Erik en modo: No entiendo, no pregunto xD y Aelina y Valdimir en su luna de miel :O !!!
—Los cocineros —comenzó a decir Aelina casualmente, sirviendo vino en dos copas de cristal tallado— tienen una relación amorosa —dijo, entregándole una copa a Valdimir, y otra se quedó ella.Valdimir arqueó una ceja, mostrando una pizca de curiosidad.—¿Cómo lo sabes?—Los vi besándose una vez que detuve el tiempo para explorar el castillo —explicó ella, con una risita escapando de sus labios—. Estaban escondidos en un rincón de la cocina, aprovechando un momento de soledad.—Ya veo —murmuró Valdimir, con su expresión pensativa, bebiendo un sorbo de vino y mientras Aelina bebía, un pensamiento se cruzó por la mente del hombre lobo —no bebas tanto, eres terrible con la bebida —dijo, y ni siquiera supo con exactitud por qué dijo eso, si en teoría, nunca había visto a Aelina embriagarse.Sin embargo, si lo había hecho, en otra línea de tiempo que la pelinegra cambió. Valdimir entrecerró sus ojos comprendiendo eso. Ahora sabía que, esos “recuerdos sin sentido” eran realidades que Aelina ha
El aire en aquel calabozo era denso y cargado, impregnado con el aroma a humedad y el sabor metálico del miedo. Las antorchas que estaban afuera en las paredes proyectaban sombras que parecían burlarse de los presentes, creando un ambiente de inquietante misterio desde el punto de vista de Aelina. En este escenario, Nikolai, con sus ojos color ámbar, penetrantes y fríos como el hielo, observaba a Aelina con una curiosidad devoradora y una rabia inexplicable para la pelinegra.Nikolai se pudo dar cuenta que la belleza de Aelina era innegable, era como un faro de luz en aquella penumbra. Su cabello oscuro como la noche caía en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcando un rostro de porcelana que parecía fuera de lugar en aquel antro de oscuridad. El hermano mayor de Valdimir no pudo evitar que una punzada de envidia atravesara su corazón al contemplarla. Jamás habría imaginado que la hija del Rey Humano fuese una criatura tan exquisita, y menos aún que su hermano, Valdimir, hubiese logra
Nikolai, con sus ojos ardiendo de una mezcla de dolor y rencor, dejó que su mirada vagara por las paredes de piedra húmeda, como si en ellas pudiera ver proyectada la historia de su familia.Su voz, cuando habló, estaba teñida de una amargura que parecía emanar desde lo más profundo de su ser:—Por supuesto, yo amaba tanto a mi hermana como Valdimir también la amó, amé a mi padre y a mi madre —comenzó el pelirrojo, con cada palabra cayendo como una gota de ácido en el silencio—. Pero curiosamente, todos y cada uno de ellos, Valdimir me los arrebató.Sus manos encadenadas se crisparon, los nudillos blanqueándose bajo la piel mientras revivía cada doloroso recuerdo:—Cuando ese monstruo nació, hizo que nuestra madre muriera cuando yo era tan solo un niño que necesitaba la protección maternal —su voz se quebró ligeramente, antes de endurecerse de nuevo—. Luego, años después, llena a nuestra hermana Irina de tonterías en la cabeza para que matara a nuestro padre y posteriormente la obliga
Valdimir, con sus ojos ámbar brillando de sorpresa y preocupación, abrió la boca en un gesto de asombro ante la propuesta que había hecho Aelina, una que él no esperó, y menos frente a su hermano. Su voz, normalmente firme y autoritaria, tembló ligeramente al preguntar:—¿Qué tan lejos en el futuro? —Sus músculos se tensaron visiblemente, traicionando el miedo que le provocaba la idea de que esta nueva línea temporal pudiera conectarse con aquel lúgubre futuro de diez años en el futuro, donde Aelina moría por su mano.Aelina, sin tener idea de lo que pasaba por la mente de Valdimir, respondió mientras se adentraba más en la celda para estar frente a Nikolai.—Solo quiero viajar tres años en el futuro... —Su voz se escuchó en las paredes de piedra, mezclándose con el tintineo de las cadenas de Nikolai, quien observaba la escena con una mezcla de confusión y fascinación en partes iguales.—¿Para qué quieres ver lo que sucederá en el futuro dentro de tres años, Aelina? —cuestionó Valdimir
El mundo a su alrededor se desdibujó en un torbellino de luz y color, mientras Valdimir, Nikolai y Aelina se transformaban en entidades etéreas. Sus cuerpos, ahora translúcidos y bañados en un resplandor dorado, parecían danzar en la corriente del tiempo. De repente, como si el mismo tejido del universo respondiera a la voluntad de Aelina, cadenas doradas brotaron de la nada.Estas ataduras hechas por su magia del tiempo, brillantes y fluidas como el oro líquido, se enroscaron alrededor de las muñecas de Valdimir y Nikolai, conectándolos de esa forma a la pelinegra. La escena evocaba vívidamente en Aelina el recuerdo de su experiencia con Valdimir dentro del espejo de bronce pulido que actuaba como el candado del Rey Lobo, una reminiscencia que hizo que su corazón latiera con fuerza.Valdimir, con sus ojos ámbar brillando con una intensidad sobrenatural, observó las cadenas con una mezcla de asombro y comprensión porque él también recordaba aquel evento pasado.—Así estamos conectados
En medio de aquel escenario en el futuro de tres años, Aelina se encontraba más confundida que nunca, en ese instante, sus ojos se entrecerraron con una mezcla de duda y desconcierto que se reflejaba en cada línea de su rostro finamente cincelado. La joven sentía cómo su mente se debatía en un torbellino de preguntas sin respuesta. Sus labios, ligeramente entreabiertos, dejaban escapar un suspiro casi imperceptible mientras intentaba procesar la avalancha de información que acababa de recibir. Primero, la revelación de que su poder —aquel don que creía ilimitado— tenía, de hecho, fronteras que no podía traspasar. Segundo, la presencia enigmática de Erik, o al menos alguien que se le parecía extraordinariamente, hablándoles con una familiaridad desconcertante. Y tercero, la pregunta que martilleaba en su cabeza: ¿cuántas líneas temporales había creado con sus manipulaciones del tiempo? La verdad era que ella no llevaba la cuenta, pero asumía que no eran demasiadas para causar problemas
En ese instante, en la majestuosa entrada del Palacio Real de Kolgrim, con sus imponentes puertas de roble tallado enmarcadas por columnas de mármol oscuro que se elevaban hacia el cielo crepuscular. Aelina, con sus ojos azules brillando de curiosidad y desconcierto, dio un paso adelante en su figura etérea y dorada, preguntando algo que se moría por saber, porque había detalles que todavía no comprendía.—¿Tú mismo, como mediador del tiempo te pusiste en ese pasado actual que ahora es nuestro presente? —preguntó la pelinegra en un hilo de voz, como si temiera que palabras más fuertes pudieran desgarrar el frágil velo de la realidad que los envolvía.Erik asintió lentamente, con una expresión serena en su rostro que contrastaba con el torbellino emocional que emanaba de los demás. La luz del atardecer bañaba su figura, proyectando sombras sobre los escalones de piedra de la entrada del palacio, acentuando la madurez y sabiduría que se veían reflejados en sus ojos.—Sí... —respondió con
La revelación de Erik, o al menos esa versión de él, cayó sobre Aelina como un rayo en una noche despejada. Su mente, todavía aturdida por toda esa avalancha de información, luchaba por asimilar las implicaciones de lo que acababa de presenciar. Con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo con fuerza contra su pecho, Aelina comprendió que había un límite en su magia del tiempo y de lo que podía vislumbrar en ese futuro no estaba al completo acceso de ella, sin embargo, en ese momento ya había encontrado la respuesta que buscaba.Así pues, Aelina decidió regresar a su línea temporal actual, con su cuerpo temblando ligeramente mientras la realización se asentaba en su ser: el hijo que tendría en el futuro, un varón, sería fruto de su unión con Valdimir. Y ese niño se convertiría en Erik. El pensamiento hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal, erizando cada vello de su piel. Sus dedos se crisparon involuntariamente, como si intentaran aferrarse a una verdad que aún se sentía