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Cuando el doctor salió, Silvia lo atosigó con mil preguntas.—El bebé, está desarrollándose bien, no perdió el embarazo, pero ahora deberá estar en reposo absoluto, por lo menos hoy y mañana estará aquí en el hospital.Silvia y Enrique pudieron por fin respirar profundo, sintieron alivio.—Sin embargo, la paciente quiere llamar a la policía.Enrique estaba dudoso.El doctor los dejó solos.—¡No puede denunciar este hecho!—¿Y por qué no? —exclamó Silvia.—¿Quieres que descubran que fueron ustedes quienes hicieron esa zanja y la camuflaron para que, ¿Mariza cayera, pero en realidad Mónica tuvo la mala suerte de caer ahí, antes?Silvia se puso nerviosa.—Iré a hablar con Mónica, vuelve a casa, y dile a Jerónimo que el bebé está sano, haz que sienta mucha compasión y culpe a la m*****a Mariza.Enrique estuvo de acuerdo y se fue.***Silvia entró en la habitación y observó a Mónica.Ella la miró a los ojos.—Mi bebé vive, aún tengo al heredero conmigo —dijo sonriente.—Mónica, no puedes
En el hospital.Los policías llegaron. Silvia estaba nerviosa, pero no pudo detener a su nuera.—Mariza Santalla me lanzó a una zanja. Caminábamos a un picnic familiar, cuando de pronto se volvió loca, me humilló, ya que en el pasado su esposo fue mi pareja, además, cuando mi hijo nazca será el gran heredero de la fortuna Santalla, por eso esa mujer me dijo que quería matarme a mí, y a mi bebé, me lanzó sin piedad a la zanja, me dejó ahí, si no fuera por mi suegra que llegó, ahora estaría muerta.—Necesitamos la información de esa mujer, dónde podemos encontrarla.Silvia y Mónica dieron toda la información al respecto.Mónica firmó su denuncia y los policías se fueron.—Solo espero que esto no nos lleve a la ruina, Mónica.Mónica sonriò.—Si vamos a la ruina, te aseguro que Jorge y Mariza, irán con nosotros —sentenció la mujer.***Amaranta luchaba contra la fuerza de ese hombre. Le miraba con rabia, no podía alejarlo.Lo amó mucho, pero ver lo que le hacía, esta vez le produjo asco.
—¡¿Qué has dicho?! Padre, ¡no puedes hacerme esto! —exclamó Enrique.Jerónimo le mirò con ojos feroces.—¡Claro que puedo hacerlo!—¡Mariza me hizo daño! ¿De veras la preferirás sobre mì? —exclamó Mónica.Amaranta y Diego escucharon el escándalo. Amaranta estaba muy feliz.—¡Ya lo escucharon! Retiren la denuncia, solo así podrán volver a ser considerados en mi herencia; de lo contrario, será el fin.—¡Jerónimo! ¿Cómo puedes ser tan cruel? —exclamó Silvia, casi chillando de rabia.El hombre sonriò.—Esa es mi última decisión, Silvia, será mejor que la aceptes o hasta a ti te echará de mi lado.—¡Jerónimo!—Sáquenlos de aquí —dijo con mucha seguridad.Enrique mirò a su padre con rabia.—¡Está bien! Haremos lo que quieras.—¡No! —exclamó Mónica—. Esa mujer seguramente parirá a un bastardo, y la defiende, Jerónimo.Jerónimo mirò a Mónica con rabia.—Tampoco estoy tan seguro de que tú tendrás a mi nieto, podrías parir un bastardo.Mónica pasó de la rabia al dolor, las palabras de ese hombr
Un silencio casi sepulcral invadió en la mesa, se miraron unos a otros.Amaranta tocó su pecho, tuvo un miedo atroz.Las manos de Diego temblaban al ver esa imagen, luego mirò a Amaranta, la decepción en su mirada hizo que la mujer temblara de miedo.—¡No! Escúchame, Diego.Amaranta quiso tocarlo, pero èl se alejó.—¿Fue con este hombre con que escapaste? —exclamó Diego.Amaranta tembló, no sabía qué decir.—¡Claro! —exclamó rabioso, recordando todo—. ¡Dijiste que era un hombre casado, que te engañó!Enrique estaba asustado, de pronto, Diego se le fue encima.Diego y Enrique pelearon a golpes, pero Enrique fue quien recibió los peores remanentes.Jorge los detuvo.—¡Cálmense!Diego mirò a Amaranta con rabia.—¡¿Cómo pudiste?! —exclamó.El hombre se alejó de ahí.Amaranta intentó irse, pero Jerónimo la detuvo.—¡Amaranta! ¿De verdad hiciste esto?Amaranta hundió la mirada con tristeza.—Perdóname, tío, sí, pero no fui su amante. Yo amaba a Enrique, èl me secuestro el día de mi boda, lue
Enrique se fue de casa horas antes. Silvia intentó interceder por él, pero no lo consiguió. La mujer no fue capaz de irse.Mariza y Jorge caminaban por los jardines.—No me puedo creer que este viaje se arruinará así.—Estoy angustiada por Amaranta, Jorge, ¿qué hará Diego?—Intenté detenerlo, pero Amaranta decidió ir con èl.—Jorge, deberíamos irnos lejos, tengo miedo de todo esto.Jorge abrazó a Mariza, supo que ella tenìa razón, besó su frente y sus labios, sonrieron después al ver al pequeño Luca que jugaba con la niñera por los jardines.***Amaranta y Diego llegaron hasta su casa.Èl estaba enfurecido, ni siquiera quiso mirarla.Amaranta entró en su habitación, sollozó sin control, no podía creer que todo hubiese acabado así.Por la noche, Diego llegó a la habitación, estaba medio borracho.—Desnúdate.Ella frunció el ceño, confusa.—¡¿Qué dices, Diego?!—¡Que te desnudes, para eso sirves! ¿No? ¿O le preguntó a tu querido primo?Ella se levantó y pegó a su rostro.Los ojos de Dieg
Mariza llamó a Jorge, e indicó que debía venir al hospital, ya que Amaranta estaba internada.Jorge estaba a punto de ir hasta ese lugar, cuando Diego entró en su oficina.—¡Dile a tu esposa que no vuelva a acercarse a mí!Jorge se levantó y fue por èl, tomando su cuello con fuerza.—¡¿Cómo te atreves?! No te metas con mi esposa, ¿qué le hiciste a Amaranta? ¿Por qué está internada en un hospital?Los ojos de Diego se abrieron enormes.—¡¿Qué?! Yo… no lo sabía, ¿Qué le ha pasado?—¡¿Qué le hiciste?!Diego tuvo terror al recordar donde la había dejado.—¿En qué hospital está?Jorge le dijo y salieron para allá.Jorge fue el primero en llegar, y Mariza lo abrazó.—Tiene una fuerte neumonía, el doctor dice que…Mariza vio a Diego con rabia.—¿Cómo está?—¿Cómo si te importara?—Necesito saber cómo está —sentenció.El doctor apareció. Detrás de èl, Enrique iba entrando, ya que él siguió a Jorge cuando lo vio salir tras el auto de Diego.—La paciente tiene neumonía, estamos revisando su evol
Amaranta y Diego salieron del juzgado. Jorge los mirò con duda.—¿Por qué están juntos, Amaranta?Ella se veía nerviosa.—Por favor, no te opongas, iré con Diego, haremos la prueba de paternidad; si sale negativa, le daré el divorcio, pero si es positiva, intentaremos arreglar esto.Jorge negó igual que Mariza.—¡Amaranta!—Ella ya tomó su decisión, además, no esperaremos al parto, en unas semanas podremos saber la verdad.Jorge mirò a Amaranta.—No estás sola, Amaranta, tienes una familia que puede protegerte.—Amaranta…—Es mi decisión.Mariza y Jorge no pudieron hacer, vieron a la mujer ir con ese hombre.Mariza estaba vuelta loca de rabia.—¡Es que no puedo creer que la haya convencido! ¿Amaranta perdió la razón?Jorge acarició el rostro de su esposa.—No te molestes tanto, puede hacerte daño, mi amor, está bien. Déjala que tome sus decisiones, estaremos aquí para ella.Jorge besó los labios de su esposa. Ella asintió.—Por cierto, debemos ir a donde el investigador, ¿si iremos?Èl
Amaranta estaba desesperada. No entendía lo que acababa de pasar, pero estaba cerca de Enrique, que brotaba sangre del estómago.—¡¿Qué has hecho, Diego?!—¿Lloras por tu amante? Dime, ¿o lloras por mí?Amaranta ordenó que llamaran a una ambulancia.—Diego, basta, mira lo que hiciste.—Me iré a prisión, al menos defendí nuestro honor.—Yo te necesito libre, así que no irás a ningún lado.Amaranta llamó a Jorge, estaba envuelta en llanto.Cuando llegaron los paramédicos, Amaranta dijo que fue una bala perdida, un accidente.Enrique fue trasladado al hospital.***En el hospital.Enrique fue llevado al quirófano, tenía aún la bala adentro.Amaranta y Diego llegaron hasta ahí. Diego comenzaba a darse cuenta de lo que había hecho.—Voy a decir la verdad.Amaranta acunó su rostro.—¡Te lo prohíbo! No lo hagas, por favor.Jorge llegó, estaba desesperado.—¿Qué pasó a Enrique?Amaranta tembló de miedo, pero antes de decir nada, Jorge habló.—Yo le disparé.Jorge le mirò impactado, estuvo a p