Narra Jeremiah: El domingo me despierta el sonido de la lluvia chocando contra la ventana. Afuera el cielo está súper gris, a pesar de que en el reloj de mi mesita son las seis y treinta. Ese clima es normal en esta temporada, sin embargo, lo de hoy se debe a una tormenta que han anunciado, según escuché en la emisora de radio. Quisiera decir que voy a dormir un poco más, pero no, yo soy de los que, una vez se despiertan, ya no logran volver a conciliar el sueño. A mi lado, Adriana duerme con los labios entreabiertos. No puedo evitar sonreír ante su imagen. Está desnuda, su pelo ondulado cae como una manta a su alrededor. El color de su piel teñido del bronceado la hace ver mucho más bella que de costumbre, y para colmo, la manta solo cubre una parte de su cuerpo dejando en evidencia un pecho firme, que me invita a besarlo y que despierta el deseo que siento por ella. Es increíble cómo, sin importar las veces que hagamos el amor, no me canso de ella. Anoche nos dormimos casi a las tr
Narra Jeremiah:Todavía no termino de creer lo que me han dicho en el hospital. Me he quedado en un estado de trance, que ni siquiera me ha permitido conducir o pensar con claridad. Por suerte, Adriana ha tomado el control y ha manejado hasta el centro de salud. Bien pudo hacerlo uno de los chicos de la escolta, pero todavía es muy nuevo para nosotros, y prefiero que nos den nuestro espacio, aunque nos sigan en el auto de atrás. No soy capaz de decir media palabra, la frase “tercer ataque” me resuena todavía como las vibraciones de una campana, mientras me esfuerzo por no echarme a llorar. Sé que todavía está conectado a las máquinas, pero eso es lo único que lo mantiene con vida, en vista de que su corazón ya ha dejado de responder. En el fondo, me alegro de no tener que enfrentar esto solo. Al menos Adriana está aquí conmigo y eso me permite no derrumbarme.—Jemmy, hemos llegado —anuncia acariciándome la pierna izquierda.Va al volante, y la lluvia ha menguado, ahora una fina lloviz
Narra Adriana: En mi familia, como en mi reducido círculo social, siempre he sido yo la que he estado a cargo de las cosas. En la escuela fui yo la líder del grupo, en casa era yo quien llevaba las riendas, en parte, por la enfermedad de mi madre y en parte porque me salía natural ser la cabeza de los grupos. Ahora, desde que conocí a Jeremiah las cosas han sido diferentes. Él es mucho más controlador y dominante que yo, por eso, he cedido y aceptado que generalmente él tome las decisiones, aunque me las hagas saber. Sin embargo, en esta ocasión, el poder ha caído sobre mí, y a pesar del gran compromiso, me siento honrada de ayudar.En mi agenda llevo a cabo la lista de pendientes que faltan por solucionarse. El funeral es a las tres y aún no me han confirmado las personas del catering, lo que me tiene verdaderamente estresada. De por sí, la muerte del señor George nos ha dado duro a todos, pero creo que quien ha llevado la peor parte, ha sido Jeremiah. Ha estado muy callado desde ay
Narra Jeremiah: La capilla de San Pedro es una hermosa iglesia ubicada en el centro de la ciudad. Cuenta con pinturas de ángeles en los techos que atraen la atención de cientos de turistas semanalmente. También cuenta con hermosas ventanas acristaladas de muchos colores, así como un hermoso cuadro de la virgen María y su hijo. No he sido nunca religioso, sin embargo, solía frecuentar este lugar los domingos en la mañana con Gogo para escuchar la misa cuando era pequeño. Hoy hemos venido juntos, solo que esta vez, la misa será en su honor.Hoy el lugar está adornado por un montón de flores que perfuman todo el espacio y frente al altar, el féretro con el cuerpo de mi difunto abuelo, descansa con la tapa del ataúd debajo. Junto a él, hay una enorme foto en trípode de él de su último cumpleaños. Está a blanco y negro, vestido de un esmoquin blanco y una sonrisa que habla por mil años. En realidad, me siento muy conforme con su despedida porque así es justamente como quería recordarle, f
Narra Jeremiah: No sé cuántas veces he tenido que agradecer a los cientos de invitados que han venido a presentar sus respetos y condolencias, pero he perdido la cuenta hace más de una hora. Estoy cansado, los ojos hinchados me pesan por tanto llorar y lo único que quiero es irme a casa. Por suerte, la mayoría de los invitados han empezado a marcharse pasadas las nueve y cuando quedan a penas unos cuantos en la sala, me fijo que no he sabido nada de mi amada esposa desde hace rato. —¡Hey! ¿Cómo estás? —me pregunta Andy al acercárseme. Me encojo de hombros y tomo la bebida que me ofrece, mientras me encojo de hombros. ¿Qué puedo decir que no sepa ya? Más que un día de locos, ha sido una semana infernal. —Supongo que bien, todo se pondrá bien con el tiempo. —Así será, amigo —dice golpeándome el hombro con cariño. Intento sonreírle sin mucho éxito, entonces leo en sus ojos que tiene algo para decirme. —¿Qué pasa, Andy? —pregunto, dándole el último sorbo a mi bebida. Siento como
Narra Adriana: Un cosquilleo en la sien me despierta, e intento rascarme, todavía con los ojos cerrados, sin embargo, fallo en el intento, porque mi mano no responde a la orden que le ha dado mi cerebro. Trato de abrir los ojos, pero tampoco obedecen al primera, y cuando intento moverme, un malestar me sacude todo el cuerpo.—Hmm —un gemido de dolor sale de mi garganta y finalmente abro los ojos.Me doy cuenta de que mis manos están atadas y que un trozo de cinta adhesiva me tiene amordazada, lo que hace que no pueda moverme ni gritar. ¿Dónde estoy? Parpadeo un par de veces para aclarar mi turbia vista. A mi alrededor todo está a oscuras, pero si no me equivoca mi suposición, estoy en lo que parece ser un sótano o almacén, a juzgar por el espacio pequeño y la ventilación nula.Trato de recordar lo que pasó y cómo llegué aquí. A mi mente le cuesta rehacer las últimas escenas de mi vida. Recuerdo a mi esposo llorar ante el ataúd de su abuelo, recuerdo la misa, la recepción en la casa,
Narra Jeremiah: La paciencia nunca ha sido una de mis virtudes y hoy más que nunca, brilla por su ausencia. Me muevo impacientemente por el pasillo de la comisaría, esperando a que llamen mi nombre, mientras la incertidumbre crece dentro de mí a cada segundo. No creí que este día terminaría de esta manera. Por el contrario, me había hecho la idea que, luego de decirle adiós al hombre más importante de mi vida, iría a casa con mi esposa, a llorar su pérdida y a consolarme en sus brazos. Sin embargo, aquí estoy, a mitad de la noche, en una comisaría, presentando una denuncia de secuestro, porque el muy bastardo de Fernando Rodríguez, se le ocurrió la brillante idea de tomarla cautiva. ¡Qué mal nacido es ese sujeto! Con gusto le daría yo hasta el alma, si eso garantizara la seguridad de Adriana, pero estoy seguro de que no se pondrá en contacto conmigo todavía y que la cantidad de dinero que pedirá será absurdamente alta. —¿Por qué no te sientas, Jemmy? —pregunta Andy, quien no se ha
Narra Daniela: Subo el volumen de la televisión mientras salgo del baño del motel donde me estoy hospedando, al escuchar la voz femenina del noticiero de la tarde mencionar un nombre que me resulta demasiado familiar e inmediatamente mi intriga aumenta a cien por ciento. Se trata de la mosca muerta de Adriana Rodríguez. Resuelta y viene a ser que ha sido secuestrada por nada más y nada menos que su padre. ¡Vaya, vaya, vaya! No me esperaba tan buena noticia para alegrarme el día, sobretodo después de la mierda que se ha convertido mi vida gracias a Jeremiah Jonhson.“La señora Adriana Rodríguez, maestra de primaria procedente de México, quien contrajo nupcias recientemente con el codiciado soltero Jeremiah Johnson, ha sido secuestrada la noche de ayer desde la residencia del fallecido George Johnson, antiguo propietario de la cadena de supermercados Harris and Lou. Según las declaraciones de la policía el presunto secuestrados es su padre, Fernando Rodríguez, un reconocido criminal, b