Narra Adriana:
El flash de la cámara me ciega durante varios instantes y tengo que parpadear muchas veces para recuperar la visión, tras haber posado incontables veces para la sesión de fotos. Mis mejillas están adoloridas por lo mucho que tenido que sonreír. Mi estómago ruge en protesta porque todo el mundo está comiendo menos yo y la verdad estoy desesperada porque todo esto acabe.
—¡Vamos, Adri! Una más —pide el fotógrafo moviéndose frente a nosotros en busca de nuestro mejor ángulo. —¿A caso piensas salir con una cara tan seria?
—Lo siento, pero ya no resisto —digo, vencida.
He perdido la cuenta luego de la toma número cien y para Emma nunca parece ser suficiente. Nos hemos fotografiado con las familias, los amigos, los compañeros y siendo invitados presentes en la fiesta, hemos posado con todos y cada
Narra Jeremiah: La observo dormir con una expresión de paz indescriptible y me inclino para robarle un beso, incapaz de contenerme. Es tan tierna que me inspira comérmela a besos, pero me freno para no despertarla. El viaje ha sido largo, pero tranquilo y Adriana, como de costumbre, se ha dormido a mi lado tan pronto hemos despegado. Ya estoy empezando a creer que es un talento que le han dado: sea un viaje en auto o avión, ella cae rendida a los pocos minutos de ocupar el asiento, aunque no la puedo culpar, este día ha sido verdaderamente una locura, pero por suerte ya lo peor ha terminado.Vamos en el jet privado que tiene la empresa, con dirección a Punta Cana, un destino turístico paradisíaco ubicado en la República Dominicana del que me han hablado mucho y al que nunca he ido. Adriana no sabe todavía hacia donde nos dirigimos, así que será una sorpresa para ella. A penas
Narra Adriana: Jeremiah me mira con curiosidad y preocupación a la vez, mientras yo hago esfuerzos sobrenaturales para no dejar escapar las lágrimas. Desde el momento en que he accedido a este plan, sabía que estaba corriendo un gran riesgo. Que podría terminar con el corazón roto, herido y acabado, y aún así me atreví, sabiendo que necesitaba el dinero que mejoraría la condición de vida de mi madre y la mía. Sin embargo, todo esto se me ha ido de las manos, las sonrisas, los regalos, los detalles que ha tenido conmigo mucho más allá del acuerdo, el sexo y todo lo vivido con él, me han podido y aquí estoy, casada y enamorada de un hombre que no me quiere.—Sí noté que esta noche has estado algo diferente, pero pensé que era el estrés. ¿Hay algo que te ha molestado? —toma mi rostro entre sus manos y yo
Narra Adriana: Me quedo mirándolo unos segundos y finalmente suelto una carcajada.—¿De qué demonios estás hablando? Si acabo de casarme contigo —levanto el dedo anular para evidenciar, con el anillo, mis palabras.Debo de estar alucinando porque no puedo creer que todo esto sea cierto. Se supone que me acabo de casar con él, que hemos firmado un acuerdo y que, ante mi repentina revelación de sentimientos, lo último que esperaba era una propuesta como esa. Más bien me hubiera gustado escuchar un: “estás loca” o quizás un: “devuélveme mi dinero”. Sin embargo, la pregunta me ha dejado en shock.—Lo digo en serio, pero, necesito que me escuches, porque es algo muy serio lo que he de decir.Niego con la cabeza, me encojo de hombros y abro los ojos grandemente, todo a la misma vez. Si algo quiero hacer en este momento,
Narra Jeremiah.La canción termina y, justo como dice la letra de la misma, su perfume y el olor de su piel son una combinación que me nublan la mente y los sentidos. ¿Quién diría que comprometerme con una mujer podría ser tan placentero? Claro que, no estamos hablando de cualquier mujer. Adriana es mágica, dulce y sensual hasta más no poder. Ella me ha robado hasta el aliento y en realidad la propuesta que le he hecho no ha sido para complacerla o llevármela a la cama. Lo he hecho porque he descubierto una realidad que desconocía y que me parece de lo más intrigante.Sin poder evitarlo, me adueño de su boca con prisa, ya vencido por las ganas de entregarme a ella por completo. Ya no me importa ser solo suyo, desearía morir enterrado entre sus piernas. Todo en ella es glorioso y el sexo no es la excepción.—Adriana… &iques
Narra Adriana: Nunca creí que alguien como yo, con una vida tan ordinaria como la mía, con una familia tan peculiar como la que me ha tocado tener, podría disfrutar la oportunidad de vivir cosas como las que me han tocado vivir en los últimos dos meses. Estoy recostada en un chaise-long bajo la sombra de una frondosa palmera, disfrutando del sol y de la playa cristalina en las costas de Punta Cana. A mi lado, Jeremiah teclea en un su ordenador, porque, a diferencia de mí, que he enviado una maestra sustituta a la escuela durante dos semanas, él no ha podido despegarse por completo de su trabajo y ha tenido que resolver algunos pendientes de manera remota. El día de hoy la playa está tranquila, asumo que por ser día de semana hay poco flujo de turistas, aunque igual, es espacio es tan amplio y acogedor, que podría estar el hotel lleno y no percibiríamos la d
Narra Jeremiah: Siempre que iba al campamento de verano cuando era pequeño, el camino de regreso a casa me parecía eterno. Tal vez porque estaba cansado, quizás porque los deseos de volver a jugar con mis video juegos después de dos meses eran enormes, pero siempre el trayecto a mi casa se me hacía kilométrico, eterno, cansón. Hoy, estoy haciendo el viaje más largo de mi vida, porque sé que, si no llego con tiempo, podría perder la oportunidad de decirle adiós a mi padre, a mi mejor amigo. Tamborileo los dedos sobre mi rodilla izquierda, incapaz de contener la intriga y preocupación. El cielo oscuro se percibe por la ventana del avión, mientras estoy sumido en una ola de sentimientos y nostalgia, en la que no dejo de recordar los maravillosos momentos que he pasado junto a mi Gogo. La caricia de Adriana me saca de mis ensoñaciones y me giro para verla a mi lado. Está preciosa. Su piel con un bronceado que le sienta de lo más bonito, su cabello rizado
Narra Adriana:Le veo salir de la habitación con ojos llorosos y es inevitable no llorar también. Nadie está listo para despedir a un ser querido, menos a uno tan buena persona como lo es el señor George.—¿Cómo está? —pregunto, ayudándole a quitarse la ropa de quirófano.—Delicado, no respondió, aunque asumo a que se debe a los medicamentos.Asiento y me cruzo de brazos por el frío. En el afán de regresar, hemos tomado lo primero que encontramos en la maleta, no pensando que el octubre del caribe no es el mismo que en Georgia, que, aunque no es frío que pela, definitivamente no es como para andar en vestido playero y bermudas.—Mañana podrás volver a verle —añado, queriendo ser optimista.Él asiente y me toma de la mano.—Vamos a casa, a menos que quieras pasar por
Narra Adriana: Termino mi plato con un último bocado de la cena más deliciosa de mi vida. Estaba mucho más rica de lo que pude haber imaginado. Quizás por el hecho de que no había comido nada desde el mediodía, quizás porque la preparó él o quizás, porque me encantan los mariscos. El caso es que he degustado todo con mucho placer. No tenía ni idea de que Jeremiah fuera tan buen cocinero, así que debo decir que le doy un diez de diez.—¿Y bien? —dice con una sonrisa.Yo me reclino en la silla y niego con la cabeza, demasiada llena para hablar.—¡Eso ha estado fenomenal! ¿Quién te enseñó a cocinar así?Se echa a reír y comienza a recoger los platos para llevarlos al fregadero.—Un caballero nunca revela sus secretos, pero me alegro que te haya gustado.Me rel