¿Que descrubrirán tres años en el futuro? ¡Ya lo sabrás en el proximo episodiooo no se lo pierdaan! :D
El mundo a su alrededor se desdibujó en un torbellino de luz y color, mientras Valdimir, Nikolai y Aelina se transformaban en entidades etéreas. Sus cuerpos, ahora translúcidos y bañados en un resplandor dorado, parecían danzar en la corriente del tiempo. De repente, como si el mismo tejido del universo respondiera a la voluntad de Aelina, cadenas doradas brotaron de la nada.Estas ataduras hechas por su magia del tiempo, brillantes y fluidas como el oro líquido, se enroscaron alrededor de las muñecas de Valdimir y Nikolai, conectándolos de esa forma a la pelinegra. La escena evocaba vívidamente en Aelina el recuerdo de su experiencia con Valdimir dentro del espejo de bronce pulido que actuaba como el candado del Rey Lobo, una reminiscencia que hizo que su corazón latiera con fuerza.Valdimir, con sus ojos ámbar brillando con una intensidad sobrenatural, observó las cadenas con una mezcla de asombro y comprensión porque él también recordaba aquel evento pasado.—Así estamos conectados
En medio de aquel escenario en el futuro de tres años, Aelina se encontraba más confundida que nunca, en ese instante, sus ojos se entrecerraron con una mezcla de duda y desconcierto que se reflejaba en cada línea de su rostro finamente cincelado. La joven sentía cómo su mente se debatía en un torbellino de preguntas sin respuesta. Sus labios, ligeramente entreabiertos, dejaban escapar un suspiro casi imperceptible mientras intentaba procesar la avalancha de información que acababa de recibir. Primero, la revelación de que su poder —aquel don que creía ilimitado— tenía, de hecho, fronteras que no podía traspasar. Segundo, la presencia enigmática de Erik, o al menos alguien que se le parecía extraordinariamente, hablándoles con una familiaridad desconcertante. Y tercero, la pregunta que martilleaba en su cabeza: ¿cuántas líneas temporales había creado con sus manipulaciones del tiempo? La verdad era que ella no llevaba la cuenta, pero asumía que no eran demasiadas para causar problemas
En ese instante, en la majestuosa entrada del Palacio Real de Kolgrim, con sus imponentes puertas de roble tallado enmarcadas por columnas de mármol oscuro que se elevaban hacia el cielo crepuscular. Aelina, con sus ojos azules brillando de curiosidad y desconcierto, dio un paso adelante en su figura etérea y dorada, preguntando algo que se moría por saber, porque había detalles que todavía no comprendía.—¿Tú mismo, como mediador del tiempo te pusiste en ese pasado actual que ahora es nuestro presente? —preguntó la pelinegra en un hilo de voz, como si temiera que palabras más fuertes pudieran desgarrar el frágil velo de la realidad que los envolvía.Erik asintió lentamente, con una expresión serena en su rostro que contrastaba con el torbellino emocional que emanaba de los demás. La luz del atardecer bañaba su figura, proyectando sombras sobre los escalones de piedra de la entrada del palacio, acentuando la madurez y sabiduría que se veían reflejados en sus ojos.—Sí... —respondió con
La revelación de Erik, o al menos esa versión de él, cayó sobre Aelina como un rayo en una noche despejada. Su mente, todavía aturdida por toda esa avalancha de información, luchaba por asimilar las implicaciones de lo que acababa de presenciar. Con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo con fuerza contra su pecho, Aelina comprendió que había un límite en su magia del tiempo y de lo que podía vislumbrar en ese futuro no estaba al completo acceso de ella, sin embargo, en ese momento ya había encontrado la respuesta que buscaba.Así pues, Aelina decidió regresar a su línea temporal actual, con su cuerpo temblando ligeramente mientras la realización se asentaba en su ser: el hijo que tendría en el futuro, un varón, sería fruto de su unión con Valdimir. Y ese niño se convertiría en Erik. El pensamiento hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal, erizando cada vello de su piel. Sus dedos se crisparon involuntariamente, como si intentaran aferrarse a una verdad que aún se sentía
Ahí, en el pasillo del calabozo, iluminado tenuemente por antorchas que proyectaban sombras en las paredes de piedra, Valdimir y Aelina se detuvieron. El Rey Lobo giró hacia Aelina, con sus ojos ámbar brillando con una intensidad que contrastaba con la suavidad de su gesto al acariciar el rostro de la joven. Sus dedos largos rozaron la piel suave de Aelina, trazando el contorno de su mejilla con una delicadeza inusitada para alguien de su naturaleza feroz y con la reputación que tenía…Aelina alzó su mirada, encontrándose con los ojos de Valdimir. Una sonrisa cálida se dibujó en sus labios, iluminando su rostro con un brillo que parecía desafiar la oscuridad que los rodeaba. Sin embargo, tras la fachada serena de Valdimir, una tormenta se desataba en su interior. Una voz insidiosa, fría como el hielo, susurraba en las profundidades de su mente lo que él en el fondo creía que era la verdad absoluta:«Nikolai no miente. Todos los que te rodean terminan muriendo. Ya te has visto a ti mism
Dentro del imponente salón del trono del reino de Kolgrim, la joven reina no podía evitar sentirse fuera de lugar, ya que era la primera vez que se encontraba sentada en el trono junto con Valdimir, eso le hacía recordar su posición de reina de los lobos, a pesar de todo. En ese instante, sus delicadas manos se entrelazaban nerviosamente sobre su regazo, mientras sus ojos vagaban por la sala, absorbiendo cada detalle como si quisiera grabarlo en su memoria. El roce de la tela de su vestido oscuro contra el frío metal del trono le provocaba escalofríos, recordándole constantemente que sentarse en un trono era mas profundo de lo que se veía a simple vista.De repente, las enormes puertas de roble se abrieron con un crujido solemne, y la figura de Erik se recortó contra la luz del pasillo. El corazón de Aelina dio un vuelco, y un nudo se formó en su estómago, tan apretado que por un momento le costó respirar. Sus ojos, ansiosos y algo nerviosos, se clavaron en el joven que avanzaba hacia
Luego de escuchar la orden del Rey Lobo, los ojos de Erik se abrieron desmesuradamente, sus pupilas dilatadas reflejaban el terror que lo invadía al ver alejarse a los guardias. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, erizando cada vello de su cuerpo. Sus manos, húmedas por el sudor frío, temblaban incontrolablemente mientras su mente ya se encargaba de mostrarle que quizás en ese instante recibiría una brutal golpiza que le daría el Rey Valdimir personalmente por algo que quizás hizo, pero que pasó por alto.Aelina, percibiendo la angustia del joven, giró sobre sus talones para enfrentar a Valdimir. Sus cejas se fruncieron profundamente, formando surcos en su frente. Sus ojos, usualmente cálidos, ahora brillaban con un fuego de reproche dirigido al imponente Rey Lobo.—Ya basta de aterrorizar al niño con tu aura, Valdimir —espetó Aelina, con su voz llena de frustración y desaprobación—. Míralo, está temblando como una hoja en otoño y su rostro está muy pálido. Parece un fantasma.Val
Los ojos de Aelina se dilataron por la sorpresa en el limbo temporal al ver que el muchacho se movía, ya que, esa nunca fue su intensión. Su respiración se contuvo, formando una nube de vapor frente a su rostro, como si el aire mismo se hubiera congelado. Observó, con una mezcla de asombro y temor, cómo Erik se incorporaba lentamente.El joven, como si se viera por primera vez, sacudió sus ropas gastadas y alzó la mirada. Sus ojos, antes nublados por el miedo, ahora brillaban con la tranquilidad y seriedad digna de un noble, incongruente con su aparente juventud y aspecto. Primero, su mirada se posó en Aelina, su madre, estudiando cada línea de su rostro como si quisiera grabarla en su memoria. Luego, con un movimiento deliberado, volvió su atención hacia Valdimir, su padre.El Rey y la Reina, sumidos en un silencio profundo, permanecían inmóviles. El brillo etéreo que los envolvía, producto de la magia temporal, contrastaba abruptamente con la apariencia normal de Erik. Era como si el