¡Ah! ¿Será que esas sombras lograrán hacerles algo? ¿Irina fingirá ser buena cuando todos se vean? ¡Estas y otras preguntas serán resueltas en los proximos capitulooos! no se los vayan a perder :D ! gracias por leer!! mañana tendremos mas :D!
En las profundidades de El Vacío, donde la realidad parecía desdibujarse y el tiempo parecía perder sentido, Nikolai, Valdimir, Aelina y su hijo Erik se vieron forzados a detener el viaje por un momento para descansar. La oscuridad, si es que tal concepto existía en aquel páramo desolado, los había envuelto por completo desde hace bastantes horas, sumiéndolos en una penumbra absoluta que parecía devorar hasta el último resquicio de luz que mediadamente se mostró entre las nubes espesas cuando ingresaron a ese lugar.El grupo, sin duda unido por un destino más grande que ellos mismos, llevaban varias horas atravesando este reino maldito rumbo al castillo donde sabían que se encontraba Irina. Sin embargo, aunque eran lobos, llevar horas y horas corriendo por esos terrenos áridos llenos de peligro al asecho ya les estaba pasando factura, y aunque no lo deseaban, tenían que detenerse por lo exhaustos que se sentían, conscientes de la necesidad de recuperar fuerzas. Y así, el peculiar grupo
De súbito, un silencio sepulcral se apoderó del ambiente, como si El Vacío mismo contuviera la respiración. La quietud duró apenas un instante antes de que una ráfaga inexplicable, surgida de la nada misma, extinguiera el fuego azul que hasta entonces los había protegido. La oscuridad los envolvió, densa y amenazadora, robándoles el calor y la tenue iluminación que les brindaba seguridad.En ese preciso momento, un chillido antinatural rasgó el aire, reverberando en sus oídos y erizando cada vello de sus cuerpos. No era un sonido de este mundo; sonaba como el lamento de almas torturadas, el grito de la realidad desgarrándose. Las voces, múltiples y a la vez una sola, los rodearon con una orden escalofriante:—¡Acaben con el lobo de pelaje oscuro! ¡La mujer es intocable! —aullaban las sombras, con sus voces entremezclándose en una cacofonía de dolor y malicia.Erik, con el corazón martilleando en su pecho, reconoció de inmediato el origen de aquellas entidades. Un escalofrío recorrió su
El aire, ya de por sí full de una electricidad sobrenatural, pareció densificarse aún más cuando Valdimir se aproximó a Erik. Sus pasos, deliberadamente lentos, resonaban con un eco amenazador en el silencio que los rodeaba. Al llegar frente a su hijo, Valdimir se inclinó ligeramente, igualando su altura con la del joven que, por el momento, tenía la estatura de Aelina. Sus ojos, aún con un leve destello violáceo residual de su reciente demostración de poder, y que solo Erik pudo ver, se clavaron en los ojos del joven lobo beta con una intensidad que hablaba de una irrevocable autoridad Alfa.—Me gritaste hace poco que no puedo usar la maldición que me dieron, eso quiere decir que ¿Me estás diciendo lo que debo hacer...? —la voz de Valdimir, baja y controlada, transmitía una advertencia clara que hizo que Erik sintiera un escalofrío recorrer desde su nuca hasta el final de su espalda.Nikolai, percibiendo la creciente tensión y el aroma inconfundible del miedo emanando del joven, inten
Valdimir, con pasos firmes y decididos, encabezaba la marcha hacia el imponente palacio que se alzaba ante ellos. La edificación, antes majestuosa, ahora se erguía como un vestigio sombrío de tiempos pasados. A pesar de su estado ruinoso, el castillo se mantenía como la estructura más intacta en todo El Vacío, un testimonio silencioso de la devastación que había arrasado con todo lo demás pero dejado estratégicamente el palacio real casi intacto.Aelina, con el corazón palpitando aceleradamente en su pecho, se aferraba a la mano de Valdimir como si fuera su única ancla en este mundo de pesadilla. Sus ojos, grandes y expresivos, escudriñaban el horizonte en busca de alguna señal de peligro inminente. La reina lobo luchaba internamente por mantener la compostura, consciente de que cada paso los acercaba más a un destino incierto.Detrás de ellos, Nikolai avanzaba con la espada desenvainada, con su cuerpo en constante estado de alerta con sus ojos, afilados como dagas, escrutaban los alre
El grupo cruzó el umbral del castillo, adentrándose en un mundo que parecía donde habían nacido las sombras y el misterio. El interior de la fortaleza los recibió con una atmósfera sobrecogedora, iluminada por antorchas de un azul espectral que danzaban en las paredes, proyectando sombras inquietantes que parecían cobrar vida propia.Para asombro de todos, cada rincón del castillo estaba sumido en una oscuridad absoluta. Las paredes, antaño majestuosas, ahora lucían como lienzos pintados con la más pura negrura. El suelo, los techos e incluso los muebles carcomidos por el tiempo, todo estaba teñido de un azabache que parecía absorber la luz de las antorchas. Era como si alguien hubiera decidido dar al lugar un aspecto aún más tétrico, si es que eso era posible en el ya de por sí lúgubre reino de El Vacío.Valdimir, con sus sentidos agudizados por años de cautela y supervivencia cuando vivió encerrado en aquel cuarto, se detuvo un momento. Su cuerpo se tensó, como el de un depredador qu
Irina, con sus ojos fijos en su hermano, dejó que una sonrisa siniestra se dibujara lentamente en sus labios. Ella tenía pensado fingir, pero por lo visto Valdimir no le estaba haciendo esa tarea tan sencilla, fue por eso que, sin poderse controlar, dijo:—¿La maldición que no me pertenece, dices? —La voz de Irina era suave, casi melodiosa, pero llena de una amenaza latente—. Oh, querido hermano, qué equivocado estás. Yo sé que nunca te lo dijeron, y yo tampoco, pero... realmente yo soy la verdadera portadora de la maldición de la Sombra Voraz, y de cierta forma tienes razón, la maldición no te pertenece —explicó Irina, creyendo que Valdimir no sabía esa información—. Sin embargo, tú naciste para quitarme esta magia, tú debías cargarla y morir, pero aquí estás, vivo, y te convertiste en un sacrificio fallido. Tu único propósito en este mundo era morir para que yo pudiera estar libre de la maldición de la Sombra Voraz.En un instante, la fachada de amabilidad de Irina se desvaneció. Su
Nikolai, al ver la inutilidad del ataque de su sobrino Erik, desenvainó su espada y se lanzó contra Irina.—¡Maldita sea, hermana! ¡Detén esta locura! —rugió, blandiendo su arma con todas sus fuerzas—. ¡Nos has engañado a todos durante años! ¡¿Cómo quieres que esté de tu lado viéndote convertida en este monstruo?! —exclamó Nikolai, consciente de que... durante toda su vida, había vivido con el verdadero monstruo junto a él, mientras que la víctima de todo ese asunto... se mantenía encerrado en una habitación viviendo de forma miserable—. ¡Ah, maldición! —gritó Nikolai con todas sus fuerzas, sintiendo culpabilidad mientras corria hacia Irina, pero cuando la hoja atravesó el cuerpo sombrío de su hermana, no le causó daño alguno. La criatura ni siquiera se inmutó ante el ataque.—Oh, Nikolai —susurró Irina con falsa dulzura con su voz espectral—. Siempre tan aguerrido, pero tan inútil. ¿Acaso creíste que eras inmune a mis manipulaciones?Con un movimiento de sus alas, Irina lanzó a Nikola
El amanecer se filtraba tímidamente a través de las agrietadas ventanas del castillo en ruinas, bañando con su luz dorada las paredes desgastadas por el tiempo y la oscuridad. Aelina, Valdimir, Erik y Nikolai, exhaustos pero victoriosos, contemplaban cómo los primeros rayos del sol disipaban las sombras que por tanto tiempo habían plagado El Vacío. La maldición de la Sombra Voraz había sido finalmente derrotada, y con ella, Irina, su última portadora.El antiguo palacio, testigo silencioso de incontables horrores, parecía ahora más frágil que nunca. Sus muros, antaño imponentes, se estremecían con cada soplo de la brisa matutina, como si el peso de los siglos hubiera caído sobre ellos de golpe. El polvo se desprendía de las piedras, flotando en el aire como diminutas estrellas, recordándoles la fragilidad de su refugio temporal.Conscientes del peligro inminente, el grupo se apresuró a abandonar la estructura, adentrándose en un mundo que despertaba de un largo y turbulento sueño. Sus