Los Rose estaban devastados cuando llegaron a la cocina de aquella casa que una vez fue la más alegre, luego de su visita a los Moore. Eleanor era la más afectada. Parecía que un desalmado le hubiera dado con un palo en la cabeza. Estaba aturdida y no escuchaba a sus hermanos. Como un animal de costumbres, puso la tetera al fuego para tomar un té. Perdida en su mundo interior, trataba de buscar la forma de encontrar tanta cantidad de dinero, pero no podía encontrarla, no había una manera posible de reunir ese dinero en poco tiempo…ni siquiera en un año entero trabajando todos.
Una mano femenina pasó por delante de su cara y la hizo volver a la realidad. Farrah, la miraba preocupada. Había visto una esperanzada Eleanor, ir a la casa de su amigo, y ahora la rubia estaba como dos metros bajo tierra, de lo decaída que se mostraba. Farrah le apoyó una mano en el hombro y le sonrió. Ella sólo la miró, no entendiendo el gesto de su amiga. Farrah, hizo una mueca parecida a una sonrisa y fue hacia la alacena para preparar las tazas. Los otros Rose, se sentaron a la mesa, esperando que alguien los sacuda de semejante desilusión. Pero nadie hablaba. Hasta que el pitido de la tetera, anunciando que el agua estaba hirviendo, los sobresaltó. Se miraron unos a los otros, y bajaron la mirada.
—¿Quieres acompañar el té con algunos bollos Emerson? — Preguntó Farrah. El pelirrojo negó con la cabeza — Te hará bien comer algo…
—Farrah, realmente no me pasaría ni un bocado — Miró a sus hermanos. — estoy seguro que podremos encontrar algo qué hacer. ¿Podríamos juntar ese dinero, no? —
—Si… — dijo Emmanuel. — En diez vidas… — Y sonrió amargado.
—Frederic y Franklin… — dijo Eleanor. — Tal vez ustedes… tienen la tienda ¡y les va bien!
—Eleanor — dijo Frederic — hemos descuidado el negocio… tenemos muchos compromisos que asumir… ya no creamos muchos trucos ni bromas… la gente ya no cae con lo mismo.
—Pero aun así…
—Tenemos deudas — dijo Franklin. — Alguien ha ofrecido comprarnos parte de la tienda, e invertir… por supuesto que si por nosotros fuera, daríamos el dinero… pero casi todo se irá para el banco… tú sabes, saldamos giros en descubierto. A pesar de eso, no llegamos ni al 10 de lo que necesitamos.
—Entiendo — se sentó en la silla. — Tal vez si pedimos un préstamo al banco…
—Eleanor — dijo Ferdinand. — Esos ladrones no te darán un crédito, si no tienes una garantía… ¿qué darás, esta casa? — la miró. — no nos darán ni mil Euros…
—Pero algo podemos hacer… todos trabajamos… podríamos pagar en cuotas…
—Y dime Eleanor ¿de qué viviremos? Cómo harás para mantener la casa, si lo poco que ganamos todos, no alcanzaría para pagar una cuota…
—Si, pero podríamos sacrificarnos… ¡Ferdinand tu trabajas en el banco!
—Eleanor — dijo Ferdinand. — te olvidas que Evana y yo tendremos un bebé. Y que… yo no sabía que esto pasaría — golpeó la mesa, con rabia. — pedí un préstamo para ampliar la casa…
—Podríamos vender… digo ¡algo podemos hacer! ¡Vamos, somos Rose! ¡Tenemos que hacer algo por nuestros padres! —
—No se me ocurre nada… no tenemos nada que poder vender fácilmente… — dijo Emerson tomándose la cara. Farrah, se sentó a su lado y lo abrazó. — odio ser pobre…
—Emerson, cariño… no te pongas mal.
—Farrah, no sirvo para nada… mi trabajo en el Congreso es una porquería. Yo… ni siquiera sé que estás haciendo conm…
—¿Por qué tenías que pedir ese préstamo?, ¿eh? — gritó Eleanor enojada. — ¡Es por esa mujer! — Ferdinand la miró enojado. — Dándose aires de millonaria… ¿sabe que se casó contigo?
—¡Yo tengo una vida Eleanor! ¡Mi esposa tendrá un bebé y tengo derecho a darle algo que se merece!
—¡Claro! Y ustedes… — volcando su rabia a los gemelos. — por andar de farra, han despilfarrado su dinero…
—¡Acaso estás desquiciada! Creo que Sophie tenía razón ¡te tendríamos que internar por loca!
—¿Si, Eleanor, por qué no le pides el dinero a tu hermoso noviecito, ¡A fin de cuentas, por su padre, los nuestros están como están!
—¡Cállate Emerson! — chilló Eleanor, levantando la voz en gritos desesperados. — Sabes que Kalem perdió todo su dinero a causa de sus padres. Sólo le queda la casa…
—¿Por qué no la vende, si tanto te ama? — bufó Emerson. — ¿o sólo lo dice de la boca para afuera?
—¡No te lo permito! ¡No dudo que Kalem vendiera su casa para ayudarme! ¡No la puede vender, porque sus padres hicieron un hechizo para que no pueda deshacerse de ella, ¡Sabían que era lo primero que haría Kalem cuando tomara posesión de esa casa!
—Si, claro… ¿qué conveniente, no?
—¡BASTA! — gritó Farrah y todos la miraron. La chica estaba roja, con lágrimas en los ojos a punto de salir, y sus cabellos se habían levantado de lo furiosa que estaba. — ¿acaso se van a matar entre ustedes ¡En estos momentos, de nada sirve que se estén reprochando actitudes pasadas! Deben estar unidos, y tratar de encontrar una solución…
—¡Farrah! — dijo Ferdinand. — nuestra solución cuesta treinta mil euros… ¿de dónde crees que los sacaríamos?
—¡No se!¡Pero peleándose entre ustedes, les digo que tampoco los conseguirán!
—Tienes razón Farrah — dijo Emerson. — Lo siento…
—Yo también — dijeron los demás. Eleanor aún estaba en silencio.
—Eleanor — su hermano Ferdinand se acercó. — Ya verás, encontraremos una solución. — Farrah se fue hacia la mesada de la cocina y se dispuso a ordenar un poco. Los demás continuaron sentados en sus sillas.
—Lo siento. Es que… por un momento contemplé la posibilidad de ver a mamá y papá sentados aquí con nosotros como antes… — se abrazó a su hermano mayor y lloró. Fueron muchas desilusiones ese día. Primero despertarse sabiendo que Kalem estaba enfadado con ella, luego esa luz en la oscuridad, y ahora de nuevo la desazón de no poder hacer nada por sus padres. De pronto Farrah pegó un grito. Un grito acompañado de un nombre.
—¡Carlisle! — todos la miraron sin entender. Ella los miró sonriendo y luego levantó el diario, mostrándoles la foto de su amigo.
—Farrah… ¿qué dices? — dijo Emerson levantándose.
—¡Carlisle! El podría ayudarnos…— suspiró y buscó en el diario. — ¡Miren, aquí dice que tiene quince cámaras en el banco repletas de oro!
—¡Ni lo sueñes! — dijo Eleanor seria — Estamos desesperados, pero no para buscar a ese idiota, y pedirle un favor…
—¡Eleanor! — dijo Farrah. — ¿qué posibilidades tienes de tener un amigo tan rico?
—Ninguna Farrah. — dijo Emerson apagado. — si no lo recuerdas… abandonamos a Carlisle…por culpa de esta idiota — miraron a Eleanor.
—Pero deberíamos ir y hablar con él — dijo Farrah entusiasmada. — Estoy seguro de que no se negará…
—Estamos hablando de ese infeliz… — dijo Eleanor con rencor. — Cualquier cosa es posible.
—Cállate Eleanor — dijo Emerson levantándose de golpe. — Nada perdemos con proba, ¿no? —
—Pues yo no iré a pedirle de rodillas, porque de seguro ese nos hará humillar por el dinero…
—Carlisle no es así…
—¡Pues tampoco sabíamos que era asesino!
—¡El no tuvo la culpa de lo que les pasó a nuestros padres! — dijo Emmanuel. — Madura niña idiota, si —
—¡No me dirás que madure! ¡Odio a ese infeliz y no quiero deberle nada!
—¿Tan egoísta eres que no piensas en nuestros padres? — Eleanor se calló. — Bien ¿quién irá? — dijo Ferdinand.
—Bueno… yo estoy dispuesta a ir — dijo Farrah decidida.
—No Farrah — le contestó Emerson — Yo iré. Lo usual sería que un miembro de la familia vaya… si, iré mañana y hablaré con él… no creo que se niegue. — Eleanor se levantó de golpe y tomó su abrigo.
—Bien, bien… ¿Eso es lo que ustedes decidieron? — todos asintieron. — ¡hagan lo que les parezca, pero no cuenten con mi apoyo! Antes de pedirle algo a ese imbécil, me mato… — y salió sin decir mas
—No se preocupen… — dijo Farrah. — ya se le pasará. Ahora debemos buscar las palabras adecuadas para hablar con Carlisle…
Sabía que no se encontraría en su casa, así que se fue directamente a su oficina. Kalem trabajaba en una empresa de bienes raíces, que tenía algunos negocios con el mundo empresarial. Cuando llegó a la recepción, una bonita secretaria, la miró y con una sonrisa en los labios, le explicó a qué piso debía ir. Era la primera vez que lo visitaba en su trabajo. No le gustaba molestarlo… Pero esa ocasión lo ameritaba. Sus hermanos se habían complotado para pedirle ayuda a ese infeliz, sin tener en cuenta el dolor y el odio que Carlisle Stone causaba en su hermana. Subió al ascensor y a los pocos minutos llegó al noveno piso. La estancia era bastante acogedora. Se acercó a una de las tantas secretarias.—Buenos días señorita — dijo Eleanor. — podría decirme cuál es la oficina del señor Kalem Green? ——Es la última de la derecha — Eleanor le agradeció y se encaminó hacia el lugar. Al llegar, otra secretaria un tanto más bonita, la miró expectante. Ella se había quedado bloqueada… Kalem le hab
—Ah… — dijo la secretaria. — el señor… Creo que dijo Emerson Rose, ha estado esperándolo más de una hora. Dice que necesita hablar con usted…—Bien…— se acercó lentamente. Emerson distraído, no supo de la presencia de su amigo, hasta que no estuvo a más de tres metros y escuchó la voz de la secretaria. El pelirrojo se levantó de golpe y puso sus manos al costado del cuerpo. Hacía cuatro años que no se veían, y no tenía idea de cómo reaccionar ante él. ¿Qué debía hacer?… darle la mano ¿Abrazarlo? Afortunadamente para él, Carlisle fue el que habló primero.— ¡Vaya, Vaya! ¡Si no lo veo no lo creo! — río malignamente. — ¿qué te trae por aquí… Rose? — Emerson lo miró. Ni un hola, ni un cómo estás… ese no parecía su amigo. — Me perdonarás que no te salude efusivamente… — lo miró con rabia. — Si mal no recuerdo, ustedes no me despidieron afectuosamente…—Carlisle…—¿A qué has venido? — dijo en una voz gélida.—Necesito hablar contigo… es algo importante.—Importante… ¿tu, Emerson Rose hablan
—No puedes ser tan…—Déjame a mí, decidir lo que soy — dijo serio. — ¿Te interesa mi oferta? Al menos no te vas con las manos vacías. Tienes una oportunidad.—Carlisle…—A decir verdad… tu hermana la tiene. Solo quiero ver… — sonrió. — Qué tiene que decirme ahora…—No creo que venga — él soltó la puerta.—Dile que el destino de sus padres está en sus manos… que si ella no viene… será la culpable de que Molly y Leonard estén como vegetales de por vida… — la puerta se cerró dejando a Emerson totalmente desconcertado.Eleanor caminaba de un lado al otro de su habitación… hacía rato que Emerson había ido a entrevistarse con Carlisle Stone y todavía no llegaba. Trataba de pensar cómo reaccionaría si Carlisle aceptaba y les otorgaba el préstamo… ¿Cómo reaccionar ante eso? De seguro no podía dar marcha atrás a lo que pensaba… y si Carlisle aceptaba, se convenció que sería sólo por el gran cargo de conciencia que tendría… “Después de todo, mis padres están en esta situación por su culpa” “¡Ka
—Bueno textualmente dijo “Dile que el destino de sus padres está en sus manos… que si ella no viene… será la culpable de que Molly y Leonard estén como vegetales de por vida…” —La rubia se tapó los oídos y no quiso oír más. Esa frase había caído en su mente como un hachazo y le había destrozado el cerebro. Se levantó rápidamente y se metió en su cuarto.— Por eso no quería que Eleanor estuviera aquí y se enterara de las cosas… — siguió Emerson — Es mejor dejarlo como está. Ella nunca irá, y no quiero exponerla a la furia de Carlisle.—¿Tan cambiado está?—Si no supiera que él es Carlisle, no lo habría reconocido…si hubieras visto sus ojos Farrah… te congelaban los huesos… no tiene sentimientos… está vacío por dentro.—No lo creo… sólo está dolido… Si Eleanor fuera…—¿Crees que odiándolo como lo odia irá? ¿Y Crees por alguna razón que Carlisle la tratará como antes? — río amargamente Emerson.Su novia no contesto. Ella sabía perfectamente de los sentimientos que Carlisle tenía por su
Tres horas estuvo sentada en la sala de espera…miraba el gran reloj que colgaba de la pared insistentemente. El no daba señales de atenderla. Ya varias veces había molestado a la secretaria, para preguntarle cuando iba a poder verlo. La mujer sólo se limitaba a decir que Carlisle estaba muy ocupado y que esperara. Se había leído todas las revistas que había en una mesita… Tomó al menos tres cafés. Ya estaba cansada de estar sentada y para peor tenía hambre. Miró el reloj otra vez… ya era mediodía… cuatro horas esperando, y él ni señales. “Sólo media hora más y luego te vas" Era la tercera vez que lo decía… pero se negaba a cumplirlo. Tenía que hablar con él, y quitarse ese problema lo más rápido posible.—¿Eleanor? — alguien la había conocido — ¿Eleanor Rose? — ella miró a quien le hablaba y sonrió realmente sorprendida.—¡Profesor Beckett! — dijo, y de un salto se acercó y abrazó a su antiguo profesor.—¡Te veo y no lo creo! — rió David. — ¡Estás hermosa!—No exagere profesor… — dijo
El la miraba de arriba a abajo. — ¿Qué haces Rose? ¿Sabe tu novio que estás aquí?—El no… no metas a Kalem en esto — lo miró a los ojos. — Y como si no supieras a qué vengo.—Bien… vas directo al punto… eso me gusta. — encendió un cigarrillo — ¿quieres uno?—No tengo esos vicios.—Mala suerte — el humo salió de su boca. Eleanor hizo una mueca de fastidio. — ¿No te gusta el humo? — ella negó. — te aguantas entonces… estás en mis dominios… aquí se hace lo que quiero.—Bien… dime qué quieres…—¡Wow, Rose¿Tanto te molesta mi presencia?—¿Para qué negarlo? — lo miró. — me enfermas… aún sigo pensando lo mismo de ti… así que…—¿Tienes el descaro de llegarte hasta aquí y decirme eso? ¡Mal chiquita, empezaste muy mal tu discursito!—¿Por qué no? El hecho de que me vea obligada a venir…—¡Nadie te obligó! — dijo cortante.—¡No seas tan cínico! Sabías muy bien que vendría… que haría cualquier cosa por ver a mis padres como antes…—¿Cualquier cosa? — ella se tensó. — ¿Qué tal si te pido un fin de
Eleanor Molly Rose era la típica chica inglesa. No muy alta, de cabello lacio, color rubio dorado y una piel muy blanca adornada por graciosas pecas alrededor de su pequeña nariz. Era demasiado delgada, pero, aun así, tenía una belleza especial. No era como las grandes beldades Evana Brown o su hermana Gabrielle, capaces de hacer desnucar un tipo, por sólo voltear a verlas, pero se defendía. No en vano hizo suspirar a varios chicos en la escuela. Tenía 23 años y una nada despreciable profesión, que, si bien no le daba grandes satisfacciones económicas, al menos la ayudaba para sobrevivir y ayudar en el mantenimiento de su casa. Porque, a pesar de ser una mujer independiente, todavía vivía en la casa de sus padres. Era algo más fuerte que su misma independencia, necesitaba estar ahí y recordar todas las cosas felices del pasado. Tenía un novio, desde la escuela. Quizás esto era lo más paradójico en ella. Desde los 16 años, se descubrió terriblemente enamorada del “tipo más odioso de la
Una vez mas, esa mañana escuchaba a su mentor y consejero dándole un sermón sobre porque razón era bueno para el conseguirse una esposa. Una mujer buena y dedicada que lo sacara de la miseria mental en que la que había estado sumergido durante tantos años. David en ocasiones, era demasiado molesto.—Si sólo le dieras una oportunidad. Mírate, el soltero más codiciado — él torció los ojos. — Si no quieres a Sara, dedícate a buscar una muchacha con la que puedas ser feliz — Él lo miró y luego giró su vista hacia la ventana. El día estaba espectacularmente soleado…“ser feliz… sólo ella podría hacerme feliz…” Carlisle meditaba sobre eso, realmente no le interesaba estar con nadie más, realmente nunca quiso a nadie más…solo a ella.—De todas maneras – volvió a la realidad. – no harás nada referente a la empresa — David asintió resignado. Todo lo dicho, estaba seguro que había caído en saco roto. — Te dedicarás a averiguar quién soltó el dato de mis cámaras…—Por qué estás empecinado en ave