:O ¿será que Valdimir logrará su cometido? ¡Descubrelo sin perderte ni un solo capitulo! en mi grupo privado tendremos la fotito de este nuevo personaje: Nikolai... ya saben en facebuk: "La manada de Taylor" :D
Mientras Valdimir atendía sus propios "asuntos", Aelina ya había terminado de asearse, envuelta en una toalla suave que acariciaba su piel aún húmeda. El aroma a lavanda y jazmín flotaba en el aire, siendo esos los atisbos de los productos que había comprado el día anterior con Valdimir. Cuando se secó completamente se colocó una bata de seda oscura para cubrir su cuerpo y con tranquilidad caminó hasta la habitación, viendo todo con mayor detalle.Fue entonces que, sus ojos azulados se abrieron de par en par al descubrir una adición inesperada en un rincón de la recámara real. Una elegante cómoda de madera oscura, pulida hasta brillar, y un espejo de marco dorado habían aparecido como por arte de magia, esperando ser utilizados.—¿En qué momento pusieron esto aquí? —murmuró Aelina con su voz en una mezcla de asombro y confusión.Ella caminó hasta ahí, mientras sus dedos trazaban el contorno de la cómoda, sintiendo la suavidad de la madera bajo su tacto. La mente de la joven reina comen
El silencio que siguió a la pregunta de Aelina fue ensordecedor, roto solo por el suave tintineo de los cubiertos en la bandeja que Erik sostenía con manos temblorosas. El joven sirviente, ahora parecía una sombra de sí mismo. Sus ojos, antes brillantes y vivarachos, ahora estaban apagados, hundidos en un rostro hinchado y maltrecho.Erik intentó sostener la mirada de Aelina, pero el dolor y la vergüenza lo obligaron a bajar la vista, no le gustaba que la Reina que era una mujer humana hermosa y elegante lo viera en ese estado, sin embargo, sus deseos no importaban.—Su majestad —La saludó el muchacho beta con un movimiento que parecía causarle un sufrimiento inexpresable, pero pese a todo hizo una reverencia torpe, con sus músculos protestando ante cada movimiento —dejaré su desayuno en la mesa —dijo, haciendo su trabajo con la mayor rapidez posible.Cuando terminó su labor, pretendió marcharse con sus pies arrastrándose sobre la alfombra con un roce apenas audible. Aelina, sin embarg
Cuando Aelina terminó de comer, se apresuró a vestirse con los atuendos en su mayoría oscuros que Valdimir le había proporcionado. Sus dedos luchaban con los intrincados botones y lazos mientras se enfundaba en un vestido de terciopelo color azabache que se ajustaba a su silueta como una segunda piel.«No estaría mal tener una doncella que me ayude, pero bueno, eso no es posible…», pensó Aelina mientras se vestía lo mejor que podía por cuenta propia.Y así, una vez lista, Aelina salió de la alcoba real con paso decidido pero cauteloso. Sus zapatillas apenas hacían ruido sobre el suelo mientras se dirigía hacia la habitación del Espejo, llevando consigo un bolsito donde había llevado lo que consideraba necesario para su práctica.Durante su trayecto, notaba las miradas furtivas de los hombres lobo que merodeaban por los pasillos. Sus ojos azules se movían de un lado a otro, siguiendo cada uno de sus movimientos con una mezcla de curiosidad, sin embargo, ella observaba como varios les ha
Con una concentración que sorprendió incluso a Valdimir, Aelina no se limitó solamente a sumergir sus manos en la superficie ahora líquida del espejo. Inclinándose hacia adelante, como alguien que se asoma a un pozo profundo para develar sus secretos, comenzó a introducir lentamente su cabeza en el espejo.Valdimir, normalmente imperturbable, sintió una tensión inusual recorrer su cuerpo fornido. Sus músculos se tensaron involuntariamente, preparados para actuar en caso de que algo saliera mal.«Solo temo perderla y tener que buscar un reemplazo, eso es todo», se dijo a sí mismo, intentando racionalizar la inquietud que lo invadía cuando vio a Aelina iniciar con su tarea.Sin embargo, cuando vio a la humana adentrarse cada vez más en aquel mundo desconocido, un miedo irracional se apoderó de él. En un movimiento tan rápido que resultó casi imperceptible incluso para él mismo, Valdimir se abalanzó hacia adelante. Sus dedos, toscos y fuertes, se cerraron alrededor del brazo de Aelina, ti
Aelina observó a Valdimir con ojos vidriosos, su cuerpo aun temblando imperceptiblemente. La respuesta superficial que le había dado momentos antes parecía flotar entre ellos, llena de un peso invisible. El terror que había experimentado al otro lado del espejo seguía arraigado en lo más profundo de su ser, como una sombra que se negaba a desvanecerse.La joven tragó saliva, intentando humedecer su garganta reseca. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de la manga su vestido, buscando un ancla en la realidad. El recuerdo de aquella criatura, tan alejada de todo lo conocido, hacía que su mente diera vueltas. Si ese monstruo habitaba allí, ¿qué otras maravillas —o horrores— aguardaban al otro lado de ese lugar de pesadilla?Cuando por fin el temor aflojó su garra sobre ella, Aelina exhaló lentamente. Sus hombros se relajaron visiblemente y alzó la mirada hacia Valdimir. Sus ojos, antes nublados por el miedo, ahora brillaban con una mezcla de curiosidad y más valentía.—Esa cos
El aire en esa área del pasillo del palacio real de Kolgrim pareció volverse más denso mientras Valdimir pronunciaba sus siguientes palabras, cada sílaba repleta de una gravedad que hizo que Aelina sintiera un escalofrío recorrer su espina dorsal.—Practicarás durante dos semanas tu magia del espejo —declaró el Rey Lobo, con sus ojos ámbar fijos en los de ella con una intensidad que parecía atravesarla—. Después de eso, atravesaremos El Vacío, juntos. Yo te protegeré ahí dentro de esta criatura.Aelina, sintiendo el peso de sus palabras, arqueó una ceja, en un gesto que mezclaba escepticismo y un toque de desafío, ligado con una leve emoción porque si todo salía bien, en dos semanas podría cambiar el futuro para siempre.—¿Serás mi guardián ahí dentro? —cuestionó ella con su voz teñida de incredulidad—. Esa cosa era enorme, dudo mucho que puedas hacer algo al respecto, a pesar de que tienes… “ya sabes”—dijo diciendo con disimulo, tratando de decir que él poseía magia.El ceño de Valdim
El resto del día transcurrió sin novedad aparente, y eso era algo que Aelina agradecía en silencio. La joven reina aprovechó para sumergirse en una larga siesta en su habitación, el único lugar donde se sentía a salvo de las miradas inquisitivas de todos los hombres lobo que habitaban el castillo. Pero luego de dormir varias horas, con los párpados aún pesados por el sueño, Aelina se incorporó lentamente y se dirigió hacia el espejo de la cómoda.Sus dedos trazaron el contorno del marco mientras practicaba su poder de la magia del espejo, observando con fascinación cómo las imágenes se formaban y desvanecían en la superficie plateada. De vez en cuando, casi sin pensarlo, sus ojos se desviaban hacia el reflejo que mostraba a Valdimir ya que ella solicitaba a su magia que le mostrara lo que estaba haciendo el Rey Lobo.Para su sorpresa, el día del rey no era tan interesante como ella había imaginado. Las horas se consumían en tediosas reuniones, atendiendo a gente del pueblo cuyas expres
Aelina se sumió en un mar de pensamientos, su mente inquieta girando en torno a las peculiaridades de Valdimir. ¿Por qué el rey no comía otras cosas? ¿Sería por gusto o por necesidad? Estas preguntas se clavaron en su conciencia, despertando una intriga que amenazaba con consumirla.El silencio de la habitación se vio interrumpido por la voz temblorosa de Erik, que sorprendió a Aelina con una revelación inesperada:—Hacen postres exclusivamente para usted —dijo de repente, sus ojos fijos en las botas que pulía con esmero—. Como es joven y humana, por órdenes del Rey le preparan cosas dulces como pasteles, cremas y todo lo delicioso que le traigo, para mimarla.Aelina sintió cómo su corazón daba un vuelco. Sus ojos se abrieron de par en par, reflejando la sorpresa que la invadía. La idea de que Valdimir hubiera ordenado específicamente que le prepararan dulces la desconcertó y, muy a su pesar, la conmovió ligeramente.—¿Ustedes no comen postres? —preguntó, inclinándose hacia adelante, s