¡Aguerrense de las manos! ¿Será posible que Nikolai pueda llevarse bien con todos? ¡Descubrelo leyendo los proximos episodiooos!
Con una mezcla de aprensión y deseos por hacer las cosas bien, los cuatro integrantes de esta inusual expedición siguieron las instrucciones de Erik al pie de la letra. La cadena de lobos y humana, forjada no solo por el contacto físico sino por los lazos invisibles del destino y la sangre, se completó con Nikolai tomando reluctantemente la mano de su hermano, Valdimir.Erik, con la concentración grabada en cada línea de su rostro juvenil, extendió su mano libre hacia la superficie del espejo. Al momento del contacto, el artefacto mágico cobró vida. La superficie, antes sólida y reflectante, comenzó a ondular como si fuera mercurio líquido, emitiendo destellos de colores que no tenían nombre en ninguna lengua mortal.—No se suelten las manos bajo ninguna circunstancia —advirtió Erik, su voz llena de una gravedad que contrastaba con su apariencia joven—. Si se rompe la conexión, podrían perderse en las rendijas que están entre el medio de El Vacío y este mundo para siempre.Sin dar tiem
Aelina, montada sobre el imponente lomo de Valdimir, junto a Nikolai y Erik, avanzaba a través del desolado páramo conocido como El Vacío. Los tres lobos, que eran criaturas majestuosas y poderosas, corrían a toda velocidad, con Erik liderando el grupo y guiándolos por aquel terreno traicionero.Durante el trayecto, la joven reina no podía evitar que sus ojos vagaran de un lado a otro, absorbiendo la desolación que los rodeaba. Con cada paso, se hacía más evidente que aquel lugar, ahora reducido a ruinas y sombras, alguna vez había sido un reino magnífico. Aelina observaba con una mezcla de fascinación y horror las estructuras que aún se mantenían en pie: columnas solitarias que se alzaban hacia un cielo eternamente gris, torsos decapitados de estatuas que alguna vez representaron grandeza, y arcos de entrada que ahora no conducían a ninguna parte.La imaginación de Aelina volaba, recreando en su mente la gloria pasada de aquel reino o, quizás, mundo entero. Casi podía ver las calles b
Mientras el grupo de Aelina, Valdimir, Nikolai y Erik avanzaba por el inhóspito terreno de El Vacío, lidiando con su propia oscuridad interna y los peligros del camino, una figura sombría observaba sus movimientos desde la distancia. En el corazón de aquel reino desolado, en un palacio en ruinas que se alzaba como un monumento a la decadencia, Irina aguardaba con impaciencia.El palacio, antes símbolo de grandeza y poder, ahora se erguía como una estructura fantasmagórica, con sus muros agrietados y torres derruidas, siendo un testimonio silencioso del paso del tiempo y la corrupción de la Sombra Voraz. Este lugar se había convertido en el hogar de Irina durante los últimos tres años, un refugio que, aunque desolado, le proporcionaba un extraño confort.Irina recorría los pasillos vacíos del palacio, mientras sus pasos se hacían escuchar con fuerza en el silencio sepulcral. Sus ojos, de un hermoso tono ámbar característico de la familia real de Kolgrim, escudriñaban cada rincón del rei
En las profundidades de El Vacío, donde la realidad parecía desdibujarse y el tiempo parecía perder sentido, Nikolai, Valdimir, Aelina y su hijo Erik se vieron forzados a detener el viaje por un momento para descansar. La oscuridad, si es que tal concepto existía en aquel páramo desolado, los había envuelto por completo desde hace bastantes horas, sumiéndolos en una penumbra absoluta que parecía devorar hasta el último resquicio de luz que mediadamente se mostró entre las nubes espesas cuando ingresaron a ese lugar.El grupo, sin duda unido por un destino más grande que ellos mismos, llevaban varias horas atravesando este reino maldito rumbo al castillo donde sabían que se encontraba Irina. Sin embargo, aunque eran lobos, llevar horas y horas corriendo por esos terrenos áridos llenos de peligro al asecho ya les estaba pasando factura, y aunque no lo deseaban, tenían que detenerse por lo exhaustos que se sentían, conscientes de la necesidad de recuperar fuerzas. Y así, el peculiar grupo
De súbito, un silencio sepulcral se apoderó del ambiente, como si El Vacío mismo contuviera la respiración. La quietud duró apenas un instante antes de que una ráfaga inexplicable, surgida de la nada misma, extinguiera el fuego azul que hasta entonces los había protegido. La oscuridad los envolvió, densa y amenazadora, robándoles el calor y la tenue iluminación que les brindaba seguridad.En ese preciso momento, un chillido antinatural rasgó el aire, reverberando en sus oídos y erizando cada vello de sus cuerpos. No era un sonido de este mundo; sonaba como el lamento de almas torturadas, el grito de la realidad desgarrándose. Las voces, múltiples y a la vez una sola, los rodearon con una orden escalofriante:—¡Acaben con el lobo de pelaje oscuro! ¡La mujer es intocable! —aullaban las sombras, con sus voces entremezclándose en una cacofonía de dolor y malicia.Erik, con el corazón martilleando en su pecho, reconoció de inmediato el origen de aquellas entidades. Un escalofrío recorrió su
El aire, ya de por sí full de una electricidad sobrenatural, pareció densificarse aún más cuando Valdimir se aproximó a Erik. Sus pasos, deliberadamente lentos, resonaban con un eco amenazador en el silencio que los rodeaba. Al llegar frente a su hijo, Valdimir se inclinó ligeramente, igualando su altura con la del joven que, por el momento, tenía la estatura de Aelina. Sus ojos, aún con un leve destello violáceo residual de su reciente demostración de poder, y que solo Erik pudo ver, se clavaron en los ojos del joven lobo beta con una intensidad que hablaba de una irrevocable autoridad Alfa.—Me gritaste hace poco que no puedo usar la maldición que me dieron, eso quiere decir que ¿Me estás diciendo lo que debo hacer...? —la voz de Valdimir, baja y controlada, transmitía una advertencia clara que hizo que Erik sintiera un escalofrío recorrer desde su nuca hasta el final de su espalda.Nikolai, percibiendo la creciente tensión y el aroma inconfundible del miedo emanando del joven, inten
Valdimir, con pasos firmes y decididos, encabezaba la marcha hacia el imponente palacio que se alzaba ante ellos. La edificación, antes majestuosa, ahora se erguía como un vestigio sombrío de tiempos pasados. A pesar de su estado ruinoso, el castillo se mantenía como la estructura más intacta en todo El Vacío, un testimonio silencioso de la devastación que había arrasado con todo lo demás pero dejado estratégicamente el palacio real casi intacto.Aelina, con el corazón palpitando aceleradamente en su pecho, se aferraba a la mano de Valdimir como si fuera su única ancla en este mundo de pesadilla. Sus ojos, grandes y expresivos, escudriñaban el horizonte en busca de alguna señal de peligro inminente. La reina lobo luchaba internamente por mantener la compostura, consciente de que cada paso los acercaba más a un destino incierto.Detrás de ellos, Nikolai avanzaba con la espada desenvainada, con su cuerpo en constante estado de alerta con sus ojos, afilados como dagas, escrutaban los alre
El grupo cruzó el umbral del castillo, adentrándose en un mundo que parecía donde habían nacido las sombras y el misterio. El interior de la fortaleza los recibió con una atmósfera sobrecogedora, iluminada por antorchas de un azul espectral que danzaban en las paredes, proyectando sombras inquietantes que parecían cobrar vida propia.Para asombro de todos, cada rincón del castillo estaba sumido en una oscuridad absoluta. Las paredes, antaño majestuosas, ahora lucían como lienzos pintados con la más pura negrura. El suelo, los techos e incluso los muebles carcomidos por el tiempo, todo estaba teñido de un azabache que parecía absorber la luz de las antorchas. Era como si alguien hubiera decidido dar al lugar un aspecto aún más tétrico, si es que eso era posible en el ya de por sí lúgubre reino de El Vacío.Valdimir, con sus sentidos agudizados por años de cautela y supervivencia cuando vivió encerrado en aquel cuarto, se detuvo un momento. Su cuerpo se tensó, como el de un depredador qu