Sabía que no se encontraría en su casa, así que se fue directamente a su oficina. Kalem trabajaba en una empresa de bienes raíces, que tenía algunos negocios con el mundo empresarial. Cuando llegó a la recepción, una bonita secretaria, la miró y con una sonrisa en los labios, le explicó a qué piso debía ir. Era la primera vez que lo visitaba en su trabajo. No le gustaba molestarlo… Pero esa ocasión lo ameritaba. Sus hermanos se habían complotado para pedirle ayuda a ese infeliz, sin tener en cuenta el dolor y el odio que Carlisle Stone causaba en su hermana. Subió al ascensor y a los pocos minutos llegó al noveno piso. La estancia era bastante acogedora. Se acercó a una de las tantas secretarias.
—Buenos días señorita — dijo Eleanor. — podría decirme cuál es la oficina del señor Kalem Green? —
—Es la última de la derecha — Eleanor le agradeció y se encaminó hacia el lugar. Al llegar, otra secretaria un tanto más bonita, la miró expectante. Ella se había quedado bloqueada… Kalem le había dicho que su secretaria era una mujer insulsa y de mucha edad.
—¿Buenos días, señorita en qué puedo ayudarla? — dijo la chica.
—Buenos días, estoy buscando al señor Green…
—¿Tiene cita?
—No… creo que su novia no necesita cita… — dijo de manera cortante. La muchacha la miró.
—Perdón señorita… entiendo que usted, es la novia del señor Green, y por supuesto no necesita cita. Sólo le pregunto porque…
—Mira — suspiró — lo siento, no es un buen día para mi, ¿sabes? No tengo cita…
—Eso explica… —ella la miró sin entender. — el señor Green no se encuentra… Y — miró al reloj — dudo que pueda verlo hasta dentro de dos semanas. — Eleanor se puso pálida de repente.
—¿Qué?
—Verá usted… señorita…
—Rose.
—Si, señorita Rose — sonrió. — al señor Bradsford, presidente de la compañía, le urgía hacer una investigación sobre unos terrenos en donde construirán un resort… y bueno, el único disponible era el señor Green…
—Pero él no me dijo nada — dijo con voz apagada.
—Porque ha sido un viaje arreglado hace una hora. El señor Green casi se fue con lo puesto, y en el avión particular del señor Bradsford. Lo siento. Si llama ¿quiere que le de algún mensaje?
—No… gracias. Buenos días.
—Adiós — dijo la secretaria y retomó sus tareas. Se sintió estúpida… su novio, se había marchado y no se había molestado en despedirse. Dos semanas, tardarían en verse… Se sintió vacía y sola, por primera vez en su vida.
La mañana en que tendría que ver a su antiguo amigo, no comenzó bien para Emerson Rose. Al llegar a la mesa de la cocina, se topó con unos ojos castaños, que lo fulminaban de odio. Eran los de su hermana. Y luego al querer ver otros ojos castaños, esos que complementaban la belleza del rostro de su mujer, se encontró con una mirada de reproche, y esto le hizo preguntarse “¿Y ahora que hice?” Se sentó en la silla lejos de su hermana y decidió desayunar en silencio. Eleanor no tenía intención de hablar con ese “traidor”. Desayunó en silencio y sin más, salió de la cocina, subió las escaleras y se metió en su habitación dando un portazo. Emerson bufó… la rubia era tan terca como él. Miró a su Farrah, que aún no le dirigía la palabra, pero que lo miraba de arriba abajo. Terminó de tomar el último sorbo de té, y volvió a mirarla.
—¿Me vas a decir por qué estás enfadada?
—¿Irás vestido así? — él miró su vestuario. Tenía puesto unos jeans desgastados y una remera roja debajo de una camisa a cuadros. No llevaba zapatos, tenía puestas unas zapatillas.
—¿Farrah, quieres que me ponga el traje de gala? — preguntó torciendo los ojos. — ¡así estoy bien!
—Deberías ponerte el traje que te dejé en la silla, cerca de…
—¡No me pondré ese traje! — bufó. — lo mejor será ir como soy… sin ningún disfraz. Tengo que hablar con Carlisle, no con la Reina de Inglaterra.
—Para algunos, es lo mismo… — dijo ella.
—Para ti, quizás…
—¿Qué quieres decir?
—Que parece que te arrepientes… — y entendió que eso lo dijo en voz alta, porque su novia lo miró con rabia.
—¿Qué insinúas? — él no dijo nada. La muchacha se acercó amenazadoramente. — ¡Ya lo soltaste, termina tu frase! — Él se levantó.
—Parece que te diste cuenta, cuál de los dos vale la pena ¿no? — la miró triste. Farrah se acercó, y seria, le dio un tremendo bofetón. El rostro de Emerson enseguida se tiño de rojo. — ¡Eso dolió!
—¿En verdad? — él asintió. — ¡me alegro! ¡Nunca más vuelvas a decir eso Emerson Rose¡ ¡Yo no me arrepiento de nada, ¡elegir a alguno de ustedes, estaba fuera de mi mente ¡Siempre fuiste tú! Carlisle es como mi hermano, nunca pude verlo con otros ojos. Pero tu… eres un necio, insensible y mejor vete, porque te juro que si te sigo viendo esa cara de idiota de la cual me enamoré, saco la varita y te dejo… — la chica le dio un beso corto y se perdió en las escaleras.
—Definitivamente Emerson Rose, tienes un don especial para regarla!
Carlisle bajó de su BMW M3, color plata, y se encaminó hacia el elevador. Saludó a los que estaban dentro y, sin decir más, se hundió en su agenda electrónica, tratando de saber qué tenía planificado para la jornada. “El mismo aburrido y rutinario día de siempre…” suspiró. Anoche había estado con Sara… sólo un rato porque ella ya lo asqueaba. Se convenció que debía encontrarse otra amante. Una que al menos lo hiciera sentir que el desvestirse y follarla valía la pena… Pero con Sara, ni eso sentía. Su teléfono móvil sonó. Tenía el auricular de manos libres en su oreja. Era David… tenía un problema con Sandra y no llegaría a la oficina hoy. Carlisle bufó, y cortó el teléfono sin decir nada. Estaba llegando a su oficina. Sin David, el día sería agotador… al menos no tendría tiempo para pensar en nada, ni en nadie. La puerta del elevador se abrió y se encontró de frente con su secretaria. Ella mostró una gran sonrisa, el sólo la miró y le pidió el periódico bruscamente.
—¡Buenos días señor Stone! — dijo ella.
—¿Algún mensaje, Rowling? — preguntó si responder al saludo.
—Si, llamó el señor Bradsford… su empleado ya está en la locación, tomando las muestras del suelo para comenzar la obra.
—Bien — dijo desganado.
—El señor Beckett también llamó…
—Él ya lo hizo a mi teléfono, sé que no vendrá a trabajar. ¿Algo más?
—Si, la señorita Matthew…
—Borra ese mensaje… y por última vez… —la miró duramente. — ¡No vuelvas a darme mensajes de esa mujer! Sabes que no quiero…— se paró en seco. Al llegar a su oficina, vio algo que lo conmocionó. Sentado en la sala de espera cerca del escritorio de su secretaria, se encontraba la persona que nunca pensó que iba a encontrar ahí. Por un momento sintió una alegría indescriptible al verlo… pero rápidamente, volvió al semblante sombrío y carente de sentimientos. El que una vez fue su mejor amigo, su hermano, lo estaba esperando.
—Ah… — dijo la secretaria. — el señor… Creo que dijo Emerson Rose, ha estado esperándolo más de una hora. Dice que necesita hablar con usted…—Bien…— se acercó lentamente. Emerson distraído, no supo de la presencia de su amigo, hasta que no estuvo a más de tres metros y escuchó la voz de la secretaria. El pelirrojo se levantó de golpe y puso sus manos al costado del cuerpo. Hacía cuatro años que no se veían, y no tenía idea de cómo reaccionar ante él. ¿Qué debía hacer?… darle la mano ¿Abrazarlo? Afortunadamente para él, Carlisle fue el que habló primero.— ¡Vaya, Vaya! ¡Si no lo veo no lo creo! — río malignamente. — ¿qué te trae por aquí… Rose? — Emerson lo miró. Ni un hola, ni un cómo estás… ese no parecía su amigo. — Me perdonarás que no te salude efusivamente… — lo miró con rabia. — Si mal no recuerdo, ustedes no me despidieron afectuosamente…—Carlisle…—¿A qué has venido? — dijo en una voz gélida.—Necesito hablar contigo… es algo importante.—Importante… ¿tu, Emerson Rose hablan
—No puedes ser tan…—Déjame a mí, decidir lo que soy — dijo serio. — ¿Te interesa mi oferta? Al menos no te vas con las manos vacías. Tienes una oportunidad.—Carlisle…—A decir verdad… tu hermana la tiene. Solo quiero ver… — sonrió. — Qué tiene que decirme ahora…—No creo que venga — él soltó la puerta.—Dile que el destino de sus padres está en sus manos… que si ella no viene… será la culpable de que Molly y Leonard estén como vegetales de por vida… — la puerta se cerró dejando a Emerson totalmente desconcertado.Eleanor caminaba de un lado al otro de su habitación… hacía rato que Emerson había ido a entrevistarse con Carlisle Stone y todavía no llegaba. Trataba de pensar cómo reaccionaría si Carlisle aceptaba y les otorgaba el préstamo… ¿Cómo reaccionar ante eso? De seguro no podía dar marcha atrás a lo que pensaba… y si Carlisle aceptaba, se convenció que sería sólo por el gran cargo de conciencia que tendría… “Después de todo, mis padres están en esta situación por su culpa” “¡Ka
—Bueno textualmente dijo “Dile que el destino de sus padres está en sus manos… que si ella no viene… será la culpable de que Molly y Leonard estén como vegetales de por vida…” —La rubia se tapó los oídos y no quiso oír más. Esa frase había caído en su mente como un hachazo y le había destrozado el cerebro. Se levantó rápidamente y se metió en su cuarto.— Por eso no quería que Eleanor estuviera aquí y se enterara de las cosas… — siguió Emerson — Es mejor dejarlo como está. Ella nunca irá, y no quiero exponerla a la furia de Carlisle.—¿Tan cambiado está?—Si no supiera que él es Carlisle, no lo habría reconocido…si hubieras visto sus ojos Farrah… te congelaban los huesos… no tiene sentimientos… está vacío por dentro.—No lo creo… sólo está dolido… Si Eleanor fuera…—¿Crees que odiándolo como lo odia irá? ¿Y Crees por alguna razón que Carlisle la tratará como antes? — río amargamente Emerson.Su novia no contesto. Ella sabía perfectamente de los sentimientos que Carlisle tenía por su
Tres horas estuvo sentada en la sala de espera…miraba el gran reloj que colgaba de la pared insistentemente. El no daba señales de atenderla. Ya varias veces había molestado a la secretaria, para preguntarle cuando iba a poder verlo. La mujer sólo se limitaba a decir que Carlisle estaba muy ocupado y que esperara. Se había leído todas las revistas que había en una mesita… Tomó al menos tres cafés. Ya estaba cansada de estar sentada y para peor tenía hambre. Miró el reloj otra vez… ya era mediodía… cuatro horas esperando, y él ni señales. “Sólo media hora más y luego te vas" Era la tercera vez que lo decía… pero se negaba a cumplirlo. Tenía que hablar con él, y quitarse ese problema lo más rápido posible.—¿Eleanor? — alguien la había conocido — ¿Eleanor Rose? — ella miró a quien le hablaba y sonrió realmente sorprendida.—¡Profesor Beckett! — dijo, y de un salto se acercó y abrazó a su antiguo profesor.—¡Te veo y no lo creo! — rió David. — ¡Estás hermosa!—No exagere profesor… — dijo
El la miraba de arriba a abajo. — ¿Qué haces Rose? ¿Sabe tu novio que estás aquí?—El no… no metas a Kalem en esto — lo miró a los ojos. — Y como si no supieras a qué vengo.—Bien… vas directo al punto… eso me gusta. — encendió un cigarrillo — ¿quieres uno?—No tengo esos vicios.—Mala suerte — el humo salió de su boca. Eleanor hizo una mueca de fastidio. — ¿No te gusta el humo? — ella negó. — te aguantas entonces… estás en mis dominios… aquí se hace lo que quiero.—Bien… dime qué quieres…—¡Wow, Rose¿Tanto te molesta mi presencia?—¿Para qué negarlo? — lo miró. — me enfermas… aún sigo pensando lo mismo de ti… así que…—¿Tienes el descaro de llegarte hasta aquí y decirme eso? ¡Mal chiquita, empezaste muy mal tu discursito!—¿Por qué no? El hecho de que me vea obligada a venir…—¡Nadie te obligó! — dijo cortante.—¡No seas tan cínico! Sabías muy bien que vendría… que haría cualquier cosa por ver a mis padres como antes…—¿Cualquier cosa? — ella se tensó. — ¿Qué tal si te pido un fin de
Eleanor Molly Rose era la típica chica inglesa. No muy alta, de cabello lacio, color rubio dorado y una piel muy blanca adornada por graciosas pecas alrededor de su pequeña nariz. Era demasiado delgada, pero, aun así, tenía una belleza especial. No era como las grandes beldades Evana Brown o su hermana Gabrielle, capaces de hacer desnucar un tipo, por sólo voltear a verlas, pero se defendía. No en vano hizo suspirar a varios chicos en la escuela. Tenía 23 años y una nada despreciable profesión, que, si bien no le daba grandes satisfacciones económicas, al menos la ayudaba para sobrevivir y ayudar en el mantenimiento de su casa. Porque, a pesar de ser una mujer independiente, todavía vivía en la casa de sus padres. Era algo más fuerte que su misma independencia, necesitaba estar ahí y recordar todas las cosas felices del pasado. Tenía un novio, desde la escuela. Quizás esto era lo más paradójico en ella. Desde los 16 años, se descubrió terriblemente enamorada del “tipo más odioso de la
Una vez mas, esa mañana escuchaba a su mentor y consejero dándole un sermón sobre porque razón era bueno para el conseguirse una esposa. Una mujer buena y dedicada que lo sacara de la miseria mental en que la que había estado sumergido durante tantos años. David en ocasiones, era demasiado molesto.—Si sólo le dieras una oportunidad. Mírate, el soltero más codiciado — él torció los ojos. — Si no quieres a Sara, dedícate a buscar una muchacha con la que puedas ser feliz — Él lo miró y luego giró su vista hacia la ventana. El día estaba espectacularmente soleado…“ser feliz… sólo ella podría hacerme feliz…” Carlisle meditaba sobre eso, realmente no le interesaba estar con nadie más, realmente nunca quiso a nadie más…solo a ella.—De todas maneras – volvió a la realidad. – no harás nada referente a la empresa — David asintió resignado. Todo lo dicho, estaba seguro que había caído en saco roto. — Te dedicarás a averiguar quién soltó el dato de mis cámaras…—Por qué estás empecinado en ave
—¿Si, pero él tardara mucho? Verás…—Eleanor – la miró – la paciencia es una virtud… sé que tus padres han estado así, por pocos años… entiendo que estés desesperada por tenerlos de vuelta. Pero si no te calmas, tendremos que ir a visitarte a ti al hospital. Terminaras volviéndote loca.—Tienes razón… – bajó la cabeza.—Mira a Neville, años tratando de hacerlo, despacio, paso a paso… y ahora ve sus frutos y se siente tan bien…—Me imagino… a él le dolía estar sin sus padres. – De pronto la puerta de calle se abrió. Todos se dieron vuelta para ver quién llegaba, pero eran varias personas. Emerson reconoció enseguida a la abuela de su amigo…. Todavía tenía ese viejo sombrero oscuro con el que se la había visto siempre, y el bolso rancio del mismo color. Ella venía tomada del brazo de un hombre algo calvo, y demacrado, el señor Frank Moore. Detrás de ellos, una mujer de cabellos blancos, Alice, abrazada a su hijo. Aquí todos abrieron los ojos. Neville no se parecía en nada al joven que c