Adhara se sintió muy frustrada cuando se enteró de que su plan había fracasado. —Bueno, evidentemente no sería tan sencillo —contestó Esteban, luego de que lo pusiera al día con los pormenores. —¿Y ahora qué haré? —se sentía exasperada. Necesitaba que Oliver firmara esos benditos papeles. —Intenta utilizar a una mujer. Ya sabes —su mirada estaba cargada de circunstancia y Adhara sintió deseos de vomitar. —Cielos. Los hombres son tan básicos, es irritante —sus manos se empuñaron al imaginarse a Oliver coqueteando con esta fémina sin nombre, a la cual se vería obligada a enviar. —Seguramente resultará. Ya lo verás. —Es lo único que me importa. Le informo a Luke sobre esta nueva idea y para el final de la tarde una despampanante mujer, cruzaba la puerta de entrada de la torre Volkov. —Buenas tardes, ¿le puedo ayudar en algo? —preguntó la recepcionista al verla pararse frente a su cubículo. Adhara se la ingenio para hacer parecer que tenía una cita con su jefe, el señor Suárez. P
Adhara no había dejado de reprocharse su fracaso. Al parecer había subestimado a Oliver, no era un hombre tan fácil de engañar. Era un lobo astuto y experimentado.—¿Y ahora qué haré? —se preguntó a sí misma, estando sola en la habitación de su hermana.Sin mucha claridad ni deseos de complicarse, decidió dejar el tema del plan a un lado y se concentró en seguir recabando información. La única manera que conocía era seguir hojeando el diario de Adriana.Lo último que había leído sobre su extraña historia con Oliver, se trataba de su primera experiencia sexual, una primera vez nada convencional.A su parecer, Oliver la había tratado como a una mujerzuela al recostarla sobre su escritorio y follarla sin más. Era su primera vez, maldita sea. Pero aun así, Adriana había descrito el evento como algo hermoso. Su hermana tenía un tornillo suelto.“Creo que Oliver no puede vivir sin ponerme las manos encima. Cada vez que me ve el deseo estalla en sus ojos. Debo confesar que también me he vuel
El sonido de la marcha nupcial, acompañado de los pétalos de rosas que le lanzaban al pasar, hicieron de aquellos minutos los más felices en la vida de Adriana Miller. Lamentablemente, el sueño duró demasiado poco, ya que luego de dar el tan anhelado “sí” en el altar, el príncipe se convirtió en ogro y su nueva familia se transformó en los demonios de su infierno personal. —Lindo vestido —se acercó su suegra a darle la felicitación o eso era lo que, ilusamente, Adriana pensó—. Sería una lástima que se ensucie de vino—y así, sin más, vertió el líquido rojo en la delicada tela de su vestido de novia, mientras ella en compañía de Anastasia Sidorov se carcajeaban de risa. Adriana jadeó, horrorizada. No podía creer que acabaran de arruinar su vestido en un día tan especial como ese. Pero su suegra, no conforme con esto, agrego macabramente: —Mi hijo se casó contigo por un berrinche —aseguró—. Pronto recapacitará y te pedirá el divorcio. Mientras tanto, mira a Anastasia—la señaló orgul
Adriana dio un paso atrás, abrumada por lo recién descubierto, pero dispuesta a impedir que ese par se saliera con la suya. «Oliver Volkov se arrepentiría de haberla usado de esta manera», se juró a sí misma, mientras buscaba el contacto telefónico de su hermana gemela.—Adhara, necesito verte —su evidente agitación preocupó a la joven del otro lado de la línea. —Por supuesto, hermana —cedió complaciente. Hacía apenas una hora que acababa de aterrizar en el país—. Estaba recién instalándome en el hotel y pensaba hacerte una visita, pero si necesitas que hablemos ahora, entonces puedes venir, te indicaré la dirección. Adriana repitió mentalmente la dirección dictada por su hermana y corrió en busca de un taxi, sin embargo, antes de que logrará alcanzar la puerta de salida, Irina se atravesó en su camino. —Supongo que ya lo sabes —su sonrisa se ensanchó maquiavélicamente, parecía un demonio en cuerpo de mujer—. La reconciliación se escucha por toda la casa —se jactó de los jadeos qu
Evitar que la información sobre la muerte de Adriana se filtrara requirió de sobornos y mucho dinero. Adhara había odiado hacer esa llamada, pero no tuvo otra alternativa que contactar con el multimillonario, Luke Jones. No quería parecer una persona interesada, pero el único con el suficiente poder como para ayudarla a hacer justicia, era precisamente él, Luke. El empresario más famoso de toda Inglaterra y, quién había desarrollado alguna especie de fijación por ella. Luego de que lo conociera por casualidad en un evento de la universidad, le había ofrecido la oportunidad de hacer pasantías en su empresa.Adhara había aceptado, porque evidentemente eso le abriría las puertas al mundo laboral, pero al poco tiempo todo se había complicado. Luke no dejó de insistir para que salieran y ella no había dejado de posponer dicho encuentro. Hasta que no tuvo otra opción que tomar su teléfono y pedirle un favor, un favor que seguramente le costaría muy caro, pero que no le importaba en ese m
Oliver no podía dejar de pensar en Anastasia y en esa pequeña reconciliación que habían tenido. Luego de años sin dirigirse la palabra, había disfrutado sobremanera de escuchar sus gemidos, consciente de que era él el causante de tan desbocadas reacciones. Ahora únicamente necesitaba deshacerse de Adriana…El asunto era que su esposa había desaparecido la misma tarde de la reconciliación y no sabía si esto era bueno o malo. —Oliver —la voz de su madre se alzó en medio del pasillo, interrumpiendo su tranquila caminata. Irina acortó la distancia con una expresión de visible irritación. —¿Qué quieres ahora?—trato vanamente de contener su exasperación, luego de meses de insistencia para que se divorciara—. ¿Acaso no estás conforme ya con que me hubiese reconciliado con tu querida Anastasia? ¿O se te ofrece algo más, madre?Amaba a su madre, pero debía reconocer que había ocasiones en las que no la soportaba. —¡Esa regresó, Oliver! —rugió Irina, sus ojos notablemente rojos. —¿Esa? —
—¿Una condición? ¿Y de cuándo acá tú impones condiciones? —se burló Oliver. Adhara respiró profundamente para contener el deseo salvaje que sentía de despellejar a ese sujeto. No podía entender cómo era que su dulce hermana Adriana había terminado casada con él, pero sin duda era un diablo en cuerpo de hombre. Aun así, trató de serenarse porque no le convenía explotar en el pleno inicio de su plan. Necesitaba el tiempo necesario para hacer desaparecer el imperio Volkov de sobre la faz de la tierra. Para cuando acabara con Oliver y toda su familia no quedaría ni rastros de lo que alguna vez fueron…—Porque soy tu esposa y no te conviene hacer de esta separación un escándalo —contestó con una sonrisa cargada de suficiencia que hizo que la expresión burlona de Oliver desapareciera—. Además, he contactado con varios periodistas que estarían encantados de publicar en primera plana mi versión sobre los hechos. ¿Te gustaría que tus socios se enteraran de como tratas a tu mujer en privado,
«Ciertamente, no es la misma», pensó Oliver, mirándola como si le hubiese crecido una segunda cabeza. No sabía qué había pasado con Adriana, pero esta mujer no era ella. Por un momento estuvo tentado ante la idea de preguntarle dónde estaba su verdadera esposa, pero la sola cuestión en su cabeza sonó tonta. Esa era Adriana, no podía ser otra. Lamentablemente, Oliver desconocía que su esposa tenía una hermana gemela, información vital para que el plan de Adhara tuviera éxito. Cuando Adhara le había preguntado a Adriana por teléfono sobre el enigmático hombre con el que se casaría en una semana, ella no había mostrado el típico entusiasmo de una novia a punto de dar un paso tan importante. —Es muy guapo, tiene dinero y… —su voz se había escuchado dudosa— me trata bien, supongo.—¿Supones? ¿Qué es eso de supones? —se había preocupado Adhara de inmediato. —La verdad es que no nos conocemos tanto —aclaró—. Nuestros inicios han sido un poco informales. “No me importa nada de tu vida