A ley de días.

Narra Adriana:

Me voy a casar. Nunca la idea se había vuelto tan real como hasta este momento. Siempre creí que sería un día único en el que me sentiría la mujer más feliz de la tierra, sin embargo, las emociones que tengo son encontradas, y ninguna de ella se acerca a la felicidad. La culpa, la incertidumbre y el miedo sí son claras, pero el gozo y júbilo no forma parte de ellas. Me miro en el espejo, vestida de blanco y un pensamiento me grita que soy indigna, porque de pureza me queda poca cosa. Mi madre a mi lado me mira orgullosa, viéndome en la prueba del vestido y su rostro de alegría me hace sentir más culpable aún, si es que fuera posible.

Todo este mes ha pasado demasiado rápido y Emma tenía razón, treinta días es muy poco tiempo. Ella se ha encargado de la mayoría de los detalles de decoración y log&i

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