Sandro Hamilton, era el mejor piloto de carreras del mundo, sus hazañas solo eran comparables con las realizadas en su oportunidad por el mejor piloto de todos los tiempos, el gran Taddeo Ferrari, quién ya se había retirado unos años atrás del mundo de las carreras, aunque seguían manteniendo la pro
Carlotta cuando bajó vio al guardia de seguridad que la miraba con lástima al mismo tiempo que negaba con la cabeza.«Pinche viejo, alcahuete, seguro sabía de todas las andanzas del malparido ese y no dijo nada y ahora viene a mirarme a mí con lástima, no sé por qué no va y le tiene lástima a su mad
El rostro de Carlotta palideció, parte de su borrachera se esfumó como por arte de magia, porque las palabras del hombre tuvieron el mismo efecto de un balde de agua fría, intentó serenarse y hasta pararse firme para dar una imagen de seguridad que estaba muy lejos de sentir en ese momento, no solo
Cuando Mike Hamilton caminaba hacia el salón de seguridad a observar las cámaras para verificar lo sucedido, sonó su celular, al ver la pantalla que se trataba de su madre la atendió de una vez. —Aló mamá, ¿Pasó algo? —interrogó con preocupación. —¡No sé qué hacer! —sollozó la mujer con desesperac
Carlotta suspiró con resignación, mientras se daba de cachetadas mentales.«Ahora estoy aquí con un extraño adinerado, en un bendito avión que se dirige al otro culo del país, confiando que el hombre no vaya a salir asesino seriado y me deje sembrada en uno de estos parajes», se dijo mentalmente.Pe
Sandro por unos segundos se quedó pasmado, sin encontrar la forma de reaccionar, pues a decir verdad la mujer lo sorprendió, por varias razones, era como un pulgarcito, pequeña, pero parecía una fiera mientras exigía respuesta acercándose, al mismo tiempo que un hilillo de sangre recorría su frente,
—El sentimiento es mutuo, no me atraes en lo más mínimo y si me llegó a quedar aquí será porque Mike… —sus palabras fueron interrumpidas por Sandro. —Entonces ve y ¡Te vas con tu Mike! —el hombre de su hermano lo pronunció con retintín. —Hermano, escúchame… —empezó a decir Mike, mas el grito de Sa
Al día siguiente Carlotta se levantó temprano, a pesar de sentirse más cansada que nunca, porque durante la noche no pudo dormir muy bien, cerraba los ojos y sentía el impacto del objeto en su frente. Se metió a ducharse, al mismo tiempo que colocaba su celular con música en la tapa del inodoro y e