¿Será que Erik tiene razon? ¡Descubrelo en el proximo capituloo!
La pregunta de Erik quedó suspendida en el aire que estaba lleno de incertidumbre y temor. Irina, al notar esto, caminó hacia donde se encontraba su sobrino. Su voz, aunque suave, se escuchó con una claridad que cortó el silencio que los envolvía a todos.—¿Acaso no te das cuenta, Erik? —comenzó, con su tono impregnado de una urgencia que no podía ocultar—. El Vacío continúa luciendo de esa forma, este mundo luce así porque Valdimir sigue con vida. Cuando él muera, este mundo e incluso el otro encerrado en el espejo podrán sanar. ¡La maldición se habrá acabado!Las palabras de Irina hicieron que el corazón de Erik se comprimiera ya que la realización de lo que implicaban esas palabras lo golpeó con fuerza, dejándolo momentáneamente sin aliento. Aelina, envuelta en un manto de tristeza que parecía pesar sobre sus hombros como una carga física, se acercó a su hijo. Sus ojos, antes llenos de vida y amor, ahora reflejaban un dolor profundo y una resignación que Erik nunca había visto en el
El silencio en la sala del trono se volvió opresivo, lleno de una energía siniestra que parecía emanar de Valdimir. Sus ojos, del color como el ámbar líquido, se posaron en su hermana Irina con una frialdad que heló la sangre de Erik. El rostro del Rey Lobo se endureció, transformándose con una expresión que mostraba una determinación implacable.Con un movimiento fluido y letal, Valdimir extendió su mano hacia Irina, la intención asesina era clara en cada línea de su cuerpo. Cuando él hizo eso, el aire pareció crepitar con energía oscura, y por un instante, el tiempo mismo pareció detenerse.Fue en ese momento crucial cuando Erik, impulsado por un instinto que ni él mismo comprendía, actuó. Con una velocidad que sorprendió incluso a él mismo, el joven príncipe desenvainó la espada oculta en el cetro. La hoja brilló con un fulgor sobrenatural, como si reconociera la importancia del momento.Aprovechando la distracción de su padre, Erik se movió. Sus pies apenas parecían tocar el suelo
Erik se materializó en un vasto espacio etéreo, una dimensión intangible donde la realidad se desdibujaba en un lienzo inmaculado. Este limbo atemporal carecía de límites perceptibles, extendiéndose infinitamente en todas direcciones. El joven se encontró rodeado por una intrincada red de hilos resplandecientes que flotaban en el vacío, cada uno representando una posibilidad, un destino, una vida.Los hilos dorados, brillantes como el sol naciente, encarnaban las líneas temporales donde la existencia de Erik florecía. En contraste, los hilos plateados, con su brillo tenue y melancólico, simbolizaban los senderos donde su nacimiento jamás ocurriría. Y allí, destacándose con un fulgor carmesí intenso, dos hilos rojos se erigían como presagios sombríos, marcando las realidades donde la muerte ya había reclamado a uno, o sus dos progenitores.En su propia línea temporal, la paradoja de su existencia se manifestaba con cruel ironía. Erik debería haber sucumbido, su vida extinguida como una
En la intrincada red de posibilidades que se extendía ante Erik, había solo una línea temporal en particular captó su atención. Era aquella que Aelina, su madre, había considerado erróneamente como su verdadero futuro. En esta realidad alternativa, él nunca nació y su abuelo Theodor, en su inacción, había permitido que los eventos se desenvolvieran sin intervención, desembocando en aquel desenlace catastrófico donde su madre pronto moriría en manos de… Valdimir, su padre.Erik, consciente del peso de su rol como mediador del tiempo, había aprovechado el anhelo desesperado de Aelina por una segunda oportunidad. En un acto de amor, y también porque ya sabía lo que debía hacer, el muchacho decidió llevar a esa versión de su madre a diez años al pasado, al momento preciso donde todo había comenzado realmente: la boda que selló el destino de sus padres.—Confío en ti, madre... —susurró Erik, con su voz apenas audible en la anchura del limbo temporal. Su mirada se desvió hacia el reloj en su
TIEMPO ACTUAL: LÍNEA TEMPORAL DE AELINA Y VALDMIR: REINO DE KOLGRIMPara ese momento de la tarde, ya el sol descendía lentamente en el horizonte, cuando el Rey Lobo, su esposa Aelina y su hijo Erik —proveniente de otra línea temporal— decidieron dar por concluido su paseo. El reloj collar de Aelina marcaba las cuatro de la tarde, y el trío Real comprendió que ya era momento de emprender el camino de regreso al palacio.Mientras cabalgaban por los senderos boscosos, Erik no podía evitar observar con intensidad a sus padres, especialmente a su padre Valdimir. El joven, recién despertado en esta nueva realidad, sentía que cada segundo, por más pequeño que fuera, era precioso, un tesoro que no podía permitirse desperdiciar. Con una urgencia apenas contenida en su voz, se dirigió a ellos:—Madre, padre, es necesario que crucemos el espejo que nos lleva a El Vacío —, declaró Erik, con un tono serio en su voz, mientras veía a su mamá Aelina —. Sé que en esta época tu magia aún no ha alcanzado
—Ya he visto la marca —comenzó a decir Erik —y yo no nací con ella —insistió el muchacho de cabello castaño, con su voz siendo apenas un susurro, mientras sus hombros se encogían y su mirada se clavaba en el suelo, incapaz de enfrentar los ojos inquisitivos de su padre.Aelina, percibiendo la repentina tristeza que embargaba a su hijo, se acercó a él con paso decidido. Su rostro se endureció al dirigirse a Valdimir con el ceño fruncido en una expresión de reproche:—¡Si ya te ha dicho que no la tiene! ¿Por qué insistes en seguir preguntando, Valdimir? ¿No ves que tus preguntas lo lastiman?Erik, mordisqueándose el labio inferior en un gesto de nerviosismo, tomó una decisión drástica. Comprendía la preocupación de su padre; Valdimir no deseaba que él sufriera el mismo tormento de la maldición. Para disipar cualquier duda y tranquilizar a su progenitor, el joven comenzó a desvestirse con movimientos deliberados.Su atuendo era simple: un camisón ancho de color beige, confeccionado con te
Erik, con un nudo en la garganta y los ojos empañados por recuerdos dolorosos, se apresuró a explicar:—Pero ya no eras tú en ese momento, padre. La Sombra Voraz te había consumido casi por completo... —Su voz se quebró ligeramente mientras se encogía de hombros, como si intentara sacudirse el peso de esos recuerdos—. Intentaste matarme, me... torturaste durante días, alegando que el reino no necesitaba otro heredero. Pero antes de acabar conmigo, quisiste "jugar"... —La última palabra salió como un susurro estrangulado, repleto de un terror que ningún hijo debería experimentar a manos de su progenitor.Valdimir cerró los ojos con fuerza, con su rostro contraído en una mueca de dolor y repulsión hacia sí mismo, o más bien, hacia la versión de sí mismo que había cometido tales atrocidades. Aelina, por su parte, no pudo evitar cerrar sus ojos anegados de esas lágrimas que no pudo contener, mientras se cubría el rostro para ocultar la consternación que sentía por oír eso.—¿Esa herida en
Aelina, Valdimir y su hijo Erik se embarcaron en esa travesía que desafiaba los límites de lo que hasta ahora conocían. Sus cuerpos se desvanecieron en un instante, solo para materializarse en una dimensión que Aelina y mucho menos el Rey Lobo habían visto en sus vidas. Al abrir los ojos, se encontraron inmersos en un vacío etéreo, un espacio infinito de blancura inmaculada que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista. La ausencia de horizontes o cualquier punto de referencia creaba una sensación de desorientación absoluta. Sin embargo, bajo sus pies, una superficie invisible pero firme les proporcionaba un anclaje a ese mundo que sin duda alguna, no formaba parte de la realidad.En medio de aquel lienzo en blanco, una maraña intrincada de hilos se desplegaba ante ellos. Dorados resplandecientes, plateados relucientes y algunos escarlatas intensos se entretejían en el aire, formando una red compleja que parecía contener los secretos del universo. Cada filamento pulsaba con una