Narra Adriana:Soy muy impulsiva, siempre lo he sido. Mi madre me lo decía de pequeña, que me iba a ir mal en la vida si seguía de cabezona, de impaciente y testaruda, pero nunca creí que tuviera razón tanta razón hasta el día de hoy. Si me hubiera quedado tranquila, si tan solo hubiera sabido esperar el momento adecuado, no estaría en esta situación que estoy ahora. Como he intentado escapar, ahora el malvado de Fernando no ha hecho si no aumentar mi seguridad y me ha atado el tobillo izquierdo a una de las viejas tuberías, con una cadena de hierro. A penas puedo moverme unos cinco metros a la redonda y creo que eso me volverá loca.Si antes estaba en una situación incómoda y tenía libertad para desplazarme por todo el lugar, ahora me siento como un perro encadenado, haciendo sus necesidades en el mismo lugar donde duerme. Me devano los sesos tratando de idear una manera de escapar de aquí. No puedo seguir así, me estoy volviendo loca con el encierro y ahora con esta medida tan drást
Narra Jeremiah: Han pasado tres días de la desaparición de mi esposa, pero siento como si hubiera sido una eternidad. Tres días sin Adriana a mi lado, sin escuchar su voz, sin ver su sonrisa, sin poder besar esos labios suaves y sensuales, capaces de mejorar mi humor, sin su voz dulce y esas curvas sensuales que me despiertan los deseos más carnales. Tres días y aún así siento que han pasado tres años. No tengo ni idea de donde podría estar, si está bien, o si está sufriendo, si está triste, si ha llorado, si está herida. Sólo sé que ese bastardo me la arrebató sin dar ningún aviso y ahora ni siquiera tiene la decencia de pedir la recompensa. Qué más quisiera yo, si no firmarle un cheque en blanco, si eso garantizara que ella estuviera segura.Sin embargo, estoy en un punto muerto en lo que lo único que hago es esperar como un idiota a que la policía haga algo. Por otro lado, tengo a la psicópata de Daniela, ahora pirómana, que me está haciendo la vida de cuadritos y siento que estoy
Narra Jeremiah: Llegar hasta la montaña Holland no es tarea sencilla. Prácticamente es al otro extremo de la ciudad, por lo que el camino hasta allá me toma prácticamente dos horas y eso que el tráfico ha cooperado. Sin embargo, aún con la ayuda del navegador, me ha costado trabajo llegar, dado que desconozco la zona y no sé a ciencia cierta lo que estoy buscando. Solo tengo el modelo de la camioneta y bien podría estar oculta en cualquier cochera, así que es como buscar una aguja en un pajar. No obstante, no me rindo. Si estoy tan cerca de Adriana, no perderé la oportunidad de encontrarla, así tenga que matar al desgraciado de su padre con mis propias manos.El pensamiento me sorprende dado que nunca he sido un tipo violento. En mi vida he peleado muy pocas veces y siempre he tratado de mantener la paz. Claro que, nunca había sentido por ninguna mujer lo que siento por mi esposa y nunca había estado en una situación como esta, en donde la rabia, la impotencia y la frustración me car
Narra Adriana: Debajo de la capucha que tengo puesta sobre la cabeza, percibo algunas luces del exterior, incapaz de ver nada. Ante la falta de vista, mis sentidos se agudizan, especialmente el de la audición, por lo que trato de prestar atención a los detalles buscando algo de información que pueda ser útil en el futuro. Sé que mi primer intento no fue exitoso, pero eso no significa que me vaya a rendir. Fernando ha de estar muy equivocado si piensa que voy a quedarme de brazos cruzados, mientras él extorsiona a mi familia.En silencio, en la parte de atrás de un vehículo que no llegué ni siquiera a ver, voy de manos atadas mientras él da tumbos por la ciudad. Imagino que ha de tener los cristales oscuros, porque un sujeto con una mujer secuestrada y con un gorro en la cabeza, estoy segura de que llamaría la atención de los policías. Claro que, con lo corrupto que es este sistema, no me sorprendería que fueran los patrulleros quienes le consiguieran el vehículo.Tras un largo rato d
Narra Adriana: La adrenalina bombea por todo mi cuerpo mientras salgo del viejo almacén en el que estaba encerrada. El lugar está junto al mar, pero no tengo ni idea de dónde estoy, solo sé que debo salir de aquí cuanto antes. En el exterior, otra vez el sonido de las olas me recibe, pero no me fijo en ella, desesperada, busco del auto en que Fernando me trajo hasta aquí. Lo ubico a unos veinte metros de la enorme entrada de metal y corro hasta él, todavía con las manos atadas. Está oscuro y hace un frío que pela. Estoy descalza porque mis zapatos se quedaron en el sótano anterior, pero nada de eso me importa, bien podría haber fuego debajo de mis pies y no me detendría. Necesito llegar al auto para poder huir. En el camino, no dejo de mirar hacia atrás, con el corazón latiendo a mil por hora en mi pecho, presa del pánico y pavor de que me vuelva a atrapar. Puede que este sea mi último intento, porque si logra levantarse, estará hecho una furia.Sin detenerme, corro, despavorida hast
Narra Jeremiah: Eran ya las ocho de la noche cuando me llamó la detective Kim. Quisiera decir que estaba en casa a punto de cenar o algo así, pero la verdad es que estoy conduciendo como ave sin nido, incapaz de volver a una casa vacía. He salido de la oficina hace horas y me la he pasado rondando por la ciudad, sin rumbo, al punto de que estoy a las afueras del pueblo, todo para evadir mi realidad. Cuando el número de la detective apareció en la pantalla, debo admitir que pensé mucho si le contestaba o no, dado que, luego de nuestro altercado en la pista de ayer, entre nosotros las cosas se volvieron más tensas que antes. Igual, yo ya había hablado con investigador privado para que encontrara a Adriana, así que no creí que tuviera algo que hablar al respecto con ella, sin embargo, su insistencia fue tanta, que no me quedó de otra más que responder a sus insistentes llamadas.—Detective, buenas noches. ¿Qué puedo hacer por usted? —pregunto, mientras observo mi maletín lleno de trabaj
Narra Fernando: Engullo sin prisa la hamburguesa triple de carne y queso, especialidad de Troy, la cafetería que suelo recurrir en los suburbios de la ciudad. Tengo la mente como volcán en erupción, lleno de fuego y lava ardiente, que me carcome por dentro. Mientras ceno y observo la televisión, distraído, recapitulo los hechos vividos esta noche. ¿Cómo es posible que pudiera haber dejado escapar a Adriana de esa manera? Después de días con ella bajo mi merced y la seguridad de que bien podría haber obtenido mucho, mucho dinero, lo suficiente como para haber terminado de vivir el resto de mi vida en paz, la muy zorra se me escurrió entre las manos y para colmo, se llevó mi vehículo y me dejó herido.Ahora tengo que empezar de cero y eso no es sencillo. Solo de pensar que la dejé escapar, una enorme rabia me invade conmigo mismo y con ella. Esa zorra cree que se librará de mí tan fácilmente, pero no sabe la que le espera. Necesito recrear un plan para poder volver a salirme con la mía
Narra Adriana: La gente siempre habla de lo placentero que es llegar a casa luego de un día agotador en el trabajo, o tras un viaje de varias semanas fuera, y hasta luego de una tarde de afanes en el centro. Siempre que llegamos a casa nos sentimos en paz, seguros de que nada mala podrá pasarnos dentro de nuestras cuatro paredes. Sin embargo, a pesar del alivio que podría sentir hoy, una sensación de desasosiego todavía sigue aquí, a pesar de que sé que nadie podrá lastimarme ahora.—¿Te gustaría algo de comer? —pregunta Jeremiah, ahora que me ha dejado en uno de los taburetes de la barra del desayuno.Conociéndolo, seguro que tendrá la despensa vacía, así que inevitablemente sonrío y lo miro con cariño.—¿Hay algo en la alacena?Me mira avergonzado y se encoge de hombros.—Puede que aparezca algo —promete y se pone a trastear entre los gabinetes hasta encontrar una sopa de sobre —Bingo.Lee las instrucciones en el dorso del envase y en menos de cinco minutos ya está lista. La sirve