía de esto para salir libre.Sin embargo, nadie pareció escucharla, los minutos se transformaron en horas y se sintió más desolada.Adhara se dejó caer en el piso con sus rodillas pegadas al pecho, mientras sollozaba debido a la realidad de su situación.Estaba encerrada y a merced de un hombre que no conocía. Porque si algo le quedaba claro era que Es
El sonido de la marcha nupcial, acompañado de los pétalos de rosas que le lanzaban al pasar, hicieron de aquellos minutos los más felices en la vida de Adriana Miller. Lamentablemente, el sueño duró demasiado poco, ya que luego de dar el tan anhelado “sí” en el altar, el príncipe se convirtió en ogro y su nueva familia se transformó en los demonios de su infierno personal. —Lindo vestido —se acercó su suegra a darle la felicitación o eso era lo que, ilusamente, Adriana pensó—. Sería una lástima que se ensucie de vino—y así, sin más, vertió el líquido rojo en la delicada tela de su vestido de novia, mientras ella en compañía de Anastasia Sidorov se carcajeaban de risa. Adriana jadeó, horrorizada. No podía creer que acabaran de arruinar su vestido en un día tan especial como ese. Pero su suegra, no conforme con esto, agrego macabramente: —Mi hijo se casó contigo por un berrinche —aseguró—. Pronto recapacitará y te pedirá el divorcio. Mientras tanto, mira a Anastasia—la señaló orgul
Adriana dio un paso atrás, abrumada por lo recién descubierto, pero dispuesta a impedir que ese par se saliera con la suya. «Oliver Volkov se arrepentiría de haberla usado de esta manera», se juró a sí misma, mientras buscaba el contacto telefónico de su hermana gemela.—Adhara, necesito verte —su evidente agitación preocupó a la joven del otro lado de la línea. —Por supuesto, hermana —cedió complaciente. Hacía apenas una hora que acababa de aterrizar en el país—. Estaba recién instalándome en el hotel y pensaba hacerte una visita, pero si necesitas que hablemos ahora, entonces puedes venir, te indicaré la dirección. Adriana repitió mentalmente la dirección dictada por su hermana y corrió en busca de un taxi, sin embargo, antes de que logrará alcanzar la puerta de salida, Irina se atravesó en su camino. —Supongo que ya lo sabes —su sonrisa se ensanchó maquiavélicamente, parecía un demonio en cuerpo de mujer—. La reconciliación se escucha por toda la casa —se jactó de los jadeos qu
Evitar que la información sobre la muerte de Adriana se filtrara requirió de sobornos y mucho dinero. Adhara había odiado hacer esa llamada, pero no tuvo otra alternativa que contactar con el multimillonario, Luke Jones. No quería parecer una persona interesada, pero el único con el suficiente poder como para ayudarla a hacer justicia, era precisamente él, Luke. El empresario más famoso de toda Inglaterra y, quién había desarrollado alguna especie de fijación por ella. Luego de que lo conociera por casualidad en un evento de la universidad, le había ofrecido la oportunidad de hacer pasantías en su empresa.Adhara había aceptado, porque evidentemente eso le abriría las puertas al mundo laboral, pero al poco tiempo todo se había complicado. Luke no dejó de insistir para que salieran y ella no había dejado de posponer dicho encuentro. Hasta que no tuvo otra opción que tomar su teléfono y pedirle un favor, un favor que seguramente le costaría muy caro, pero que no le importaba en ese m
Oliver no podía dejar de pensar en Anastasia y en esa pequeña reconciliación que habían tenido. Luego de años sin dirigirse la palabra, había disfrutado sobremanera de escuchar sus gemidos, consciente de que era él el causante de tan desbocadas reacciones. Ahora únicamente necesitaba deshacerse de Adriana…El asunto era que su esposa había desaparecido la misma tarde de la reconciliación y no sabía si esto era bueno o malo. —Oliver —la voz de su madre se alzó en medio del pasillo, interrumpiendo su tranquila caminata. Irina acortó la distancia con una expresión de visible irritación. —¿Qué quieres ahora?—trato vanamente de contener su exasperación, luego de meses de insistencia para que se divorciara—. ¿Acaso no estás conforme ya con que me hubiese reconciliado con tu querida Anastasia? ¿O se te ofrece algo más, madre?Amaba a su madre, pero debía reconocer que había ocasiones en las que no la soportaba. —¡Esa regresó, Oliver! —rugió Irina, sus ojos notablemente rojos. —¿Esa? —
—¿Una condición? ¿Y de cuándo acá tú impones condiciones? —se burló Oliver. Adhara respiró profundamente para contener el deseo salvaje que sentía de despellejar a ese sujeto. No podía entender cómo era que su dulce hermana Adriana había terminado casada con él, pero sin duda era un diablo en cuerpo de hombre. Aun así, trató de serenarse porque no le convenía explotar en el pleno inicio de su plan. Necesitaba el tiempo necesario para hacer desaparecer el imperio Volkov de sobre la faz de la tierra. Para cuando acabara con Oliver y toda su familia no quedaría ni rastros de lo que alguna vez fueron…—Porque soy tu esposa y no te conviene hacer de esta separación un escándalo —contestó con una sonrisa cargada de suficiencia que hizo que la expresión burlona de Oliver desapareciera—. Además, he contactado con varios periodistas que estarían encantados de publicar en primera plana mi versión sobre los hechos. ¿Te gustaría que tus socios se enteraran de como tratas a tu mujer en privado,